jueves, 25 de abril de 2024

LA NARIZ DE DIOS (1)

 

La nariz de Dios (1)

Las ofrendas levíticas ayer y hoy

Lv 1:1-17

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El libro de Levíticos, aunque a primera vista, dadas sus extrañas categorías y lenguaje, parezca distante para el creyente, es el “manual para el adorador”. Marcando rutas claras para la celebración de la fe, el texto enseña cómo acercarse a Dios y no fallar en el intento. Ahora, es necesario ubicar el tema de las ofrendas en, al menos, cinco marcos o escenarios. 1). Marco histórico y soteriológico: el evento del éxodo. Los receptores del texto son las personas del pueblo de Israel que han salido de Egipto a través del evento del éxodo (Ex 1-15). De esta manera las ofrendas no son para salvación, son la respuesta del pueblo hacia Dios que los ha salvado o liberado. No se busca ganar el favor de Dios, sino responder a sus favores. 2). Marco geográfico: el monte Sinaí. El pueblo está ubicado geográficamente en el monte Sinaí, allí Dios lo llama a establecer con él un pacto, le da los mandamientos y el tabernáculo (Ex 20:24; Lv 26:46; 27:34).  3). Marco litúrgico: el tabernáculo[1]. El pueblo celebra la presencia de Dios simbólicamente localizada en el tabernáculo pero experimentada en cada área de la vida diaria.

4). Marco cultural y religioso. Lo más seguro es que los rituales sacrificiales de Israel tuvieran paralelos en los pueblos cananeos vecinos a Israel. Es lo más normal pues era la usanza antigua para la reconciliación y el culto. Israel, rodeado por culturas paganas que veían el culto como un asunto contractual, debe entender que Dios no es manipulable, que no puede relacionarse con Dios según el principio del do ut des (te doy para que tú me des). Y es que “Dios sólo puede ser el objeto de nuestro culto si primero es el sujeto que nos da el culto… los paganos se imaginaban un culto esperando ganarse el favor de los dioses por medio de él. El culto de los hebreos era un respuesta a lo que Dios ya había hecho por ellos”[2]. 5) Marco estructural y literario. Ubicamos aquí los capítulos 1:1-7:38 dentro de la estructura literaria del libro. Las palabras iniciales de este libro indican su relación con Éxodo. En este último, Dios habla desde la montaña. En el Levítico, desde el tabernáculo. Éxodo termina con su dedicación del tabernáculo y Levíticos empieza con la adoración en el tabernáculo. Estos primeros capítulos, 1-7, nos presentan el “manual del sacrificio” mostrando la forma en la que el pueblo puede disfrutar de la presencia de Dios. Veamos el texto de la primera ofrenda en detalle en tres momentos.

Primer momento, la ofrenda que se pide: el holocausto. Holocausto da la idea de que se quema. Esta ofrenda tiene tres acepciones o puede ser presentada en tres variedades: ganado vacuno (v. 3a), ganado ovejuno (v. 10) o aves (v. 14). La observación, “sin defecto” apunta a la calidad de la ofrenda y no tanto a la cantidad. De esta manera se daba a entender que el culto no podía tomarse a la ligera y de manera trivial. Ofrecer un animal de pobre calidad suponía un insulto a Dios, no por el valor del animal, sino porque delataba la actitud del corazón del adorador (Mal 1:6-14). Segundo momento, el ritual que se realiza, vv. 9a, 11-13b, 15-17d. El ritual se da en seis tiempos así: 1). Presentación de la víctima que incluye la “imposición de las manos del oferente”, este acto no es para traspasar los pecados (Lv 16:21), tal vez el testimonio solemne  de que la víctima provenía de ese oferente en particular y que el sacrificio que iba a presentar el sacerdote  iba a ser ofrecido en su nombre y sería él quien recibiera los beneficios del mismo. 2). Inmolación o sacrificio. 3). Aspersión del altar con la sangre. 4). Degolladura y fragmentación de la víctima. 5). Lavado de determinadas parte (entrañas, patas). 6). Incineración.

Tercer momento, la aprobación que se da, vv. 9c, 13d, 17d. El ritual cierra con la frase “una ofrenda quemada de olor grato al Señor”. Esta imagen, un antropomorfismo diría la teología sistemática, se usa para hablar de la aceptación de Dios. Así, el valor material del sacrificio no es lo que cuenta mayormente ante los ojos de Dios: él se complace tanto con el ave que presenta el pobre como con el buey que presenta el rico. Ni aún la multiplicación de los sacrificios caros aumenta el valor “per se” delante de Dios, él no se impresiona con la aritmética sino con la obediencia (Miq 6:6-8; Os 5:6). Y es que el rito apuntaba hacia una realidad más profunda, era símbolo de la entrega del oferente a Dios y como resultado de esto la práctica de la justicia social en el día a día en todo el entramado social que le correspondía. Las críticas desde la historia (1 Sam 15:22), la profecía (Is 1:10-20), la poesía  (Salm 51:17) y lo sapiencial (Pr 21:3) son muestras claras de esto. A través del holocausto como “ofrenda expiatoria” el oferente reconocía su vulnerabilidad, su mancha, no tanto por algo particular que hacía, sino por quien era; un ser manchado. Mostraba con eso que al pecado no hay que tomársele a la ligera, que hay que hacer un alto para reconocerlo y superar los fracasos. El oferente salía de la presencia del sacerdote bendecido  y afirmado para la vida (Num 6:23). Continuará.


[1] Afirma Andiñach: “La flamante tienda se inaugura con las instrucciones para los rituales y ofrendas, y destaca el lugar de privilegio que tienen en la vida del pueblo y en la relación con Dios”. ANDIÑACH, Pablo R. Introducción hermenéutica al Antiguo Testamento. Verbo Divino-Estella Navarra, 20014, p. 124.

[2] Citado por KUEN, Alfred. Renovar el culto. Clie-Barcelona, p.14.

miércoles, 20 de marzo de 2024

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA PARA TIEMPOS DE CRISIS (5)

 

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA

Disciplinas espirituales a la luz de la oración de Habacuc

Hab 2:20-3:19

 

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6. LA DISCIPLINA DE LA ALABANZA.

Aquí llega el profeta a su “declaración terca de fe”. El afirma: 17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; 18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. 19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar. Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas”.

            El profeta ve que, como consecuencia de la invasión caldea, dos sectores representativos de la economía, el pastoril y el agrícola, llegarían a colapsar[1]. Confiesa que seguirán confiando en Dios, aunque la vida duela. La acción de Dios puede causar una remoción de sus confianzas y puede hacer tambalear los fundamentos y seguridades. Lo llevará al punto cero. La crisis y la remoción de su teología y economía lo llevaran a encontrarse y a conectarse con lo fundamental… Dios es todo lo que necesita. El profeta creo, es invitado a revisar el engaño corruptor de las certezas: él tenía una “teología sistemática de la soberanía de Dios” en donde Dios debe actuar así y de esta manera, y una economía estable: los campos van bien, el ganado también, la empresa marcha de maravilla. El profeta viaja hacia el descubrimiento de su propia corrupción. Cuando la teología no sirve solo queda “el Theos” (se va la “logía”); cuando la economía colapsa y solo queda el “eco” (se va la “nomía”) de lo que fue y ya no es… Entonces lo único que nos queda es la “confianza terca” en que Dios sigue estando y que él es todo lo que necesitamos.

            La confianza pasa de estar en la “provisión” a estar en el “proveedor”. La fe dejó de ser predecible, se ubica en el terreno de la espera y la confianza. Aquí, la alabanza es la celebración confiada no ingenua, de la obra de Dios en la historia, de los “misterios de la salvación”. El profeta inicia orando y termina alabando. Al final, la devoción (oración, alabanza) no se trata de cuanto hacemos para cambiar a Dios, sino de cuánto nosotros somos transformados por él. Las personas más santas (consagradas) no son las que obtienen siempre un “si” para todas sus oraciones; son aquellas que, aunque obtengan un “no” jamás sueltan la mano de su Señor. Lo siguen amando. Sí, es doloroso y agónico, con frecuencia demasiado, pero confían que de laguna manera en ese “no” también se encuentra escondido el reflejo del inagotable amor de Dios.

Algunos de nosotros estamos siendo llamados por Dios a experimentar profundos cambios a través de experiencias dolorosas. Será como… un volver a empezar: soltar, cerrar ciclos, servir. Por ejemplo, la cruz fue una forma distinta de “salvar”, de liberar; aún a pesar de la oración angustiosa del Getsemaní: “Padre si es posible… Padre, en tus manos…”.

¿Seguiremos confiando en Dios, aunque la vida duela?

¿Seguiremos confiando en Dios al legar mañana a la oficina y encontrar en el escritorio la carta de despido?

¿Seguiremos confiando en Dios aun si la persona que más amamos ya no está?

¿Seguiré confiando en Dios aún si la misión mañana me llega a llamar y me diga: “ya no te necesitamos más, entregue la credencial, chao, nos vemos; gracias por sus servicios?

            Consejos prácticos para realizar la disciplina de la alabanza:

1. La alabanza es respuesta. Es un acto segundo.

2. Aunque la higuera no florezca, ni en las vides no haya frutos. Si los campos no dan su cosecha y los rebaños se acaben. //Con todo yo me alegrare en Jehová//. Y me gozaré, en el Dios de mi salvación, yo me gozaré. //Jehová el Señor es mi fortaleza//. El cual hace mis pis como de siervas y en mis alturas me hace andar (Y me gozaré, en el Dios de mi salvación).

Notas extras: Habacuc inicia… y termina…

1. Inicia cuestionando “el silencio de Dios” y termina invitando a la comunidad a “guardar silencio”. ¡Dios va actuar! Frente a la tiranía del ruido… el silencio respetuoso y fecundo.

 2. Inicia viendo la corrupción en los otros y termina confrontado por su propia corrupción (Teología y economía).

 3. Inicia sospechando de Dios y termina confiando en él.

 4. Inicia poniendo a Dios en el banquillo de los acusados y termina elevándolo al trono para adorarlo.

 5. Inicia reclamándole a Dios porque no actúa y termina diciéndole que “no actúe tanto”.

ORAR TAMBIÉN ES CUESTIONAR.

Habacuc no inicia expresando: “con todo yo me alegraré”; inicia diciendo: “¿Por qué?". No inicia adorando, comienza cuestionando. Su declaración de adoración y de confianza al final no fue su punto de partida, sino de llegada; fue el resultado de un proceso.

Si te encuentras con un Habacuc en su capítulo 1, cuestionando; no lo condenes, escúchalo, acompáñalo. La fe no trata de evadir la pregunta, sino de incorporarla para que la confianza se vuelva robusta, fuerte. Sabiendo esto: ningún poder en el universo está exento de cuestionamientos, ni siquiera el de Dios.

Yo vivo mi experiencia de fe en una tensión constante entre, el Habacuc del capítulo 1, y el Habacuc del capítulo 3. Entre la Pregunta y la Adoración. ORAR TAMBIÉN ES CUESTIONAR.

 6. Inicia reclamando y termina cantando (adorando). Habacuc no inicia expresando: “con todo yo me alegraré”; inicia diciendo: “¿por qué? No inicia adorando, comienza cuestionando. Su declaración de adoración y de confianza al final no fue su punto de partida sino de llegada, fue el resultado de un proceso. Si te encuentras con un Habacuc en su capítulo 1, cuestionando; no lo condenes, escúchalo, acompáñalo. La fe no trata de evadir la pregunta, sino de incorporarla para que la confianza se vuelva robusta, fuerte. Sabiendo esto: ningún poder en el universo está exento de cuestionamientos, ni siquiera el de Dios. Yo vivo mi experiencia de fe en una tensión constante entre, el Habacuc del capítulo 1, y el Habacuc del capítulo 3. Entre la pregunta y la adoración.

                                                                                                          Fin.



[1] Todo lo que es signo de paz, fertilidad y prosperidad será eliminado y el mundo parece quedar como un desierto. Es un símbolo común entre los profetas para ilustrar el juicio de Dios que no es indiferente ante el mal, la opresión y la injusticia (Jer 4:19-26; 12:7-13; 14:1-10).  

martes, 19 de marzo de 2024

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA PARA TIEMPOS DE CRISIS (4)

 

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA (4)

Disciplinas espirituales a la luz de la oración de Habacuc

Hab 2:20-3:19

 

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5. LA DISCIPLINA DE LA DEBILIDAD.

Pueda que esto suene extraño, la idea es que necesariamente tenemos que cultivar (o empezar a hacerlo) la idea de que en la experiencia somos “débiles”, sujetos a afectaciones físicas y emocionales, esto no es negativo, sino que más bien reafirma nuestra humanidad[1]. Con frecuencia, en la cultura obsesionada por los ganadores, los triunfadores, los exitosos, los fuertes, los esbeltos (el darwinismo social) hemos olvidado que Dios actúa en medio de la debilidad. Es una verdad teológica que recorre el AT y que se concreta en Jesús: “por sus llagas somos sanados” (Mt 8:14). Hemos castrado de nuestra experiencia de fe las emociones y los sentimientos. En este “descarte” juega un papel fundamental nuestra “idea de Dios”, un Dios tipo griego: inmutable, impasible, espíritu puro, etc. Y claro está, esta idea de Dios también ha afectado nuestra idea del hombre (imagen y semejanza).

En cuando a Habacuc el declara: “Oí, y se conmovieron mis entrañas; al oír la voz temblaron mis labios. Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí. Tranquilo espero el día de la angustia que vendrá sobre el pueblo que nos ataca” (3:16). El profeta pasa por la afectación y crisis psico-somática. Lo que oye y procesa lo ha afectado en su interioridad (entrañas y huesos) y su exterioridad (labios y piernas). El profeta en el procesamiento de su duelo y en la elaboración de sus pérdidas se muestra profundamente humano y profundamente espiritual. Lo que “oyó” y proceso lo afectó profundamente, sacudió todo su ser. Él es un creyente que siente. Y es que la fe no es un “placebo” o “analgésico”, el problema nuestro con la fe es por un lado la negación y por otro la falta de sinceridad y honestidad con nuestras debilidades, hasta canciones tenemos: “no puede estar triste…”. Por otro lado, también cantamos el hecho de que Dios se manifiesta en la debilidad: “maravílleme en la sabiduría de mi Dios…”. El proceso de duelo: 1). El dolor es inevitable, 2). Conlleva al sufrimiento, 3). Con lleva al crecimiento: no se puede crecer sin sufrir (perder), la vida es una sucesión de adioses, de separaciones. La fe del profeta estaba enmarcada dentro de un “sistema comprensible” (sistemático), sin embargo, todo lo que entendía de la soberanía de Dios fue desarticulado cuando la soberanía de Dios se mostró realmente soberana en la historia sorprendente de su pueblo.  Según “su teología” Dios tenía que hacer una cosa, pero hizo otra.

Pastoralmente hablando, no puedes tratar a alguien con gracia hasta que no aceptas tu propia humanidad, fragilidad, o debilidad. Orar con más misericordia y humanidad, no para estar por encima de los demás sino para caminar junto a ellos. Si después de orara o ayunar nos sentimos superiores… entonces hemos orado mal. “No te fíes demasiado en las palabras de un hombre que no tiene cicatrices; tus abuelos las tienen, y doy gracias al cielo porque tuvieron valor para aceptar las heridas, y sabiduría para convertirlas en renglones donde otros pudimos leer”[2].  

 Consejos básicos para enfrentar cultivar la debilidad en el dolor y las pérdidas[3].

1. Aceptar la realidad de la pérdida o la crisis. Lo que no se acepta no se sana (Negación por la fe).

 2. Experimentar el dolor: tratar de vivir esa realidad. Las pérdidas de la vida vienen para descuadrarnos, para no dejar nada en el lugar en donde estaba. El profeta es afectado y lo expresa, lo experimenta, lo vive. Para el no hay contradicción alguna entre “aviva tu obra” y decir “tengo miedo”. Incluir a Dios en el dolor, el problema es que a veces lo vemos como realidades excluyentes, le gente necesita ser guiada en si dolor.

 3. Adaptarse al nuevo ambiente en donde aquello que se perdió ya no está.

 4. Tomar una actitud creativa y resiliente: capitalizar las crisis y leerlas en clave pedagógica. Muchas de estas vienen como resultado de transiciones necesarias, de autoconocimientos y de conocimientos de Dios. Experimentar el quebrantamiento y las redirecciones de Dios (Coro: “Yo quiero ser, Señor amado…”).

Dios restaura lo que pasó, dice Eclesiastés. Continuará.



[1] Muchos de nosotros somos o hemos sido víctimas de las exigencias irracionales perfeccionistas o “antivalores exitosos”. Estos mandatos pretenden que seamos “hombres y mujeres que han alcanzado el top 10”, es decir, seres excepcionales en algún área, no importa el costo emocional que esto implique. Preceptos publicitados y trasmitidos que se convierten en una forma de auto exigencia cruel e injustificada, o en la búsqueda de una “perfección psicológica” agotadora e irracional. Un sufrimiento inútil que se instala y echa raíces en nuestra mente, con el visto bueno y la premeditación de una cultura obsesionada por los “ganadores” y los “fuera de serie”.

[2] NAVAJO, José Luis. Un verano en Villa Fe. Casa Creación-EE-UU, 2017, p. 27.

[3] PANGRAZZI, Arnaldo. El duelo: experiencias de crecimiento. San Pablo-Bogotá, 2014, p. 71.

martes, 12 de marzo de 2024

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA PARA TIEMPOS DE CRISIS (3)

 

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA (3).

Disciplinas espirituales a la luz de la oración de Habacuc

Hab 2:20-3:19

convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 204

3. LA DISCIPLINA DE LA ORACIÓN.

El profeta dice: “¡Señor, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia!” (Hab 3:2b). Es la oración sincera que lo capacita para caminar, para transitar los caminos que la Palabra ha trazado, desandando a la vez los suyos. El profeta ha luchado, ha discutido, ha sufrido, pero se deja vencer, y su derrota es su mayor victoria. La oración es una lucha de la que saldremos siempre vencidos. La oración es un encuentro de voluntades, la nuestra y la de Dios, en el que finalmente seremos "vencidos". Por ello creo, que nuestro gran enemigo en la oración no es la pereza, sino el miedo: tememos profundamente salir vencidos, perder el control, tememos quedar en las manos del padre, ser acogidos por él; ser amados por él[1].

Habacuc pide a Dios que entre en la historia, le dice que actúe, que traiga avivamiento, que entre a juzgar y hacer mejores las vicisitudes que están afrontando de manera confusa y a veces perversa: “aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer…”. ¡Muévete Señor, entra y revuélvenos la vida! Pide cacao, antes el problema era porque Dios no actuaba ahora le problema es que Dios va actuar: “¡en la ira acuérdate de la misericordia!”, acuérdate de dejar siempre la puerta abierta, acuérdate de dejar siempre abierta la posibilidad de la conversión, del arrepentimiento. Que no se te vaya a ir la mano Señor (Salm 30:5). La ira (Dios no es neutral), la misericordia (Dios no es brutal). Tenemos que prepararnos no para reprender al diablo sino para llegar con actitud humilde y en oración decirle al Señor: “he oído tu Palabra…”.

 Consejos prácticos para la disciplina de la oración:

1. Comienza con adoración, alabando, adorando y glorificando a Dios. Algo que te puede ayudar es incorporar a tu alabanza versículos de la Biblia.

 2. Después de alabarlo y adorarlo, pasa a la confesión: reconoce tus pecados y pide perdón.

 3. Luego pasa a la acción de gracias: expresa tu gratitud por todo lo que el Señor ha hecho y sigue haciendo por ti.

 4. Seguidamente preséntale tus súplicas por ti mismo y por los demás.

 5. También es productivo combinar la oración con la lectura de la Biblia y la meditación.

 

“La oración es un diálogo que cambia vidas”, John White. “La historia pertenece a los intercesores”, Juan Stam.

 4. LA DISCIPLINA DEL RECUERDO (DE LA HISTORIA).

El profeta declara: “Dios viene de Temán; el Santo, desde el monte Parán. Selah

»Su gloria cubrió los cielos, la tierra se llenó de su alabanza. Su resplandor es como la luz. Rayos brillantes salen de su mano; allí está escondido su poder. Delante de su rostro va la mortandad, y tras sus pies salen carbones encendidos. Se levanta y mide la tierra; mira, y se estremecen las naciones. Los montes antiguos se desmoronan, los collados antiguos se derrumban; pero sus caminos son eternos. »He visto las tiendas de Cusán en aflicción; las tiendas de la tierra de Madián tiemblan. ¿Te has airado, Jehová, contra los ríos? ¿Contra los ríos te has airado? ¿Arde tu ira contra el mar cuando montas en tus caballos, en tus carros de victoria? »Tienes tu arco preparado; los juramentos a las tribus fueron palabra segura. Selah »Has hendido la tierra con los ríos. 10 Te ven los montes y temen; pasa la inundación; el abismo deja oír su voz y alza sus manos a lo alto. 11 El sol y la luna se detienen en su lugar, a la luz de tus saetas que cruzan, al resplandor de tu refulgente lanza. 12 Con ira pisas la tierra, con furor pisoteas las naciones. 13 Has salido para socorrer a tu pueblo, para socorrer a tu ungido. Has abatido la cabeza de la casa del impío, has descubierto el cimiento hasta la roca. Selah 14 »Traspasaste con sus propios dardos las cabezas de sus guerreros, que como tempestad acometieron para dispersarme, regocijados como si fueran a devorar al pobre en secreto. 15 »Caminas en el mar con tus caballos, sobre la mole de las muchas aguas”.

 Una de las características de la fe judeo cristiana es que se alimenta del recuerdo: las comunidades siempre miraban hacia tras para encontrar en el pasado el “paso de Dios por la historia”, y de cómo ese paso de Dios por la historia les abría nuevos caminos de esperanza y horizontes de libertad (Dt 8; Heb 11-12; Rom 10:17; 1 Cor 11:27-32). El profeta recuerda, hace memoria de la historia, la historia de liberación. Recuerda la historia del éxodo dinámicas liberadoras (menciones históricas y simbólicas). “Israel siempre vio el éxodo como modelo de la acción de Dios en la historia”[2]. El éxodo tuvo un propósito político: liberar al pueblo de la opresión, Dios está del lado de las victimas (v. 15; Cp. Salm 103:6) y un propósito misiológico: que le pueblo estuvieras al servicio de Dios, que venciera la tentación de ser un “opresor más” y que las naciones conocieran al Señor que libera.

 Algunos concejos para incluir a la experiencia de fe la disciplina del recuerdo, la fe como experiencia ubicada y situada[3]:

1. Tenemos raíces. No partimos de cero.

Toda colectividad, y todo individuo, que pierde sus raíces están a punto de perder su identidad.

 2. La historia nos brinda una lección de humildad.

 3. La historia nos ayuda a comprender muchos problemas teológicos.

 4. La historia nos ayuda a entender realidades sociales y eclesiásticas.

 5. La historia puede convertirse en fuente de consolación (Heb 11:1-12:3). Continuará.



[1] “Ya no quiero luchar, Ya no quiero pelear. Hago a un lado las armas En las que confiaba y dejo ganar. Me ha vencido tu amor, y tu buen corazón, He venido a rendirme a tus pies y decirte te doy el control…”. J.A.R

[2] BRENEMAN, Mervin. Liberación, Éxodo y Biblia: el concepto Bíblico de la liberación. Caribe-Miami, 1975, p. 17.

[3] ROPERO, Alfonso. Historia, fe y Dios: la importancia de la historia del cristianismo para la iglesia de hoy.  Clie-Barlenona, 1995, p. 10-13.

viernes, 1 de marzo de 2024

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA PARA TIEMPOS DE CRISIS (2)

 

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA PARA TIEMPOS DE CRISIS (2)

Disciplinas espirituales a la luz de la oración de Habacuc

Hab 2:20-3:19

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2. LA DISCIPLINA DE LA PALABRA (ESTUDIO).

El profeta declara: “¡Señor, he oído tu palabra, y temí!”. Habacuc, el profeta cargado, después de llamar al silencio dice que se ha sometido a la escucha de la Palabra del Señor. La escucha atenta de la Palabra de Dios como fuente de sentido y significado lo ha llevado “al temor”, a la adoración, al acogimiento humilde y sincero de esta. No es un acogimiento ingenuo e irreflexivo, no; ha guerreado, ha discutido, ha peleado. Ahora sabe que más allá de su teología Dios sigue estando allí (Salm 119:105). La Palabra oída y acogida es insumo para el camino, alumbra las oscuridades, disipa las tinieblas: las tinieblas teológicas, pero también las tinieblas existenciales. Hay una estrecha relación entre “Palabra y vida” (camino).

Dice Brueggemann: “… uno de los presentes más valiosos que puede hacernos la Biblia es darnos un marco de referencia para la vida. En este marco deberemos tomar aún importantes decisiones acerca del mundo, de la libertad y la responsabilidad… nos proporciona una identidad alternativa, una manera alternativa de entendernos a nosotros mismos, un modo alternativo de relacionarnos con el mundo; nos reta a repensarnos y nos invita a unirnos a la peregrinación de aquellos que viven en los despojos de la historia, con empatía, al abrigo de un Dios aliado que también peregrina por la historia. Este modo de entender la vida nos expone al dolor (crucifixiones), pero también a las sorpresas reparadoras del resurgir de la vida (resurrecciones) que se manifiestan en nuestra cotidianidad”[1].

              Quisiera terminar esto con algunos consejos prácticos para sacar provecho de nuestra lectura de la Biblia y poder como Habacuc ser llevados por elle a la adoración y al recogimiento. Desde espirituales antiguas heredamos el modelo de “lectio divina” o “lectura orante del texto bíblico”. Consta de cuatro tiempos. Aquí esta:

 1. Leer las Escrituras para escuchar a Dios.

Debes sentarte en reposo frente al texto para que este te lea.

 

2. Callar para meditar en lo que Dios te está diciendo.

Guarda silencio frente al texto que has leído para “interiorizarlo”

(Pensarlo sin decir palabra alguna).

 

3. Imaginar para que te identifiques.

Busca hacer empatía (ponerte en los zapatos de) con una persona o situación del texto meditado.

 

4. Orar para que respondas.

Haz una oración firme que, de acuerdo a las verdades contenidas en el texto, te lleve a la decisión de vivir la Palabra de Dios. La oración debe ser en primera persona del singular.

 

Un extra…

“CONFUSIÓN BÍBLICA”

Se le preguntó a un joven que ingresaba al seminario Bíblico

¿Cuál parte de la Biblia era la que más le gustaba?

 -          Bueno, lo que más me gusta es el Nuevo Testamento, contestó él.

-          ¿Cuál libro del Nuevo Testamento es el que te gusta?,

Quería saber el entrevistador.

 -          Ah, con seguridad, el que más me agrada es el libro de Parábolas,

Contestó el novato.

 -          ¿Tendrías la amabilidad de relatarme una de esas parábolas?

Inquirió el entrevistador.

 El novato accedió diciendo:

 Hubo una vez un hombre que descendió de Jerusalén a Jericó y cayo entre ladrones.

Allí los espinos crecieron hasta ahogarlo.  Luego salió de allí y conoció a la reina Saba, la cual dio a ese hombre mil talentos de oro y plata y cien mudas de ropa.

 Después el subió a su carroza y condujo alocadamente y al pasar debajo de un gran árbol su cabello se enredó en una rama donde quedo colgado.  Permaneció colgado allí durante muchos días y muchas noches, los cuervos le traían de comer y beber.

 Una noche mientras dormía colgado, su esposa Dalila, vino y cortó el cabello y cayó sobre pedregales. Después comenzó a llover y llovió durante 40 días y 40 noches.

 Y él se escondió en una cueva.  Luego salió y conoció a un hombre y le dijo: “Ven a cenar conmigo a mi cueva”, pero el hombre contestó: “No puedo pues he tomado esposa”, así que el habitante de la cueva fue a la salida de los caminos y urgía a la gente que se esterase.

 Siguió y llegó hasta Jericó donde vio a la reina Jezabel asomada a una ventana en lo alto y cuando ella lo vio, se rio y él le dijo: “Volved a echarla abajo”, Y la echaron abajo setenta veces siete y con los fragmentos llenaron doce cestas. Y ahora, lo que quiero saber es: ¿De quién será esa mujer el día de la resurrección?”

 Ahora dime tú querido pastor ¿a qué libro de la biblia pertenece esta parábola? 

Continuará.



[1] BRUEGGEMANN, Walter. La Biblia, fuente de sentido. Claret-Barcelona, 2003, p. 17, 19.

jueves, 22 de febrero de 2024

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA PARA TIEMPOS DE CRISIS (1)

 

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA PARA TIEMPOS DE CRISIS (1)

Disciplinas espirituales a la luz de la oración de Habacuc

Hab 2:20-3:19

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            La disciplina puede ser definida como la capacidad que puede ser desarrollada por cualquier ser humano y que implica, para toda circunstancia, la puesta en práctica de una acción ordenada y perseverante, para obtener un bien o fin determinado. En el caso del pastor ese bien a obtener será el cumplimiento del propósito de Dios con altura a través de la dependencia del Señor, reverencia frente a su Palabra y relevancia frente a tu auditorio: actualizando la presencia de Cristo y su obra en la vida de aquellos a quienes ministra. El cultivo de algunas disciplinas nos ayudará en este propósito y nos alejará de la “superficialidad”, a la que Foster llama “la maldición de nuestro tiempo”[1], acercándonos a una vida espiritual profunda. En estos días, tomando como referencia la experiencia del profeta Habacuc[2], hablaremos de seis disciplinas, estas son: el silencio, la Palabra, la oración, la historia (memoria), la debilidad y la alabanza. Estas disciplinas (entre otras), tendrán en nosotros básicamente tres resultados. El primero es que evitaremos una vida superficial y tendremos una experiencia de fe mucho más profunda. El segundo resultado será el de experimentar la unción del Espíritu Santo sobre nuestras vidas y ministerios. Spurgeon acostumbraba a decir que “unción es aquello que es imposible definir, pero que usted siempre sabe cuándo está presente y puede usualmente decir cuando está ausente”[3]. En tercer lugar, lograremos ser más relevantes frente a nuestros auditorios. Pero aclaro, las disciplinas serán siempre medio, nunca fin, nunca leyes. Veamos.

            1. LA DISCIPLINA DEL SILENCIO.

El profeta dice: “Pero el Señor está en su santo templo: ¡guarde silencio delante de él toda la tierra!” (Hab 2:20, DHH). Muchas voces. Mucho ruido. Una de las características sobresalientes en nuestra realidad occidental es que hablamos muchos y mucho. El arte de escuchar empática y atentamente, que presupone el silencio, se nos ha venido degradando en el transcurso de los últimos años, al parecer, porque la tendencia actual consiste en pronunciarnos cuanto más podamos a través de todos los recursos conocidos. Tantas voces aturden al mundo, lo confunden –inclusive lo desorientan- por las “verdades” que cada una de ellas presume, pregona, defiende… en fin. Tanto es así el asunto que se ha dicho que hoy “el silencio es un lujo”. Vivimos en un mundo en el que el poder más terrible es el del ruido. El silencio es el lujo más caro. Los niños tienen miedo al silencio, pero los adultos también. Por esto nos ponen música en los ascensores, en la espera de la llamada, en el baño, etc[4].

            Desafortunadamente hemos perdido el valor del “silencio activo” tan cercano a la escucha (Sant 1:26). Hemos perdido igualmente nuestra capacidad de atención (Déficit de atención y sobre estimulación). Necesitamos recuperar el silencio y la capacidad de escucha. Es la única forma de reconocernos desde la interioridad y reconocer también a otros. Los pastores estamos hablando todo el tiempo: predicamos, aconsejamos, exhortamos, regañamos. Nuestros cultos y celebraciones están llenos de música, por todos lados hay piano, batería, guitarra, bajo, tambor. Pero, ¿Dónde están los espacios dispuestos para el silencio? En Habacuc, el silencio es también una forma de adoración y reconocimiento. Para el profeta significaba dejar de hablar y prepararse para la escucha y el actuar de Dios.

            Necesitamos hoy “silencios” programados que nos ayuden a escucharnos mejor a nosotros mismos, a los demás y a Dios. Necesitamos “silencios” para contrarrestar la tiranía del ruido, para elaborar mejores respuestas y para traer a la vida renovación. Muchos de los desgastes que vivimos a nivel personal y ministerial se deben a la falta de silencio y a la mucha palabrería que viene del activismo. Los desgastes producen irritaciones y estas a su vez generan malas relaciones (Libera tensiones, desestresa y nos libera de actuar mecánicamente).  La iglesia necesita que de vez en cuando su pastor se calle, guarde silencio activo y fecundo trayendo renovación y unción fresca (no es la tecnología sino la relación). Necesitamos los pastores superar el síndrome de “enciclopedia”, la trampa de la complicación (complejo) y la ocupación. Necesitamos silencio para dejar de ser nosotros el centro, la voz oficial, y darles a otros la posibilidad de expresarse, celebrando así el criterio carismático de la iglesia.

            El silencio no es pecado, es el reconocimiento de los nuestros, de que Dios está en control, que esto no depende de nosotros, de que nuestra palabra no es la última ni la más adecuada a veces. Necesitamos silencio para encontrarnos con Dios como le pasó a Elías (1 Rey 19:12) o a Zacarías (Lc 1:20). La iglesia también debe a prender a callar y a reconocerse para adorar. Los músicos también deben guardar silencio. De hecho, en música, el silencio es lenguaje y expresión también. En el silencio nosotros no somos los protagonistas. Es Dios quien tiene que serlo. El silencio desemboca en la presencia del Señor y la respuesta vendrá siempre. No basta con no hablar, sino que hace falta acallar el ruido que producen nuestros pensamientos, preocupaciones, pasiones y sentimientos. Se requiere de un movimiento de renuncia, de salir de nosotros mismos y de nuestro mundito interno para abrirnos al otro. ¡Callamos para que Dios actúe! Alguien dijo que le gustaba tanto “la disciplina del silencio” que demoraría horas hablando de esto”.

            Como lo hacemos. Aquí algunos consejos.

1. Tiempos a solas en ayuno y/o lectura de la Biblia (“El sabio en su retiro es útil a la comunidad”).

2. Tiempos de ayuno de “tecnología”: separación programada de las redes sociales y teléfonos celulares (tiranía de la urgencia).

3. Guiar a la iglesia en los cultos a callar frente a lo escuchado (“Piense un momento allí en silencio esto o aquello”).

4. Seguir el consejo de Santiago: que cada palabra y acción este precedida de una reflexión. Recuerde que por algo tenemos dos oídos y una sola boca. Pensar y oír bien antes de hablar. No interrumpir a los demás (No es callar para responder sino para entender y comprender).

5. Compartir más el ministerio de la predicación; alejarse del pulpito de manera programada y adrede.

6. Dejar que los niños en casa se expresen, tratar de no imponerse.

7. Escribir notas de reflexión sobre la palabra oída: volver una y otra vez a la Palabra del domingo.

            Silencio activo, fecundo y creativo: “cuando Dios está en silencio es porque está trabajando”. Así las cosas: el Señor está en su santo templo: ¡guarde silencio delante de él toda la tierra!”.

continuará.

 

 

 

 

             

           



[1] FOSTER, Richard. Alabanza a la disciplina. Betania-Miami, 1986, p 15.

[2] Habacuc, profeta “interpelador de Yahvé” (no habla de Dios para el pueblo sino del pueblo para Dios), se queja de Dios y ante Dios porque ante la violencia y la corrupción vividas parece guardar silencio y no hacer nada. En Habacuc la corrupción tiene, al menos, tres fuentes: la corrupción política, la corrupción de la justicia y la corrupción social. Se cree que su ministerio se desarrolla en Judá, reino del sur, para los años 609-597 durante el reinado de Joaquín quien era rey vasallo de Egipto. El profeta tiene literalmente una carga, la lectura de la realidad política y social lo ha cargado. Es un hombre “cargado”, afectado por la realidad que lee, vive e interpreta; involucrado en sus realidades. No ha profeta sin carga, esta surge de un encuentro, el encuentro entre la Palabra y la realidad.

[3] ALEXANDER, Erick, Las ocho proposiciones de la predicación expositiva. Cartilla de “Escuelitas de exposición Bíblica”, p 29. Material no publicado.

[4] La conversación natural la hemos cambiado por el ruido, por el sofoco constante, por el alejamiento de nuestra condición; temerosos siempre. Somos seres que huimos de nuestra naturaleza y hemos diseñado las formas y los mecanismos para hacerlo. Miramos ansiosos las pantallas de nuestros televisores, computadores o teléfonos, siempre deseosos de algo o alguien que nos rescate de la angustia que nos provocamos. Esperamos que alguna noticia, aún la más intrascendente, nos eleve de la serenidad hasta la euforia superficial y pasajera.  Aunque sean noticias dolorosas, preferimos el vértigo a la inteligible serenidad. Pobres como somos, no podemos pagar el enorme lujo del silencio

miércoles, 7 de febrero de 2024

SE QUEDÓ CONMIGO EN EL FRACASO

 

“SE QUEDÓ CONMIGO EN EL FRACASO”

Ez 1

convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 203

Desde la crisis del exilio que vivió el Pueblo de Israel, reino del norte y reino del sur, a los profetas se les clasifica como: pre-exilicos, exilicos y pos -exilicos. El mensaje de los profetas Pre-exilicos se centra en advertirle al pueblo sobre la necesidad de revisar la vida, arrepentirse, para no “perder la tierra”, esto es: vivir el éxodo al revés; ya en el exilio, el mensaje de los profetas exílicos se centra en el consuelo y la esperanza para un pueblo fracturado por la crisis (surge aquí la idea de la esperanza mesiánica) y, el mensaje de los profetas Pos-exilicos se ubica en la necesidad de la reconstrucción después de la tragedia.

            Ezequiel, un sacerdote que se volvió Profeta, ejerció su labor entre los años 593 y 571 a. C. Su rol profético lo desempeño entre los exiliados en Babilonia. Es entendible este cambio de rol, ante la ausencia del templo y sus sacrificios, Ezequiel migra hacia el rol profético, mostrando así la capacidad para adaptarse a los momentos que vivía su pueblo y seguir sirviendo “de otras maneras”. El libro es fascinante, en lo particular, me atrae el uso de las imágenes en el mensaje profético. Las imágenes como dramatización y puestas en escena del mensaje están por todo el libro. Claro, nosotros somos hijos del discurso, de la predicación formal de los “tres puntos” tipo retorica aristotélica; pero, hay un poder sin igual en el Performance del profeta. Nunca me dijeron esto en clase de homilética.   En el capítulo 1 del libro que lleva su nombre, nombre que traduce “El Señor es mi fuerza”, se nos presenta, con imágenes y lenguajes propios de su tiempo y cultura Babilonia (seres alados, espíritus etc), un majestuoso cuadro de la presencia de Dios, presencia que escapa del lenguaje del profeta y que describe “era como”; asunto este que nos comunica, entre otras cosas, por un lado, la importancia de comunicar el mensaje según categorías culturales y, por otro, una Teología humilde que no afirma categóricamente sino que se acerca a misterio “como”.

            Pero, esa presentación majestuosa de Dios en el capítulo 1 cumple, creo, tres funciones: 1). Hablarnos de la vocación del profeta, la mamera en la que fue llamado o convocado; 2). Comunica la idea de que Dios es soberano, está en control. Recordemos que, según la creencia de ese tiempo, si un pueblo vencía a otro, era también vencido su dios, así, los dioses babilonios serían los vencedores y Yahvé, el dios vencido. Y, desde esa verdad de la soberanía es que se “enjuicia” a las naciones: No se les juzga porque no se han convertido, ritualmente y formalmente, al Dios de Israel, o, porque no son “evangélicas o cristianas”; la idea no era Yaveizar al mundo, se les juzga por asuntos de corrupción política e injusticia social: se critica, por ejemplo, el imperialismo del príncipe de Tiro (Ez 28) y la falta de justicia social y solidaridad de Babilonia (Ez 16:21-52).

            3). Pero, sobre todo, el texto presenta la imagen de un Dios moviéndose, de un Dios que se exilia también con su pueblo. El pueblo se equivocó, claro; se le advirtió, también; pero Dios se fue con los “equivocados”. Que buena noticia frente a Teologías inamovibles y fijas que defienden el “carácter de Dios”, pero que no atienden la tragedia humana. En el exilio y nuestros exilios, Dios también está, se mueve para buscarnos, para salvarnos. Por eso tal vez el capítulo 1 cierre evocando al “arco iris” como memoria del Perdón y la Gracia de Dios. 

Canta Jesús Adrián Romero: “Se quedó conmigo en el fracaso, en mi oscuridad y mis momentos bajos. Y a pesar de conocerme tal cual soy, se quedó. Se quedó conmigo y sin reproche, y él me acompañó cuando perdí mi norte, y a pesar de conocerme tal cual soy, se quedó”.

Sí, DIOS SE QUEDÓ CONMIGO EN EL FRACASO. No obstante, ¿te quedarías tú también conmigo, o me darás la espalda cuando descubras que soy defectuoso? A veces nuestra Teología de la Salvación es muy corta, fija e inamovible; solo alcanza para los que no están exiliados (los impecables), pero, nada tiene que decirles a los que se fueron, a los exiliados (los pecadores).  No obstante, DIOS SIGUE MOVIENDOSE más allá del templo y las teologías fijas, inamovibles e incuestionables. “Y vino su gloria”, dijo Juan respecto a Jesús, Dios se movió y se vistió de campesino, de humanidad.