jueves, 22 de diciembre de 2016

Carta a Jesús el día de la navidad

Carta a Jesús el día de la navidad[1]
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 163
Querido hermano Jesús: Te escribo con sencillez, y comienzo llamándote "hermano". No eres un Dios lejano ni un ángel en las nubes. Creciste, lloraste y reíste, y por eso eres cercano. Te pareces a los que estamos en estas bancas en todo menos en una cosa, que sí es nuestro gran problema: el egoísmo en contra de los demás y la arrogancia sobre los demás. Eres, pues, como nosotros, pero bien se nota de dónde venías. De tu padre José aprendiste a ser trabajador y honrado, soñador y amante de la justicia. De tu madre María aprendiste el cuidado y la ternura, y a alegrarte en el Dios de los pobres. De tu gran amigo Juan aprendiste austeridad y reciedumbre, y también a ser profeta y decir las verdades que pocos quieren decir. Aprendiste a ser un hombre de tu pueblo, buen judío y religioso, a leer la Escritura y a orar. Daba gusto verte ante tu Dios. Muchas veces en silencio, retirado. Otras veces con la gente. "Llamemos a Dios "Padre", decías, "porque es bueno con los pequeños", y por eso tú también sentiste predilección por los pobres y débiles, por las mujeres y niños, por los pecadores despreciados y por los extranjeros marginados. Así era Dios para ti, no como el dios de los sacerdotes del templo que exigían sacrificios, bueyes y ovejas, ni como los dioses de los romanos, que daban miedo y asustaban con rayos y truenos - dioses, por cierto, que siguen existiendo hoy, con armas y ejércitos, opresión y represión. En ese Dios confiabas y en ese Dios descansabas. También impresionaba tu fidelidad cuando las cosas se ponían difíciles, las persecuciones, el huerto, la cruz. A Dios le dejabas ser Dios. Nunca lo manipulaste para tenerlo a tu favor. Le fuiste fiel sin desviarte del camino, siempre servicial, entregado a los débiles, a la causa de Dios, en un mundo que persigue, difama y da muerte a los que se dedican a esa causa. Al final, la cruz y la resurrección.
A nosotros nos anunciaste una buena noticia: que el reino se acerca y que Dios ama y defiende, sobre todo a los pobres y pequeños. Nos pediste que fuéramos como "niños", pero no "infantiles". Nos pediste orar y cantar, pero sobre todo hacer la voluntad del Padre Celestial. Nos dijiste muchas palabras, pero una fue realmente bienaventurada y exigente: "sígueme". Los que te conocieron bien, para decir en una palabra quién eres, dijeron que "pasaste haciendo el bien", que fuiste un hombre cabal, misericordioso con los débiles, y comprensivo, pues tú también pasaste por la debilidad. Y que "no te avergüenzas de llamarnos hermanos". Hermano Jesús, así fuiste, pero no sé si nos interesa que así fueses. Antes sí. Así te predicaba Monseñor Romero entre nosotros, y te hacía presente con su ejemplo y el de muchos otros hombres y mujeres. Pero ahora no estoy tan seguro. Algunos grupos y sectas -y lo difunden algunas emisoras de radio y televisión- te presentan como milagrero y melifluo, de muchas novenas y estampas, con mucho canto y poco compromiso, a nuestra medida y a nuestro servicio. En definitiva, muy del cielo, pero poco de la tierra. Hermano Jesús, tú que nos conoces bien, ¿no es verdad que nos da un poco de miedo que te acerques como realmente eres? Y sin embargo eso es lo que celebramos esta navidad aquí en la Iglesia, y creo que lo hacemos con bastante sinceridad, aunque somos conscientes de nuestras limitaciones y pequeñez. Celebramos que así eres y que así, y no de otra manera, te has acercado a nosotros. Aunque no sea lo más importante, notarás que hoy en la Iglesia hay ambiente de celebración, más luz, más color y más música. Y sobre todo más amor. Mucha gente ha trabajado estos días. Unos en ensayar cantos, otros en poner el nacimiento y arreglar el altar. Otros, mujeres sobre todo, sencillas y silenciosas, que no buscan reconocimiento ni recompensa, en asear la Iglesia, como lo hacen todos los lunes y sábados del año. Es su particular liturgia, y pienso que es la que más te agrada. Como siempre han puesto un nacimiento, que, por cierto, refleja bien cómo fuiste de mayor. Y también refleja bien nuestro mundo.
Estás rodeado de pastores, gente pobre y sencilla, despreciada y tenida por gente de mal vivir. Y ya sabes que esos "pastores" son hoy la mayoría de la humanidad. La pobreza -la compañía de los pobres, no la de los bien trajeados- es lo que te caracterizó, y es el menaje más claro de la cueva y el pesebre. También están tres sabios, en camellos, gente que busca la verdad y está dispuesta a caminar de lejos para encontrarla. Son los que no se dejan engañar por este mundo, que se dice democrático, pero que, con algunas cosas buenas, sustancialmente es egoísta, elitista, insensible y prepotente. Esos "sabios" no abundan, pero siempre hay algunos. En el centro del nacimiento está José, como uno de tantos trabajadores a lo largo de la historia, y está María, la buena vecina -y me alegra que siga habiendo hasta el día de hoy gente como ellos con esa dedicación a la vida. No son noticia, no ganan óscares, no modelan ni meten goles, ni salen en la televisión. Parafraseando a un famoso filósofo, son los "guardianes de la vida". Mantienen al mundo en pie. Y si se mira lejos, también se puede ver a Herodes, que sigue matando niños sin piedad. UNICEF, la organización de Naciones Unidas para la Niñez, acaba de decir que la mitad de los dos mil millones de niños que hay en el mundo viven en pobreza y miseria. Este año ya han muerto de hambre cinco millones de niños. Herodes sigue suelto y muy activo en nuestro mundo. Y para vergüenza de este mundo occidental, que se tiene por demócrata y se diga o no cristiano, los costos de la gestación y nacimiento de un bebé en Estados Unidos son 410 veces más que los de un bebé en Etiopía. Hermano Jesús. Estamos contentos esta noche, sí, pero no es fácil. Sólo un ejemplo entre muchos, que me parece importante recordarlo aquí en Colombia para que no ignoremos a los que hoy sufren más. La mayoría de ellos están en África, y eso es lo que me dicen en una carta que llega de España: "No sé cómo podrán celebrar navidad en el Congo. Es demasiado fuerte el sufrimiento, los desplazados sin absolutamente nada en las manos". Y cuántas historias semejantes en Irak, en Palestina, en Aleppo, aquí. Pero algo hay en la esperanza que no muere. En el nacimiento hay una estrella, no milagrosa, sino humana, que irradia luz a todo aquel que quiera caminar en busca de la verdad, la justicia, la paz. Es como la luz que irradió Monseñor Romero sobre el caminar de nuestro pueblo. Y es la luz de la que también se habla en la carta que he citado: "En el Congo dos obispos, Mosengo y Sikuli, sostienen la esperanza de sus pueblos". Y añade la gran paradoja: "aquí, en España, nuestra esperanza tiene que sobrevivir en medio de este desierto de consumismo". Pobre primer mundo, con mucho dinero y con poca esperanza. No es fácil, pero cantamos. Hoy nos encanta escuchar el canto de los ángeles, mejor que el de santa Claus. San Lucas lo dijo espléndidamente: "Gloria a Dios en las alturas. Y en la tierra paz a los hombres y mujeres de buena voluntad".
Con esa música en el corazón saldremos de la Iglesia con más alegría para celebrar una cena familiar, con más compromiso para trabajar por un mundo con más justicia, con más paz y con más fraternidad. Y con más esperanza. Voy a terminar. Notarás que te he llamado "hermano", y algunos quizás se extrañarán -o estarán un poco nerviosos- porque no he hablado del "Niño Dios". Llamarte "hermano" quizás les suena a poco. No haya pena. Jesús, eres nuestro hermano y eres Hijo muy querido de Dios. Los primeros cristianos dijeron que contigo "ha aparecido la benignidad de Dios". San Lucas nos dijo que eres Hijo del Altísimo y san Mateo te llamó "Dios con nosotros". Eres el gran regalo de Dios. No has nacido de voluntad de carne ni de voluntad de sangre, sino que has nacido de Dios. Cuánto discurrieron los cristianos de los cuatro primeros siglos para dejar esto en claro: que tú estás en Dios y que Dios está en ti, "que eres de la misma naturaleza que el Padre". En palabras más sencillas y más bellas, que muchas veces he citado, lo ha dicho Leonardo Boff. En un arrebato franciscano, viéndote y contemplando tu vida, escribió: "Así de humano sólo puede ser Dios". "Niño Dios", "Dios con nosotros", "Hermano Jesús". Te decimos: "ven, ven, no tardes". Te pedimos que este mundo no sea injusto, insensible y cruel, sino como el reino de Dios que anunciaste como la gran buena noticia. Y te pedimos que nos parezcamos a ti para iniciarlo entre todas y todos. Fin.

[1] Tomado y adaptado del Texto de Jon Sobrino, http://www.alainet.org/fr/node/111167  Rescatado /05/12/16 

jueves, 15 de septiembre de 2016

¡Cristianismo y nada más! (1)

¡Cristianismo y nada más! (1)
Una introducción a la lectura y predicación de la carta a los Colosenses
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero162
Para leer y predicar un texto cualquiera debemos empezar considerando, al menos, tres dimensiones que configuraron y vieron nacer el texto: 1). La dimensión histórica; aquí consideramos la cultura, la sociedad, la política, etc. 2). La dimensión literaria; en esta parte tratamos de entender las diferentes forma literarias que el texto tiene entendiéndolo como “literatura”. 3. La dimensión teológica, el texto habla de Dios y su relación con su creación. En este sentido, el autor tiene una agenda “teológica” que responde a necesidades particulares de sus lectores. Proponemos la siguiente estructura quiástica para mirar las relaciones estructurales y desentrañar brevemente las distintas dimensiones del texto (histórica, literaria y teológica).
a. Saludos iniciales, 1:1-2.  
    b. Oración por los colosenses, 1:3-14.
         c.  Cristología cantada, 1:15-23.
         c’. Cristología aplicada, 2:1-4:1.
    b’. Oración de los colosenses, 4:2-6.
a’. Saludos finales, 4:7-18.
            Iniciamos mirando la cuestión de los saludos (1:1-2; 4:7-18) y nos preguntamos… ¿Quiénes eran Pablo y Timoteo? Recordemos que los hombres como los textos significan en contexto. Ortega & Gasett dijo: “yo soy yo y mi circunstancia”. Le escriben a una Iglesia que está en Colosas, Frigia en Asia Menor (Hoy Turquía). La iglesia es una realidad situada y esa realidad la condiciona para bien o para mal. La eclesiología del NT no es abstracta, responde a necesidades concretas. Nos preguntamos entonces ¿Cómo era Colosas? ¿Qué desafíos planteaba para los hermanos de la iglesia allí establecida su cultura, las formas religiosas y demás? A los creyentes se les identifica como “santos” y fieles”, usando de esta manera categorías del AT y que se aplicaban a Israel. La santidad aquí tiene que ver con lo que ya pasó (una posición) y la fidelidad tiene que ver con lo que está pasando (una actuación). En otras palabras, la fidelidad es la santidad en contexto. La gracia y la paz proceden de Dios el padre, no de roma o el Cesar. Al despedirse, nos presenta un entramado de relaciones con nombres propios, la fe con rostros particulares, nos habla de sus relaciones ministeriales, invita a la comunidad a tener carácter “interactivo” con otras iglesias y recuerda que el ministerio no se lleva a cabo en solitario, Pablo no es solo un gran pastor y teólogo que escribe a la Iglesia, es también el hermano que necesita de otros, de sus oraciones y sus cuidados.
            Nos introducimos un poco ahora en las oraciones (1:3-14:4:2-6). El fascinante mundo de las oraciones de Pablo revela sus deseos para aquellos por quienes ora. La primera oración, 1:3-14, se divide así: acción de gracias (vv. 3-8), petición (vv. 9-11) y acción de gracias (vv. 13-14). Pablo y Timoteo oran para que los colosenses sean llenos del conocimiento de la voluntad de Dios y que como resultado de esto ellos pueden orientar sus vidas[1]. El conocimiento era un asunto apreciado por los “iluminados” de Colosas de trasfondo gnóstico, solo unos cuantos podían alcanzarlo a través de mucho esfuerzo. Pablo, al contrario pide a Dios que conceda gratuitamente a todos el conocimiento y la sabiduría para que sus vidas lleguen a ser expresión de la voluntad de Dios en el día a día. Así, la oración no patrocina la pereza, sino que moviliza a la acción. La oración no es un Búnker para la protección es catapulta para la acción. Usando el esquema básico del éxodo (sacar de un lugar para llevarlo a otro) Pablo termina dando gracias a Dios por haberlos liberado y trasladado a su reino. Ya los colosenses no están a expensas de lo que puedan hacer las fuerzas de las tinieblas, ya no tienen por qué temerle a las potestades. Dios los ha librado. Al final, 4:2-6, los invita a la oración perseverante  e intercesora por la misión apostólica. La oración es participación de los planes de Dios a través de otros. Usando una figura del mundo de la cocina, de la culinaria, les invita a revisar el lenguaje, a hacer del lenguaje un plato apetecible.
            Estas secciones tienen un fuerte carácter litúrgico o cultual, Pablo va de la oración al himno. En esta sección, 1:14-23, Pablo introduce un himno que responde a la preguntas ¿Quién es Cristo?, ¿Cómo es que ha llegado a relacionarse con ellos? Este es un himno eminentemente cristológico, es decir, trata de Cristo y su obra. Un detalle muy importante para notar es que en el NT algunas de las declaraciones cristológicas más importantes se dicen cantando (Fil 2:5-11; 1 Tim 1:16; Ap 5:9-14). Veamos algunas afirmaciones importantes que hace el himno respecto a Cristo: 1). Cristo es el creador, vv. 15-17, 2). Cristo el reconciliador, vv. 18-20, 3). Cristo el santificador, vv. 21-23. Todo el himno tiene como propósito superar el dualismo gnóstico, la cristología dual, e integrar a Cristo con la redención, la creación, la comunidad y con Dios mismo. Superando la cristología doceta y dualista griega. Continuará.  

[1] Creo que la oración expresa los dos deseos de Pablo para los Colosenses y que desarrolla en su carta: conocimiento de Dios (1:3-2:5) y actuación a partir de ese conocimiento (2:6-4:18). Así un correcto conocimiento de Dios conduce a una correcta adoración de Dios. 

jueves, 8 de septiembre de 2016

¿Todo lo puedo en Cristo?

¿Todo lo puedo en Cristo?
Notas para la lectura de Filipenses 4:13; Marcos 9:23 y Juan 14:13
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero161
“Un texto fuera de contexto es un pretexto” reza el dicho popular en el ámbito de la lectura e interpretación de la Biblia. A pesar de la popularidad de esa declaración, aún no hemos podido superar la mala práctica de leer de manera parcelada la Biblia. La división de esta en versículos y capítulos para efectos pedagógicos y prácticos la hemos mal usado hasta el punto de llegar a extremos insospechados para fundamentar caprichos personales diciendo lo que la Biblia, la Palabra de Dios, no dice. No es que sea malo citar versículos o leerlos o mucho menos predicar sobre uno de ellos, lo malo es que se ha despojado a algunos de su contexto literario y cultural, quedando estos a merced del predicador o del creyente sincero pero sinceramente equivocado. Así como en la vida diaria llegamos a parte alguna y nos encontramos con un suceso o evento y preguntamos ¿Qué está pasando aquí?, lo mismo pasa con la lectura de la Biblia, cuando estamos frente a un versículo nos preguntamos… ¿Qué está pasando aquí? ¡Esa es la pregunta del contexto! No tenemos que ser teólogos o predicadores profesionales para esto, solo creyentes bien intencionados, respetuosos del texto inspirado que usan su sentido común en la lectura. Hay tres textos que quisiera relacionar aquí y proponer una lectura contextual de los mismos. Estos tres han tomado popularidad debido al uso del adverbio “todo”, que siempre se lee como “todo” en donde algunos dice: “y todo es todo”.
            Empecemos con el más popular, Filipenses 4:13, el texto dice: “¡TODO lo puedo en Cristo que me fortalece”! Así de sencillo y en admiración. Para muchos creyentes “todo es todo”: los proyectos personales, las ideas eclesiales, los caprichos y deseos; en fin, todo. Pero qué es lo que el apóstol está diciendo realmente, en el texto qué es “todo”.  El apóstol está haciendo para sus amigos filipenses una descripción de sus dificultades misioneras. Este texto ha sido llamado, junto a otros textos, catálogo de sufrimientos (2 Cor 4:8-10; 6:4b-10; 11:23b-29; 12:10; 1 Cor 4:10-13a; Rom 8:35; 2 Tim 3:10-13). El apóstol les dice que “en TODO lugar y en TODA circunstancia ha tenido que enfrentar escasez y abundancia. La misión ha estado marcada por la tensión entre el hambre y la hartura. Ahora, estas dos circunstancias las ha enfrentado desde la fuerza de Cristo, el Señor le ha fortalecido para la abundancia y le ha dado fuerzas para soportar la escasez. El “todo” en este texto está referido a esas situaciones. En la abundancia el Señor le ha asistido para que no se olvide de él, en la escasez el Señor lo ha fortalecido para que no lo niegue, y caiga en la desesperación, el sinsentido y el fatalismo.  Así, cuando nos encontramos con nuestros límites, podemos confiar en otra fuerza, en la fuerza que nos viene de Cristo.
            El segundo texto es el de Marcos 9: 23, en el texto Jesús dice: “¿si puedes creer? ¡Al que cree TODO le es posible!”. El texto se ha entendido a veces como un cheque en blanco al portador, como una licencia para realizar a partir de la fe todo lo que quieren o desean. Pongamos el texto en contexto. Jesús baja del monte de la transfiguración y se encuentra con la escena de un exorcismo fracasado por parte de sus discípulos. Jesús se dirige a los discípulos fracasados y les señala el origen del fracaso, pero además se dirige al padre frustrado y lo desafía a creer frente al problema de su hijo atormentado por un espíritu mudo. El Señor le dice: “¿si puedes creer? ¡Al que cree TODO le es posible!”. Estoy sugiriendo que la posibilidad planteada en el texto tiene que ver con el hecho de que el padre deposite toda su confianza en Jesús y lo que él puede hacer. Pronzato afirma: “la fe es, por consiguiente, una apertura incondicionada al acto de Dios, una firme espera por parte de quien, mirándose a sí mismo, podría siempre sólo afirmar la falta de fe, pero mirando a Dios reconoce, con alegría y certeza, que Dios vuelve siempre a sanar esa falta… fe es creer que allí donde el hombre comprueba sus límites, su impotencia, su pecado, Dios puede manifestar su poder”.
            El tercer texto lo encontramos en Juan 14:13. El texto declara: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré…”. Este verso está al lado de otro que a veces se ha leído mal (v. 12). Jesús viene diciendo que quien cree en él hará “cosas mayores” que él; lo que creo que dice es que, en el contexto de la misión (13-17), todavía falta mucho trabajo por hacer, muchas cosas que Jesús no tuvo tiempo de hacer o no pudo hacer por el momento y el lugar en el que estaba. El texto es aliento para seguir adelante (recordemos que Jesús se está despidiendo). Así, el TODO está sujeto aquí al nombre de Jesús, que se relaciona ahora con el nuevo templo. Dios ha constituido a Jesús como su verdadero y único templo para entrar y estar en comunión con él. De esta manera podemos entender mejor las referencias de Juan a “oración en el nombre de Jesús” (Jn 2:13-21; 1 Rey 8:22-61 2Cron 6:12-42). Los discípulos pueden contar, en oración, con TODO lo necesario para llevar a cabo la misión: ser luz ante las naciones por la fuerza del Espíritu que convence al mundo de su extravío (Is 43:10). La misión y oración se pervierte cuando “lo pedido” no glorifica a Dios, cuando la petición no va acorde con la misión en el mundo. La oración-dice Peterson- renuncia al lenguaje que manipula a Dios (el camino de la magia). La oración rechaza el lenguaje que reduce a Dios a nuestro control (el camino de los ídolos). La oración desconfía de los tecnólogos espirituales que profesan ser expertos en el uso de la oración para “hacer que algo suceda”, una tecnología para obligar a Dios y los demás a garantizar que se haga nuestra voluntad. Fin. 

lunes, 1 de agosto de 2016

Para cantar subiendo las escaleras

Para cantar subiendo las escaleras
Introducción a la lectura y predicación de los salmos de ascenso
 Salm 120-134
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero160
Existe la tendencia generalizada en la iglesia de leer los salmos como entidades literarias aisladas, como si no hubiera un patrón, tema o coherencia interna entre ellos. Al leerlos así, sin notar coherencia o patrones internos, ignoramos sin intención, que hubo una comunidad que recibió los salmos y los leyó de manera íntegra y coherente. Nuestra tarea es tratar de buscar esa coherencia, ya sea la que está implícita o explícita y sacar mejor provecho de la lectura. Por ello, trataré de presentar una propuesta para la lectura y predicación de los “salmos de ascenso gradual”, mostrando una línea de coherencia interna y sus desafíos principales para la teología del culto. Los cánticos graduales (Salmo 120-134), eran entonados por los peregrinos que “ascendían” a Jerusalén durante las fiestas anuales. En la primavera: los panes sin levadura o la pascua donde recordaban la manera en que Dios los había salvado; a principios del verano: la fiesta de pentecostés  donde renovaban su compromiso con Dios como pueblo del pacto; y en otoño: la fiestas de las enramadas donde recordaban que eran extranjeros y peregrinos (Dt 16:16). Para la propuesta sugiero que estos salmos presentan una estructura concéntrica o de quiasmo. Esta estructura nos permite observar no solo la coherencia literaria y temática sino también las relaciones entre los distintos poemas. Veamos:
A. El peregrino empieza el recorrido a Jerusalén, Salm 120.
      B. La bendición del Señor, Salm 121.
           C. Jerusalén la morada elegida, Salm 122.
                D. Esperanza puesta en Dios, Salm 123.
                     E. El Señor libera, Salm 124.
                          F. La confianza puesta en Dios, Salm 125.
                               G. Sión lugar de restauración, Salm 126.
                                       H. Construir, trabajar y vigilar: la familia, Salm 127.
                               G’. Sión lugar de la bendición, Salm 128.
                          F’. La confianza puesta en Dios, Salm 129.
                    E’. El Señor redime, Salm 130.
              D’. Esperanza puesta en Dios, Salm 131.
         C’. Jerusalén la morada elegida, Salm 132.
     B’. La bendición del Señor, Salm 133.
A’. El peregrino se despide de Jerusalén, Salm 134.
Ampliemos un poco los paralelos. Primero (A-A’). El peregrino comienza su experiencia fuera de Jerusalén en angustia y soledad, se dirige al culto y termina en la comunidad con “sabor a despedida”, no obstante el culto sigue. Segundo (B-B’). El peregrino, que va a Jerusalén es tentado con otras propuestas de culto, pero es orientado: la bendición viene de Dios. El Señor guardará su peregrinaje y lo guiará al lugar de la bendición: la fraternidad y las relaciones armoniosas, estas posibilitan el culto genuino a Dios (así como la unción de Aarón legitimaba su sacerdocio). Tercero (C-C’). El peregrino percibe la cercanía a Jerusalén, se alegra e intercede por la paz de ella. Dios ha elegido a Jerusalén como su “centro de despacho” y lugar para el cultivo de la “esperanza mesiánica”. La utopía (esperanza) decía Eduardo Galeano sirve para caminar, para no dejar morir los sueños. Cuarto (D-D’). El peregrino se resiste a pensar que la brutalidad y la impiedad tienen la última palabra, decide abrirse a la “espera”, esta no es pasiva, pues va camino al culto, es una espera activa y propositiva. Quinto (E-E’). El peregrino reconoce a Dios como fuente de salvación, evoca el evento fundante del éxodo como algo que pasó y algo que está pasando. Sexto (F-F’). El peregrino ilustra la firmeza de aquel cuya confianza esta en Dios y convierte esta verdad en oración por la congregación.
            Octavo (G-G’). El peregrino recuerda la “teología de Sión” el lugar escogido por Dios para su manifestación plena (Dt 12). Se celebra la restauración de Sión, se ora por su restauración plena y recuerda a Sión como escenario de la bendición divina. Noveno (H). Nos encontramos aquí en el centro del texto, según la estructura propuesta. Menciona tres elementos necesarios para la vida: casa, seguridad y trabajo y la futilidad de estos sin la presencia de Dios. Tal vez recogiendo aquí el sentir del regreso del exilio y con este, y los proyectos de reconstrucción evidenciados en Esdras, Nehemías, Zorobabel, Ageo y Zacarías (538 a. C). La nación se reconstruye, parece sugerirnos el texto, a partir de la familia que teme a Dios. Para el cristiano la imagen del peregrino ilustra su vida, su testimonio y sus lealtades (1 Ped 2:11). El cristiano es peregrino en y de un mundo viejo, gastado y llamado a reconstruirse a partir de la cruz. Con su peregrinación el cristiano proféticamente anuncia la aparición de un nuevo mundo, una nueva sociedad, una nueva tierra en donde la JUSTICIA será ama y señora. El culto propende por generar y mantener esta conciencia profética.  Fin. 

lunes, 25 de julio de 2016

A pies descalzos

A pies descalzos
Reflexión sobre la hospitalidad, el sufrimiento y la liberación
Ex 3:2-3
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 159
Aviso a los lectores… no hablaré de Shakira y sus “pies descalzos”. Hablaré de Moisés y sus “pies descalzos”. Han pasado 40 años desde aquella vez, aquella mañana resplandeciente en la que Moisés hizo eco de su espíritu rebelde, anti imperialista y subversivo. Han pasado 40 años en los que ha llevado encima de sus hombros el peso del fracaso, en los que no ha dejado de saborear el sabor de la derrota y la desilusión. Basta llamar a unos de sus hijos para saberlo: “Gerson” es el nombre del “extraño en tierra extraña”, el nombre de la nostalgia, el nombre del pasado. Ahora es pastor o mejor dicho… copastor. Ya se han ido los bríos de la juventud y la rebeldía que la acompaña, tal vez el deseo de liberación para él y su pueblo ha quedado sepultado en la arena, como el egipcio aquel. Las promesas de Dios se han vuelto quimeras y la monotonía y el tedio que producen los sueños rotos le han ganado la batalla. El liberador está preso: no son cadenas físicas, sino cadenas del alma, las ataduras del fracaso. Y como siempre pasa: aunque el fracasado camine en el presente siempre da la impresión de que los pasos no son hacia al frente sino hacia atrás, o hacia ninguna parte. El fracaso sepulta en vida, para superarlo hay que reconocerlo, elaborarlo y tratarlo. La vida estará siempre llena de perdidas, el problema es que nosotros hemos sido educados para la victoria, para el triunfo y el éxito; no para la perturbación y el fracaso.
El punto de inflexión, de cambio, se da cuando el pastor Moisés sale a su cotidianidad. Dios se le revela en lo casual y cotidiano. No hubo anuncios o premoniciones. Moisés sale y en su labor se acerca con sus ovejas al monte Horeb, referenciado aquí como el “monte de Dios”. El monte no solo es lugar geográfico también es escenario teológico: lugar donde Dios se manifiesta. La curiosidad mato al gato-dice el refrán; aquí, la curiosidad atrapo a Moisés. Una zarza que arde, es un asunto normal en el desierto con sus altas temperaturas, pero… una zarza que arde y no se consume, ¡no! Se trata de un fenómeno extraño, algo que sale del marco, del libreto. “Al principio Moisés se resiste a dar crédito a lo que ven sus ojos, pero cuando la voz de Dios lo llama en medio del fuego empieza a comprender y es cautivado por Dios. Ver y comprender son presupuestos fundamentales para un encuentro autentico y en profundidad con el Señor”[1].    Dios le da un mandato y se presenta. Le dice, “te acuerdas, yo soy el Dios de la promesa... estoy aquí, no te he olvidado”. Pero aquí, quisiera tocar tres asuntos relacionados con el acto de “quitarse el calzado relacionado con la santidad” (Cp. Jos 5:15). Primero. Este acto parece ser propio de las normas de hospitalidad en oriente, aún hoy día. Si es así, Dios le da la bienvenida a Moisés, le dice: “quítate el calzado, estas en casa, descansa”. Así las cosas, la santidad es un espacio para morar, para habitar, la santidad es una casa a donde se llega y en donde se vive. La santidad no es una abstracción sino una habitación. Es el llamado de Dios al descanso, a superar los fracasos, es la bienvenida del padre a casa. No es la santidad que lo juzga, es la santidad que lo acoge.   
Segundo. La santidad está relacionada con el sufrimiento. La zarza que “arde y no se consume” es el pueblo de Israel y sus sufrimientos por la esclavitud. Dios dice: “he visto la aflicción de mi pueblo en Egipto…”. El sufrimiento es “lugar o terreno sagrado”, más aún, el sufrimiento es habitado por Dios. Su santidad está relacionada con su actitud hacia el dolor[2]. El sufrimiento  propio y ajeno es “sagrado” en tanto que merece nuestra atención y el respeto. Merece que hagamos “altos en el camino”, que nos “quitemos el calzado” y que le prestemos toda la atención, no para subliminarlo sino para superarlo. Como el samaritano aquel que vio al herido y “no paso de largo”. Debemos considerar el dolor, hacer los pares necesarios y promover alternativas de liberación para el que sufre. El Dios del éxodo, Yahvé, se revela en acciones concretas de liberación. Podíamos decir que es un Dios práctico. No es el Dios de los filósofos: un ser absoluto, poderoso, eterno, omnicomprensivo, infinito, espíritu puro. ¡No! Cuando Faraón pregunta “¿Quién es Dios para que yo deje ir a Israel…?”,  Moisés no responde: “a propósito de su pregunta, esta noche se estarán dictando una serie de conferencias en el teatro egipcio sobre “la omnipotencia de Dios”. La manifestación de Dios es demostración de su presencia liberadora. La cruz es nuestro mayor desafío. El crucificado no murió para evitarnos la cruz sino para proponernos un modelo, para marcarnos un camino, para darnos un patrón (1 Jn 3:16).
Tercero. La santidad está relacionada en el texto con la “vocación” y la reorientación de la vida. La santidad no es un lugar para el estancamiento, no patrocina el conformismo; confronta con los “paras”, los propósitos de la vida. La santidad restaura a los prisioneros para que liberen a otros prisioneros. ¡Libres para liberar! La santidad no es excusa para la acción sino su condición necesaria. Así las cosas… “quítese los zapatos, porque está en tierra santa”. Fin.

[1] GARCIA LÓPEZ, Félix. Comentarios a la Biblia de Jerusalén: Éxodo. Desclee De Brouwer-España. 2007, p. 42.
[2] “Ahora, el Dios del éxodo no se revela como alguien que desea el dolor para después eliminarlo de la escena, sino como alguien que está preocupado por la vida y la felicidad pueblo de Israel”. GOMES, Paulo Roberto. El Dios im-potente: el sufrimiento y el mal en confrontación con la cruz. San Pablo-Bogotá, 2014, p. 32. 

jueves, 21 de julio de 2016

“Los fantasmas” de Jesús Adrián Romero (3)

“Los fantasmas” de Jesús Adrián Romero (3)
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 158
Segundo, Jesús. Jesús fue un hombre de carne y hueso, eso lo dice Juan (Jn 1:1) afirmando “la encarnación” en contraste con el proto-gnosticismo que afirmaba la “des encarnación”: un Jesús muy espiritual, muy elevado. El asunto aquí es que la misión, eso incluye lo que cantamos, debe estar modelada por “el paradigma encarnado” (Jn 20:21); es decir, que la experiencia de fe es situada. Debemos aprender esto no solo de los predicadores y teólogos sino también de los cantantes que nos guían en la alabanza al creador. Padilla afirma: “la Palabra de Dios se hizo hombre: se aculturizó, puesto que el hombre es un ser cultural. Así se pone Dios al alcance de los hombres. Consecuentemente, no es posible ni entender ni comunicar el evangelio sin referencia a la cultura”[1].  Al cantante entonces se le debe entender a la luz de su propio entramado cultural y de cómo a partir de este, encarnado, desde sus categorías propias habla y canta el evangelio. Algunas veces serán categorías extrañas a las nuestras, pero no por ello ha negado el evangelio, lo afirma. Dice Paredes a este respecto: “una alabanza y adoración sinceras a Dios debe tomar en cuenta nuestra manera de ser, nuestra idiosincrasia e identidad latinoamericana… desde esa identidad cultural diversa, debemos expresar nuestra alabanza y adoración a Dios”[2]. Una de mis críticas hacia los ministerios musicales en Colombia especialmente ha girado en torno a su “demasiada dependencia” de lo mexicano o lo norte americano. Somos presas aun del esnobismo cultural y no valoramos suficientemente lo nuestro, renunciando así al criterio encarnacional de la misión evangélica. Debemos valorar lo extranjero y celebrarlo sin descuidar lo nuestro.  Basta escuchar un vallenato en nuestras comunidades, por ejemplo, para escuchar la forma en la que nos tildan de “corronchos”. Bueno. El primer “corroncho” fue Jesús.
            Segundo, la música y los músicos. En la Biblia, la música está al servicio del creador y en beneficio del ser humano. La música es creación humana como parte del “hagamos divino”, es muestra de la capacidad creativa que Dios ha dado la hombre. Como todo don, está sujeta a la perversión.  Así, debemos superar el mito evangélico que dice que el diablo intenta seducir a la iglesia especialmente en el ámbito de lo musical porque en el cielo, antes de su caída, él era una especie de músico cósmico e intergaláctico, era el director  de un ministerio de alabanza celestial. Pero la verdad es que no hay ninguna referencia Bíblica  para afirmar eso. Lo que si es cierto es que el diablo quiere la adoración total del ser humano hacia él y para ello ha usado la música, las relaciones humanas, la sexualidad, la economía y la política (Cp. Mt 4:1-11). Respecto a los músicos en y de la iglesia, creo que existen dos vocaciones: una hacia adentro, la ministración del culto, la liturgia local; otra hacia afuera, el hacer artístico fuera del rango litúrgico, hacia el mundo, la sociedad en general[3]. Los dos son ministros solo que en esferas distintas y complementarias. En nuestras iglesias tenemos músicos excelentes que “ministran” el culto, pero también hay excelentes músicos que “ministran” fuera del escenario litúrgico. Para los que ministran “dentro” el lenguaje usado es el lenguaje litúrgico, el lenguaje Sión, llamado por algunos. Para los “de afuera” el lenguaje debe ser más ecuménico, menos religioso, que apele a la generalidad de la experiencia humana y social y proponer valores alternativos. No estoy de acuerdo con el llamado que Dante Gebel hace a los cantantes cristianos para que “dejen de cantar a la iglesia” (aunque creo que su intención  y motivación es buena), porque desconoce lo que aquí expongo[4]. ¡Gloria a Dios! Por lo que Montaner hace pero… ¡Gloria a Dios! También por lo que hacen los músicos y cantantes de “adentro”.
            Conclusión. Debemos estar convencidos que la música es arte y regalo de Dios. Es un lenguaje abstracto y metafísico que se lee con los sentidos,  y por ello difícil de ser comprendido por una mente metódica que desea tener completo dominio de todas las cosas. Trabaja más allá de la lógica racionalista. Va más allá de la lógica de la teología sistemática y de todo hacer teológico centrado en lo intelectual y lo cognitivo, que no tiene en cuenta lo sensorial, lo emotivo[5]. Nuestras canciones no deben tratar solo de las relaciones del hombre con Dios, en el sentido de la adoración. Debemos ir más allá. Necesitamos de canciones que se refirieran a las relaciones del hombre con su prójimo, del hombre consigo mismo, del hombre con la creación que gime y soporta angustia, canciones que denuncian opresiones y promueven esperanzas. Así, que huyan “nuestros fantasmas”: los de la modernidad con su énfasis en la razón, los del evangelio popular “que cuela el mosquito y se traga el camello”, los fantasmas del literalismo Bíblico  rígido que produce jueces y no discípulos. Cántanos una canción Señor… cántanos, para cantar de ti y de lo tuyo. Fin.   


[1] PADILLA, Rene. Misión integral. Nueva Creación-Buenos Aires, 1986, p. 81.
[2] PAREDES, Tito. Con permiso para danzar: renovación de la música y la liturgia en las iglesias evangélicas de América Latina. CEMAA-Lima, 2006, p. 40.
[3] Ejemplos de músicos “dentro”: Jesús Adrian Romero, Marcos Witt, Marco Barrientos. Ejemplo de músicos “de afuera”: Richy Rey, Boby Cruz, Ricardo Montaner, Juan Luis Guerra.  
[5] VEIGA, Carlinhos. Arte, liturgia y teología. Puma-Lima, 2013, p. 18. 

martes, 12 de julio de 2016

“Los fantasmas” de Jesús Adrián Romero (2)

“Los fantasmas” de Jesús Adrián Romero (2)
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5). Al leer los salmos, integralmente, estos nos introducen en declaraciones teológicas “raras” y “extrañas” que son matizadas, algunas, al entender el género literario. También pasa en nuestra lectura del NT y algunos de sus textos “controversiales”.
6). Yo creo que hay un esfuerzo sincero por parte de estos hermanos, aunque no esté de acuerdo con todo lo que cantan y dicen (debemos estar al tanto de ello aunque esto no los haga herejes o algo así), de celebrar a Dios a través de canciones y aportar un granito de arena a este proyecto como partes del cuerpo que son.
7. Las canciones, o lo que cantamos, deben revisarse de manera constante y preguntarnos si lo que cantamos se ajusta o no al evangelio de la gracia de Cristo. Pero también nuestras predicaciones y nuestras vidas deben ser revisadas a la luz del evangelio ¿qué tanto evangelio estamos viviendo? Yo le he llamado a esto “vivir con conciencia profética”. Quisiera terminar haciendo tres aseveraciones: una sobre la Biblia y lo Bíblico, otra sobre Jesús y la última sobre los músicos.
            Primero, la Biblia y lo Bíblico. ¿Qué queremos decir cuando preguntamos sobre “si esto o aquello es Bíblico o no”?  En mi experiencia he visto que lo que queremos hacer, a veces, es apelar a un literalismo trasnochado o a categorías teológicas ya gastadas propias de la modernidad o de la teología sistemática. En mi concepto “ser Bíblicos” es preguntarnos sobre cómo la Biblia ilumina nuestro hacer hoy  y hablamos de según categorías de hoy, así como la Biblia lo hizo ayer. Por ejemplo Santiago Benavides dice en su canción  “el mail”: “Me mandas un fax, me pones un mail,
me das una página de internet, me añades al face y así muro a muro me dices clarito qué debo hacer. Podemos chatear, me puedes marcar, tú sabes mi fijo y mi celular…”. A nadie se le ocurriría pensar que esto no es Bíblico, espero que no, solo que se traduce el lenguaje de la oración a categorías contemporáneas y actuales. Muchas veces, creo, nuestro interés por lo "Bíblico", no es tanto un pedido por el mensaje sino por la forma, y allí fallamos, como Satanás cuando le citó a Jesús el salmo 91. Nuestra tarea es traducir HOY, con categorías propias y nuestras, las categorías de ayer, sin negociar el mensaje. En predicación se le llama a esto tradicionalmente como... "aplicación". Pero muchos han decidido “rotular de HEREJÍA” a todo lo que no quepa dentro de su marco filosófico-teológico. Para los autores del NT y los representantes de los tres primeros concilios ecuménicos, HEREJÍA tenía que ver con asuntos fundamentales de la fe: la divinidad de Jesús, la resurrección, la salvación por fe, la trinidad. Pero hoy tildamos de HEREJE a todo aquello que no habla según nuestras categorías, o con lo cual no estamos de acuerdo o, aquello que sencillamente no entendemos. Matamos la diversidad y la variedad negando el sentido plural y carismático del cuerpo.
            Parece ser que el paradigma moderno se impone: todo aquello que no es elaborado según las categorías de la “teología sistemática”, o de manera propositiva  o silogística, es mirado con sospecha. Algunos predicadores, por ejemplo, tenemos que renunciar al poder y a la mentira de creer que la iglesia gira en torno a nosotros, y ¿dónde está el resto del cuerpo? La Palabra, aclaro, será siempre el horizonte mayor de significado, pero el predicador será siempre parte de un cuerpo amplio que también le ministra. No somos poseedores de la verdad, es la verdad la que nos posee. No tenemos la verdad hipotecada sino encomendada. No somos ciudadanos de “alta categoría” en contraste con otros  de “baja categoría”. Somos mendigos que le dicen a otros en donde encontrar el pan. La predicación no es la parte más importante del culto, como tradicionalmente se ha pensado. La predicación hace parte integral de la liturgia. La Palabra si, ella debe transversar todo lo que hacemos o decimos. Por ello he propuesto el culto en tres partes: 1). La alabanza: la Palabra cantada, 2). La predicación: la Palabra pensada, 3). La adoración: la Palabra vivida dentro y fuera del templo. Así, muchas veces lo que está en crisis no es la Biblia o la Palabra, lo que está en crisis son las categorías de quien critica y mira con sospecha todo lo que no cabe dentro de lo ya previamente elaborado. En Palabras de Jesús: “no se puede echar vino nuevo en odres viejos”. En Palabras mías: “no se puede trabajar un celular de tecnología 3GSM con tecnología 4GSM, un TV tradicional no puede captar la señal de alta definición; no hay compatibilidad”. ¡Dios mío! Ahora van a decir que SOY HEREJE, que eso no está en la Biblia. ¡Ayúdame Señor!
            “La Palabra de Dios permanece para siempre” afirmaran legítimamente algunos. Estoy de acuerdo con eso. Sin embargo cuando revisamos el contexto político, literario y religioso del texto de Isaías 40:8 entendemos que “el carácter permanente de la Palabra” está precisamente en esa capacidad que ella tiene, por ser Palabra de Dios, para llamar al  pueblo a la “novedad”, a nuevos éxodos, nuevos rumbos, nuevos caminos. Se refiere a la capacidad que tiene la Palabra de ser siempre actual, siempre contemporánea y siempre renovadora. Ese poder para comunicarnos que la maldad y la tragedia no tendrán la última Palabra. Que en Dios siempre hay nuevos comienzos. El carácter permanente de la Palabra no está en el hecho de pegarnos a la banda y rendir culto al literalismo o a categorías ya gastadas, debemos abrirnos a la lectura fresca de esta por la fuerza del Espíritu que la inspiró. Podemos así, abrirnos al Espíritu y ser libres de nuestros “fantasmas”, nuestros miedos, temores y orgullos.  Siguiendo así el espíritu del pentecostés “escuchar las maravillas de Dios en nuestro propio idioma y categorías” para ser salvos (Hech 2:8). Continuará. 

viernes, 8 de julio de 2016

“Los fantasmas” de Jesús Adrián Romero (1)

“Los fantasmas” de Jesús Adrián Romero (1)
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Quisiera empezar esta reflexión partiendo de tres hechos: 1). Recordar el criterio de cuerpo que la teología paulina expone en donde la variedad no se opone a la unidad sino que la celebra y la fortalece. Todos tenemos dones, en el cuerpo no hay vacantes o cesantes. Todos somos enriquecidos y ministrados por lo que todos hacemos. Como lo ha expresado Dunn: “Pablo no dividió su concepto de cuerpo de Cristo en aquellos que ministran y los que son ministrados… la diversidad de ministerios, la función carismática, se extendió a todos los miembros”[1]. Aquí no hay miembros de segunda clase, el cantante es tan importante como el teólogo. 2). Como no ha docencia sin discencia[2], tampoco hay hacer teológico sin discernimiento. No estoy de acuerdo con todo lo que los “cantantes cristianos” cantan o expresan en sus canciones, pero creo que hay un esfuerzo sincero por parte de estos hermanos, aunque no esté de acuerdo con todo lo que cantan y dicen (debemos estar al tanto de ello aunque esto no los haga herejes o algo así), de celebrar a Dios a través de canciones y aportar un granito de arena a este proyecto como partes del cuerpo que son. 3). Debemos tener cuidado de no volvernos "cazadores de herejías" en donde solo diferimos tal vez en forma. Aquí vale la pena recordar la máxima agustiniana: “en lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad”. Me impresiona la tendencia evangélica de los “cazadores de herejías de YOUTUBE y FACEBOOK” que sacan predicaciones y frases fuera de contexto para denigrar y rebajar al otro. No estoy diciendo que debemos aceptarlo todo, pero debemos aprender a dialogar e incluso, a disentir. Hoy, mientras la Iglesia católica habla de misericordia y los sacerdotes abren sus brazos, nosotros predicamos y actuamos inmisericordemente  y nos ponemos los guantes.
            Desde hace algún tiempo, el cantante y pastor mexicano Jesús Adrián Romero (De aquí en adelante JAR) ha sido criticado por algunas declaraciones suyas frente a las cámaras en entrevistas, predicaciones suyas en el pulpito de su iglesia y, especialmente, por declaraciones en sus canciones. Debo reconocerlo, algunas de esas críticas están bien merecidas, no obstante valoro el hecho de que se atreva a opinar y a poner en la “mesa teológica” algunos asuntos que puedan levantar espinas. La teología nace en la crisis, en lo duro del camino y en lo denso de la niebla. Aunque JAR no es “teólogo de formación” si lo es de acción y lo que dice y canta son expresiones teológicas. Frente a esto tengo que decir que ningún predicador o cantante puede escapar del escenario teológico, que lo que dice y canta lo hace desde algunas convicciones teológicas con las cuales podemos o no estar de acuerdo. Además… ¿salidas en falso?, todos las tenemos, solo que por no ser tan “públicos” no se nos notan. No son tan evidentes. Todo lo anterior lo expreso pensando en una canción en particular de JAR, “Que huyan los fantasmas”[3]. El problema para algunos es el uso del término “fantasmas” en la canción y algunos detalles más (el piano que se toca solo, por ejemplo). Como si la Biblia fuera descartada, o digna de sospecha, por que usa las palabras “demonios”, “diablo” o “satanás”. “Que huyan los fantasmas-dice la canción- que reine en mi la calma, que corra en mi tu amor como un río. Que llegue a los rincones profundos de mi alma, que inunde de tu paz rodo mi interior”. La canción, creo, pide, como cualquier salmo Bíblico, la acción de Dios sobre la vida del poeta, usando categorías propias de la lírica y la poesía (sino dejaría de serlo). Frente a esto digo lo siguiente.
            1). En gramática existen los conceptos de “diacronía” y la “sincronía” para hablar de los términos, su uso y desarrollo. “Sincronía” tiene que ver con el significado del término cuando este apareció o se formó. Por su parte “diacronía” tiene que ver con el o los significados que a través del tiempo el término ha sufrido o se le han adjudicado. La palabra “santo” en el AT es un ejemplo claro de ello, entre otros. Por esto, y porque soy también pastor y consejero, estoy “casi seguro” que la palabra “fantasma” en la canción la usa el autor como una categoría amplia para hablar de todo aquello que nos apabulla (incluyendo a los demonios), que nos paraliza, nos atemoriza y de cómo esto puede ser cambiado por la obra de Dios, por el evangelio. Hablamos así hoy cuando decimos que esta o aquella persona “fue libre de sus fantasmas”.  
2). No olvidemos que estamos frente a un asunto lírico o poético, en donde el lenguaje es distinto al narrativo, legal o lógico. Si quitamos la poesía y la metáfora, matamos el lenguaje. Cuando alguien nos dice “esa mujer me robo el corazón”, no se nos ocurre responder: “debes demandarla esa es una conducta  punible”.
 3). Debemos superar el "falso dilema" entre teología y música, en la Biblia música y teología van por un mismo carril, véase Dt 32, por ejemplo.
4). Los músicos no tienen que ser "teólogos" profesionales así como los teólogos no tienen por qué ser "músicos" profesionales. Los dos son parte del cuerpo de Cristo y hay una mutualidad (o debe haberla). La envidia, el individualismo y la baja autoestima impiden el desarrollo del cuerpo según Pablo en Corintios 12. Continuara.



[1] DUNN, James. Del evangelio a los evangelios. San Pablo- Bogotá, 20014, p. 191.
[2] FREIRE, Paulo. Pedagogía de la autonomía. Paz e a terra S.A, 2004, p. 8.

martes, 5 de julio de 2016

Un vacío llamado hijo (5)

Un vacío llamado hijo (5)
Monólogo sobre el amor y el rechazo
Os 11:1-11
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Tradicionalmente la reflexión teológica nos ha instado a hablar de Dios a partir del hombre: los recursos del antropomorfismo (hablar de Dios a través de las formas humanas) y el antropopatismo (hablar de Dios a partir de la emoción humana) son ejemplos de ello. Sin embargo; la Biblia nos invita a hacerlo al revés, a hablar del hombre a partir de Dios. Así, la Biblia declara que el ser humano es “imagen y semejanza de Dios” y se le desafía a  administrar como Dios, a amar como Dios ama, a sufrir como Dios sufre. El texto de Oseas nos invita a ser padres a la manera de Dios en el escenario de la misericordia que confronta y redime. Desde la lógica humana la ira hubiese vencido, pero desde la ilógica divina triunfa la misericordia. Entonces, antes de hablar de ANTROPOMORFISMO o ANTROPOPATISMO deberíamos hablar de THEOMORFISMO y THEOPATISMO.  Ser padre no es tarea fácil, ni siquiera para Dios. Esta afirmación no niega el poder de Dios sino que habla de ese poder traducido en amor, misericordia y compasión. Pero la declaración también revela la fractura humana, su vulnerabilidad, sus rebeliones y la forma en la que Dios las asume exponiendo su REPUTACIÓN... pregúntale al crucificado sobre esto.
            El Dios que presenta Oseas es bastante “patético”, muy emocional: se entristece, llora, se lamenta, se indigna, ama, sufre tensiones, se frustra. No es definitivamente el dios de los filósofos, del “motor inmóvil” aristotélico. Tampoco es el dios de muchos cristianos en la actualidad “el dios de los milagros” o “el de los omnis” (omnipresente, omnisciente y omnipotente). El Dios de Oseas es bastante incómodo y extraño: se involucra, sufre, acompaña, conduce, toma y corre riesgos. Santiago Benavides lo expresa magistral y líricamente en “Dios También”.
                                                           Dios también fue un inmigrante.
Dios también tuvo que huir.
Dios también fue desplazado,
y estuvo deprimido y sin ganas de seguir.
Dios también perdió a su niño.
Dios también probó la soledad.
Dios también se quedó sin amigos,
cuando más precisaba su solidaridad.
Dios también, Dios también.
Dios también pasó por el dolor.
Dios también, Dios también.
Dios también lloró.
Dios también estuvo preso,
Dios también sufrió por dar amor.
Dios también fue criticado,
por no lanzar la piedra y optar por el perdón.
Dios también fue un cónyuge engañado,
Dios también fue un niño marginado.
Dios también fue un joven rechazado,
Dios también tuvo hijos descarriados.
Dios también, Dios también.
Dios también pasó por el dolor.
Dios también, Dios también.
Dios también lloró.
Dios también, Dios también.
Dios también pasó por el dolor.
Dios también, Dios también.
Dios también lloró.
El rostro paterno de Dios ilumina nuestras tareas paternales hoy. Nos anima a seguir la tarea en medio de frustraciones, desaciertos y desencantos. Nos anima a no renunciar a la formación de un carácter firme en el escenario del amor y la misericordia. Recordemos como bien lo decíamos al principio, el texto de Oseas nos lanza una  pregunta desafiante ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por amor? Porque "el corazón tiene razones que la razón no entiende". Fin.    

jueves, 30 de junio de 2016

Un vacío llamado hijo (4)

Un vacío llamado hijo (4)
Monólogo sobre el amor y el rechazo
Os 11:1-11
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 154
En tercer lugar, el amor reafirmado: de Egipto volverá mi hijo, vv. 8-11. Esta parte del texto nos introduce en las entrañas de Dios y nos muestra la tensión y la lucha que vive entre la ira y la misericordia. Dios padre pregunta cómo tratar a su hijo… “¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel?...”. El texto recuerda a Adma y a Zeboín, dos ciudades de la región de Sodoma y Gomorra, prototipos de maldad, que desaparecieron (Gn 10:19; 19:24-25; Dt 29:23). Dios pregunta si Israel tendrá el destino de esas ciudades… “¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim?...”.  El profeta presenta a Dios con emociones muy humanas: con un tira y afloja entre dejar correr la ira o dar paso a la misericordia. Y entonces escuchamos el veredicto, la decisión tomada por el padre. La decisión es inapelable: “Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión.  9 No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad”. El texto deja entrever, en primer lugar, que desde la lógica humana la ira habría ganado. Pero en Dios hay otra lógica, la ilógica del amor[1].  A pesar de la equivocación del pueblo Dios no responde con ira, sino con perdón y compasión (Os 6:6).
Ahora, la misericordia divina no es un recurso fácil, pues implica reconocer que nos equivocamos al convertirnos en dioses de nuestro propio destino. La compasión fácil de “no pasa nada” puede ser puro sentimentalismo pasajero y convertirse en una falsa compasión si no abre al horizonte de la misericordia divina que nos sitúa ante la verdad de nuestra vida[2].  Por otro lado el texto nos ofrece una dimensión de la santidad a la que no estamos acostumbrados, la santidad aquí no es pureza en el sentido de inmunidad y alejamiento sino de acercamiento e involucramiento a través de la misericordia, la compasión por el otro. Así, la santidad no es excusa para el involucramiento sino la condición fundamental y necesaria para este. La santidad no es distancia sino cercanía y capacidad de amar aún en situaciones difíciles. El texto termina presentando las consecuencias de la decisión de Dios. El pueblo seguirá al Señor. Se describe a Dios con la imagen del León. Su rugido, su voz, hace que todos lo sigan sin despistarse. El pueblo había sufrido la dispersión con la invasión de Asiria, pero Dios los llamará a todos y ellos vendrán desde los distintos lugares en donde se encuentran (De Egipto volverán)[3]. Dios hará que habiten de nuevo en sus casas. De esta manera se recompone la historia entre el padre y el hijo, se llena le vació con nombre de hijo, y se recompone la vida del pueblo exiliado que regresa para recuperar sus tierras y habitarlas. El pueblo vuelve a Dios y vuelve a casa.
Conclusión. El monologo está marcado de principio a fin por gestos de cariño Dios. Oseas ha iluminado con su fe el momento trágico que estaba viviendo el pueblo de Israel. Nos habla de la manera en la que Dios-padre siente el vació, la ausencia afectiva de su hijo Israel a causas de sus rebeldías. Cuando la situación parecía irremediable, algo la hace renacer. A pesar de las consecuencias nefastas del pecado el profeta abre un nuevo mundo fundado en el amor fiel y eterno del padre. Este amor no tiene medida humana sino divina, la de su santidad. El texto nos interpela a no perder nuestra identidad de hijos y a descubrir también nuestra propia historia de hijos para encontrar de nuevo al padre que nos ama con amor eterno. El texto nos invita a preguntarnos ¿Qué clase hijo somos? Nos invita a descubrir y experimentar el amor del padre y su misericordia no como excusa para el pecado sino como escenario en donde empezamos a ser libres de este, de sus tiranías y de sus esclavitudes (Rom 6:1-3). No abusamos del amor de Dios sino que en el escenario de este respondemos de manera coherente a su misericordia. Continuará.

[1] “A pesar del hecho de que la ley de la venganza no resuelve ningún problema social, los hombres continúan siguiendo sus desastrosos imperativos. La historia está llena de ruinas de las naciones y de los individuos que han seguido este camino erróneo. Desde lo alto de la cruz, Jesús ha proclamado solemnemente una ley más alta. Sabía que la vieja filosofía del “ojo por ojo” dejaría ciego a todo el mundo. No intenta vencer el mal con el mal. Vence el mal con el bien. Crucificado por el odio, responde con el amor. ¡Qué magnífica lección! Podrán nacer y desaparecer las generaciones y los hombres continuarán adorando al dios de la venganza e inclinándose ante el altar del desquite, pero siempre oímos un grito lacerante de esta noble lección del Calvario. Solamente la bondad puede extirpar el mal. Solamente el amor puede vencer al odio”. KING, Martin Luther. La fuerza de amar. Acción Cultura Cristiana-Madrid, 1999, p 39. 
[2] “En este sentido Oseas sudo denunciar la injustica, le falso culto y la idolatría política, buscando en la misericordia divina la posibilidad siempre abierta de un cambio de rumbo y de una conversión sincera”. SEVILLA, Cristóbal. La misericordia de Dios en tiempos de crisis, meditaciones Bíblicas. Verbo Divino-Estella Navarra, 2015, p 43.
[3] Mateo (2:15) usa 11:1 para describir la manera en que Dios actuó para salvar a Jesús de manos de Herodes. Habiendo escapado de la muerte él podía a su debido tiempo regresar de Egipto para cumplir su obra propuesta. La declaración de Oseas no es primeramente una profecía acerca de Jesús, sino una interpretación de un evento histórico. Sin embargo, los paralelos con Jesús son muy impresionantes: Dios guardó a Israel (a Jacob y a su casa) de la hambruna, dándoles un lugar en Egipto. De allí los sacó para cumplir sus propósitos.