lunes, 9 de diciembre de 2013

La navidad según Mateo (I): un Baby Shower para el niño Jesús (II)

La navidad según Mateo (I): un Baby Shower para el niño Jesús (II)
Mat 2:1-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 77
La cuarta parte del texto (d), es la porción central, todas las partes del texto confluyen aquí; las diferentes escenas, representaciones, personajes y argumentos, tienen como punto de encuentro los versos 5 y 6.  Mateo, al responder la pregunta de los magos ¿Dónde está el rey de los judíos…? Y a la curiosidad de Herodes, propone una única respuesta para ambos: la Escritura. Esta orienta el camino de los magos para la adoración y revela el carácter cruel, aunque disfrazado piedad, del rey Herodes. Al introducir una cita compuesta del AT (Miq 5:1-3; 2 Sam 5:2; Gen 49:10) y dar respuesta a la pregunta de los magos y a la curiosidad de Herodes, Mateo recoge el anhelo que el antiguo Israel sentía por un rey como David, el gran rey, el rey pastor. Bajo la monarquía de uno como David vivirán en paz, pues el mismo será la paz. Por tanto Herodes, nombrado por el parlamento romano, es un rey ilegitimo, Jesús es el rey ideal. Así, Mateo no solo ha respondido a las preguntas ¿Dónde y cuándo nación Jesús? Sino que también nos ha mostrado las reacciones frente al nacimiento del rey Jesús: los lejanos le acogen, mientras los de cerca le rechazan.
            La sección mantiene los siguientes aspectos clave[1]: teológicamente subraya la iniciativa y la intervención divinas. Lo que se afirma es el reinado de Dios. Cristológicamente, la importancia de Jesús es subrayada por las Escrituras, la adoración de los gentiles, la hostilidad de Herodes y la oposición pasiva de los dirigentes religiosos. En los planes de Dios entran los gentiles al igual que los judíos, como lo demuestra la adoración de los magos. Eclesialmente o desde la perspectiva del discipulado, la sección configura una identidad y estilo de vida. Hay un contraste fundamental entre la elite urbana, el poderoso centro que presenta resistencia a los planes de Dios, y los marginales con respecto al centro (Los magos, Belén), abiertos a esos planes. Los magos son modelos de dimensiones significativas del discipulado, con su marginalidad, su atisbo de los designios divinos, su adoración, su fidelidad y su obediencia a los propósitos de Dios frente a las acciones de Herodes. Ahora, al lector que cumple el ministerio de la predicación quisiera sugerirle, además del título atractivo y creativo para esta sección, la siguiente estructura o bosquejo: 1). La adoración anunciada, vv. 1-2; 2). La adoración postergada, vv. 3-8; y la adoración realizada, vv. 9-12. Este Baby Shower se lleva a cabo en el marco de la adoración. Así, la navidad, según Mateo, es un llamado a la adoración a Jesús, el rey; con la Escritura como ente orientador.
            Quisiera terminar sugiriendo algunas aplicaciones para esta navidad. A menudo, los relatos de navidad tienen entre nosotros una visión sentimental. Y por supuesto que estos tienen una fuerza emocional, pues tocan los anhelos humanos más profundos: de luz en las tinieblas, de cumplimiento de nuestras esperanzas, de una clase diferente de mundo. Pero los relatos de navidad son a la vez personales y políticos. Hablan de transformación personal y política. Veamos. En primer lugar, este relato tiene una implicación política. Recordemos que Herodes estaba allí porque había sido nombrado por el parlamento romano, esto no solo afirmaba el poderío omnímodo (absoluto) del imperio sino que también abalaba la teología imperial: los títulos del emperador romano Cesar Augusto eran; divino, hijo de Dios, Dios de dioses, Señor, redentor, liberador y salvador. Cuando Jesús aparece en escena como rey la teología imperial entra en tela de juicio. La navidad según Mateo, nos recuerda que la lealtad (ciega y acrítica) a los “reinos de este mundo” es incompatible con la adoración a Jesús. En segundo lugar, el relato tiene implicaciones cultuales o litúrgicas. Los magos de oriente no adoran a Herodes sino a Jesús. Y es que la navidad según Mateo nos propone una alternativa para la adoración, Jesús ahora convoca a la adoración; lo que se debía expresar en el templo y Jerusalén es ahora expresado en y para la persona de Jesús. No es una alternativa libre de conflictos, la adoración a Jesús lleva implícita el conflicto con los poderes que intentan ganar nuestra lealtad; y es que en la búsqueda de Dios participamos a veces con entusiasmo, pero vienen después los poderes persuasivos de turno, que reducen la fe a una cuestión marginal. ¡Resistámoslos!  
            En tercer lugar, el texto tiene implicaciones escriturales. La Escritura está allí como orientadora de todo acto de adoración: nos dice a quién adorar y en donde hacerlo; nos empuja hacia Belén y posibilita el encuentro con el rey Jesús. La navidad según Mateo es conforme a la Escritura. En cuarto lugar, el relato plantea implicaciones culturales. El lugar para la adoración es Belén, no Jerusalén, centro del poder político y religioso. La navidad según Mateo lleva implícita la crítica al mercantilismo y el consumo, nos llama a vivir la adoración al margen de estas fuerzas. Finalmente, el relato tiene implicaciones existenciales. La navidad lleva implícito el llamado a arrepentirse, a cambiar. Mateo nos informa, de manera concisa, acerca del cambio que los sabios tuvieron después de la experiencia en Belén. Después de que la Escritura que les guiaba les condujera a Jesús y estos le rindieron homenaje, se volvieron a su casa “por otro camino”. Ya  no caminaron por la misma senda, sino que siguieron por otra vía. Y es que, es imposible asistir a este Baby Shower y no ser transformado, la adoración a Jesús debe cambiarnos el rumbo, nos invita “a otro camino”. Fin  


[1] CARTER, Warren. Mateo y los márgenes: una lectura sociopolítica y religiosa. Verbo Divino-Estella (Navarra), 2007, p 142.

martes, 3 de diciembre de 2013

La navidad según Mateo (I): un Baby Shower para el niño Jesús (I)

La navidad según Mateo (I): un Baby Shower para el niño Jesús (I)
Mat 2:1-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 76
Un baby shower es una forma de celebrar el futuro o reciente nacimiento de un bebé presentando regalos a los padres en una fiesta. El término "shower" a menudo se supone que quiere decir que la mujer embarazada es "bañada" en regalos (shower traduce duchar, colmar, bañar, cubrir...). A la fiesta los invitados llevan pequeños regalos para la mujer embarazada. Los regalos típicos relacionados con los bebés incluyen pañales, mantas, biberones, ropa y juguetes. Es común que se abran los regalos durante la fiesta. El texto de Mateo que nos ocupa esta vez nos cuenta el hecho de como un grupo de personas llegan a Belén desde oriente, adoran al niño Jesús recién nacido y le llevan presentes. En pocas palabras el texto nos presenta un Baby Shower para el niño Jesús. Veamos  el texto en detalle: una estructura, una  explicación y algunas pautas arrojadas por el texto para esta navidad.   
El texto presenta una estructura concéntrica o de quiasmo así:
a. De Oriente a Jerusalén, v. 1.
    b. Adoración anunciada, v. 2.
         c. Herodes y la información consultada, vv.3-4.
                d. En Belén según el profeta, vv. 5-6.
        c’. Herodes y la información dada, vv. 7-8.
    b’. Adoración efectuada, 8-11.
a’. De Belén a Oriente, v. 12.
El capítulo 1 de Mateo contesta las preguntas ¿quién es Jesús y cómo nació?, el presente relato contesta las preguntas ¿dónde y cuándo?  Por ello la narración empieza ubicando el nacimiento de Jesús en un contexto geográfico específico: “en Belén” y en un contexto político claro: “los días del rey Herodes” (v.1a). A Jesús ha de entendérsele entonces a partir de una geografía y de una dimensión política concretas. Pero el contraste de entrada es evidente: Jesús nace en Belén una pequeña aldea de Judea, pero Herodes vive en Jerusalén centro del poder religioso y político de su tiempo. En la primera parte del texto (a-a’), el autor nos invita a recorrer junto a los “magos de Oriente” el camino que lleva a la adoración del rey recién nacido. Los magos,  tal vez astrólogos, vienen de oriente, son gentiles persas, babilonios o árabes; que llegan a Jerusalén. El relato cierra con los magos ya no en Jerusalén sino en Belén y regresando, por indicación divina a Oriente por “otro camino” (vv. 1b, 12). Ahora, teológicamente la presentación de unos gentiles relacionados con el nacimiento del Mesías es importante: se empieza a relacionar este hecho con las profecías del AT que vinculaban la llegada del Mesías con la adoración de los gentiles (Is 60:3,6; Is 2:2-4; Zac 8:20ss; 14:16ss; Mt 8:10; 15:21:28; 28:16-20).
            En la segunda parte de la narración (b-b’), se anuncia el propósito por el cual los magos están de visita en Jerusalén: están allí porque el nacimiento de un rey los ha convocado y, hasta el momento, la única garantía del nacimiento es una estrella. Al parecer, esta señal de una nueva estrella, en el Antiguo Oriente, anunciaba el nacimiento de un rey divinizado. La pregunta ¿Dónde de esta el rey de los judíos que acaba de nacer?, está diciendo que los largos años de espera por una intervención de Dios definitiva para Israel han acabado, el presente se llena de esperanza, y los magos vienen a adorar al nuevo rey. Pero resulta que Jerusalén es solo lugar de paso entre el adorador y lo adorado. Por razones que luego diré, los magos terminan adorando pero en Belén; el culto de adoración estuvo cargado con una fuerte atmosfera de alegría, celebración y entrega de presentes: oro, mirra e incienso (vv. 2,8-11 Cp Is 60:6). Ahora, el uso del verbo “proskuneo” (προσκυνέω) que traduce como postrarse, adorar, muestra que la adoración y la presencia de Dios ya no se dan en el templo, sino en Jesús. Así que de entrada este Baby Shower es conflictivo e incómodo.
            En la tercera parte del texto (c-c’), se nos presenta la reacción de Herodes ante la noticia de un rey rival[1]. Es apenas normal que semejante noticia inquiete al rey y a la ciudad, los cambios políticos a menudo generan esta case de convulsión. Herodes  no tiene conexiones genealógicas con la realeza (a diferencia de Jesús, 1:1-17) y está preocupado por la firmeza de su trono. Ante esta realidad convoca a los expertos en la Escritura y consulta sobre el lugar en donde tendrá lugar el nacimiento del Mesías: el libertador que los judíos esperaban de parte de Dios. Una vez obtenida la información llama a los magos y les dice el lugar que las Escrituras señalaban. Como politiquero Herodes no se muestra como ateo materialista sino que finge ser piadoso y promete unirse al Baby Shawer, al culto de adoración (vv. 3,4; 7,8). Ya podemos ver que la primera navidad fue convulsa,  incomoda, inquietante y subversiva. Continuará.


[1] Herodes el grande, Idumeo, dedicado a afianzar su reino, persiguió a la aristocracia disidente: mató a casi todos y confiscó sus bienes. Nombró a los sumos sacerdotes a su antojo, se rodeó de un ejército de mercenarios y formó un cuerpo de policía que vigiló de tal modo la nación que no se movía una hoja sin que él se enterase. Tenía calabozos y salas de tortura en sótanos de palacio, y los confidentes de la policía traían a diario a sospechosos, a los que torturaban horriblemente. A pesar del terror, fue Herodes en política interior un hombre muy brillante. Su férrea política de impuestos le permitió fundar nuevas ciudades, la más famosa fue Cesarea Marítima. Dignificó Jerusalén reconstruyendo el palacio real y la fortaleza Torre Antonia. Alzó un teatro, un hipódromo... y  reconstruyó el antiguo Templo de Salomón. Acabó matando a su mujer Mariamme, a sus hijos Aristóbulo y Alejandro y a su primogénito, Antípatro.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿Fracasado?... Piense. Parte I.

¿Fracasado?... Piense. Parte I.
Moisés: de Egipto al desierto
            convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 75
El término fracaso hace referencia a la frustración (cuando se daña una pretensión o un proyecto) y al resultado adverso en un negocio. En concreto se considera que dicho término procede de la expresión italiana fracassare que puede traducirse como “estrellarse” o “romperse”. Un fracaso es, por lo tanto, un suceso lamentable, inesperado y funesto. Frente a esto las personas o instituciones tienen, básicamente, dos opciones; quedarse en un “lamento sostenido” por aquello que pudo ser y no fue, o levantarse y seguir caminando mirando el fracaso como posibilidad pedagógica; pero para el creyente, el fracaso será siempre posibilidad teológica. La vida de Moisés nos ayuda a pensar un poco en lo hasta aquí expresado. ¡Quién iba a pensarlo! Dios encomienda la misión de liberar a su pueblo de Egipto a un fracasado, a Moisés. Veamos un poco el perfil de este fracasado.
En primer lugar el texto del Éxodo vincula el nacimiento de Moisés con la historia de su pueblo Israel (Ex 1:1-7). El cuadro que pinta del pueblo es sombrío, Egipto ha pasado de benefactor a verdugo y las promesas de Israel sobre un futuro promisorio en la tierra que Dios les dará están bajo el polvo y casi el olvido. Childs[1] afirma que la política opresora de Egipto hacia Israel se desarrolló en tres etapas: a) Incremento paulatino de los niveles de opresión (Ex 1:11-14); b) Control de natalidad de la población esclava que incluyó la muerte de todos los niños hebreos de sexo masculino (Ex 1:15-16); c) Exterminio total de la población de esclavos peligrosa para la estabilidad política del sistema dominante. La vida está amenazada y en  medio de este contexto nace Moisés: bajo sentencia de muerte (Ex 2:1-2). Hasta aquí encontramos, a pesar de todo, una nota de esperanza: la forma como se protege la vida de este niño y el lenguaje que se usa (arquilla, brea, agua) hacen pensar al lector en el diluvio; en la posibilidad de juicio y salvación (Ex 3:4 Cp. Gen 6:14); pero además se encuentra una nota curiosa: es el mismo imperio el que cuidará del niño; este será como especie de “un caballo de Troya” para Egipto (Ex 2:4-10)[2].
En segundo lugar, Moisés ya adulto, vive en carne propia la opresión del imperio hacia su pueblo y reacciona matando al egipcio opresor y lo esconde en la arena, tiempo más tarde la arena suelta sus secretos y, ante el deseo de ayudar a los suyos, estos le increpan sobre la posición que está ejerciendo y sobre el secreto de la arena (Ex 2:11-15). Este último evento, publico ya ante la corte real, hace que Moisés se convierta en fugitivo: va del palacio al desierto. Así termina esta segunda etapa de la vida de Moisés: exiliado en Madian, frustrado porque la empresa de liberación no resultó; fracasó. Ahora, hay dos detalles que nos ponen a pensar al concluir esta etapa; el primero es sobre la identidad de Moisés: en Madian lo llaman egipcio; es decir, lo identifican como un miembro del imperio al que se opuso matando a un egipcio (Ex 2:19); y el segundo es sobre el efecto que causó el fracaso en su vida: le pone por nombre a su primer hijo, Gerson; que significa forastero (Ex 2:22). Hay nostalgia, este proceso lo ha marcado. El fracasado Moisés ahora no se siente de ningún lugar, Facundo Cabral expresaría: “no soy de aquí, ni soy de allá, no tengo edad ni porvenir”.
Hasta aquí, la huida de Moisés se narra con palabras amargas “se fue a vivir a Madián” (Ex 2:15). Vivir en tierra extraña es para la Biblia dejar de vivir como ser humano. Para el los semitas, un ser humano solo vive de verdad cuando está en relación (comunión) con los suyos. Sin la familia y sin los amigos, uno no es nadie. Otro cantautor latinoamericano, Alejandro Lerner, expresó: “pasa la vida y el tiempo no se queda quieto, llevo el silencio y el frío con la soledad. En qué lugar anidaré mis sueños nuevos y quién me dará una mano para volver a empezar. Se fueron los aplausos y algunos recuerdos, y el eco de la gloria  duerme en un placard”. Tal como está letra lo expresa el sueño más elevado que puede tener un ser humano, el de la libertad, quedó sepultado para Moisés. Así cierra esta parte de la historia, con frustración, con sabor a fracaso.
Paralela a la historia del fracaso de Moisés el autor, vuelve a retomar la historia del pueblo. Pero ahora la tensión ha aumentado: el posible liberador fracasó, las promesas de Dios se esfuman y la opresión aumenta. ¿Qué hará Dios frente a la opresión de su pueblo? ¿Cuál es su haz bajo la manga? El capítulo dos del libro del Éxodo concluye así: 23 Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.  24 Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.  25 Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios (Ex 2:23-25)”. Mientras Moisés está en Madián el pueblo oprimido ora y Dios oye, se acuerda, mira y reconoce. Al orar, los oprimidos ya no conciben la realidad concreta de la opresión como una especie de “mundo cerrado” del cual no pueden salir[3]. Pero… ¿cómo saldrán de esa situación?  ¿Habrá oportunidad para Moisés el fracasado? Continuará.


[1] CHILDS, Brevard, El libro del Éxodo: comentario crítico y teológico. Verbo Divino- Estella (Navarra), 2003, p 54.
[2] La hija del faraón le pone por nombre Moisés que significa “sacado del agua”. En egipcio significaría “engendrado por el Nilo”.
[3] FREIRE, Paulo. Pedagogía del oprimido. Siglo XXI-España, 2008, p 29.

martes, 5 de noviembre de 2013

Iglesia líquida. Parte III

Iglesia líquida. Parte III
Una semblanza de la eclesiología actual
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 74
Para terminar este análisis bajo el título “iglesia líquida” quisiera proponer un viaje al pasado. Iremos de Bauman a Jesús. Ahora, ¿en qué se parecen Jesús y Bauman? La respuesta sencilla es en mucho. Y es que 2000 años antes que Bauman ya Jesús había hecho una propuesta similar para describir lo que puede pasar cuando se construye sobre lo sólido (la roca) o sobre lo líquido (la arena). Esto es evidente en la forma en la que concluye su sermón de la montaña, leámoslo: 24Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.  25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.  26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;  27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mt 7:24-27).
            Veamos el texto, que es el primero de cinco discursos que Mateo registra de Jesús[1], en detalle.  Al introducir esta última parte del discurso con el pronombre relativo “cualquiera” (gr. ὅστις), se nos está diciendo que el desafío planteado no es para una elite especial y que el llamado al discipulado trasciende el marco temporal/geográfico de la montaña, pero también el estrechismo étnico (no solo el judío). El discípulo de Jesús no estará definido ni por el tiempo, ni la geografía, ni mucho menos por la etnia, sino por lo que hace con el mensaje del maestro de la montaña. Jesús no es hipoteca de nadie, es bendición para todos. Así, el “cualquiera” es indiscriminado, no elitista, es para los del margen y para los del centro, porque en el mensaje de este predicador todos estamos aludidos, nadie es dejado por fuera. Ahora, Jesús, según algunos criterios actuales de comunicación, sería un mal predicador: escoge una mala manera de finalizar su sermón. Hubiese sido mejor que terminara animando a los asistentes a “este culto” a sentirse bien consigo mismos. Hubiese llevado a su auditorio a descubrir el campeón que había en ellos o a declararse bendecidos, prósperos y en victoria; pero no. Es evidente que Jesús como predicador es un mal modelo (según algunos). “¡Por favor Señor-dirían algunos gurús de la predicación actual- así no se termina una sermón!”. Él pone al auditorio en aprietos. Este culto es un poco incómodo.
             En segundo lugar, ser oyente de este mensaje compromete, invita a tomar partido. Lo que se hace o deja de hacer con el mensaje clasifica a unos como prudentes  y a otros como insensatos (Cp. Mt 25). Y es que “la palabra evangélica está intrínsecamente orientada hacia la acción, en caso contrario no sirve para nada. Su belleza literaria y su profundidad existencial, el deleite y la fascinación que provoca el oír, quedan estériles y se desvanecen si no los acompaña el hacer”[2]. En tercer lugar, ser oyente, prudente o insensato no exime de las tormentas. Tanto a la persona que escucha y hace como la que escucha y no hace les sobrevienen tormentas. Estas son propias de la condición humana. La diferencia entre un discípulo de uno que no lo es, no es la ausencia de “tormentas” sino la permanencia después de estas. Es común entre cristianos hoy creer que la fe en Cristo es como especie de un conjuro contra el mal. La verdad es que la seguridad del creyente no está en la ausencia de problemas sino en la presencia acompañante de Dios en medio de las dificultades creyendo que, aunque no entendemos, Dios sabrá sacar un buen propósito de nuestras adversas y malas circunstancias. Y, en cuarto lugar, las tormentas (los momentos difíciles) son las que ponen en evidencia el fundamento. La apariencia externa de una casa no es el criterio final para comprobar su estabilidad. El criterio no es la estética, sino la ética; no es la estructura externa, es el fundamento. El resultado después de una tormenta puede ser la estabilidad o la ruina.
            Entonces, en este texto, “la arena” es expresión de debilidad e inconsistencia. La casa construida sobre la arena será incapaz de sobrevivir a las inclemencias del tiempo; semejante proceder es por tanto una necedad. “Roca” por el contario denota lo sólido, lo estable y lo consistente. Construir sobre ello es un acto de lucidez. El desafío del texto es a construir la vida sobre las palabras de Jesús para prevenir así el mayor de los desastres, la ruina de la vida. Al lector se le pregunta y usted… ¿Qué hará con este mensaje? Ahora, a qué ruina hace referencia el texto (v. 27 Cp. Salm 1). Una lectura y predicación del texto, muy “psicologizada”, ha dicho que la ruina es, por ejemplo, perder el empleo, que se acaben ciertas relaciones personales, que no salga este o aquel negocio, la muerte de un ser querido, entre otros. Sin embargo la verdadera ruina no tiene que ver con estas cosas, sino con lo que Jesús expresó en el texto anterior a este, el verdadero desastre es que llegue el día de presentarse ante el Señor y la sentencia sea esta: “no los conozco, apártense de mi hacedores de maldad” (7:23). El desastre de la vida es que el cielo no te conozca. Lo líquido al final arrojará sus peores resultados. Por esto, la iglesia debe volver a configurar su misión y mensaje desde las palabras y el mensaje de Jesús. La actualización o renovación, tema en boga hoy, no tiene tanto que ver con lo novedoso o con inventarse el mensaje sino con ser fiel al mensaje del reino. Jesús dijo: “enséñenles todas las cosas que les he mandado… (Mt 28:20a); como diciendo... “enséñenles a construir sobre lo sólido”.  Fin.


[1] Los discursos se encuentran así: Primero (5-7), segundo (10), tercero (13), cuarto (18) y quinto (23-25).
[2] SÁNCHEZ NAVARRO, Luis. La enseñanza de la montaña: comentario contextual a Mateo 5-7. Verbo Divino- Estela (Navarra), 2005, p 171.

lunes, 28 de octubre de 2013

Iglesia líquida. Parte II

Iglesia líquida. Parte II
Una semblanza de la eclesiología actual
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 73
Un segundo aspecto que se ve trastocado en la iglesia líquida, es el sentido de comunidad, de pueblo. El mito griego de Narciso, que trata de un hombre que se enamora de su propia figura reflejada en el espejo y que muere auto contemplándose, ilustra bien este aspecto.  Rojas afirma: “Por el narcisismo, vemos a un ser humano centrado en sí mismo, en su personalidad y en su cuerpo, con un individualismo atroz, desprovisto de valores morales y sociales, y además desinteresado por cualquier cuestión trascendente… El hombre se convierte en un absoluto para sí mismo y, de este modo, se absuelve de cualquier reproche moral”[1]. La iglesia se ha vuelto individualista, el derecho individual prima sobre el colectivo. Esto es evidente en varios aspectos; en primer lugar en la crisis del cristianismo denominacional. Las grandes denominaciones que dieron forma al cristianismo protestante y al evangelicalismo americano han perdido impacto frente a grandes emporios eclesiásticos llevados o dirigidos por un individuo tipo caudillo. En el cristianismo denominacional la fuerza del liderazgo estaba en un grupo directivo, en el cristianismo posdenominacional la fuerza está en un individuo con mucho carisma y mucho poder. Ayer cuando se le preguntaba a un creyente por su filiación eclesiástica, respondía haciendo referencia al nombre de la iglesia; hoy, ante la misma pregunta, el creyente responde haciendo referencia al nombre del líder, especial mente un “apóstol o profeta”. La comunidad ha sido remplazada por el individuo. Y si bien es cierto, el individuo no se debe masificar en lo comunitario, la comunidad no se debe ser eclipsada por el individuo.
 Una segunda forma para mostrar el individualismo en la iglesia líquida es en el “trasfuguismo de miembros”. Los creyentes al no querer cultivar relaciones fuertes y duraderas y al haber perdido el sentido de comunidad, saltan, de un lado para otro, de una iglesia para otra. “Son evangélicos que saltan impulsados con grandes ancas emocionalistas de iglesia en iglesia irracionalmente, en la búsqueda de un “factor X”, un factor desconocido… sin la menor idea de dónde están parados ni hacia dónde van. Su destino es encontrar un dios a la carta, un dios amañado, moldeado a sus perversos caprichos disfrazados con religiosidad, espiritualidad barata y una santidad desconfigurada”[2]. En estos las antiguas pero dicientes aclamaciones litúrgicas tales como: ¡Aleluya!, ¡Amén!, ¡maranatha!, ¡Cristo vive!; han sido cambiadas por otras nuevas declaraciones, estas son: soy un campeón, soy bendecido, me declaro sano, entre otras. Las primeras estaban centradas en Dios y su obra, las segundas centradas en el hombre y sus caprichos. Todo este desprendimiento de la comunidad y énfasis en el individuo es apenas entendible, Bauman dice: “en el mundo de la modernidad líquida, la solidez de las cosas, como ocurre con la solidez de los vínculos humanos, se interpreta como una amenaza. Cualquier juramento de lealtad, cualquier compromiso a largo plazo restringiría la capacidad de movimiento”[3].
            Un tercer aspecto que ha sido castrado en la iglesia liquida es el escatológico. Ahora, entendida desde la etimología y por cierta influencia de la teología sistemática, la iglesia ha tenido una comprensión muy reducida de la escatología. Se ha definido sencillamente como “el estudio de las cosas o de los eventos finales”, de esta manera, la escatología no tiene nada para decirle a la iglesia hoy, porque su objeto es el mañana. Sin embargo lo escatológico es mucho más amplio,  es el camino por el que la fe cristiana puede convertirse en una realidad relevante en el mundo, la fe cristiana confiesa a un Dios del futuro que abre a la historia a una perenne novedad. La fe cristiana, en este sentido, no es retrógrada ni tradicional, sino que está comprometida con el trabajo de los hombres en la construcción de una nueva humanidad o una humanidad nueva. Moltmann afirma “El Cristianismo es total y enteramente escatología, y no sólo habla de ella como en un apéndice. Es esperanza, perspectiva y orientación hacia delante, y por tanto es una nueva marcha y una transformación del presente, la escatología cristiana no habla sólo del final del mundo, sino ante todo de la esperanza cristiana que tiene su centro en la resurrección de Cristo resucitado”[4].
            En la iglesia líquida la conciencia de pueblo peregrino, orientado hacia el futuro y que espera la venida de Dios en Cristo, ha dejado de tener sentido. La iglesia que cantaba en Apocalipsis “¡ven Señor Jesús!”, ya no lo hace, dejando al Espíritu solo en su clamor (Ap 22:17). Bauman dice que en la modernidad líquida “el futuro ya no es un tiempo que se persiga. Sólo aumentará las complicaciones presentes…”[5]. La iglesia líquida se gasta en el “aquí y en él ahora”,  ha disfrazado de piedad al consumo y el berroche, como cualquier habitante promedio de la sociedad líquida se postra ante el dios mamón o el dios mercado: este le dicta lo que debe hacer, como tiene que vestirse, cómo comportarse. Por ello la sentencia Lucana: “cuando el hijo del hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?” (Lc 18: 8). Continuará.  


[1] ROJAS, Enrique, El hombre light: una vida sin valores. Planeta-Madrid, 1992, p 48.
[3] BAUMAN, Zygmunt, Los retos de la educación en la Modernidad líquida, Gedisa, Barcelona, 2008, p 28.
[4] MOLTMANN, Jürgen, La venida de Dios. Escatología cristiana, Sígueme- Salamanca 2004, p 14.
[5] BAUMAN, Op, Cit., p 44.

lunes, 21 de octubre de 2013

Iglesia líquida. Parte I

Iglesia líquida. Parte I
Una semblanza de la eclesiología actual
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 72
El sociólogo polaco Sygmunt Bauman  ha acuñado la frase “modernidad líquida” para hablar de lo que otros, teóricos como él, llaman posmodernidad. El hecho es que “modernidad líquida”, en Bauman, es una categoría sociológica para hablar del cambio y de la transitoriedad, de la desregulación y la liberación de los mercados. La metáfora líquida intenta también dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y privatizada, marcada por el carácter transitorio, volátil y gaseoso de sus relaciones. El amor se hace flotante y sin responsabilidad hacia el otro, se reduce al vínculo sin rostro que ofrece la Web.  La modernidad líquida es un tiempo sin certezas, cambiante, incierto e imprevisible. Los sólidos, afirma Bauman, conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen[1]. La metáfora líquida viene a nuestro auxilio para describir algunas realidades de la iglesia hoy. Lo líquido en el pueblo de Dios no es nuevo, en la Biblia y la historia de la iglesia podemos rastrear tiempos líquidos, momentos en los que la iglesia (o el pueblo de Israel) renunció a lo sólido y se volvió volátil, espumosa y gaseosa. Pero como “no hay nada nuevo bajo el sol” sino nuevas formas de expresarlo, la iglesia, como pueblo ubicado en medio de realidades sociales (como una realidad situada), está adoptando lo líquido como modus vivendi. Ahora, en qué aspectos lo está haciendo o cómo se evidencia, veamos.
            La primera afectación se evidencia en lo doctrinal. La doctrina ha sido de finida como el conjunto de enseñanzas que se basa en un sistema de creencias. Se trata de los principios existentes sobre una materia determinada, por lo general con pretensión de validez universal. Por ejemplo: “la propiedad privada es contraria a la doctrina socialista y debe ser abolida de nuestra sociedad”. Al hablar de doctrina cristiana se pensaba en aquellas enseñanzas que dieron forma al cristianismo y que lo diferenciaron de otras comunidades y grupos en su nacimiento. En Hechos de los Apóstoles se describe a la primitiva comunidad fundada en la enseñanza (doctrina) de los apóstoles (Hech 2:42). Es más, los distintos aspectos que se describen en la comunidad tales como: el partimiento del pan y la comunión; eran elementos comunes con otros grupos sociales y religiosos, lo único diferente era la “doctrina apostólica”. Esta consistía en la proclamación de la vida, la muerte y resurrección de Jesús, el Mesías, tal como lo expresaban las escrituras del AT y, el resultado de ello en la vida práctica: la conversión y la adoración (ética). Cuando los apóstoles mueren y, la iglesia se enfrenta a dos amenazas, el judaísmo y el gnosticismo, y tiene que responder a la pregunta ¿En qué creemos?, se fórmula entonces “el credo apostólico” y se reconoce el canon del NT. Estas dos formas de responder, en continuidad con la narrativa del AT,  consignan la doctrina apostólica. La doctrina entonces era eso que tenía que ser innegociable, inamovible y sólido.
            Así, los grandes concilios ecuménicos y aun la reforma protestante hayan su razón de ser porque se apelaba a eso doctrinal o sólido que debía estar en el hacer de la iglesia y que, por razones distintas, no estaba.  Hoy, se mira con desdén todo aquello que tenga el tinte de doctrinario, dogmático o sólido. Las grandes declaraciones doctrinales que identificaban a las distintas comunidades cristianas han sido desplazadas. El “creemos” comunitario ha sido cambiado por el “yo creo” personal, dejando como resultado una “fe a la carta” acomodada según el criterio del escucha y del predicador de turno. El aspecto doctrinal más afectado es el de la cristología. No hay una presentación, ni en la reflexión ni en la predicación, clara de Cristo y algunas veces es solo un pie de página o una referencia marginal. Se ignora que, sin una correcta cristología es imposible una clara eclesiología. En Mateo 16:16-18 la declaración cristológica, “tú eres el Cristo” antecede a la declaración eclesiológica, “edificaré mi iglesia”. Los grandes fenómenos religiosos contemplados en América Latina hoy tales como: la teología de la prosperidad, el apostolado, el profetismo, la predicación inspiracional, entre otros, hayan su único origen en la pérdida de la cristología. Y, esta forma de ver el asunto es también una manera de negar, como lo hizo Pedro, a Cristo. Predicar un Cristo diferente al de las Escrituras es decir: “yo no conozco a ese hombre”.
            Ahora, es apenas obvio que la cristología, tal como la elabora el NT, y en fin; cualquier sistema doctrinal, sea rechazado hoy por  parte de iglesia líquida, pues la formulación del NT pretende ser un sólido. Jesús resucitado dijo a sus discípulos “enséñenseles todo lo que yo les he mandado…” (Mt 28: 20a), es decir, no hay que inventarse un mensaje, este está dado. Bauman afirma: “en nuestra modernidad líquida, las posesiones duraderas, los productos que supuestamente uno compraba una vez y ya no reemplazaba nunca más, han perdido su antiguo encanto…hoy está en tela de juicio lo invariable”[2]. Tenemos que revisar, claro está, nuestros rígidos dogmatismos casi tan rancios como las doctrinas farisaicas que Jesús tanto criticó, pero debemos también tomar distancia del exceso de flexibilidad y despreocupación por lo sólido, lo permanente, actitud que Cristo también reprochó. Continuará.


[1] BAUMAN, Zygmunt, Modernidad líquida, Fondo de Cultura Económica, México D.F, 2004.
[2] BAUMAN, Zygmunt, Los retos de la educación en la Modernidad líquida, Gedisa, Barcelona, 2008, p 26,27.

martes, 15 de octubre de 2013

La silla y el camino

La silla y el camino
Una introducción a la lectura de la carta de Efesios
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 71
Uno de los grandes aportes que hizo Juan Mackay, misionero, filósofo y teólogo escocés en América Latina, fue su propuesta sobre la “teología del camino y la teología del balcón”. El balcón significa una inmovilidad del alma que puede coexistir perfectamente con un cuerpo móvil y peripatético. Camino es el lugar donde la vida se vive intensamente donde el pensamiento nace del conflicto y el serio interés, donde se efectúan elecciones y se llevan a cabo decisiones[1]. El hecho es que estas dos metáforas “Makayanas” han iluminado un poco mi lectura, reflexión  y predicación de la carta de Efesios. Y es que, de manera similar podemos rastrear en la lectura de Efesios dos metáforas, la de la “silla” y la del “camino”; estas ilustran la experiencia cristiana y nos dan una pauta para la lectura y comprensión del mensaje de Pablo a los Efesios.
            Veamos en primer lugar la silla. Para los lectores de la carta de Efesios es evidente el hecho de que esta tiene dos grandes divisiones. De los capítulos 1-3 una gran sección marcada por la ortodoxia o bien podíamos llamarle “teología confesada”; y de los capítulos 4-6 otra gran sección marcada, esta vez, por la ortopraxis o “teología aplicada” (o teología actuada, diría Vanhoozer). Esta forma de estructurar la carta presenta, por lo menos, dos verdades; 1). La gracia antecede a la acción o adoración, es decir; el creyente está llamado a comportase de cierta manera en respuesta a lo que Dios ha hecho por él. 2). Una correcta confesión teológica, respecto a Dios y su obra, generará una correcta praxis cristiana evidenciada en todas las dimensiones del quehacer humano.  De esta manera, en la comprensión y práctica de la fe, la teología no es opcional sino fundamental, no es sugerencia sino imperativo. Entonces, la silla la encontramos en la primera parte del carta (1-3) y aparece dos veces, una relacionada con la posición de Cristo resucitado: “… le hizo sentar a su diestra en lugares celestiales” (1:20), y otra relacionada con la posición del creyente resucitado en Cristo: “… y nos hizo sentar en los lugares celestiales” (2:6).
            Ahora, la silla comunica por un lado la posición que el creyente tiene en Cristo, reposado y salvado por Dios. Pero la silla no solo es posición sino también disposición. La condición de estar sentados, la silla, no es solo entonces una “posición en Cristo” sino también una disposición a la instrucción.  La experiencia cristiana empieza con una disposición a la enseñanza, al discipulado. Al igual que el pueblo de Israel, que después de ser liberado, recibe la instrucción en el monte, la iglesia también como pueblo libre es ahora instruida en la silla (Cp.Ex 19-20). La primera pregunta del creyente no es entonces ¿Qué hay por hacer?, sino ¿Qué hay por aprender?  Pero, el discipulado, entendido como la formación del creyente a la imagen de Cristo, está en crisis. La silla se ha cambiado por el Spa. Hemos creado una religiosidad evangélica, superficial y hedonista, cuya preocupación principal es el “sentirse bien”, creyendo que los números de seguidores ofrecen testimonio elocuente de nuestro “impacto”. ¿No será tiempo de volver a hacer discípulos? Al final de su ministerio, el Cristo resucitado nos envía en misión: “Id y haced discípulos” (Mt 28.18-19). Mandato y tarea. Jesús nos ordena continuar la labor discipuladora en la vida de otros. No nos llama para reproducir creyentes ni líderes, sino discípulos, al estilo como él lo hizo, con los principios y valores con los que él trabajó.
            Pero, la silla no es el fin, Efesios también nos presenta el camino usando la palabra “andar” en la segunda parte de su carta (4-6). En la Biblia “andar” es, generalmente, una referencia a la manera en la que el creyente debe comportarse; es decir, es una referencia ética (Ef 4:1,17 Cp. Gen 17:1). La experiencia de fe entonces no se gasta en la silla, la fe es también un camino para caminar. Es decir, existe una comprensión teológica y es necesaria, pero también existe una disposición o dimensión práctica de la cual también se precisa. La teología, la silla, se da en un contexto preciso y concreto: el camino con todos sus atenuantes. Así, el andar estará determinado por lo que se escucha en la silla. Silla y camino son dos disposiciones indisociables en la vida del creyente. Pero la experiencia no se agota en el camino, el caminante no ha superado, ni superará su disposición a la silla, siempre tendrá que hacer altos en el camino, sentarse para escuchar y seguir caminando. De esta manera, hay una relación “dialéctica” (constante diálogo) entre silla y camino.  
            Ahora, si la silla está en crisis también lo está el camino. Si la silla ha sido remplazada por el Spa, el camino ha sido reemplazado por el sedentarismo. Nos toca vivir un tiempo especial de la iglesia en América Latina. Hemos sido muy creativos en métodos y estrategias, lo que nos ha permitido llenar nuestros templos y pensar en proyectos que antes ni se nos hubieran ocurrido. No obstante, vemos con desánimo, que casi nada ha cambiado. La corrupción va en aumento, al igual que la violencia, la pobreza o la exclusión social, sin siquiera mencionar la decadencia moral cada vez más arraigada dentro y fuera de la iglesia. Los modelos de liderazgo que inspiran son sacados del mundo “del dios mercado” y no se parecen a Jesús. Y, aunque parezca retrogrado, debemos volver a la silla y preguntarnos  ¿Qué fue lo que Dios dijo? Y volver al camino para reflexionar sobre la forma en la que Dios quiere que andemos. Fin.


[1] MACKAY, Juan A, Prefacio a la teología cristiana. El Faro-México D.F, 1984, p 38.

lunes, 7 de octubre de 2013

Negando a Dios. Parte II

Negando a Dios. II
Testimonio y anti-testimonio en tercera de Juan
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 70
Veamos la segunda parte de la propuesta: el mensaje del texto hoy. Mucha de la lectura y la predicación de esta carta se hace desde una “postura moralista”; es decir, se lee la carta y se nos dice que no seamos como Diótrefes sino como Demetrio, pero, esta forma de leer el texto es pobre porque no ventila los problemas de fondo que el texto presenta perdiendo de esta manera el mensaje[1]. De esta manera se hace necesario aquí recordar las palabras de Brueggemann al decir que “las Escrituras presentan más bien un modo de percibir la realidad que dista mucho de nuestras formas de pensar, y de hablar habituales…”[2]. Por ello, “percibir la realidad” de las Escrituras exige que tomemos distancias  de algunas lecturas tradicionales para dejarnos llevar por lo que el texto dice.
            Veamos en primer lugar lo que el texto comunica en relación con la teología. Diótrefes al evitar el contacto de la comunidad con el anciano y los misioneros está de esta manera evitando que la iglesia sea alimentada con el testimonio apostólico. Recordemos que, a estas alturas aun sin el canon del NT, el testimonio apostólico era clave para la formación cristiana de las comunidades. Es más el “credo apostólico” y el mismo NT van a recoger el testimonio de los apóstoles en relación con el cumplimiento de las Escrituras del AT en Jesús el Mesías (Ef 2:20; 1 Jn 1:1-4; Heb 1:1-2). Diótrefes entonces toma actitudes gnósticas (de gueto) y desvincula históricamente a su comunidad de las raíces apostólicas. Así la teología es afectada y la reflexión teológica, a expensas del testimonio apostólico, se torna caprichosa y a-histórica. Hoy la realidad Latinoamericana no está distante del modelo de Diótrefes. El gran desacierto de los ministerios “apostólicos y proféticos”, por ejemplo, ha sido la negación del testimonio apostólico consignado en el NT. La reflexión teológica de estos es distante y caprichosa, la actitud “Diotrefiana” es peligrosa y nociva para la teología. Frente a esto, la propuesta es reflexionar teológicamente  desde el testimonio apostólico. La reflexión teológica que no se hace mirando hacia atrás, hacia la cruz no es legitima por muy atractiva que sea y por mucha capacidad de convocatoria que tenga.
            En cuanto a la espiritualidad del texto la cuestión es sencilla; aquí se presentan dos modelos de espiritualidad: la de la “aceptación” y la espiritualidad de la “negación”. La de la aceptación esta personalizada en Gayo quien se deja incomodar ayudando a quienes, por la fe, realizan su misión. Gayo no solo da sino que se da, quien da ayuda pero quien se da se compromete. La espiritualidad de Gayo, su práctica cristiana no está divorciada ni de las Escrituras ni de su hermano. No niega esas dos dimensiones. Es curioso porque, por un lado, la reflexión sobre la espiritualidad es todavía una asignatura pendiente para la iglesia evangélica en América Latina. Por otro lado, la práctica de la espiritualidad ha estado marcada por la negación, es cierto sentido muy “Diotrefiana”. La negación de las Escrituras se hace evidente en una piedad cristiana fundada en lo que el líder dice o hace independientemente si la Escritura lo dice. Un ejemplo claro de ello es el hecho, ya generalizado, del “yo confieso”; las personas en la calle dicen: “yo confieso esto, yo confieso aquello”. Por otro lado está la negación del otro, o del prójimo. Recuerdo aquella canción de antaño que decía “yo no sé a lo que tú has venido, pero yo he venido a alabar a Dios”, el otro se convierte en estorbo y no en espacio para la práctica de la fe. El anciano es claro, la negación del otro y la negación de las Escrituras es negación de Dios, quien lo hace debe revisar su conversión (Cp. 1 Jn 1:5,6).  No imites eso, le advierte a Gayo, como diciéndole… ¡cuidado con tu referente!
            En cuanto a la pastoral es importante resaltar, a la luz del texto, la que propende por la promoción. En medio de las realidades sociales profundas y complejas que viven nuestros pueblos la promoción de la vida se hace urgente. Jesús declaró que la calidad de su pastoral se evidenciaba en su capacidad para dar vida (Jn 10:11).Los males más graves que afligen al mundo en estos años son la desocupación de los jóvenes y la soledad en la que son dejados los viejos. Los viejos necesitan cuidados y compañía; los jóvenes, trabajo y esperanza, pero no tienen ninguna de las dos cosas, y el problema es que ya no las buscan. Han sido aplastados en el presente[3].  ¿Se puede vivir aplastado en el presente? ¿Sin memoria del pasado y sin el deseo de proyectarse al futuro construyendo un proyecto, un porvenir, una familia? ¿Es posible seguir así?  El anciano promociona a Demetrio, lo proyecta a la comunidad por encima de aquello que intenta negarlo, suprimirlo o excluirlo. Así, la labor pastoral, como extensión de la obra de Cristo, es protesta contra las fuerzas que anulan al ser humano: la injusticia, la exclusión, la muerte misma y las fuerzas demoníacas que no solo tienen representación abstracta sino que también están presentes en las estructuras sociales, políticas y religiosas. Fin.


[1] En fin, no se debe escoger un pasaje de la Biblia con el propósito de encontrar una moraleja. No debemos reducir el mensaje de la Biblia a una serie de lecciones sobre cómo vivir. Si le damos ese tipo de interpretación, la Biblia llega a ser nada más que un libro de axiomas lindos, un texto lleno de consejos psicológicos, y un manual de magníficos principios morales. Por supuesto, no es que no haya lecciones para la vida en los relatos de la Biblia, ni lecciones de cómo vivir. No es que no podamos encontrar consejos psicológicos y grandes principios morales, sino que estas cosas son secundarias y deben ser tratadas así. Estas cosas no representan el mensaje principal de la Biblia.
[2] BRUEGGEMANN, Walter, La Biblia, fuente de sentido. Claret-Barcelona, 2007, p 27.

martes, 24 de septiembre de 2013

Negando a Dios. Parte I

Negando a Dios. Parte I
Testimonio y anti-testimonio en tercera de Juan
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 69
La tercera carta de Juan es una de las más cortas del Nuevo Testamento pero no por ello deja de plantearnos un mensaje profundo e incómodo en una época en la que está “prohibido prohibir”, donde la tolerancia doctrinal se disfraza con piedad, donde el liderazgo eclesial dejo de ser una condición para el servicio para convertirse en un puesto desde donde se manipula y se coarta la libertad cristiana, donde se castra la historia eclesiástica y la auténtica “tradición apostólica”; asuntos estos, que esta pequeña carta nos pone en la mesa para la reflexión. En este escrito, en medio de un ambiente cordial y amistoso, pero con tono decidido, “el anciano” elogia a Gayo por su testimonio (conducta), le advierte sobre la conducta de Diótrefes (anti-testimonio) y le recomienda a Demetrio por su conducta (testimonio).
El texto presenta una estructura quiastica que iremos desarrollando a fin de aclarar el mensaje de la carta ayer y sus implicaciones hoy[1]. La primera parte hace referencia a los saludos (a-a’). Al parecer Gayo estaba quebrantado de salud pero tenía una espiritualidad ferviente; el anciano[2] desea para Gayo que, en términos metafóricos, su salud física sea tan buena como su salud “espiritual” (vv. 1-2)[3]. La espiritualidad de Gayo contrasta exponencialmente con su materialidad aunque esta no se niega; sin embargo, para muchos de nosotros hoy es la materialidad es la que contrasta con nuestras espiritualidades y las niega como piezas del museo. Por eso hoy, como bien lo declara Beyer[4], deberíamos decir a algunas personas: ojalá que tu vida espiritual prospere tanto como tu bienestar material. Gente metida en la loca carrera por el dinero, el éxito y el honor, generalmente es pobre espiritualmente. El trabajo, los negocios, el consumismo de nuestros días, y muchas cosas de la vida cotidiana impiden muchas veces la alimentación del alma. Poco se hace por la vida espiritual. El saludo cierra con el deseo de ver a Gayo. Así, el argumento usa los sentidos del oído y la vista: inicia “oyendo” el testimonio de Gayo y termina con deseos de “ver” a Gayo (vv. 13-15).
            Lo que viene  a continuación es lo que el anciano va a decir respecto a la espiritualidad de Gayo; su testimonio en comunidad, y también habla en paralelo del testimonio de Demetrio (b-b’). El anciano recibe con gozo lo que los hermanos cuentan de Gayo: es un hombre de la verdad (vv. 4-8). La “verdad”, palabra clave en los escritos de Juan, no es un término filosófico, sino Cristo mismo y su evangelio (Jn 14:6; 17:17). Cristo entonces marcaba su andar, su práctica y su vida. La verdad se vive en el contexto de la comunidad y se expresa en el amor hacia los misioneros o predicadores itinerantes. Gayo es también misionero, no porque traspasa fronteras geográficas, sino porque traspasa las fronteras de la antipatía y se compromete, brindando apoyo, con aquellos que anuncian la fe[5]. El testimonio de Demetrio, por otro lado, viene de tres fuentes; 1) “Todos”; 2) La verdad misma; y, 3) El anciano (v. 12). El argumento hasta como sigue: usando la simpatía de Gayo el anciano le recomienda a Demetrio y su integridad frente a algunas dudas que en el ambiente podían estarse dando, y en contraste con el personaje que se va a presentar a continuación.
            Si Gayo y Demetrio son muestras integras de un testimonio cristiano, Diótrefes representa el contraste o el anti-testimonio. Esto se evidencia en, 1) El afán de dominio: la búsqueda del poder y señorío sobre los demás que socaba el “espíritu” de comunidad, 2) Puyas malignas: la intención de dañar a otros con violencia verbal, 3) Exclusión fraterna: no aceptaba a los misioneros itinerantes y a aquellos que se identificaban con estos. Esto último es curioso ya que su nombre significa "amamantado por Zeus”. Qué irónico es que el hombre criado por "Zeus" está en contra de los viajeros cuando "Zeus", fue el protector "de viajeros”. Es como si se dijera, haciendo eco de la mariología popular, “se llama María del Carmen y no gusta de los conductores”. El anciano aplica esta actitud a Gayo[6]: el rechazo de los predicadores, la falta de amor y solidaridad, el deseo de poder y la negación del testimonio apostólico son actitudes maldadosas y niegan la experiencia de Dios en la vida del individuo. La identidad del que es mal ejemplo es tan clara como la advertencia perentoria y, el autor no esconde nada en lo absoluto. El tono amistoso del autor no está en contraste con su severidad hacia la actitud de Diótrefes.  En nuestra próxima entrega, analizaremos un poco el mensaje de esta pequeña carta en relación al hoy, especialmente, el hacer teológico,  la espiritualidad y la pastoral.  Continuará.


[1] a. Saludo inicial, vv. 1,2;  b. Testimonio de gayo, vv. 4-8;  c. El antitestimonio de Diótrefes, vv. 9-11;   b’. Testimonio de Demetrio, v. 12; a’. Saludo final, vv. 13-15.
[2] El autor se llama a sí mismo “anciano” apelando a una posición de autoridad y de respeto que ocupa en la iglesia (Cp. 2 Jn 1:1). Esta carta entonces no solo tiene un toque personal sino también comunitario (Cp. Hech 11:3; 14:3; 1 Tim 5:17; 1 Ped 5:1). Así el autor escribe como lo hiciera hoy un líder de una iglesia local: “el pastor…”.
[3] El término “prosperidad” aquí debe entenderse en el contexto del saludo y deseo y no como prosperidad material a ultranza.
[4] BEYER, Martmut, Las cartas de Juan: notas exegéticas. Clie- Barcelona, 2000, p 382.
[5] En los días de Juan enseñó habían muchos maestros que viajan por el dinero y reputación. Los maestros de Dios (predicadores, evangelistas) debían ser ayudados no por sus palabras, sino por su Señor, en cuya misión que estaban involucrados con sacrificio.
[6] Se presenta en forma de quiasmo así: a.  No imites lo malo, v. 11a;  b.  Sino lo que es bueno, v. 11b;  b’. Lo bueno procede de Dios, v. 11c; a’. El malo no ha visto a Dios, v. 11d.

jueves, 19 de septiembre de 2013

El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte IX

El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte IX
El humor (II).
            convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 68
En el NT se presentan también muchos textos en donde el humor está al servicio de la teología.  En la escena del encuentro de los reyes magos con el rey Herodes en el evangelio de Mateo se nos presenta una aparente contradicción: los magos llegan a donde Herodes, el rey, y le preguntan ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Para Herodes la respuesta era obvia o debía serlo, “el rey soy yo” diría él. Sin embargo es evidente que el rey que los magos buscan no es precisamente al que tienen en frente y por ello Herodes se desencaja. La escena convoca a tres reinados: dos temporales y uno eterno. El evangelio de Mateo termina también una nota irónica: los soldados romanos aceptan decir que mientras ellos dormía los discípulos de Jesús robaron su cadáver. ¿Si notaste el chiste Samuel? El lector cuidadoso va a decir: “un momento ¿Cómo se dieron cuenta de eso si estaban dormidos?”. El mensaje del evangelista aquí tal vez sea mostrarnos las inconsistencias de nuestros juicios cuando de por medio está el dinero.  
            En Hechos 12:20-24, al narrar la muerte de Herodes Agripa, se hace humor político. Para entender lo que pasa en esta historia es necesario echar un vistazo, por lo menos, a todo el capítulo 12. El texto empieza con una muerte: la de Jacobo (vv.1, 2), y termina con otra muerte: la de Herodes (vv. 20-24). Lo que está en el centro sirve para ilustrar, a través del encarcelamiento de Pedro, la cuestión de que realmente quién está en control es Dios, no Herodes (vv. 3-19). La ironía empieza con la descripción del anillo de seguridad que Pedro tenía en la cárcel, seguridad que no importó cuando el ángel del Señor vino y “en las narices de los guardias” sacó a Pedro (vv.4-11). El humor va de la esfera política a la eclesiástica: Pedro es liberado, va y toca la puerta de la iglesia, que ora fervientemente por su liberación y… ¡sorpresa! Pedro está ahí, Dios lo ha hecho… pero la iglesia no cree; tildan a Rode de loca y dejan a Pedro tocando la puerta (vv.12-17). Esos ejemplos estimado amigo son solo pequeñas muestras de lo que hasta ahora he venido expresándote; la Biblia hace humor para enseñarnos teología. Debes entonces desarrollar tu olfato para oler el humor en la Biblia y poder predicarlo como posibilidad de reflexión y trasformación para ti y la Iglesia.
            La otra fuente para el humor es la cultura, entendida esta como tejido social que abarca las distintas formas y expresiones de una sociedad determinada. Por lo tanto, las costumbres, las prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta, las expresiones y las normas de comportamiento son aspectos incluidos en la cultura. El humor aparece como un componente universal de la cultura. Sin embargo, varía en cómo se demuestra en cada una, ya sea a través de diferentes objetos y formas. Las formas más comunes de humor son: el humor afiliativo. Se relaciona con contar chistes, hacer bromas lúdicas y bien intencionadas, con el afán de relacionarse con otros, entretener y facilitar relaciones. El humor de auto-afirmación. Se refiere a una visión humorística del mundo, en que prevalece el deseo por dejarse sorprender por la vida y mantener una perspectiva humorística frente a las cosas. El humor agresivo. Se relaciona con el sarcasmo, el ridículo, la ironía, así como también con el uso del humor como forma de manipulación utilizando amenazas tácitas de ridículo. Y, humor de auto descalificación. Se refiere a utilizarse uno mismo como objeto de humor, de manera tal que se llame la atención de los otros.
 Ahora, el predicador, estimado Samuel, vive, se “encarna” y es “hijo” en una cultura específica y como tal, para bien o mal, esto refleja en la predicación, espero para bien, ya sea de manera directa o indirecta. Un ejemplo de humor afiliativo en tu predicación se puede dar en el caso de que tu predicación sea, por ejemplo, en Efesios 4:17-5:5, el apóstol usa la metáfora del vestido para hablar de la experiencia cristiana en contraste con la experiencia de los que no son creyentes: el título de tu sermón puede ser, “Efesios Fashion”. Aquí la Escritura y la cultura se unen y la filiación es evidente. Un ejemplo de humor agresivo se presenta cuando German Puyana, escritor Colombiano, dice que en Colombia la mentira es el deporte nacional[1]. Así, de manera agresiva y sarcástica el autor habla de un antivalor de la cultura en donde interactuamos y predicamos. Aun la misma “cultura evangélica” se puede convertir en fuente de humor; mira,  se encuentran en el infierno un pastor calvinista, un wesleyano y un pentecostal. La pregunta a responder era ¿Por qué estamos aquí?... El calvinista respondió "predestinación, fui predestinado al infierno"; el Wesleyano dijo "estaba predicando, entro una joven mal vestida, la codicié, me dio un infarto y aquí estoy, perdí mi santidad y mi salvación". Quedaron mirando al pentecostal esperando su respuesta; el pentecostal respondió "¡en el infierno yo!, yo declaro por fe que no estoy aquí".
            Para concluir es importante tener en cuenta lo siguiente. 1). Evita convertir el pulpito y tu predicación en un stand up comedy, no eres un cuenta chistes profesional, eres un heraldo del evangelio. 2). El humor, cultural o escritural, será siempre medio, nunca fin. 3). El Dios de la Biblia ríe y nos hace reír, para después ponernos a pensar. 4). Para el humor cultural observa modelos, escucha humor político especialmente; lee a los autores autóctonos, serán siempre fuente de buenos ejemplos de humor, sarcasmos e ironías. Continuará.

[1] PUYANA, German, ¿Cómo somos? los colombianos: reflexiones sobre nuestra idiosincrasia y cultura. Bahandar- Bogotá, 2002, p 287.