miércoles, 27 de septiembre de 2017

El fin del fin (1)

El fin del fin (1)
Pautas para la lectura de Mateo 24-25
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 190
De tiempo en tiempo en la iglesia, y la sociedad en general, se experimenta una fiebre escatológica y apocalíptica (según el entendimiento popular de estos términos), es decir, un énfasis desmedido y desaforado en el discurso acerca del “fin del mundo”.  Este tema entraña una paradoja, por un lado atrae a las personas y por otro lado las atemoriza. Entre la atracción y el temor hay teorías, gurúes, charlatanes, “teólogos”, opinadores y un negocio que mueve bastante dinero, dinero generado a partir del temor, el miedo y la fascinación. No me extraña que la sociedad en general se mueva tras estas dinámicas y coyunturas, lo que sí me parece paradójico es que la iglesia misma sea la que también patrocine  estas desfachateces y las maquillen con Biblia, todo por la ignorancia y  el analfabetismo bíblico, curiosamente entre los protestantes, que tanto “honor” hacen a la Biblia y tanto critican las tradiciones. El tema y los materiales Bíblicos sobre este han sido cargados de tantas tradiciones que ya el relato Bíblico ha perdido su poder esperanzador y transformador.  Quiero sugerir algunas pautas para la lectura de uno de los textos más representativos en el “discurso escatológico” como lo es Mateo 24-25.
1. Estos capítulos contienen el último discurso de Jesús, de cinco que contiene Mateo, y se le conoce como “el discurso escatológico”. Su propósito no es infundir miedo sino esperanza. Y es que la fe en Jesús de Nazaret tiene que producir en nosotros una esperanza activa de dimensiones cósmicas, una esperanza de plenitud para siempre de todo lo creado. Jesús nos presenta la historia humana inmersa en el dolor, la lucha, la guerra y la persecución. Y nos dice que, a través de toda esta tremenda confusión, se está gestando el futuro: un mundo en continuos “dolores de parto” (Rom 8: 22) y en continuo nacimiento del hombre nuevo (Ap 12: 2.4-5). Quiere infundirnos confianza, para que no decaigamos en la fe en la hora de la prueba, y sepamos reconocer en todos los acontecimientos de la historia la mano de Dios, que nos lleva a la plenitud.
2. La ocasión del discurso se la ofrece a Jesús la pregunta de sus discípulos: “¿cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?” (Mt 24: 3). Jesús toma distancia de la institución templaria  y declara su pronta destrucción. Los discípulos intrigados preguntan sobre “el cuándo” de la destrucción del templo y sobre el fin “del mundo”. Ahora, ¿por qué razón ellos relacionan “la destrucción del templo” con “el fin del mundo”?  Recordemos que “fin del mundo” no tiene que ver con cataclismos, catástrofes y hecatombes, sino con el inicio de un nuevo orden a partir de Dios y su reinado. La esperanza cristiana elaborada en el NT no trata de la destrucción de este mundo con nuestra huida hacia otro sino de la restauración de este mundo como lo fue al principio.
3. Hay un asunto fundamental que no podemos pasar por alto y que determinará la lectura y comprensión de este discurso. El asunto es la forma literaria “apocalíptica” que la mayor parte del texto toma. En exegesis, la clase de literatura condiciona mi cercamiento e interpretación. Por ejemplo, no es lo mismo interpretar salmo 1 que Romanos 1. Así que de entrada sabemos que la literatura apocalíptica es rica en símbolos, imágenes,  lenguaje contestatario, figuras, números, colores y demás. El mensaje no está en el literalismo sino en el simbolismo. Por ejemplo, en la apocalíptica cuando leemos “ojos” tenemos que leer “conocimiento”.  Donde leemos “mano” tenemos que leer “poder”.  Donde leemos “piernas” tenemos que leer “estabilidad”.  Donde leemos “alas” tenemos que leer “movilidad”.  Donde leemos “cuernos” tenemos que leer “fuerza”. Donde leemos “siete” tenemos que leer “plenitud y  llenura”. Donde leemos “sol y luna” debemos leer (generalmente) “poderes políticos”.
4. Una observación cuidadosa arrojará como resultado el hecho de que esta pregunta hecha por los discípulos a Jesús, “¿cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?”, no se responde en ninguna parte del discurso. Jesús no respondió ninguna de las preguntas: ni les dice “cuando” (Mt 24: 36 Cp. Hech 1:7), ni les revela alguna señal que anuncie su venida que será como “relámpago”. La única señal será el mismo “hijo del hombre en el cielo” (Mt  24:30) y las “grandes señales del cielo” (Mt 24:29). Los falsos cristos si estarán en escena satisfaciendo todo tipo de curiosidad apocalíptica con grandes señales y prodigios engañosos (Mt 24:24). Es cierto que Jesús habla de “guerras, hambrunas, terremotos” pero no las llama “señales” sino para advertirles contra las falsas interpretaciones apocalípticas, él les dice “aun no es el fin”. En contraste con el pensar común de hoy. Jesús ataca esta clase de “señalomanía”, la única señal será la de su misma venida y las consecuencias cósmicas de esta. Cualquiera otra pretensión es puro engaño[1].
5. La mención de “los días de Noé” (Mt 24:38) es importante aludir. La fuerza de esta mención no está en “la moralidad de los días”, como se predica a veces, sino en “la normalidad de los días”, es lo que realmente el texto sugiere. Es decir, sigue el discurso haciendo énfasis en el carácter sorpresivo de la venida de Jesús. El diluvio, aunque anunciado, tomó a las personas por sorpresa, en medio de la normalidad de la vida: construyendo familia y alimentándose. Continuará.   

[1] STAM, Juan. Apocalipsis y profecía: las señales de los tiempos y el tercer milenio. Kairos-Argentina, 2007, p. 18. 

lunes, 25 de septiembre de 2017

Zaqueo: de la corrupción a la salvación

Zaqueo: de la corrupción a la salvación
Lc 19:1-10
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 189
Si hay algo que hemos olvidado en la experiencia y la proclamación del evangelio es que este es… “buenas nuevas de salvación”. Algunos, por influencia de escuelas evangelisticas ya gastadas, piensan que el mensaje del evangelio es el de condenación e infierno, pero que va. El evangelio es “buenas nuevas de salvación” para el perdido, esto es, para la prostituta, para el ateo, para el comunista, para el religioso, para el evangélico (que se cree depositario de la verdad) y, aunque lo miremos con sospecha, el evangelio es buenas nuevas para el corrupto. Esta última es una de las calificaciones morales para Zaqueo. Pero el relato, no solo nos presenta la posibilidad de un funcionario corrupto salvado sino también se la posibilidad de un “rico pasando por el ojo de una aguja” siendo la contraparte, en la narración, del rico tonto (Cp. 16:19-31), y del joven rico que se perdió la oportunidad de su vida al no querer renunciar a aquello que le ataba (nnnn). El texto presenta la siguiente estructura concéntrica así:
a. Al inició: Jesús y un jefe de recaudadores, vv.1, 2.
  b. La espera de Zaqueo y los obstáculos, v. 3.
      c. Subir a un sicomoro para ver a Jesús, v 4.
          d. La palabra central de Jesús: hoy, v. 5.
      c’. Bajar del árbol para acoger a Jesús, vv. 6-7.
  b’. La decisión de Zaque sin obstáculos, v. 8.
a’. Al final: el hijo del hombre y un hijo de Abraham, vv. 9-10.
            Jesús asiste a la casa de “un pecador”, pero su mensaje, del cual Lucas nos priva, es desafiante. Para que Zaqueo se pare y confiese lo que dijo y tome las actitudes que tomo, el mensaje que predicó Jesús debió ser muy desafiante. Jesús asiste a la casa del pecador, pero se niega a dejarlo igual. O, pensándolo bien tal vez ese sea el mensaje, en contraste con la multitud que critica a Jesús porque va a comer con un pecador, Jesús “ve”, “se acerca”, “acompaña” y “acoger”. Desde categorías rituales de impureza o pureza habían dejado a este pecador por fuera. Pero ¿No hacemos lo mismo hoy? Zaqueo, quien al principio quería “ver” a Jesús, es “visto” por este último y es acogido con tal profundidad que le cambia la vida. Zaque, un funcionario corrupto que había amasado una fortuna siendo publicano y declarándose por esto, enemigo de sus conciudadanos y amigo del imperio, es ahora salvado. Zaqueo, huérfano por los religiosos, concluye siendo hijo de Abraham, incluido la pueblo de Dios. Y la misión de Jesús es leída en clave “soteriológica”: vino a salvar y a buscar lo que se había perdido (Ez 34:16; Lc 15:4, 6, 9). Zaqueo es como aquella moneda perdida, como aquella oveja extraviada o como aquel hijo, perdido encontrado.
            El “hoy”, en la estructura, es la parte central. El “hoy” en Lucas es puerta hermenéutica (2:11; 4:21; 5:26; 12:28; 13:32,33; 19:5,9; 22:34,61; 23:43). El “hoy” no hace referencia a un tiempo de 24 horas o a un día, sino a un tiempo en el que Dios, en Cristo, está actualizando las viejas promesas dadas a Israel (Cp. Salm 95:7). Fuera del templo, fuera de la religión establecida con ritos y demás, acontece la salvación, allí en la sencillez escandalosa de una acogida sucede el milagro de la salvación de un corrupto, un perdido. Y es que siempre que nos hallemos caminando en la vida sin depender de la gracia de Dios o que hagamos de esta una excusa para mirar a los demás por debajo del hombro, estaremos perdidos, seremos objetos del evangelio de la gracia. Jesús es un huésped incomodo hace que Zaqueo mencione lo que le impide vivir: la avaricia, robos, opresión, etc. 
            Quisiera hacer tres observaciones finales sobre este texto y nuestra espiritualidad. 1). Frente a la espiritualidad consumista. El encuentro con Jesús no es uno con casa, carro y beca, sino más bien un desencuentro con la vida centrada en la casa, el carro y la beca. Para Zaqueo, este encuentro afectó “negativamente” sus finanzas, causó un detrimento patrimonial; provocó una conversión “financiera”. 2). Frente a la espiritualidad intimista. La conversión de Zaqueo cuestiona esta tradición evangélica que ve la experiencia conversión como una asunto privado, una cuestión intima entre Dios y el individuo, pero sin ninguna referencia al prójimo, sin ningún impacto social. Zaqueo tuvo que expresar y verbalizar las consecuencias sociales y fraternas de la fe en Cristo. Dios “acoge a los victimarios para que cambien; no los justifica ni pacifica, pero si los invita a restituir, a recomponer la relación rota con sus hermanos, a quienes llegaron a convertir en víctimas y sufrientes de sus acciones”. 3). Frente a la espiritualidad elitista.  El relato cuestiona esa “experiencia de Dios” que hace de la conversión la puerta de entrada a una “rosca religiosa” y que mira con sospecha al otro, rotulado, generalmente, como “raro”. Se hace de la iglesia un club y no una comunidad peregrina que, como Jesús, ve, se acerca, acoge y comparte. Los mayores estorbos  para la misión son las prevenciones y el hecho de hacer de la gracia un “privilegio” que nos pone por encima de los demás, que nos hace “ciudadanos de primera clase”. Por ello, estoy creyendo en estos días que los “evangélicos debemos convertirnos” al evangelio de Jesús. Necesitamos, como Zaqueo, verbalizar aquello que no nos permite vivir a plenitud y celebrar así una auténtica espiritualidad evangélica. Fin. 

martes, 19 de septiembre de 2017

Al papa Francisco

Al papa Francisco
Carta abierta a alguien que no la leerá
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 188
Estimado papa Francisco, le escribo esta carta reconociendo al menos dos asuntos importantes: 1).  Lo hago comprometido desde mi tradición protestante (no me da miedo decir que también tenemos “tradiciones”), es decir, como un hermano “separado”, tal como lo contempló el concilio vaticano II. Reconozco desde aquí el famoso aforismo Agustiniano: “En lo esencial unidad, en lo dudoso libertad, en todo caridad”. 2). Lo hago también entendiendo que la nominación “cristiano”, no solo se usa para etiquetar a los protestantes, esta es mucho más amplia, se reconocen con esa etiqueta, al menos, tres grandes tradiciones: el cristianismo ortodoxo, el cristianismo católico y el cristianismo protestante. Es una verdadera lástima que muchos protestantes sientan que la etiqueta les pertenece solo a ellos y que son los únicos depositarios de la verdad, rayando así en el sectarismo y el fundamentalismo, nada positivos para el diálogo y la convivencia.  Ah, pero no le he dicho cuál es la razón de esta carta, me motiva parte de las declaraciones que usted hace en un video ampliamente difundido, respecto al diálogo interreligioso (cosa por la que no tengo mayores reparos), no obstante hay una frase dicha por usted, que me preocupó, (al igualar confesionalmente al budismo y al islam con el cristianismo), la frase es esta: “…buscan a Dios o encuentran a Dios de diversas maneras”[1]. Le digo abiertamente que no estoy de acuerdo, y le voy a dar varias razones por las cuales no puedo concordar con usted. Lo expresaré así: daré algunos ejemplos de asuntos o eventos que no hubiesen ocurrido en la historia de la salvación (narrada en la Biblia), si los allí implicados hubiesen creído lo que usted confesó en la frase anteriormente citada. Veámoslos:
            1. El juicio de la serpiente (con toda la carga mítica y simbólica de esta pues por experiencia y ciencia las serpientes no hablan), hubiese sido aceptado como válido. La “hermenéutica” serpentina hubiese sido admitida sin mayores reparos pues solo “sugería” otra forma de “conocer a Dios” y de ser humano, de ser persona.
2. Josué, quien tuvo la misión de introducir a Israel a la tierra prometida, no se hubiese preocupado en lo absoluto por lanzar aquel desafío tan grande a los suyos cuando dijo: “Y si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al Señor”. No solo lanza el desafío sino que establece una clara diferencia entre “los dioses” y “El Señor”.
3. El poeta que escribe salmo 115, no se hubiese preocupado por hacer una crítica tan severa al fenómeno idolátrico babilónico y declarar que la idolatría no puede ser neutral, que el ser humano termina pareciéndose aquello que adora. Que la idolatría insensibiliza, despersonaliza: vuelve a las sociedades ciegas, sordas, mudas. Las incapacita  para ver, responder y hablar ante la posibilidad del bien.
4. Jesús no se hubiese preocupado por decirle a la Samaritana que las intenciones de esta para adorar eran buenas pero que estaba mal enfocada. No solo descarta al sistema de adoración “según Gerizim” sino que también declara obsoleto al templo judío. Jesús no le dice: “sigue así, encuentra a Dios a tu manera”. La mujer sale reorientada, perdonada y liberada.
5. Pablo no hubiese tenido que decirle a los atenienses que todos sus dioses estaban en entredicho, que él, Pablo, les venía a presentar al “Dios que ellos no conocían pero que le reservaban un altar”. Perece ser que al final del discurso Pablo llama al tiempo de los otros dioses, el “tiempo de la ignorancia”.
6. Pablo no hubiese tenido que soportar “el escándalo de la cruz”: frente aquellos que pedían milagros pudo ceder y concedérselos, frente a los que querían sabiduría pudo hacer lo propio, ¡Para qué preocuparse por ese detalle de la cruz y ese horrendo carpintero colgado allí, fungiendo de Dios “fracasado!”.
7. Los cristianos perseguidos por roma no hubiesen muerto en el circo romano, pues simple y llanamente hubiesen reconocido al Cesar como “un camino más” y listo.
            Termino, valoro el énfasis en la misericordia como camino para llegar a las personas, así lo hizo Jesús. No se acercó desde la doctrina o el dogma sino desde el amor y la misericordia. Comparto el diálogo interreligioso como mecanismo para contribuir a la paz del mundo dado que las religiones han sido gestoras de grandes males y guerras. Critico  a muchos de los míos que toman los desaciertos y males de la Iglesia Católica como referente apocalíptico y escatológico, como si los protestantes estuviésemos exentos de pecado. Pero, si hay un favor que el cristianismo puede hacerle al mundo es mostrarle EL CAMINO, flaco favor le haríamos si lo dejamos en su ambigüedad y tomando aguas de “cisternas rotas”. Usted mismo lo ha declarado: “la fe no solo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver… San Pablo rechaza la actitud de quien pretende justificarse a si mismo ante Dios mediante sus propias obras”. Estoy orando por usted, como lo ha pedido.  Con cariño, Jovanni.

Cristología satánica (4)

Cristología satánica (4)
Una mirada crítica a nuestras confesiones y experiencias cristológicas
Mrc 8:27-32
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero187
3). La cristología satánica se manifiesta en la vida y experiencia de fe en todos los aspectos de esta, por ejemplo: en la casa, cuando imponemos al texto Bíblico y su lectura toda la carga machista del latinoamericano. He escuchado a hombres decir, según ellos apoyados en Efesios 5, “soy el jefe de la casa, soy la cabeza”, usando esta confesión para maltratar, herir y pisotear. No han leído que Efesios 5 rechaza “la cristología satánica” diciéndole al hombre que su amor por su esposa, debe ser como el de Cristo por su Iglesia, un amor sacrificial. Su forma de liderar es sirviendo, entregándose; cuando un hombre en la casa tiene que reclamar autoridad es porque no sabe que la autoridad no se reclama se muestra. Otra forma de reflejar a satanás es cuando en los seminarios de parejas, en los cursos prematrimoniales o en los libros que tratan el tema del matrimonio se le dice al hombre: “usted es el sacerdote de la casa”. Quienes así afirman, quieren seguir imponiendo o proponiendo un modelo “tipo sacerdotal” del AT, ignorando que en en virtud de la obra de Cristo, contada en el NT, todos, hombres y mujeres, SOMOS SACERDOTES". La reforma le llamo a este “redescubrimiento”, “el sacerdocio universal de todos los santos”. Una cosa es que haya distribución de roles en casa y otra es seguir apoyando culturas y costumbres que no abogan por la celebración de una sana experiencia de Cristo en el nicho familiar.
            La cristología satánica se manifiesta en las formas que tenemos de entender y practicar el liderazgo. Hoy día se habla mucho del liderazgo en la Iglesia, mucho se escribe y se debate desde varios puntos de vista. En América Latina es fuerte la realidad del síndrome del “caudillo o cacique”, quien históricamente ha ejercido una influencia en demasía en la política de los países latinos. Es fácil que se transfiera directamente tal sistema del liderazgo a la iglesia local. La cultura lo favorece mucho. Otra tendencia en las iglesias del norte es el patrón del mundo de los negocios.  Lo que resulta en la mercadotecnia, según se dice de parte de muchos, debe funcionar también en la iglesia. Las cifras, las mega-iglesias, la fama del pastor y evangelista carismático, todo constituye una influencia muy fuerte.  Pero la pregunta que contestar es: ¿Cuál es el patrón o el molde bíblico que Dios reconocerá y bendecirá? Lo esencial del liderazgo Bíblico no es lo que se hace sino lo que se es. El dirigente no se nace, sino que se hace como barro en las manos del alfarero. El liderazgo se forja en la prueba, la humillación, en la obediencia y por la fe en la Palabra de Dios. Cada creyente tiene su campo misionero, su ambiente donde puede brillar para Cristo. El liderazgo no es más que Cristo viviendo en el creyente.
            La cristología satánica se manifiesta en la experiencia diaria cuando se vive confesando a ese cristo triunfalista y todopoderoso. En palabras de apocalipsis: se confiesa al cristo LEÓN pero no el cristo CORDERO. “Levantar banderas llenas de discursos triunfalistas con respecto de la cruz, desde nuestra ubicación espacial y temporal, es un error facilista. La verdad es que las narraciones del evangelio, lejos de nuestra mirada “victoriosa” del sufrimiento de Jesús, dejan notar, tras la muerte del rabino itinerante del primer siglo, un panorama desolador y lleno de decepciones”[1]. La vida cristiana es triunfante más no triunfalista. Significa que la fe en Jesús no es como una fuerza mágica que ahuyenta los males y atrae los bienes. La fe en Jesús es la experiencia de su presencia que por su Palabra propone agendas, señala caminos, muestra nuevos rumbos, abre rutas para la esperanza. Frente a esto el creyente debe aceptar las rupturas, tomar decisiones y abrirse a la presencia acompañante y a la Palabra siempre orientadora. El triunfalismo, por su parte es “creer que todo lo que se hace está bien hecho, que jamás nos equivocamos, y que el resultado final está garantizado por lo que somos y valemos. Triunfalismo es esa actitud, doctrina o creencia de que el credo religioso propio es superior al delos demás”[2].
            La pregunta sigue tan vigente hoy como lo fue ayer y lo será mañana: “Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo?”. La tentación del poder o de convertirse en un rey/señor típico y normal fue crucial y frecuente para Jesús. Él fue capaz de rechazarla decididamente y este rechazo es normativo para nosotros hoy[3]. Jesús, “en lugar de aplastar el poder del mal con su fuerza divina; en lugar de imponer la justicia y de destruir a los injustos; en lugar de establecer la paz mediante el gobierno de un príncipe perfecto; en lugar de juntar a los hijos de Jerusalén bajo sus alas… dejó que le mal hiciera su labor mientras pudiera; se contentó con los caminos lentos y desalentadores de ayudar en lo esencial… amar la justicia y hacer que crezca, no desquitarse… Resistió todo los impulsos de actuar rápidamente para conseguir un bien menor[4]. Creo que esta fue la razón para que lo rechazaran y no lo aceptaran (Jn 1:11-12). La iglesia hoy también rechaza a ese cristo y ha construido en su lugar a un ídolo, a un Cristo satánico. Fin.


[2] DEIROS, Pablo. La iglesia latinoamericana: su vida y su misión. Certeza-Argentina, 2011, p. 21.
[3] SCHIAPANI, Daniel S. Teología del ministerio educativo: perspectivas latinoamericanas. Nueva creación-Buenos Aires, 1993, p. 108.
[4] YANCEY, Philip. El Jesús que nunca conocí. Vida-Miami, 1996, p. 74. 

martes, 12 de septiembre de 2017

Cristología satánica (3)

Cristología satánica (3)
Una mirada crítica a nuestras confesiones y experiencias cristológicas
Mrc 8:27-32
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero186
4). En medio de esta reorientación de la fe, ¿Qué significa la sentencia “tomar la cruz”? Recodemos que esta declaración de Jesús está enmarcada en la confesión mesiánica de Pedro (8:27) y la negativa de este al entender al mesías que iría a Jerusalén a morir. Una vez Pedro ha “descubierto” la identidad de Jesús, ha pegado en el clavo, Jesús le habla sobre la “necesidad de morir” y Pedro se opone a esta idea y le reconviene. Por otro lado, recordemos también que a estas alturas la cruz no se había convertido aún, como hoy, en un símbolo general de sufrimiento. Hoy, cuando hacemos referencia a una enfermedad o a algún tipo de sufrimiento decimos  “esta cruz que me ha tocado llevar”. Pero no, la sentencia “tomar la cruz” vinculada a la confesión mesiánica pronunciada por Pedro y reorientada por Jesús no puede significar sino el hecho de empezar a repensar al mesías, empezar a verlo desde otra óptica, con otros ojos; convertirse del mesías violento al mesías siervo. Tomar la cruz significa vivir la vida de Cristo, su proyecto, con la radicalidad que merece, con el dinamismo que requiere y con la continuidad que demanda. Así, la cruz es un símbolo que comunica la radicalidad del evangelio y el camino de transformación. Jesús NO MURIÓ EN LA CRUZ para evitar que nosotros vayamos allí. La muerte de Jesús EN LA CRUZ ES UN MODELO PARA IMITAR NO UN ASUNTO PARA ADMIRAR. Él nos invita a morir su muerte para que vivamos su vida”. Así, la Biblia nos llama a morir la muerte de Cristo, experimentar su pasión; para vivir la vida de Cristo, experimentar su resurrección (Gal 2:20; Rom 6:1-6)[1].
            Quisiera terminar con algunas reflexiones más intencionales para nosotros hoy. 1). La teología, y en términos concretos la cristología nace en la crisis, la crisis que genera la pregunta… ¿Y quién dicen ustedes que soy yo? En el texto, es el mismísimo Jesús quien cuestiona y nos invita, a partir de la pregunta, a revalorar constantemente no solo lo que creemos de él sino también nuestra experiencia de él. Y es que “la pregunta Bíblica, no solo es un recurso literario, sino una llamada a la inteligencia afectiva que invita a la memoria y a la conversión del corazón”[2]. Jesús mismo con su pregunta nos propone “la prueba acida” para que sin reparos revisemos la cristología. No obstante, parece que la pregunta crítica y revisionista no hace parte de la agenda de la predicación y la iglesia hoy. A nadie le interesa saber si el Cristo a quien seguimos es el siervo de la cruz o el satanás del poder. Es más, cualquier intento sano de hacerla hoy es mirado con sospecha. Si las cosas van bien, si la iglesia está creciendo, si salimos en televisión, si tenemos este templo grande e imponente, si tenemos poder político, para qué molestarse con esa pregunta incomoda. Pero, es precisamente allí, cuando repuntamos en las encuestas, cuando el milagro sucede, cuando nos creemos exitosos, cuando la gente nos aplaude; es justo allí, cuando el evangelio nos invita a cuestionar, a revisarnos, nos lleva a la autocrítica. Notemos que es precisamente en el “momento de gloria” y “mayor revelación” cuando Jesús incomoda con su pregunta. El patrón evangélico es el siguiente: éxito (o momento cumbre), pregunta orientadora (o evento orientador) y reorientación (superación del poder etílico del éxito). Es una verdadera lástima que la pregunta cristológica no figure hoy en la agenda de nuestras reflexiones. Los cristianos de cada tiempo y lugar hemos de retomar una y otra vez aquella pregunta de Jesús.
            2). La fe cristiana es esencialmente experiencia de la persona de Jesús. Ahora, si nuestro conocimiento de Jesús fuera tan superficial y deficiente… ¿Qué iglesia seríamos y que misión cumpliríamos? ¿A que Jesús seguimos si nos dejamos llevar por imágenes falsas? Desfiguramos el rostro humano de Dios que es Jesús, siempre que deterioramos o falseamos la verdadera imagen de Cristo. Jesús prohibió a los discípulos difundir de él una imagen falsa, no acorde con la misión de Dios. En la fiebre de expectación mesiánica que conmocionaba el pueblo, muchos esperaban a un mesías libertador de Israel con poder divino fulminante y triunfal, incluso violento; un mesías que acabase con los invasores y con los enemigos de Israel. No era así le mesianismo de Jesús, ni era ese el reino de Dios que anunciaba. Fomentar y divulgar esa falsa imagen de Jesús, ponía en peligro su misión y su seguridad. Duele profundamente lo que esta aconteciendo en Colombia hoy: un amplio sector de la iglesia evangélica coquetea con el poder político creyendo que el Señor les ha llamado a esto y dando, como casi siempre, un espectáculo grotesco. Como lo expresó CLADE V: “intoxicados por el poder de los números y, con frecuencia, aliados al poder político y económico, proceden a mercadear el evangelio, a publicitarse en los medios… y se mueven entre símbolos de éxito[3]. Así, nos hemos convertido, en palabras de Pablo, en enemigos de la cruz (Fil 3:18): “en lugar de tomar la cruz buscamos satisfacernos a nosotros mismos. En lugar de predicar a Cristo crucificado, hacemos publicidad de nosotros mismos. Y en lugar de gloriarnos en la cruz, nos gloriamos en nuestra propia persona y en nuestros éxitos. Todas estas actitudes son distorsiones que nos convierten en enemigos de la cruz”. Continuará.

[1] La muerte en la cruz no es una sustitución sino una representación y un modelo.
[2] ORTEGA CAMPOS, Pedro. El valor educativo de las preguntas en la Biblia. PPC-España, 2009, p. 13.
[3] Sigamos a Jesús en su reino de vida. Cuaderno de Participación del Quinto Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE V), p. 71.