jueves, 26 de junio de 2014

Las intermitencias de la muerte II

Las intermitencias de la muerte II
La victoria sobre la muerte según Pablo en clave de misterio
1 Cor 15: 51-58
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 95
En la tercera parte de nuestro texto; el misterio aplicado, v. 58, Pablo pasa a exponer las implicaciones prácticas de lo que viene diciendo. Esta sección haya su importancia en esa relación planteada entre escatología y ética. El futuro que ya empezó y que esperamos afecta la forma en la que vivimos el presente. Es decir, la verdad de que Dios jalona la historia hacia su propósito no lleva al creyente al inmovilismo, al quietismo y a la indiferencia, sino que lo estimula a obrar consecuentemente con las verdades confesadas; porque las verdades confesadas, serán también verdades actuadas. Ahora, quiero que sea un erudito, Tom Wright, quien  nos dirija en esta parte, respecto a este último verso él afirma:
“El versículo final del capítulo podría parecer un anticlímax, pero sólo si nos hubiéramos permitido olvidar las múltiples maneras en que este extenso análisis de la resurrección estaba vinculado con el resto de la carta.  Una interpretación superficial de Pablo, que asimilase su pensamiento a la piedad popular, podría haber esperado que concluyera este capítulo diciendo: “¡por tanto, hermanos y hermanas, aguardad con ansias la esperanza que está puesta ante vosotros!”. En lugar de eso Pablo vuelve a dirigir su mirada al tiempo presente, a las tareas que requieren atención y al llamamiento a permanecer “firmes e inconmovibles en ellas”. La idea fundamental de todo ello ha sido que, pese a la discontinuidad entre la actual modalidad de condición física corruptible y el mundo futuro de realidad física corruptible, existe una continuidad subyacente entre la presente vida corporal y la futura vida corporal y esto da sentido y dirección al presente vivir cristiano… el Mesías, el Señor, fue resucitado; y con ello la proclamación, la fe y la labor constante quedan rescatadas de la vanidad, de la inutilidad. Lo que en el presente se hace “en el Señor”, permanecerá en el futuro de Dios”[1].
Esta es la verdad del final del texto paulino: vivir con conciencia de lo eterno y de la venida del Señor no nos debe llevar a desentendernos del presente y lo temporal, sino que lo eterno llena de significado el presente y lo relativiza recordándonos que todo ahora tiene el sello de la temporalidad en virtud de aquel DIA. Por ello al hablar de lo eterno Pablo invita a los creyentes a comprometerse con el presente (la ofrenda a Jerusalén, presente inmediato). A la luz de esta verdad estoy convencido, y como lo decía anteriormente respecto a la predicación paulina, debemos revisar nuestras predicaciones sobre la segunda venida y la resurrección. El texto viene a desmontar y a proponer. Nos invita a recorrer el camino desde “la escatología escapista” a “la escatología integrista” y comprometida con el ya, el aquí y el ahora.
            Es necesario notar aquí que, contrario a la predicación en América Latina en décadas pasadas (de la cual quedan vestigios), que proclamaba la segunda venida como un “escape de este mundo” y la resurrección como “una vida trasmundana e inmaterial”; la Biblia, y específicamente este texto paulino, reafirma la creación en proceso de restauración y el cuerpo físico como parte de esa creación, templo divino. Obviamente había mucha influencia platónica en esa forma de ver la creación, el cuerpo y la Biblia misma. Pero al leer la Biblia, en contexto, son superados de inmediato los dualismos platónicos como: el alma contra el cuerpo y lo espiritual contra lo material. Para sorpresa de  muchos, pero sin saberlo, nos encontramos que aquellos que tanto nos predicaron y hablaron contra la filosofía, estaban haciéndolo desde una plataforma filosófica y no Bíblica; desde la filosofía platónica, especialmente desde “Fedon o del alma”, uno de los diálogos de Platón. Es muy claro entonces, y esto debe afectar nuestra predicación, la pastoral y llenarnos de esperanza, que la sabiduría griega sentía la preocupación de liberar al hombre del lastre de la materia y la procura a un retorno al mundo del espíritu. La Biblia, en cambio, manifiesta su preocupación por liberar la materia y la naturaleza de la maldad y la malicia del hombre. En Cristo, tanto el hombre cono la materia, experimentan su liberación (Cp Rom 8:23). Muy lejos de pensar en una liberación definitiva del alma de su cárcel corporal, el NT anuncia una vida eterna en el cuerpo.
            El nobel de literatura José Saramago nos legó una obra maravillosa; “Las intermitencias de la muerte”, en ella cuenta el hecho de como la muerte, en algún país algún día, deja de hacer su trabajo, suspende su labor. Esto ocasiona caos y problemas de salud pública. Hace que todas las esferas de la sociedad y estancias del poder sean convocadas a la búsqueda de una posible solución. Tiempo después, la muerte, por decisión propia decide volver a trabajar. Pero… la muerte se enamora de un misterioso violinista al que no puede matar, y suspende para siempre su labor. La novela termina con la frase que inició: “y al día siguiente, la muerte no mató a nadie”. Desde la resurrección de Cristo los cristianos aguardamos con esperanza por el amanecer de ese día, el día en el que la muerte muera. Cuando contemplamos al mundo quebrado y lesionado por el pecado, cuando miramos dentro de nosotros y contemplamos nuestras lesiones, quiebres y heridas profundas; cuando dejamos a los nuestros en la tumba; percibimos la música del cielo, la melodía del futuro, la danza divina, en contraste con nuestros gemidos y los del Espíritu; ¡anhelamos profundamente ser liberados! Por ello, yo me uno al canto victorioso de Pablo y grito a la muerte: “¡Muerte, muerte, con todas tus pretensiones omnímodas, con todas tus intromisiones oscuras, no veo la hora en la que se cumpla en ti por competo la sentencia paulina “DÓNDE ESTÁ, OH MUERTE, TU VICTORIA? ¿DÓNDE, OH SEPULCRO, TU AGUIJÓN?”! Fin.


[1] WRIGHT, N.T. La resurrección del hijo de Dios. Verbo Divino- Estella (Navarra), 2009, p 448. 

lunes, 16 de junio de 2014

Las intermitencias de la muerte I

Las intermitencias de la muerte I
La victoria sobre la muerte según Pablo en clave de misterio
1 Cor 15: 51-58
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 94
La figura del apóstol Pablo es fascinante y controversial, Wright afirma: “Pablo es un provocador tanto en el siglo XXI como lo fue en el siglo I. En aquel entonces, algunas veces lo atacaron con piedras; ahora le atacan con palabras”[1]. El hecho es que ante la figura paulina nadie puede quedar tranquilo y neutral. Lastimosamente, gran parte de la predicación actual, por lo menos la evangélica, ha domesticado a Pablo, lo ha editado para que no suene controversial  y desafiante. Me temo que, mucha de la predicación sobre Pablo hoy, no es auténticamente paulina, es decir, no refleja su pensamiento y teología. Esto se debe a varias razones: 1). Porque no leemos a Pablo bajo su trasfondo hebreo sino bajo un prisma griego; esto sucede cuando decimos, por ejemplo, que la antropología de Pablo era tricótoma (cuerpo alma y espíritu) o cuando hablamos del rapto como escape al cielo.  2). Porque leemos sus controversias “contra la ley” y los judaizantes en clave de reforma, siglo XVI, y no en clave de Judaísmo, siglo I. 3). Porque leemos a Pablo bajo el falso dilema de que en el AT la salvación era por la ley y en el NT la salvación es por gracia, así, divorciamos a Pablo del AT y nos quedamos con un Pablo “docético”. 4). Porque lo sacamos de la cárcel y lo sentamos en un trono, lo bajamos de la cruz y lo subimos a una 4x4, eliminamos sus sufrimientos por la fe y lo vestimos de “predicador de la prosperidad”. Toda esta introducción para decir que haré un pequeño análisis de un texto de Pablo en donde con agresividad teológica enfrenta a su auditorio, lo confronta, lo invita a pensar, lo desinstala y le siembra esperanza.
            El capítulo 15 de 1 a los Corintios, después de apelar a la tradición sobre el énfasis evangélico en la resurrección de Cristo, va a responder una pregunta fundamental, ¿cómo o en qué forma resucitaran los muertos? Pablo hace una exposición magistral desde su trasfondo hebreo, critica la visión griega del cuerpo y la resurrección y planta esperanza. Ya, al final del capítulo Pablo, para reafirma y recoger todo lo dicho, le habla a su auditorio “en clave de misterio”. Pablo ya les había hablado del misterio (2:1; 4:1). Recordemos que en el NT “misterio” no es algo oculto sino una verdad de Dios que ha sido revelada (Cp. Ef 5:32; Col 1:26; Rom 16:25-27; 1 Cor 2:7). Veamos un poco el texto en tres partes así: primero, el misterio planteado, vv. 51-52; segundo, el misterio razonado, vv.53-57; y tercero, el misterio aplicado, v. 58. Pablo plantea entonces el misterio: “aunque, a la venida del Señor no todos estarán muertos, todos serán transformados”. ¡Ese es el misterio! (v.23), se refiere a la transformación física del cuerpo, no sujeto ya a la corrupción y al deterioro.  El escenario para esto es bien concreto “cuando suene la trompeta final”, esta referencia nos recuerda por un lado, el Antiguo Testamento: el Sinaí (Ex 19:17-18), el contexto político de su tiempo: la bienvenida al emperador. “El regreso del Señor será algo público (no secreto) e inevitable, como cuando Dios tronó y sonó la trompeta en el Sinaí o cuando el emperador romano llegaba de visita a sus dominios”[2].
            Ahora, Pablo empieza a dar razones para el misterio, para la transformación del cuerpo en el escenario de la segunda venida del rey (vv. 53-57). Eleva el misterio al plano de la “necesidad”, el cuerpo debe vestirse de incorrupción y de inmortalidad, y cuando eso pase se cumplirá la Escritura que declara la victoria de la vida sobre la muerte (Is 25:8; Os 13:14). La base escritural que Pablo usa hacía referencia a la restauración de Israel durante el exilio, volver a la tierra sería derrotar los poderes de la muerte y gustar la vida, pero los textos nos recuerdan también la experiencia de Adán, el primer exiliado y de cómo la obra de Dios lo traería nuevamente a la vida, derrotando el poder de la muerte que por el pecado había tomado posesión. La victoria final de la vida sobre la muerte se interpreta entonces en “clave de exilio”. Wright dice: “como un guerrero triunfante sobre un enemigo caído, Pablo se burla del poder que se ha convertido en impotente”[3]. ¡Valla misterio! Cuando Pablo es abrazado por el Nazareno camino a Damasco, su teología es revisada, como judío y fariseo creía en la resurrección de todos al final de los tiempos en el marco de la llegada del Mesías, pero ahora… va a la cruz y Cristo no está allí, va a su tumba y la encuentra vacía; ahora se da cuenta de que los últimos tiempos ya empezaron con la resurrección de Jesús el Cristo, Dios está trabajando para restaurar todas las cosas, asume que la resurrección del Mesías posibilitará la resurrección de todos; percibe que la muerte ya no tiene poder, entonces… lanza su grito sarcástico, burlesco y desafiante a su oponente, la muerte: “DÓNDE ESTÁ, OH MUERTE, TU VICTORIA? ¿DÓNDE, OH SEPULCRO, TU AGUIJÓN?”.
            En la última parte de la sección (v. 56), Pablo muestra una interrelación triangular así: el reino de la muerte está construido sobre el poder del pecado (Gen 2:17) y la ley es la que hace que el pecado pueda percibirse por medio de la infracción. La muerte violó la ley al enrolar en sus filas a uno que no conocía el pecado, a Jesús, de esta manera; la muerte pierde su poder. ¡Esta es la victoria que se tiene en Cristo! ¡Este misterio está interesante! Continuará.


[1] WRIGHT, N.T. El verdadero pensamiento de Pablo. Clie- Terrasa, 1997, p 13.
[2] WRIGHT, Christopher J.H, El Dios que no entiendo: reflexiones y preguntas difíciles a cerca de la fe. Vida- Miami Florida, 2010, p 184, 185.
[3] WRIGHT, N.T. La resurrección del hijo de Dios. Verbo Divino- Estella (Navarra), 2009, p 358. 

lunes, 9 de junio de 2014

Búsqueda implacable

Búsqueda implacable
Lc 2:39-52
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 93
Taken (titulada Búsqueda Implacable en Latinoamérica y Venganza en España) es una película de acción francesa. La trama trata de un papá, agente retirado de la CIA, que enfrenta el secuestro de su hija y hace, desde su experiencia como agente, lo imposible para rescatarla y traerla a casa sana y salva. Es una búsqueda implacable. El texto de Lucas no nos presenta la trama de un secuestro, pero si a un hijo perdido y a  sus padres desesperados por encontrarle y llevarlo a casa. ¡Y quién iba a creerlo!; se trata de Jesús, siendo aún niño, y de sus padres José y María. Antes que nada, debemos decir de este texto dos asuntos importantes: 1). El relato hace parte de una forma literaria más amplia llamada “relatos de infancia”. 2). El texto presenta la siguiente estructura, en donde, como se puede apreciar, el centro trata de la pérdida del niño Jesús en el marco de la pascua en Jerusalén y la desesperación de sus padres por encontrarlo. Veamos la estructura:
                       a. De Jerusalén a Nazaret: niño Jesús crece, vv. 39-40.
                                c. La pascua en Jerusalén: ¿el niño perdido y recuperado?, vv. 41-49.
                       a’. De Jerusalén a Nazaret: niño Jesús crece, vv. 50-52.
Notemos que los episodios narrados en estos primeros textos están ambientados en el templo de Jerusalén; la última escena del evangelio tendrá el mismo marco (Lc 24:53). Y es que el evangelio de Lucas tiene un carácter litúrgico: sabe a templo, a fiesta, a celebración. El acontecimiento cristiano tomó su impulso en el corazón del mundo judío.
            Las dos partes extremas de la estructura (a-a’), nos presentan dos etapas de la vida de Jesús: el niño y el cuasi-adolescente, en el marco de una familia piadosa que, tal como lo indica la ley, van tres veces al año a Jerusalén a adorar. Ahora, los datos arrojados no solo muestra la piedad de la familia, es decir, su comportamiento religioso; sino también su condición socio económica: al presentar al niño Jesús, José y María lo hacen con la ofrenda que estaba estipulada para los pobres; un par de tórtolas (2:24 Cp. Lv 12:18). Pero además, vive en Galilea, en la periferia y tierra de gentiles. Estos versos concluyen invitándonos a contemplar el misterio de Nazaret: un Dios hecho aprendiz de hombre. En este sentido, el educador cristiano Hendricks ha notado por lo menos cuatro áreas de crecimiento que se presentan en la vida de Jesús tal como el texto de Lucas lo detalla, así[1]: crecía “en sabiduría”; esto es el desarrollo intelectual. Crecía “en estatura”, esto es desarrollo físico. Crecía “en gracia para con Dios”, esto es desarrollo de su vida devocional (espiritual).  Y crecía “en gracia para con los hombres”, esto es desarrollo social y emocional. La sección, además, termina con el regreso a Nazaret y un comentario sobre la actitud de María frente al acontecimiento del templo: “guardaba estas cosas en su corazón”, no se apresuró a emitir un juicio, dejó espacio para la reflexión, el misterio y el asombro. Y es, creo, la invitación para el lector.
            La parte central, en nuestra estructura (c), es la más compleja. El evangelio no elimina esas dificultades. El autor quiso presentar esa parte de la historia por un propósito bien claro. El autor no parece extrañarse o preocuparse por el hecho del “niño Jesús perdido” y de sus padres en “una búsqueda implacable”. Podemos, para aclarar un poco esta sección, decir, al menos cuatro asuntos: 1). La pérdida de Jesús tiene todas las garantías de la probabilidad; es un accidente que fácilmente puede acontecer en la vida común y corriente. 2). La frase “sentado en medio de los maestros”, describe a Jesús más como entre colegas y no como un estudiante, además; el verbo griego para decir “hacer preguntas” (ἐπερωτάω), no está expresando la típica curiosidad infantil al preguntar, sino el serio cuestionamiento a quienes, para ese entonces, eran responsables de los asuntos del Padre (Mt 12:11; 22:46; Hech 5:27). 3). La escena del niño en el templo, es sugestiva, recuerda la consagración de Samuel y evoca no solo la crisis moral y religiosa de entonces sino también la esperanza de Dios para un pueblo (1 Sam 1:1-28). Lucas ve la experiencia de María en paralelo a la de Ana, la madre de Samuel. La salvación aquí, parece ser “un asunto de niños”. 4). La frase “después de tres días” tienen mucha concordancia con el evento de la muerte y la resurrección de Jesús (Cp. 23:46).  Comprendemos entonces que los relatos de infancia son, tal vez, un resumen simbólico de la persona, palabra y obra de Jesús. Esto muestra, entre otras cosas, que el camino de él, es también el camino de toda la humanidad; vino a enseñarnos el camino al padre.  
             El relato invita al recogimiento frente al hecho del “Dios aprendiz de hombre”, a tomar una actitud mariana frente a eso que Rudolf Otto llamó el mysterium tremendum et fascinans, el misterio tremendo y fascinante. Pero el relato es también orientador, quiere que sepamos, desde el principio, en donde debemos buscar a Jesús: en los asuntos del Padre. Contrario a lo que algunos modernos, anclados en el absolutismo de las ciencias positivas, declararon, la sociedad actual está en constante búsqueda de la espiritualidad, esta no es necesariamente cristiana. Pero, para los “buscadores implacables”, la iglesia tiene el evangelio de Jesús, las buenas nuevas de salvación; porque la ironía del texto es que Jesús no estaba perdido, los perdidos eran José, María; y también nosotros; él es quien nos busca implacablemente (Lc 19:10). Fin.


[1] HENDRICKS, Howard. Enseñando para cambiar vidas. Unilit-Miami Fl, 2003, p 25. 

martes, 3 de junio de 2014

El retrato de mamá. II

El retrato de mamá. II
Prov 31:1-9
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 92
Este texto nos dice que los asuntos de estado se aprenden en casa; que los grandes valores como la justicia, la solidaridad, la humildad, la sobriedad, la espiritualidad y el buen gobierno, se aprenden en el hogar y no en Harvard o en una facultad de ciencias políticas. Y es que, la teología debe empezar en casa, en el hogar. En el seno de nuestra familia y en un ambiente desprovisto de los cánones regulares de la academia, también se hace teología. Es allí, en el hogar, donde se aprenden las primeras afirmaciones de la fe y donde se lucha para que esas afirmaciones encuentren su lugar en la vida diaria. El hogar, eso ya lo sabemos, ofrece innumerables oportunidades para la evangelización de sus miembros, pero también para el enriquecimiento y el desarrollo de la fe. Esta “teología casera” se nutre a través del diálogo sincero, del debate honesto, de la discusión entusiasta, de la libertad para la duda, de la enseñanza participativa, de la lectura reverente de las Escrituras y de la práctica disciplinada de la oración. La formación espiritual, comprendida de esta manera, tiene que ver con algo más que con la tradicional celebración del culto familiar; se refiere, sobre todo, a la vivencia, asimilación, reflexión y maduración de la fe... mientras la vida se da.
            El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento hizo teología desde el hogar. Esa tarea se cumplía durante todo el día e involucraba a todos los miembros de cada familia. La Ley del Señor había ordenado que la enseñanza de la fe se produjera así: en todo momento, mientras se estuviera en la casa o cuando se estuviera caminando fuera de ella; ya fuese por la mañana al levantarse o por la noche al acostarse. Así dice la Ley: “Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. ¡Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades!” (Dt 6:6-9). Este adelantado principio educativo fue confirmado muchos siglos después apenas en el siglo veinte por John Dewey quien aseguró que “toda la vida educa” y que la instrucción que se recibe en las instituciones escolares representa sólo una pequeña parte de la educación global. Dewey señaló la existencia de múltiples formas de “educación deliberada”[1]. El Nuevo Testamento presenta “las casas” (oikos) como espacio predilecto para la predicación y enseñanza de la fe. En ellas se celebraba la vida en común, se producían milagros por parte del Señor, se enseñaba el significado del evangelio, se experimentaba el costo del seguimiento y se reflexionaba acerca de las implicaciones de la fe para toda la vida (Hech 2:46; 9:17; 10:37; 17:15; 28:30-31).  El templo, según Green[2], no era el centro educativo; lo eran las casas de los creyentes y así siguió siendo durante los primeros siglos.
            Ahora, lo que estamos presenciando hoy es la ruptura y un desplazamiento desde la responsabilidad teológica de los padres (la casa) hacia la responsabilidad teológica de la iglesia (los líderes). Lo mismo pasa con la educación en términos generales, quien educa es la escuela, la televisión y el internet. Como en la canción de Lavoe, “el retrato de mamá” se ha ido desdibujando, la crisis de los valores mencionados al inicio es evidente, es más la teología casera es poca o nula. Lo poco que aprenden de Dios nuestros niños y adolescentes, se lo deben a la Escuela Dominical y a sus reuniones juveniles. Y, frente a alguna dificultad moral no faltan los padres que culpan a los líderes juveniles, al pastor de la iglesia o a los maestros de escuela dominical, porque, en algún momento de la historia empezamos a creernos el cuento de que la responsabilidad pedagógica de nuestros hijos reposa en el liderazgo y no en nosotros, los padres. Y en el peor de los casos, hemos caído en el lento y dañino proceso de la decadencia espiritual, que se ilustra así: “para los abuelos la fe fue una experiencia vital. Para los padres la fe fue una herencia preciosa. Para los hijos la fe era una conveniencia. Para los nietos la fe es un fastidio”[3]. Contrario a esto, la sabiduría de “los padres proverbiales” ilumina un poco nuestros caminos ya oscuros.
            Cuando observamos a nuestros líderes religiosos y políticos, algunos con maestrías y doctorados, y escuchamos de sus escándalos morales nos damos cuenta de que algo falló. Se dice que, a Teresa de Calcuta se le preguntó, en el marco de la entrega del premio Nobel de Paz en 1978, sobre la manera de construir a la paz mundial; ella respondió: “vayan a sus casa y construyan familias”. A nosotros, líderes religiosos y políticos, Dios nos llama a una vida de compromiso con él, en un mundo caído, y el compromiso con Dios es compromiso con el prójimo. Pero, urge restaurar la familia, urge la teología casera, urge asumir las palabras del evangelio cuando nos invita a “construir la casa sobre la roca”. La historia nos dice que, cuando la familia se destruye, se degenera; también sucede lo propio en la sociedad. Por esto, usted, amado lector, dígame, ¿Cuáles son los consejos de mamá?, ¿Qué ha hecho con el retrato de la pared?    Fin.


[2] GREEN, Michael. La evangelización en la Iglesia primitiva. Casa Creación-Miami, 1995, p 45.
[3] MARTINEZ, José Luís, 503 ilustraciones escogidas. Casa Bautista de Publicaciones-El Paso (Texas), 2007, p 20.