ESPIRITUALIDAD
PROFÉTICA (3).
Disciplinas
espirituales a la luz de la oración de Habacuc
Hab 2:20-3:19
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Caballero 204
3.
LA DISCIPLINA DE LA ORACIÓN.
El
profeta dice: “¡Señor, aviva tu obra en
medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer; en la ira
acuérdate de la misericordia!” (Hab 3:2b). Es la oración sincera que lo
capacita para caminar, para transitar los caminos que la Palabra ha trazado,
desandando a la vez los suyos. El profeta ha luchado, ha discutido, ha sufrido,
pero se deja vencer, y su derrota es su mayor victoria. La oración es una lucha de la que saldremos siempre vencidos. La
oración es un encuentro de voluntades, la nuestra y la de Dios, en el que
finalmente seremos "vencidos". Por ello creo, que nuestro gran
enemigo en la oración no es la pereza, sino el miedo: tememos profundamente
salir vencidos, perder el control, tememos quedar en las manos del padre, ser
acogidos por él; ser amados por él[1].
Habacuc
pide a Dios que entre en la historia, le dice que actúe, que traiga
avivamiento, que entre a juzgar y hacer mejores las vicisitudes que están
afrontando de manera confusa y a veces perversa: “aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla
conocer…”. ¡Muévete Señor, entra y revuélvenos la vida! Pide cacao, antes
el problema era porque Dios no actuaba ahora le problema es que Dios va actuar:
“¡en la ira acuérdate de la
misericordia!”, acuérdate de dejar siempre la puerta abierta, acuérdate de
dejar siempre abierta la posibilidad de la conversión, del arrepentimiento. Que
no se te vaya a ir la mano Señor (Salm 30:5). La ira (Dios no es neutral), la
misericordia (Dios no es brutal). Tenemos que prepararnos no para reprender al
diablo sino para llegar con actitud humilde y en oración decirle al Señor: “he oído tu Palabra…”.
1.
Comienza con adoración, alabando, adorando y glorificando a Dios. Algo que te
puede ayudar es incorporar a tu alabanza versículos de la Biblia.
“La
oración es un diálogo que cambia vidas”, John White. “La historia pertenece a
los intercesores”, Juan Stam.
El
profeta declara: “Dios viene de Temán;
el Santo, desde el monte Parán. Selah
»Su gloria cubrió los cielos, la
tierra se llenó de su alabanza. 4 Su
resplandor es como la luz. Rayos brillantes salen de su mano; allí está
escondido su poder. 5 Delante
de su rostro va la mortandad, y tras sus pies salen carbones encendidos. 6 Se levanta y mide la
tierra; mira, y se estremecen las naciones. Los montes antiguos se desmoronan,
los collados antiguos se derrumban; pero sus caminos son eternos. 7 »He visto las tiendas de
Cusán en aflicción; las tiendas de la tierra de Madián tiemblan. 8 ¿Te has airado, Jehová,
contra los ríos? ¿Contra los ríos te has airado? ¿Arde tu ira contra el mar
cuando montas en tus caballos, en tus carros de victoria? 9 »Tienes tu arco
preparado; los juramentos a las tribus fueron palabra segura. Selah »Has
hendido la tierra con los ríos. 10 Te
ven los montes y temen; pasa la inundación; el abismo deja oír su voz y alza
sus manos a lo alto. 11 El
sol y la luna se detienen en su lugar, a la luz de tus saetas que cruzan, al
resplandor de tu refulgente lanza. 12 Con
ira pisas la tierra, con furor pisoteas las naciones. 13 Has salido para socorrer
a tu pueblo, para socorrer a tu ungido. Has abatido la cabeza de la casa del
impío, has descubierto el cimiento hasta la roca. Selah 14 »Traspasaste con sus
propios dardos las cabezas de sus guerreros, que como tempestad acometieron
para dispersarme, regocijados como si fueran a devorar al pobre en secreto. 15 »Caminas en el mar con
tus caballos, sobre la mole de las muchas aguas”.
1.
Tenemos raíces. No partimos de cero.
Toda
colectividad, y todo individuo, que pierde sus raíces están a punto de perder
su identidad.
[1] “Ya no quiero
luchar, Ya no quiero pelear. Hago a un lado las armas En las que confiaba y
dejo ganar. Me ha vencido tu amor, y tu buen corazón, He venido a
rendirme a tus pies y decirte te doy el control…”. J.A.R
[2] BRENEMAN, Mervin. Liberación, Éxodo y Biblia: el concepto Bíblico
de la liberación. Caribe-Miami, 1975, p. 17.
[3] ROPERO, Alfonso. Historia, fe y Dios: la importancia de la
historia del cristianismo para la iglesia de hoy. Clie-Barlenona, 1995, p. 10-13.