martes, 19 de diciembre de 2017

Una navidad sinvergüenza

Una navidad sinvergüenza
Apuntes de un sinvergüenza para una espiritualidad sinvergüenza
Lc 1:5-25
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 194
El texto que nos convoca es un relato de “anunciación”[1]. Nos cuenta la experiencia de un anuncio que tiene un anunciante y un receptor. Tomo la palabra “vergüenza” porque hace parte de la declaración de Elisabet en el v. 25 y marca un patrón que atraviesa todo el relato. Esto es: el relato se construye a partir de la “vergüenza”[2]. Pero, ¿cuál es la vergüenza?, ¿cómo es que Elizabeth y Zacarías llegan a ser una pareja sinvergüenza? Veámoslo. La primera parte del texto, vv. 5-7, vamos a llamarla “la vergüenza declarada”. Aquí, en medio de un contexto político concreto, en los días de Herodes, como queriendo aterrizar la historia y la fe misma, Lucas nos cuenta el drama de una pareja: Zacarías y Elisabet, él, sacerdote y ella de tracción sacerdotal (descendiente de Aarón). Han vivido toda la vida al servicio de Dios, el templo y la fe; son justos. Representan toda una larga tradición religiosa.  Pero… no tienen hijos: ella es estéril y ambos de edad avanzada. Y es que, la esterilidad, con todos sus efectos psicológicos y sociales también visita la casa de los justos. ¿Representará esta pareja la espiritualidad estéril del templo y de la fe en su tiempo? La segunda parte, vv. 8-22, vamos a llamarla “la vergüenza solucionada”. En medio de la normalidad de un día de culto y ministración, Dios se hace presente y Zacarías, cual creyente que vive su ministerio en “piloto automático”, se asombra y se atemoriza. El ángel lo tranquiliza “no temas” y le da un mensaje de consuelo “tus oraciones han sido oídas”. Toda una vida orando y ahora… ¡sorpresa! Justo en el momento menos propicio, la vejez, y en la condición menos probable la esterilidad, Dios visita a estos viejos creyentes con un hijo.
            Zacarías responde con incredulidad, como también lo haríamos nosotros, la obra de Dios en él no está sujeta a su fe sino a la liberalidad divina (para no usar la categoría clásica "soberanía"). La mudez temporal no es castigo divino sino un acto de misericordia y una invitación a reflexionar, desde el silencio y el mutismo, en lo oído y lo prometido. La experiencia de Dios no debe infundir miedos sino que debe, en oración, superarlos. La tercera y última parte del texto, vv. 23-25, la llamaremos “la vergüenza superada”. El culto termina, Zacarías vuelve a casa… ya no habla. Es ahora Elisabet la que toma la palabra y dice que su vergüenza ha sido superada por el don de Dios. Debemos notar que, aunque el anuncio del nacimiento de Juan fue “extraordinario”, no lo fue su concepción. El estigma social se levantó, la que era llamada estéril ahora es llamada fructífera. Ahora es ya una mujer sinvergüenza. Quisiera sugerir cuatro aspectos que fundan nuestra espiritualidad a partir de este relato.
1. La esterilidad. Tomo esta palabra como metáfora de nuestra humanidad y mundanidad. La espiritualidad se vive en el terreno de lo humano no fuera de él. Mucho de nuestras prácticas de fe empiezan diciéndonos lo contrario, intentan sacarnos del terreno de lo humano, lo frágil y lo terrenal. Nos presentan como modelos de fe a hombres y mujeres “súper espirituales”, “hombres de hierro” y “mujeres maravillas”. Una espiritualidad sana empieza por reconocer lo contingente, lo humano y lo vulnerable. Reconocer, en versión paulina, que la gracia se perfecciona en la debilidad.
2. La oración. Si la “esterilidad” es el reconocimiento de lo humano, la oración es el reconocimiento de lo divino y la apertura hacia Dios y lo trascendente. La oración es el escenario en donde los temores se empiezan a superar y se posibilita una vida fructífera. Tendemos a pensar que nuestras oraciones “cambian a Dios” pero no, somos nosotros los que empezamos a cambiar en la oración a Dios. El padre nuestro dice: “que tu voluntad sea hecha en la tierra como se hace en el cielo”.
3. El silencio. Es un silencio propositivo, fecundo, que piensa y razona. Que permite elaborar y procesar lo oído más allá de la tiranía de la inmediatez y lo urgente. Pero también el silencio permite que las “voces oficiales” se callen para poder oír a los “sin voz”. Elisabet terminó hablando y Zacarías terminó callado. Los pastores nos la pasamos hablando todo el tiempo, cuándo fue la última vez que nos callamos para escuchar a los demás y ser realimentados por sus confesiones y testimonios.
4.  La celebración. Es la respuesta a la respuesta. Zacarías estuvo fecundando en su corazón por nueve meses lo que Dios había hecho. Cuando habla, lo hace para cantar, para celebrar. Solo aquel que ha guardado silencio puede después hablar y cantar. Recuperar la dimensión celebrativa de la fe es una urgencia para la misión. La peor publicidad para el evangelio es un creyente aburrido. La alegría es símbolo de la edad mesiánica, de la visitación de Dios. A Zacarías se le dice que la visitación de Dios traerá gozo. ¡Que el Señor te conceda ser un “sinvergüenza”! Fin


[1] Estos relatos tienen una estructura literaria característica: 1). Situación de los personajes, 2). Aparición del ángel del Señor, 3). Respuesta en clave de miedo o asombro, 4). Anuncio, 5). Pregunta u objeción, 6). Señal y ejecución, 7). Cierre (Cp. Mt 1:8-25).
[2] Las sociedades antiguas, del mundo mediterráneo, regían sus relaciones bajo el binomio “honor-vergüenza” (nosotros estamos más orientados hacia la culpa). Ellas asumían una fuerte orientación de grupo. La vergüenza era como un puntaje negativo, la comunidad pensaba de forma negativa hacia le “avergonzado” (Rm 1:16). Estar “avergonzado” significaba “estar fracasado”, esto se superaba dando honor.  

martes, 31 de octubre de 2017

Recordar es vivir (2)

Recordar es vivir (2)
Dt 8:1-20
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero193
También hoy nos vemos atraídos por las fuerzas del consumo, por esta cultura de la servilleta, del “úselo y tírelo”; por el criterio de la obsolescencia y la moda. Dijo Galeano: “pueblos y tierras se sacrifican en los altares del mercado internacional… la sociedad de consumo consume fugacidades. Cosas, personas: las cosas fabricadas para no durar, mueren al nacer; y hay cada vez más personas arrojadas a la basura desde que se asoman a la vida”[1]. El tiempo verbal imperativo está presente en toda la publicidades creando cada vez más insatisfacción y acrecentando la vergüenza del no tener: aproveche, lleve, disfrute, usted se lo merece, usted es nuestro cliente estrella. Urge, desde la experiencia de Dios, recordar la sentencia aquella “hoy”: no solo de pan, no solo de cosas, hay que cultivar el espíritu, la trascendencia, aquello que va más allá de lo que vemos y de los brillos de la publicidad y el mercado religioso y económico. Renunciar al simplismo que nos ha querido enseñar la “teología de la prosperidad”: “la escasez es maldición de Dios, la abundancia es bendición divina”, cayendo en la tentación de creer que “se vive solo de pan” e ignorando la fuerza de la prueba capitalizada en la formación y construcción de un carácter maduro. El asunto no es tan fácil. Volvamos al texto.
            3). Acordarse del desierto como escenario para la corrección al experimentar el amor del padre, vv. 4-6. Dios, así como cualquier padre, usa los faltantes, las carencias y la estrechez de la vida para imprimir lecciones al carácter de su pueblo. Recordemos que el desierto es, por definición, un lugar de carencias y limitaciones. Sin caminos, sin carreteras, sin tiendas, sin supermercados, sin centros comerciales, sin cajeros automáticos. De manera intencional Dios padre forma y educa. El desierto fue el salón de clases en donde Dios formó y educó a su pueblo. El mismo desarrollo biológico nos enseña lo que también debe darse a nivel de carácter y formación personal. A medida que crecemos físicamente debemos ir creciendo psicológicamente en la comprensión de la vida y nuestras realidades.  Freire expresó: “Qué equivocados están los padres y las madres o qué mal preparados están para el ejercicio de su paternidad o maternidad cuando, en nombre del respeto a la libertad de sus hijos o hijas, los dejan librados a sí mismos, a sus caprichos, a sus deseos... La educación tiene sentido porque, para ser, las mujeres y los hombres necesitan estar siendo. Si las mujeres y los hombres simplemente fueran, no habría por qué hablar de educación…”[2].
            El llamado en esta primera parte del texto, 8:1-6, es a recordar la forma en la que Dios, como peregrino también, aconteció y sucedió en medio de ellos en los duros momentos de ese pasado llamado desierto. Así, el desierto no solo es un lugar geográfico sino también un lugar teológico. El pueblo es llamado a hacer memoria y a actuar de acuerdo con ese recuerdo. Por ejemplo ¿Cuáles eran las implicaciones prácticas del recuerdo del sábado? ¿Cuáles eran las implicaciones prácticas al recordar que en el pasado el pueblo había sido inmigrante? Pero, ¿Cómo recordaba Israel? Había varios escenarios para refrescar la memoria, pero quisiera resaltar dos que tienen que ver directamente con el tema del desierto: primero estaban las fiestas, que se convertían en una pausa, un alto en el camino para recordar; pero entre estas, la fiesta de los tabernáculos o de las enramadas (Dt16:16). Aquí, la familia dejaba por unos días la comodidad de casa y salían a las afueras y habitaban pequeñas chozas o enramadas, todo esto para recordar el desierto. Lo segundo era la práctica de “la cultura de la solidaridad” (Ex 22:21; Lv 19:34; Dt 10:19). Ponerse y poner a los suyos en contacto con los sufrimientos, los vacíos y los faltantes de otros para recordar el desierto y la vocación constate al servicio. La cultura de la solidaridad no ve al otro como competencia sino como un hermano, como un escenario para el servicio.
            Todo lo expuesto hasta aquí nos permite levantar una pregunta teniendo en cuenta el ayer del texto y el hoy nuestro, ¿Por qué antes éramos tan felices con “tan poco” y ahora somos tan infelices “con tanto”? Creo aproximarme un poco a la respuesta: el nivel de percepción de satisfacción ha ido creciendo con los tiempos. La globalización ha estandarizado el proyecto de felicidad de occidente que predica, desde la profecía del mercado y la publicidad, que somos más felices entre más cosas y cachivaches tengamos. Dentro de todo este espectro globalizante encontramos: la cultura del bienestar (que engorda); el mito de la máquina que nació en la modernidad y se ha acentuado hoy con los últimos aparatos tecnológicos, este mito declara que la maquina nos ordena y sostiene la vida; la poca tolerancia que esta generación tiene al dolor y a la crítica, somos una generación de “hipersensibles”; el individualismo intimista en donde el único referente es el individuo desapareciendo así del horizonte cercano la solidaridad y el servicio.  ¿Qué hacemos? Jesús dijo: “de que le sirve al hombre ganar el mundo y perder su alma” (Mt: 16:26). Hoy, hemos ganado el mundo pero hemos perdido el alma. Hemos ganado el mundo: poder, fama, aceptación, posición. Hemos perdido el alma: trascendencia, espiritualidad, relación, afectividad, lúdica. Será importante recuperar el culto como escenario de identidad, la solidaridad y las privaciones intencionales de cosas (ligeros de equipaje, los “no”). Continuará.

[1] GALEANO, Eduardo. Úselo y tírelo: el mundo visto desde una ecología latinoamericana. Planeta-Argentina, 2004, p.13, 173.
[2] FREIRE, Paulo. Pedagogía de la indignación: cartas pedagógicas en un mundo revuelto.  Siglo XXI Editores-Buenos Aires, 2012, p. 40. 

martes, 24 de octubre de 2017

Recordar es vivir (1)

Recordar es vivir (1)
Dt 8:1-20
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero192
Deuteronomio es el libro de la recapitulación (segunda ley). Moisés ya viejo, gastado y curtido con los años, recapitula la historia, recuerda la historia a la nueva generación de israelitas que están ad portas de “poseer” la tierra prometida. La antigua generación, la que salió de Egipto, murió en el desierto y en su tumba una lápida que decía: “aquí yace la generación que pudo ser y nunca fue” (Num 26: 65). Ahora, lo que fue promesa está a punto de concretarse, lo que estaba lejos se va acercando, lo que fue sueño es realidad. No obstante, es necesario reafirmar la fe, conectar a esta generación con la historia, con su identidad, especialmente con uno de los rasgos distintivos de la experiencia del pueblo y de la teología del Deuteronomio, la elección, esta no es fruto de la conquista humana, sino por pura gracia de Dios[1]. En el capítulo 8 Moisés hace una relectura de la experiencia del desierto. No se deja guiar por la “lectura fatalista de la historia” en donde esta se dirige inexorablemente al fracaso, a la tragedia, porque así lo quiso el destino o Dios. Tampoco hay rasgos de la lectura “satanista de la historia” en donde todo lo que acontece es atribuido al diablo o a satanás. Si las cosas fueran así, entonces los seres humanos serían solamente títeres del destino o de satanás negando libertad y responsabilidad. A través de tres indicaciones temporales (presente, pasado y futuro) el viejo predicador hace la “relectura de los 40 años de desierto” y desafía a su auditorio tomar decisiones. Veámoslo.
            Primera indicación temporal: el hoy, vv. 1,11. El “hoy” más que una referencia de 24 horas es una categoría amplia que comunica presente, actualidad, contemporaneidad. El “hoy” hace que la Palabra de Dios sea vigente al igual que la respuesta o decisión del pueblo ante esa palabra (Cp. Salm 95:7). El presente, “el hoy”, es el escenario temporal en donde se toman las decisiones importantes y vitales evitando la tentación de la postergación y el aplazamiento. En el texto, “el hoy” cargado con el mandamiento a guardar aparece como amarre, como ligazón o bisagra entre el pasado (“la tierra que juré”) y el futuro (“la tierra que poseerás”). Todos estos años la palabra dada a Abraham, “la tierra que te mostraré”, ha sido el garante y el motor que los ha empujado hasta aquí (Gen 12:1-3). No obstante no debemos olvidar que la promesa tenía carácter instrumental, es decir, iba más allá de Abraham o Israel mismo, tenía la intención de “bendecir a las naciones”, sería, una nación para las demás naciones. Esta era la propuesta divina para las reparar el mundo, para componer el desorden narrado en Génesis 4-11.   
            Segunda indicación temporal: el pasado, vv. 2-6. El énfasis en esta parte del texto es la necesidad de que el pueblo “se acuerde” de su pasado como peregrino en el desierto y la forma en la que Dios, peregrino también con su pueblo, le guio. 1). Acordarse del desierto como lugar de la prueba, v.2. Midiendo el grado de entrega (Gen 22), la prueba revelaría lo mejor o lo peor del pueblo, “descubriría el corazón”. La presión constante y sostenida revelaría de que estaban hechos, revelaría sus lealtades (“si iban a guardar los mandamientos o no”), o usando el lenguaje del capítulo 6, la prueba tenía la intención de saber si amaban o no a Dios (Dt 6:4). Y es que tal vez sea fácil confesar a Dios en la claridad y la holgura del día, lo difícil será avanzar en medio de las tinieblas, cuando el camino es largo, cuando el barro aprieta, cuando las situaciones cambian (Cp. Mrc 15:33,39). 2). Acordarse del desierto como lugar de la pedagogía divina, v. 3. La prueba reorienta y enseña, viene a recordarle al pueblo lo esencial, viene a enseñarle la diferencia entre lo fundamental y lo liviano, lo light, lo pasajero y no relevante. Les ayuda a recategorizar los valores: “no solo de pan vivirá el hombre…”. La sentencia no descarta el pan, la materialidad, pero si lo relativiza considerando que existe un horizonte mayor, la Palabra de Dios. En Egipto la provisión estaba en las ollas llenas de carne puestas allí por sus victimarios, por sus verdugos; ahora, el en desierto, la provisión será dada por la Palabra de Dios (Ex 16:13; Nm 11:5). La Palabra reorienta lo material y lo pone en el lugar correcto. Recordemos que en la Biblia la comida es un asunto muy espiritual, trata de la relación con Dios y los demás (Gen 3:1-7).
            Dos tentaciones debemos evitar frente a la realidad anteriormente descrita: por un lado “la tentación materialista”, la que declara que el hombre solo vive de pan, se gasta en el aquí y el ahora, y vive para las cosas. Por otro lado, “la tentación espiritualista”, la que dice que el hombre solo vive de Palabra, solo es un espíritu que sostener negando la corporeidad y lo físico. Recordemos que este texto es citado por Jesús en la primera tentación, también como Israel, en el desierto (Mt 4:1-11).  Jesús categoriza sus valores y agenda, pone en primer lugar lo importante y en el segundo lo urgente, confía en la Palabra de Dios que sostiene y orienta. Él dice que no es hijo para merecer, meramente como privilegio especial para abusar, sino que es hijo para obedecer, como responsabilidad esencial para su  identidad. Yo creo que en el texto hay una crítica implícita a los hábitos de consumo egipcios y una observación incisiva a la provisión generosa da Dios en el desierto; la ración diaria versus las grandes ollas de comida a costa de la esclavitud y la negación de la identidad y la misión.  Continuará.


[1] GARCIA LÓPEZ, Félix. Introducción a la Biblia: el pentateuco. Verbo Divino, Estella (Navarra), 2004, p. 286

viernes, 20 de octubre de 2017

Las cinco solas… evangélicas

Las cinco solas… evangélicas
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 192
Se suele resumir la “teología de la reforma” (no “teología reformada” que a mi entender es otro asunto) en cinco sentencias aforísticas conocidas popularmente como las “cinco solas”. Estas son: Sola scriptura (“solo por medio de la Escritura”), Sola fide (“Solo por la fe Dios salva”), Sola gratia (“solo por la gracia”), Solus Christus o Solo Christo (“solo Cristo” o “solo a través de Cristo”) y          Soli Deo gloria (“la gloria solo para Dios”). La tradición de la reforma condensa en las “cinco solas” el resultado teológico de “la fractura” con roma llevada a cabo por Lutero y los reformadores paralelos y siguientes. Los herederos de la reforma protestante sacamos pecho y confesamos “¡esto es lo que creemos! ¡Esto es lo que nos identifica!”. Ahora, dado que la reforma protestante nace desde la necesidad de una autocrítica, cosa que muchos protestantes olvidan hoy queriendo reformarse criticando a otros (“Ecclesia reformata, semper reformanda”, el cual significa: “La iglesia reformada, siempre reformándose”), quisiera nombrar aquí, algunas solas, algunas creencias que identifican a los evangélicos (mixtura extraña entre protestantismo Europeo, evangelio Made in EE-UU y matices latinos), de hoy y que los hacen muy particulares.
1. Solo a través de la iglesia evangélica, o confesión evangélica, hay salvación. En palabras pocas, “solos los evangélicos son salvos”. Esto es en lo que creen muchos evangélicos, lo sienten y lo confiesan, cuando miran con sospecha o por debajo del hombro a quienes no viven y experimentan la fe como ellos. Todo aquello que no tenga el “rotulo evangélico” se mira con recelo y desconfianza, convirtiéndolo inmediatamente en “campo misionero”. Así, ignoramos al menos cuatro asuntos: 1). Que solo Cristo salva (no la institución o nominación), 2). Que el cristianismo es mucho más amplio que la experiencia evangélica, 3). Que la sentencia de San Cipriano “Extra Ecclesiam nulla salus” (“Fuera de la Iglesia no hay salvación”) hace rato está siendo revisada, 4). Que cuando un grupo declara tener la verdad y fe absolutas, ya no es iglesia, es secta.
2. Solo la “oración de fe” es camino seguro a la salvación. Nuestra tarea evangelistica, heredera de modelos foráneos, es muy pre cocida, condesada y encapsulada en formulas. “La oración de fe” entra en esta fe hecha formula. Debemos decir que “la oración de fe” es un invento contemporáneo, según se cree, nace en los avivamientos norteamericanos del siglo 19. Fue desconocida para Jesús y los apóstoles. Para Jesús, por ejemplo, lo importante no fue hacer repetir, como loros, una oración, sino propiciar encuentros, estos encuentros produjeron crisis y cambios de vida. Conozco creyentes que jamás repitieron, en sus inicios de fe, una “oración” sino que experimentaron un encuentro y cambio de vida. Siempre será más fácil hacer de la fe una fórmula para repetir cual costumbre mágica, pero el camino que el evangelio nos plantea es más largo, no sabe de fórmulas, el camino implica  “ver, acercarse, acompañar y compartir”. La predicación del evangelio es más “efectiva” cuando se hace desde los afectos, desde la familiaridad, desde la amistad.
3. Solo la lectura dispensacionalista de la Biblia es legítima.  Por dispensacionalismo entendemos al sistema teológico cristiano que afirma que Dios ha empleado diferentes medios de administración de sus planes en diferentes períodos de la historia humana, donde ha demostrado su gracia. Poniendo especial cuidado a la división entre Israel étnico y la iglesia. El dispensacionalismo es un patrón hermenéutico planteado por John Darby (1800-1882) que hace énfasis en “la interpretación literal de la Escrituras”, “el divorcio entre Israel y la Iglesia”, “las sietes dispensaciones”, “el reino milenial terrenal”, “la gran tribulación y el rapto”. En palabras pocas, lo que creemos del rapto, la tribulación y mucha “escatología ficción”, se desprende de este “modelo hermenéutico”. Frente a este modelo de leer y ver la Escritura hay alternativas más contextuales, frescas y que hacen mejor juicio al texto Bíblico y su contexto. No obstante son miradas con sospecha pues el dispensacionalismo, en muchos sectores evangélicos, es vaca sagrada.
4. Solo la versión Reina Valera 60 es la de lectura aceptada en la iglesia. La RV tuvo su origen con la presentación de la llamada Biblia del Oso. Fue publicada en 1569 y debe su nombre al principal autor de la edición original, Casiodoro de Reina, así como a su primer revisor Cipriano de Valera, esta Biblia es una traducción de la Biblia de Erasmo De Roterdam copiada de unos textos Sirios llamados "Textus Receptus". El asunto es que la RV es solo una traducción de la Biblia y pionera en el mundo hispanoparlante no obstante, parece que para muchos toda “versión” o “traducción” distinta es digna de sospecha o de rechazo. Es cierto que hay versiones con las que nos identificamos más que con otras, no obstante debemos reconocer el esfuerzo que se hace hoy para que, desde diferentes traducciones,  la Palabra de Dios sea actual o contemporánea al creyente de ahora. En Pentecostés todos oyeron la Palabra de Dios desde sus propias lenguas y en la reforma Lutero puso en manos del pueblo la Biblia en lengua vernácula (o lenguaje popular).
5. Solo quienes hablan en lenguas tiene al Espíritu Santo. Algunas tradiciones pentecostales siguen afirmando lo anterior, la verdad es que en el NT “las lenguas” son un don más dentro de toda una gama de manifestaciones del Espíritu.  Es más, entra en la categoría de “don personal y de uso privado” a no ser que en la comunidad haya interprete. Esto porque lo importante en el culto no es el show sino la edificación de todos. Para el apóstol Pablo, hablar lenguas en público sin interpretación no es sinónimo de espiritualidad sino de torpeza. Fin. 

miércoles, 4 de octubre de 2017

El fin del fin (2)

El fin del fin (2)
Pautas para la lectura de Mateo 24-25
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 191
6. Otra mención que ha generado especulación y construcciones literarias es el de los versos 40 y 41 del capítulo 24. Los versos dicen: “Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada”. Por influencia de la teología escapista raptista (referente al rapto) y las novelas “Dejados atrás” de Tim LaHaye, en los versos anteriores se ha dicho que “el tomado y la tomada” es una referencia a las personas que se van al cielo en el rapto y, “el dejado y la dejada” se refiere a las personas que se quedan aquí en la tierra.  Sin embargo parece ser que esta lectura es equivoca, el verso anterior nos da la clave, el texto dice: “…y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos”. Existe un paralelo entre “se los llevó” y “los tomados y tomadas”, es decir, que el texto lo hemos estado leyendo al revés: así como el diluvio se llevó a muchos, la venida del Señor se “llevará” a muchos, es decir “los tomará por sorpresa”.  
7.  Otro tema que genera especulación y disenso es el de la mención de los “aparentes” cambios astrológicos en el sol, la luna y las estrellas. El texto dice: “Pero inmediatamente después de la tribulación de esos días, EL SOL SE OSCURECERA, LA LUNA NO DARA SU LUZ, LAS ESTRELLAS CAERAN del cielo y las potencias de los cielos serán sacudidas” (Mt 24:29). Dada esta mención o alusión, cada vez que hay un eclipse solar o lunar, escuchamos algo de algún meteorito en relación con la tierra o asuntos parecidos, relacionamos ligeramente estos sucesos con la venida del Señor y los eventos finales que la precederán. El acontecimiento se describe aquí como una crisis ecológica; el cosmos se desbarata. El sol, la luna y las estrellas pierden su razón de ser y como tal pierden vigencia. Las potencias al ser conmovidas pierden su poderío. La lectura alternativa posible a la literalista, brevemente expuesta, es que estemos frente a un lenguaje simbólico. Ya en el AT se usaba este lenguaje para hablar simbólicamente de los poderes políticos e imperios (Is 13:10). En la antigüedad tanto a Babilonia como a Roma se los representaba como imperios resplandecientes. El símbolo del imperio romano era un sol glorioso que resplandecía en todas su colonias. Creo que la propuesta de Jesús apunta a decirle a los suyos: “todo aquello que se levanta y resplandece va a perder su brillo y su fulgor”. Esto incluye el templo.
“Pareciera que hay una relación directa entre la caída de los poderes y el resplandor del hijo del hombre. Los poderes han estado obstruyendo, obnubilando, opacando la visibilidad de los pueblos. Su permanencia impedía ver al Hijo del Hombre. Cuando caigan dejaran de resplandecer; no quedará un vacío de poder, sino que será posible ver al hijo del Hombre con gran poder y gloria… les recuerda a los sufridos de su época que ningún poder opresor, por resplandeciente e intocable que luzca se sostendrá… La caída de esto poderes para nosotros los cristianos, significa a su vez el encuentro con el Hijo, de quien vamos a disfrutar poder y gloria, por quien vamos a ser empoderados y en quien vamos a ser embellecidos”[1].  
8. El tema de la higuera ha sido también discutido, desde el dispensacionalismo se ha afirmado que la higuera es Israel. Así, debemos siempre poner siempre los ojos en Israel “como reloj profético”. No obstante esta visión no hace juicio a la visión que el NT tiene de pueblo de Dios (Ef 2:1-23). Pero otra vez, la higuera es una figura sacada del mundo de los árboles frutales para darnos una lección (Mt 24:32): el verano como expresión de vida, calor, alegría y cosecha, está por llegar. El verano es la llegada misma del Hijo del Hombre.
9. La tres parábolas, “la de los mayordomos, la de las diez vírgenes y la de los talentos”, están allí para decir no el “cuando viene” sino “como debemos esperarlo”. La fraternidad (Mt 24:45-51), la prudencia (Mt 25:1-13) y el trabajo (Mt 2514:30) deben caracterizar este “mientras tanto”. Es decir, el creyente vive el presente desde el futuro.
10. Debemos enfatizar el hecho de que Mateo no está interesado, al final de su evangelio, en la ascensión de Jesús sino en afirmar su presencia constante en la comunidad confesante. Jesús se hace presente en el rostro del enfermo, del desamparado; Jesús se hace presente en la predicación de su palabra que transforma y forma. Es importante mantener la siguiente paradoja: al que esperamos siempre ha estado aquí.
11. La escatología cristiana, parte del discurso teológico con el que generalmente se asocia el tema de la segunda venida,  ha de entenderse, no como un apéndice del discurso teológico que trata de las cosas finales, sino tal como lo afirma Moltmann “desde principio a fin el cristianismo es escatología , es esperanza, mirando y moviéndose hacia adelante y por ello también cambiando y transformando el presente… el carácter de toda proclamación cristiana, de toda existencia cristiana y de la iglesia entera tiene una orientación escatológica”.
12. El discurso escatológico de Mateo no es una invitación a la especulación, la escatología morbosa o de periódico, sino un incentivo para la misión. Lo “apocalíptico” no es sinónimo de desastre o de fin sino de principio. El futuro nos pertenece. Quiera Dios que podamos volver a leer su Palabra echando a un lado las tradiciones y temores. Fin.


[1] ATIENCIA, Jorge. Jesucristo el último hombre de la historia. Kairos-Argentina, 2000, p. 48-52.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

El fin del fin (1)

El fin del fin (1)
Pautas para la lectura de Mateo 24-25
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 190
De tiempo en tiempo en la iglesia, y la sociedad en general, se experimenta una fiebre escatológica y apocalíptica (según el entendimiento popular de estos términos), es decir, un énfasis desmedido y desaforado en el discurso acerca del “fin del mundo”.  Este tema entraña una paradoja, por un lado atrae a las personas y por otro lado las atemoriza. Entre la atracción y el temor hay teorías, gurúes, charlatanes, “teólogos”, opinadores y un negocio que mueve bastante dinero, dinero generado a partir del temor, el miedo y la fascinación. No me extraña que la sociedad en general se mueva tras estas dinámicas y coyunturas, lo que sí me parece paradójico es que la iglesia misma sea la que también patrocine  estas desfachateces y las maquillen con Biblia, todo por la ignorancia y  el analfabetismo bíblico, curiosamente entre los protestantes, que tanto “honor” hacen a la Biblia y tanto critican las tradiciones. El tema y los materiales Bíblicos sobre este han sido cargados de tantas tradiciones que ya el relato Bíblico ha perdido su poder esperanzador y transformador.  Quiero sugerir algunas pautas para la lectura de uno de los textos más representativos en el “discurso escatológico” como lo es Mateo 24-25.
1. Estos capítulos contienen el último discurso de Jesús, de cinco que contiene Mateo, y se le conoce como “el discurso escatológico”. Su propósito no es infundir miedo sino esperanza. Y es que la fe en Jesús de Nazaret tiene que producir en nosotros una esperanza activa de dimensiones cósmicas, una esperanza de plenitud para siempre de todo lo creado. Jesús nos presenta la historia humana inmersa en el dolor, la lucha, la guerra y la persecución. Y nos dice que, a través de toda esta tremenda confusión, se está gestando el futuro: un mundo en continuos “dolores de parto” (Rom 8: 22) y en continuo nacimiento del hombre nuevo (Ap 12: 2.4-5). Quiere infundirnos confianza, para que no decaigamos en la fe en la hora de la prueba, y sepamos reconocer en todos los acontecimientos de la historia la mano de Dios, que nos lleva a la plenitud.
2. La ocasión del discurso se la ofrece a Jesús la pregunta de sus discípulos: “¿cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?” (Mt 24: 3). Jesús toma distancia de la institución templaria  y declara su pronta destrucción. Los discípulos intrigados preguntan sobre “el cuándo” de la destrucción del templo y sobre el fin “del mundo”. Ahora, ¿por qué razón ellos relacionan “la destrucción del templo” con “el fin del mundo”?  Recordemos que “fin del mundo” no tiene que ver con cataclismos, catástrofes y hecatombes, sino con el inicio de un nuevo orden a partir de Dios y su reinado. La esperanza cristiana elaborada en el NT no trata de la destrucción de este mundo con nuestra huida hacia otro sino de la restauración de este mundo como lo fue al principio.
3. Hay un asunto fundamental que no podemos pasar por alto y que determinará la lectura y comprensión de este discurso. El asunto es la forma literaria “apocalíptica” que la mayor parte del texto toma. En exegesis, la clase de literatura condiciona mi cercamiento e interpretación. Por ejemplo, no es lo mismo interpretar salmo 1 que Romanos 1. Así que de entrada sabemos que la literatura apocalíptica es rica en símbolos, imágenes,  lenguaje contestatario, figuras, números, colores y demás. El mensaje no está en el literalismo sino en el simbolismo. Por ejemplo, en la apocalíptica cuando leemos “ojos” tenemos que leer “conocimiento”.  Donde leemos “mano” tenemos que leer “poder”.  Donde leemos “piernas” tenemos que leer “estabilidad”.  Donde leemos “alas” tenemos que leer “movilidad”.  Donde leemos “cuernos” tenemos que leer “fuerza”. Donde leemos “siete” tenemos que leer “plenitud y  llenura”. Donde leemos “sol y luna” debemos leer (generalmente) “poderes políticos”.
4. Una observación cuidadosa arrojará como resultado el hecho de que esta pregunta hecha por los discípulos a Jesús, “¿cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?”, no se responde en ninguna parte del discurso. Jesús no respondió ninguna de las preguntas: ni les dice “cuando” (Mt 24: 36 Cp. Hech 1:7), ni les revela alguna señal que anuncie su venida que será como “relámpago”. La única señal será el mismo “hijo del hombre en el cielo” (Mt  24:30) y las “grandes señales del cielo” (Mt 24:29). Los falsos cristos si estarán en escena satisfaciendo todo tipo de curiosidad apocalíptica con grandes señales y prodigios engañosos (Mt 24:24). Es cierto que Jesús habla de “guerras, hambrunas, terremotos” pero no las llama “señales” sino para advertirles contra las falsas interpretaciones apocalípticas, él les dice “aun no es el fin”. En contraste con el pensar común de hoy. Jesús ataca esta clase de “señalomanía”, la única señal será la de su misma venida y las consecuencias cósmicas de esta. Cualquiera otra pretensión es puro engaño[1].
5. La mención de “los días de Noé” (Mt 24:38) es importante aludir. La fuerza de esta mención no está en “la moralidad de los días”, como se predica a veces, sino en “la normalidad de los días”, es lo que realmente el texto sugiere. Es decir, sigue el discurso haciendo énfasis en el carácter sorpresivo de la venida de Jesús. El diluvio, aunque anunciado, tomó a las personas por sorpresa, en medio de la normalidad de la vida: construyendo familia y alimentándose. Continuará.   

[1] STAM, Juan. Apocalipsis y profecía: las señales de los tiempos y el tercer milenio. Kairos-Argentina, 2007, p. 18. 

lunes, 25 de septiembre de 2017

Zaqueo: de la corrupción a la salvación

Zaqueo: de la corrupción a la salvación
Lc 19:1-10
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 189
Si hay algo que hemos olvidado en la experiencia y la proclamación del evangelio es que este es… “buenas nuevas de salvación”. Algunos, por influencia de escuelas evangelisticas ya gastadas, piensan que el mensaje del evangelio es el de condenación e infierno, pero que va. El evangelio es “buenas nuevas de salvación” para el perdido, esto es, para la prostituta, para el ateo, para el comunista, para el religioso, para el evangélico (que se cree depositario de la verdad) y, aunque lo miremos con sospecha, el evangelio es buenas nuevas para el corrupto. Esta última es una de las calificaciones morales para Zaqueo. Pero el relato, no solo nos presenta la posibilidad de un funcionario corrupto salvado sino también se la posibilidad de un “rico pasando por el ojo de una aguja” siendo la contraparte, en la narración, del rico tonto (Cp. 16:19-31), y del joven rico que se perdió la oportunidad de su vida al no querer renunciar a aquello que le ataba (nnnn). El texto presenta la siguiente estructura concéntrica así:
a. Al inició: Jesús y un jefe de recaudadores, vv.1, 2.
  b. La espera de Zaqueo y los obstáculos, v. 3.
      c. Subir a un sicomoro para ver a Jesús, v 4.
          d. La palabra central de Jesús: hoy, v. 5.
      c’. Bajar del árbol para acoger a Jesús, vv. 6-7.
  b’. La decisión de Zaque sin obstáculos, v. 8.
a’. Al final: el hijo del hombre y un hijo de Abraham, vv. 9-10.
            Jesús asiste a la casa de “un pecador”, pero su mensaje, del cual Lucas nos priva, es desafiante. Para que Zaqueo se pare y confiese lo que dijo y tome las actitudes que tomo, el mensaje que predicó Jesús debió ser muy desafiante. Jesús asiste a la casa del pecador, pero se niega a dejarlo igual. O, pensándolo bien tal vez ese sea el mensaje, en contraste con la multitud que critica a Jesús porque va a comer con un pecador, Jesús “ve”, “se acerca”, “acompaña” y “acoger”. Desde categorías rituales de impureza o pureza habían dejado a este pecador por fuera. Pero ¿No hacemos lo mismo hoy? Zaqueo, quien al principio quería “ver” a Jesús, es “visto” por este último y es acogido con tal profundidad que le cambia la vida. Zaque, un funcionario corrupto que había amasado una fortuna siendo publicano y declarándose por esto, enemigo de sus conciudadanos y amigo del imperio, es ahora salvado. Zaqueo, huérfano por los religiosos, concluye siendo hijo de Abraham, incluido la pueblo de Dios. Y la misión de Jesús es leída en clave “soteriológica”: vino a salvar y a buscar lo que se había perdido (Ez 34:16; Lc 15:4, 6, 9). Zaqueo es como aquella moneda perdida, como aquella oveja extraviada o como aquel hijo, perdido encontrado.
            El “hoy”, en la estructura, es la parte central. El “hoy” en Lucas es puerta hermenéutica (2:11; 4:21; 5:26; 12:28; 13:32,33; 19:5,9; 22:34,61; 23:43). El “hoy” no hace referencia a un tiempo de 24 horas o a un día, sino a un tiempo en el que Dios, en Cristo, está actualizando las viejas promesas dadas a Israel (Cp. Salm 95:7). Fuera del templo, fuera de la religión establecida con ritos y demás, acontece la salvación, allí en la sencillez escandalosa de una acogida sucede el milagro de la salvación de un corrupto, un perdido. Y es que siempre que nos hallemos caminando en la vida sin depender de la gracia de Dios o que hagamos de esta una excusa para mirar a los demás por debajo del hombro, estaremos perdidos, seremos objetos del evangelio de la gracia. Jesús es un huésped incomodo hace que Zaqueo mencione lo que le impide vivir: la avaricia, robos, opresión, etc. 
            Quisiera hacer tres observaciones finales sobre este texto y nuestra espiritualidad. 1). Frente a la espiritualidad consumista. El encuentro con Jesús no es uno con casa, carro y beca, sino más bien un desencuentro con la vida centrada en la casa, el carro y la beca. Para Zaqueo, este encuentro afectó “negativamente” sus finanzas, causó un detrimento patrimonial; provocó una conversión “financiera”. 2). Frente a la espiritualidad intimista. La conversión de Zaqueo cuestiona esta tradición evangélica que ve la experiencia conversión como una asunto privado, una cuestión intima entre Dios y el individuo, pero sin ninguna referencia al prójimo, sin ningún impacto social. Zaqueo tuvo que expresar y verbalizar las consecuencias sociales y fraternas de la fe en Cristo. Dios “acoge a los victimarios para que cambien; no los justifica ni pacifica, pero si los invita a restituir, a recomponer la relación rota con sus hermanos, a quienes llegaron a convertir en víctimas y sufrientes de sus acciones”. 3). Frente a la espiritualidad elitista.  El relato cuestiona esa “experiencia de Dios” que hace de la conversión la puerta de entrada a una “rosca religiosa” y que mira con sospecha al otro, rotulado, generalmente, como “raro”. Se hace de la iglesia un club y no una comunidad peregrina que, como Jesús, ve, se acerca, acoge y comparte. Los mayores estorbos  para la misión son las prevenciones y el hecho de hacer de la gracia un “privilegio” que nos pone por encima de los demás, que nos hace “ciudadanos de primera clase”. Por ello, estoy creyendo en estos días que los “evangélicos debemos convertirnos” al evangelio de Jesús. Necesitamos, como Zaqueo, verbalizar aquello que no nos permite vivir a plenitud y celebrar así una auténtica espiritualidad evangélica. Fin. 

martes, 19 de septiembre de 2017

Al papa Francisco

Al papa Francisco
Carta abierta a alguien que no la leerá
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 188
Estimado papa Francisco, le escribo esta carta reconociendo al menos dos asuntos importantes: 1).  Lo hago comprometido desde mi tradición protestante (no me da miedo decir que también tenemos “tradiciones”), es decir, como un hermano “separado”, tal como lo contempló el concilio vaticano II. Reconozco desde aquí el famoso aforismo Agustiniano: “En lo esencial unidad, en lo dudoso libertad, en todo caridad”. 2). Lo hago también entendiendo que la nominación “cristiano”, no solo se usa para etiquetar a los protestantes, esta es mucho más amplia, se reconocen con esa etiqueta, al menos, tres grandes tradiciones: el cristianismo ortodoxo, el cristianismo católico y el cristianismo protestante. Es una verdadera lástima que muchos protestantes sientan que la etiqueta les pertenece solo a ellos y que son los únicos depositarios de la verdad, rayando así en el sectarismo y el fundamentalismo, nada positivos para el diálogo y la convivencia.  Ah, pero no le he dicho cuál es la razón de esta carta, me motiva parte de las declaraciones que usted hace en un video ampliamente difundido, respecto al diálogo interreligioso (cosa por la que no tengo mayores reparos), no obstante hay una frase dicha por usted, que me preocupó, (al igualar confesionalmente al budismo y al islam con el cristianismo), la frase es esta: “…buscan a Dios o encuentran a Dios de diversas maneras”[1]. Le digo abiertamente que no estoy de acuerdo, y le voy a dar varias razones por las cuales no puedo concordar con usted. Lo expresaré así: daré algunos ejemplos de asuntos o eventos que no hubiesen ocurrido en la historia de la salvación (narrada en la Biblia), si los allí implicados hubiesen creído lo que usted confesó en la frase anteriormente citada. Veámoslos:
            1. El juicio de la serpiente (con toda la carga mítica y simbólica de esta pues por experiencia y ciencia las serpientes no hablan), hubiese sido aceptado como válido. La “hermenéutica” serpentina hubiese sido admitida sin mayores reparos pues solo “sugería” otra forma de “conocer a Dios” y de ser humano, de ser persona.
2. Josué, quien tuvo la misión de introducir a Israel a la tierra prometida, no se hubiese preocupado en lo absoluto por lanzar aquel desafío tan grande a los suyos cuando dijo: “Y si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al Señor”. No solo lanza el desafío sino que establece una clara diferencia entre “los dioses” y “El Señor”.
3. El poeta que escribe salmo 115, no se hubiese preocupado por hacer una crítica tan severa al fenómeno idolátrico babilónico y declarar que la idolatría no puede ser neutral, que el ser humano termina pareciéndose aquello que adora. Que la idolatría insensibiliza, despersonaliza: vuelve a las sociedades ciegas, sordas, mudas. Las incapacita  para ver, responder y hablar ante la posibilidad del bien.
4. Jesús no se hubiese preocupado por decirle a la Samaritana que las intenciones de esta para adorar eran buenas pero que estaba mal enfocada. No solo descarta al sistema de adoración “según Gerizim” sino que también declara obsoleto al templo judío. Jesús no le dice: “sigue así, encuentra a Dios a tu manera”. La mujer sale reorientada, perdonada y liberada.
5. Pablo no hubiese tenido que decirle a los atenienses que todos sus dioses estaban en entredicho, que él, Pablo, les venía a presentar al “Dios que ellos no conocían pero que le reservaban un altar”. Perece ser que al final del discurso Pablo llama al tiempo de los otros dioses, el “tiempo de la ignorancia”.
6. Pablo no hubiese tenido que soportar “el escándalo de la cruz”: frente aquellos que pedían milagros pudo ceder y concedérselos, frente a los que querían sabiduría pudo hacer lo propio, ¡Para qué preocuparse por ese detalle de la cruz y ese horrendo carpintero colgado allí, fungiendo de Dios “fracasado!”.
7. Los cristianos perseguidos por roma no hubiesen muerto en el circo romano, pues simple y llanamente hubiesen reconocido al Cesar como “un camino más” y listo.
            Termino, valoro el énfasis en la misericordia como camino para llegar a las personas, así lo hizo Jesús. No se acercó desde la doctrina o el dogma sino desde el amor y la misericordia. Comparto el diálogo interreligioso como mecanismo para contribuir a la paz del mundo dado que las religiones han sido gestoras de grandes males y guerras. Critico  a muchos de los míos que toman los desaciertos y males de la Iglesia Católica como referente apocalíptico y escatológico, como si los protestantes estuviésemos exentos de pecado. Pero, si hay un favor que el cristianismo puede hacerle al mundo es mostrarle EL CAMINO, flaco favor le haríamos si lo dejamos en su ambigüedad y tomando aguas de “cisternas rotas”. Usted mismo lo ha declarado: “la fe no solo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver… San Pablo rechaza la actitud de quien pretende justificarse a si mismo ante Dios mediante sus propias obras”. Estoy orando por usted, como lo ha pedido.  Con cariño, Jovanni.

Cristología satánica (4)

Cristología satánica (4)
Una mirada crítica a nuestras confesiones y experiencias cristológicas
Mrc 8:27-32
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero187
3). La cristología satánica se manifiesta en la vida y experiencia de fe en todos los aspectos de esta, por ejemplo: en la casa, cuando imponemos al texto Bíblico y su lectura toda la carga machista del latinoamericano. He escuchado a hombres decir, según ellos apoyados en Efesios 5, “soy el jefe de la casa, soy la cabeza”, usando esta confesión para maltratar, herir y pisotear. No han leído que Efesios 5 rechaza “la cristología satánica” diciéndole al hombre que su amor por su esposa, debe ser como el de Cristo por su Iglesia, un amor sacrificial. Su forma de liderar es sirviendo, entregándose; cuando un hombre en la casa tiene que reclamar autoridad es porque no sabe que la autoridad no se reclama se muestra. Otra forma de reflejar a satanás es cuando en los seminarios de parejas, en los cursos prematrimoniales o en los libros que tratan el tema del matrimonio se le dice al hombre: “usted es el sacerdote de la casa”. Quienes así afirman, quieren seguir imponiendo o proponiendo un modelo “tipo sacerdotal” del AT, ignorando que en en virtud de la obra de Cristo, contada en el NT, todos, hombres y mujeres, SOMOS SACERDOTES". La reforma le llamo a este “redescubrimiento”, “el sacerdocio universal de todos los santos”. Una cosa es que haya distribución de roles en casa y otra es seguir apoyando culturas y costumbres que no abogan por la celebración de una sana experiencia de Cristo en el nicho familiar.
            La cristología satánica se manifiesta en las formas que tenemos de entender y practicar el liderazgo. Hoy día se habla mucho del liderazgo en la Iglesia, mucho se escribe y se debate desde varios puntos de vista. En América Latina es fuerte la realidad del síndrome del “caudillo o cacique”, quien históricamente ha ejercido una influencia en demasía en la política de los países latinos. Es fácil que se transfiera directamente tal sistema del liderazgo a la iglesia local. La cultura lo favorece mucho. Otra tendencia en las iglesias del norte es el patrón del mundo de los negocios.  Lo que resulta en la mercadotecnia, según se dice de parte de muchos, debe funcionar también en la iglesia. Las cifras, las mega-iglesias, la fama del pastor y evangelista carismático, todo constituye una influencia muy fuerte.  Pero la pregunta que contestar es: ¿Cuál es el patrón o el molde bíblico que Dios reconocerá y bendecirá? Lo esencial del liderazgo Bíblico no es lo que se hace sino lo que se es. El dirigente no se nace, sino que se hace como barro en las manos del alfarero. El liderazgo se forja en la prueba, la humillación, en la obediencia y por la fe en la Palabra de Dios. Cada creyente tiene su campo misionero, su ambiente donde puede brillar para Cristo. El liderazgo no es más que Cristo viviendo en el creyente.
            La cristología satánica se manifiesta en la experiencia diaria cuando se vive confesando a ese cristo triunfalista y todopoderoso. En palabras de apocalipsis: se confiesa al cristo LEÓN pero no el cristo CORDERO. “Levantar banderas llenas de discursos triunfalistas con respecto de la cruz, desde nuestra ubicación espacial y temporal, es un error facilista. La verdad es que las narraciones del evangelio, lejos de nuestra mirada “victoriosa” del sufrimiento de Jesús, dejan notar, tras la muerte del rabino itinerante del primer siglo, un panorama desolador y lleno de decepciones”[1]. La vida cristiana es triunfante más no triunfalista. Significa que la fe en Jesús no es como una fuerza mágica que ahuyenta los males y atrae los bienes. La fe en Jesús es la experiencia de su presencia que por su Palabra propone agendas, señala caminos, muestra nuevos rumbos, abre rutas para la esperanza. Frente a esto el creyente debe aceptar las rupturas, tomar decisiones y abrirse a la presencia acompañante y a la Palabra siempre orientadora. El triunfalismo, por su parte es “creer que todo lo que se hace está bien hecho, que jamás nos equivocamos, y que el resultado final está garantizado por lo que somos y valemos. Triunfalismo es esa actitud, doctrina o creencia de que el credo religioso propio es superior al delos demás”[2].
            La pregunta sigue tan vigente hoy como lo fue ayer y lo será mañana: “Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo?”. La tentación del poder o de convertirse en un rey/señor típico y normal fue crucial y frecuente para Jesús. Él fue capaz de rechazarla decididamente y este rechazo es normativo para nosotros hoy[3]. Jesús, “en lugar de aplastar el poder del mal con su fuerza divina; en lugar de imponer la justicia y de destruir a los injustos; en lugar de establecer la paz mediante el gobierno de un príncipe perfecto; en lugar de juntar a los hijos de Jerusalén bajo sus alas… dejó que le mal hiciera su labor mientras pudiera; se contentó con los caminos lentos y desalentadores de ayudar en lo esencial… amar la justicia y hacer que crezca, no desquitarse… Resistió todo los impulsos de actuar rápidamente para conseguir un bien menor[4]. Creo que esta fue la razón para que lo rechazaran y no lo aceptaran (Jn 1:11-12). La iglesia hoy también rechaza a ese cristo y ha construido en su lugar a un ídolo, a un Cristo satánico. Fin.


[2] DEIROS, Pablo. La iglesia latinoamericana: su vida y su misión. Certeza-Argentina, 2011, p. 21.
[3] SCHIAPANI, Daniel S. Teología del ministerio educativo: perspectivas latinoamericanas. Nueva creación-Buenos Aires, 1993, p. 108.
[4] YANCEY, Philip. El Jesús que nunca conocí. Vida-Miami, 1996, p. 74. 

martes, 12 de septiembre de 2017

Cristología satánica (3)

Cristología satánica (3)
Una mirada crítica a nuestras confesiones y experiencias cristológicas
Mrc 8:27-32
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero186
4). En medio de esta reorientación de la fe, ¿Qué significa la sentencia “tomar la cruz”? Recodemos que esta declaración de Jesús está enmarcada en la confesión mesiánica de Pedro (8:27) y la negativa de este al entender al mesías que iría a Jerusalén a morir. Una vez Pedro ha “descubierto” la identidad de Jesús, ha pegado en el clavo, Jesús le habla sobre la “necesidad de morir” y Pedro se opone a esta idea y le reconviene. Por otro lado, recordemos también que a estas alturas la cruz no se había convertido aún, como hoy, en un símbolo general de sufrimiento. Hoy, cuando hacemos referencia a una enfermedad o a algún tipo de sufrimiento decimos  “esta cruz que me ha tocado llevar”. Pero no, la sentencia “tomar la cruz” vinculada a la confesión mesiánica pronunciada por Pedro y reorientada por Jesús no puede significar sino el hecho de empezar a repensar al mesías, empezar a verlo desde otra óptica, con otros ojos; convertirse del mesías violento al mesías siervo. Tomar la cruz significa vivir la vida de Cristo, su proyecto, con la radicalidad que merece, con el dinamismo que requiere y con la continuidad que demanda. Así, la cruz es un símbolo que comunica la radicalidad del evangelio y el camino de transformación. Jesús NO MURIÓ EN LA CRUZ para evitar que nosotros vayamos allí. La muerte de Jesús EN LA CRUZ ES UN MODELO PARA IMITAR NO UN ASUNTO PARA ADMIRAR. Él nos invita a morir su muerte para que vivamos su vida”. Así, la Biblia nos llama a morir la muerte de Cristo, experimentar su pasión; para vivir la vida de Cristo, experimentar su resurrección (Gal 2:20; Rom 6:1-6)[1].
            Quisiera terminar con algunas reflexiones más intencionales para nosotros hoy. 1). La teología, y en términos concretos la cristología nace en la crisis, la crisis que genera la pregunta… ¿Y quién dicen ustedes que soy yo? En el texto, es el mismísimo Jesús quien cuestiona y nos invita, a partir de la pregunta, a revalorar constantemente no solo lo que creemos de él sino también nuestra experiencia de él. Y es que “la pregunta Bíblica, no solo es un recurso literario, sino una llamada a la inteligencia afectiva que invita a la memoria y a la conversión del corazón”[2]. Jesús mismo con su pregunta nos propone “la prueba acida” para que sin reparos revisemos la cristología. No obstante, parece que la pregunta crítica y revisionista no hace parte de la agenda de la predicación y la iglesia hoy. A nadie le interesa saber si el Cristo a quien seguimos es el siervo de la cruz o el satanás del poder. Es más, cualquier intento sano de hacerla hoy es mirado con sospecha. Si las cosas van bien, si la iglesia está creciendo, si salimos en televisión, si tenemos este templo grande e imponente, si tenemos poder político, para qué molestarse con esa pregunta incomoda. Pero, es precisamente allí, cuando repuntamos en las encuestas, cuando el milagro sucede, cuando nos creemos exitosos, cuando la gente nos aplaude; es justo allí, cuando el evangelio nos invita a cuestionar, a revisarnos, nos lleva a la autocrítica. Notemos que es precisamente en el “momento de gloria” y “mayor revelación” cuando Jesús incomoda con su pregunta. El patrón evangélico es el siguiente: éxito (o momento cumbre), pregunta orientadora (o evento orientador) y reorientación (superación del poder etílico del éxito). Es una verdadera lástima que la pregunta cristológica no figure hoy en la agenda de nuestras reflexiones. Los cristianos de cada tiempo y lugar hemos de retomar una y otra vez aquella pregunta de Jesús.
            2). La fe cristiana es esencialmente experiencia de la persona de Jesús. Ahora, si nuestro conocimiento de Jesús fuera tan superficial y deficiente… ¿Qué iglesia seríamos y que misión cumpliríamos? ¿A que Jesús seguimos si nos dejamos llevar por imágenes falsas? Desfiguramos el rostro humano de Dios que es Jesús, siempre que deterioramos o falseamos la verdadera imagen de Cristo. Jesús prohibió a los discípulos difundir de él una imagen falsa, no acorde con la misión de Dios. En la fiebre de expectación mesiánica que conmocionaba el pueblo, muchos esperaban a un mesías libertador de Israel con poder divino fulminante y triunfal, incluso violento; un mesías que acabase con los invasores y con los enemigos de Israel. No era así le mesianismo de Jesús, ni era ese el reino de Dios que anunciaba. Fomentar y divulgar esa falsa imagen de Jesús, ponía en peligro su misión y su seguridad. Duele profundamente lo que esta aconteciendo en Colombia hoy: un amplio sector de la iglesia evangélica coquetea con el poder político creyendo que el Señor les ha llamado a esto y dando, como casi siempre, un espectáculo grotesco. Como lo expresó CLADE V: “intoxicados por el poder de los números y, con frecuencia, aliados al poder político y económico, proceden a mercadear el evangelio, a publicitarse en los medios… y se mueven entre símbolos de éxito[3]. Así, nos hemos convertido, en palabras de Pablo, en enemigos de la cruz (Fil 3:18): “en lugar de tomar la cruz buscamos satisfacernos a nosotros mismos. En lugar de predicar a Cristo crucificado, hacemos publicidad de nosotros mismos. Y en lugar de gloriarnos en la cruz, nos gloriamos en nuestra propia persona y en nuestros éxitos. Todas estas actitudes son distorsiones que nos convierten en enemigos de la cruz”. Continuará.

[1] La muerte en la cruz no es una sustitución sino una representación y un modelo.
[2] ORTEGA CAMPOS, Pedro. El valor educativo de las preguntas en la Biblia. PPC-España, 2009, p. 13.
[3] Sigamos a Jesús en su reino de vida. Cuaderno de Participación del Quinto Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE V), p. 71.

lunes, 28 de agosto de 2017

Cristología satánica (2)

Cristología satánica (2)
Una mirada crítica a nuestras confesiones y experiencias cristológicas
Mrc 8:27-32
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero185
Cuando Herodes murió, la ciudad quedó en manos de su hijo, Herodes Filipo, quién la amplió y la embelleció, y la llamó Cesarea de Filipo, para hallar gracia delante de su emperador, Tiberio Cesar, y para distinguirla de la capital y puerto marino más conocido de Cesarea que quedaba en la costa. En esta ubicación geográfica hay intenciones teológicas: primero el Cesar era declarado como hijo de la divinidad, todo un salvador, un “benefactor”; segundo nos encontramos en los límites de Israel (por el norte). Así, lo sugestivo está aquí: Jesús es llamado mesías en un territorio dedicado la Cesar. De este se decía: “Divino Augusto Cesar, hijo de Dios, emperador del cielo y tierra, el benefactor y salvador del mundo entero, os ha traído paz”. Obviamente hay aquí una implicación política en la confesión. Debemos recordar que el mensaje de Jesús no tiene que ver con cómo prepararnos para ir al cielo, sino con la manera en la que nos disponemos para que el cielo venga, acontezca entre nosotros. Claro está, el reinado de Jesús es distinto, no se impone por la fuerza de las armas y la violencia sino que se propone desde la entrega y el servicio.
            En segundo lugar el relato es decisivo. Lo es por el quiebre que propone en la narrativa general del evangelio. Con la confesión mesiánica de Pedro el evangelio se divide en dos. Antes de esto, los discípulos ignoraban la identidad de Jesús, “¿quién es este?” preguntaron ante el hecho de la tormenta (4:31). Ahora después de convivir y andar por mucho tiempo los discípulos ya tienen claro lo que antes era oscuro y difuso. No se puede leer entonces el resto del evangelio ignorando la luz que arroja “ese descubrimiento”. A partir de aquí empieza todo un proceso pedagógico de Jesús a los discípulos, pues aunque la declaración cristológica es correcta, la comprensión de esta no lo es. Entonces, el capítulo 8:27-31 presupone un giro en la compresión de Jesús y su mesianismo. Es decir, así como la lectura hasta el capítulo 8 es parcial, también lo es la comprensión de la identidad de Jesús.
            En tercer lugar el relato es directivo. Lo es por la pedagogía que propone, por la orientación que plantea. Hay varios detalles para notar aquí. A partir de la declaración mesiánica Jesús hace varios anuncios de su muerte y frente al anuncio hay una “incomprensión” de los discípulos, frente a la incomprensión Jesús hace pedagogía, orienta, redirecciona. Veámoslo así:
Primer anuncio y primera incomprensión: Pedro lo reprende.  Mc 8:31-33
Segundo anuncio y segunda incomprensión: preocupados por saber quién era el más grande. Mc 9:30-32
Tercer anuncio y tercera incomprensión: los discípulos piden puestos de honor. Mc 10:32-41
Jesús les habla del discipulado de la cruz, la negación y el seguimiento. Mc 8:34-38
Jesús les pone un niño como ejemplo. Mc 9:33-37
Jesús les habla del servicio como modelo. Mc 10:42-45
Nos ubicamos entonces en el primer anuncio y la primera incomprensión para hacer tres observaciones: 1). Al nombrar a Pedro como satanás, Jesús percibe en su sugerencia un eco de la tentación en el desierto (Mc 1:13). Recordemos que la tentación de Jesús no versa sobre el hecho de que Jesús no fuera el mesías sino que lo fuera de manera distinta, desde el poder (instrumentalizando al padre), el espectáculo (imponiéndose sobre los demás) y la fama (afirmando el “yo”)”. Aquí, “el secreto mesiánico” se va descubriendo no obstante el autor quiere prevenir y advertir a los lectores respecto a ciertas interpretaciones de un esperado mesianismo triunfalista basado en el poder y el éxito. Frente a la figura y el modelo del mesías triunfalista y guerrero, Jesús será el mesías del servicio y la entrega hasta el final. Jesús mismo es quien le dice a Pedro y al resto de discípulos que empiecen a renunciar al mesías triunfalista, al mesías poderoso. Les insta a pensar y a experimentar a Dios de otra forma,  de otra manera: Pensar a la manera de Dios es asumir al mesías siervo, pensar a la manera de los hombres es asumir al mesías Señor.
2). Ante la negativa de Pedro, aquella la de no aceptar a un mesías sufriente y crucificado, y al Jesús  responderle: “apártate de mí Satanás”, podemos decir que toda elaboración cristológica que excluye la cruz es SATÁNICA. El famoso relato de la “negación de pedro” tiene que ver con esto, la lucha por mantenerse pero a la vez la lucha por aceptar al mesías herido y maltratado, por eso Pedro dice: “yo no lo conozco”. 3). Ante la negativa de Pedro, aquella la de no aceptar a un mesías sufriente y crucificado, y al Jesús  responderle: “apártate de mí Satanás”, podemos afirmar que se debe tener mucho cuidado, SATANAS ENTRA Y SE MANIFIESTA EN LA IGLESIA EN Y A TRAVÉS DE LA CRISTOLOGÍA. ¡Qué curioso! Mientras que pensamos que Satanás se manifiesta en el Halloween le hemos soltado la predicación, los manuales de discipulado, los seminarios de parejas, los campamentos juveniles. Satanás se pasea campante por la iglesia. Pablo dijo: “Satanás se disfraza de predicador del evangelio” (2 Cor 11:13). Continuará