lunes, 29 de febrero de 2016

Elogio de la locura (4)

Elogio de la locura (4)
Reflexión ministerial para locos y cuerdos a partir de 2 a  los Corintios 11-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 146
Ahora nos toca reflexionar para nosotros hoy y al hacerlo lo haremos como Pablo lo hizo, empezando desde el humor considerando que en la Biblia, este está al servicio de la teología[1]. Ahora,  como lo decía Luigi Pirandello, un dramaturgo que fue premio nobel de literatura, que al humor había que analizarlo no simplemente por el chiste del cual uno se ríe y luego se olvida, sino por eso de lo cual uno se ríe, para luego tener la posibilidad de reflexionar[2]. En este sentido, el humor tiene carácter retorico para comunicar un mensaje y persuadir al lector a creer y hacer algo[3]. Por esto permítanme por favor hacerme el loco esta vez, les pido una licencia para la locura. Y desde este estado poder “reírme un rato” de gran parte de la realidad eclesiástica latinoamericana. A veces, frente a circunstancias tan disimiles y cuando la experiencia de fe se ha convertido en espectáculo, el único AS bajo la manga que nos queda es el de la risa, el del humor[4].
            Permítanme hacerme el loco ante la realidad de ministros del evangelio que han vendido sus almas a mamón. Que desde la llamada “teología de la prosperidad” disfrazan la codicia de piedad. Mercenarios de la fe que predican por dinero y este último determina la agenda de la predicación, pues como dice el dicho: “el que paga los músicos decide que canción va a sonar”. En el texto leído Pablo no se deja seducir por el dios dinero, este hecho condiciona al ministro, de modo que no se siente en libertad para decir todo lo que debe, o peor aún, al hablar, fácilmente puede condicionar el anuncio del evangelio a intereses personales. El dinero del salario genera dependencia, no solo desde el punto de vista económico, sino también de los contenidos del mensaje. ¿Cómo anunciar a Jesús siervo y crucificado sin tener actitudes de patrón? ¿Cómo anunciar el evangelio de la libertad sin hacer uso del poder económico? Desde mi experiencia personal en la pastoral, he tenido que vivir la tensión al confrontar o exhortar a alguien cuando sé que sus aportes a la iglesia son generosos. Pido a Dios que me haga un siervo fiel al recordar las palabras del maestro: “nadie puede servir a dos señores”. Lastimosamente el dios mamón se pasea por nuestras iglesias pidiendo sacrificios y entregas cada  vez más altas y profundas en nombre de Dios y el evangelio. ¡Que locura!
            Permítanme hacerme el loco ante la realidad de un evangelio que se ha vuelto espectáculo. El evangelio de lo  “sobrenatural” y lo “milagroso”. En el texto Pablo sabe que Dios puede sorprenderlo, sabe que pueden acontecer milagros, sabe que han sucedido a través de él; aun así, decide no fundar el poder ministerial en señales y portentos, sino en la debilidad y la humildad. Es más, Pablo ve estas cosas como obstáculo para un genuino anuncio del evangelio. La iglesia de corintio era seducida por ministros que ostentaban el poder de Dios y hacían de la experiencia de fe un espectáculo. Lo triste que esto no ha cambiado hoy, nos parece que es imposible evangelizar sin recurrir al poder del status social, del dinero, del prestigio y especialmente, “de las experiencias extraordinarias de Dios” (Gal 4:13-14). Nos parece inadmisible pensar en el hecho de que el “altísimo” se haya hecho “bajísimo”, renunció al poder de los milagros y advirtió sobre el poder embriagante y engañoso de estos (Mt 7:22). Aquí en Cartagena, en donde sirvo, una iglesia hizo un evento “espectacular” en un estadio con “estrellas del evangelio” y el pastor declaro: “ya no tenemos nada que envidiarle a Hollywood y Disney Word. Yo pensé: “ah y es que alguna vez la Iglesia ha envidiado a Hollywood y a Disney”. ¡Que locura!
            Permítanme hacerme el loco ante la realidad eclesiástica que valora más la estética que la ética. En donde es más importante ser que parecer. Aquí a los ministros del evangelio les gusta parecer como estrellas del mundo de la farándula. Así como en la publicidad: la estrella eclipsa al producto. Lo que cuenta ya no es el mensaje sino el mensajero. Los medios se han vuelto más importantes que el propio fin. En el texto Pablo es tenido en poco porque no es estéticamente atractivo. El evangelio nos recuerda que sus criterios estéticos son distintos. Como reza el viejo himno: “en el monte calvario se alzaba un cruz emblema de afrenta y dolor…”. La gracia y el escándalo evangélico está aquí: en asumir nuestras fealdades, las rupturas, las heridas. El crucificado no nos evita la cruz, nos da un modelo de cómo debe ser el ministerio, de que camino debemos seguir.   Así, cuando usted se encuentre con un ministro que presume de poder, milagros, dinero e influencia para ejercer el servicio… pregúntele por el aguijón.  Cada “éxito ministerial” viene con un aguijón para que el poder radique en Dios, en su gracia suficiente. ¡Que locura!


[1] “El humor es, como toda modalidad del reír, una técnica de argumentación. Pero no estamos hablando de burla, ni de a alegría contagiosa, ni del desprecio; sino del humor que, poniendo a la conciencia del sujeto frente a sí misma. Ejerce sobre su alma  su eficacia critica, liberada, liberadora y a veces terapéutica”. VOUGA, François. Evangelio y vida cotidiana. San Pablo -  Bogotá, 2008, p. 337.
[2] GUZMÁN HENNESSEY, M. ¿De qué se ríen?, en El Tiempo, 08/10/10.http://m.eltiempo.com/opinion/columnistas/manuelguzmnhennessey/de-qu-se-ren/8099823
[3] ACOSTA, Milton.  El humor en el Antiguo testamento.  Puma-Lima, p 2.
[4] SAMPER OSPINA, Daniel. El AS bajo la manga. Divertimento-Bogotá, 2016, p 5. 

miércoles, 17 de febrero de 2016

Elogio de la locura (3)

Elogio de la locura (3)
Reflexión ministerial para locos y cuerdos a partir de 2 a  los Corintios 11-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 145
Ahora, desde el horno del sufrimiento, Pablo reorienta la experiencia extraordinaria y nos da cinco razones por las cuales decide encontrar gloria en las debilidades y no en el triunfalismo que puede traer sus privilegios y revelaciones especiales[1]. El apóstol sigue usando aquí su argumento de “ascenso y descenso”: cuando está en la cima de sus revelaciones especiales y con la tentación de gloriarse en ellas, decide descender a la sima de sus debilidades y encontrar gloria en ellas. Curiosamente en un contexto en donde el liderazgo optaba por la gloria y el éxito representados en los privilegios, revelaciones, la imagen sofisticada, la retórica pulida, la cristología aséptica y sin cruz; Pablo opta por una vida cruciforme, opta por el escándalo de la cruz  no solo en su mensaje evangelístico sino también en la manera en que ve y experimenta su liderazgo. “Tener y vivir una vida cruciforme, una vida conforme a la cruz y los sufrimientos de Cristo, es revelar en nuestras vidas y enseñanzas al crucificado. Cuando Jesús murió en la cruz, desbarató el camino del poder y de las maquinaciones humanas”[2]. Esto nos recuerda que en el NT los símbolos del liderazgo al estilo de Jesús son la toalla y la cruz evidenciado en el servicio y la debilidad, no el cetro y la corona evidenciados en el deseo de poder y dominio.
            En primer lugar, Dios usa la debilidad para revelar la condición “espiritual” del apóstol, vv. 5b-6. Las tribulaciones son la prueba más genuina del carácter de una persona. Cuando la adversidad golpea, la fachada de paz y felicidad se elimina, revelando lo que de verdad está en el corazón. La verdadera medida de un ministro de Dios no está en sus experiencias místicas sino en su vida piadosa y su fidelidad a la Palabra de Dios.  En segundo lugar, Dios usa las debilidades para hacer humilde al apóstol, v. 7. El Señor permitió en la vida del apóstol “un aguijón”, un “mensajero de satanás”, para herir su orgullo a raíz de sus “revelaciones”[3]. No hay aquí el falso dilema ampliamente extendido entre “la obra de Satanás” y la “obra de Dios”, mejor aún, Pablo sabe que aun satanás mismo trabaja para los propósitos divinos. Pablo no es candidato para un “ministerio de liberación”, está siendo libre a través de eso que hoy llamaríamos “demoniaco o  satánico”. En tercer lugar, Dios utiliza las debilidades para acercar al apóstol a él, v. 8.  Al igual que Jesús, Pablo se acercó a Dios en la intensidad de su dolor. Protestó en oración, pidió tres veces; no se centró en el poder de Satanás, sino en la misericordia de Dios en actitud orante. En cuarto lugar, Dios utiliza las debilidades para mostrar su gracia al apóstol, v. 9a. El Señor no le concedió a Pablo alivio eliminando su sufrimiento, sino dándole gracia suficiente para soportarlo. Se niega aquí el falso dilema entre fe y sufrimiento: si estas sufriendo es que no tienes fe y si tienes fe no puedes estar sufriendo.  Las flaquezas y debilidades de Pablo, lejos de ser contrarias a los efectos de la gracia o negación de esta, son el blanco de la misma. En quinto lugar, Dios utiliza las debilidades para perfeccionar su poder en el apóstol, vv. 9b-10. Esto era inconcebible para un griego ellos idolatraban el lenguaje culto, los cuerpos poderosos y el estado físico perfecto. Miraban con desprecio a todo lo débil frágil y defectuoso. En contraste con esto, Pablo les dice que Dios revela su poder y gracia en lo débil porque el criterio estético del reino es distinto.
            En tercer lugar, el estado de locura concluido, 12:11- 21. Pablo termina diciéndoles a los creyentes en corintio que ellos le han obligado a hacerse el loco y concluye nombrándoles tres asuntos: primero, las señales de un apóstol genuino lo han acompañado; estas son, la paciencia y la capacidad de liberar a los oprimidos (Cp. Ex 4:1-9) aunque no se impone por la fuerza de estas. Segundo, les recuerda que la labor ministerial entre ellos ha estado marcada por el sacrificio y la integridad. Su trabajo ha estado inspirado en el modelo del amor paternal de manera que ha estado interesado en las personas no en sus billeteras. Sus críticos estaban equivocados, su vida estaba expuesta ante los Corintios, sus motivaciones eran sanas y desinteresadas. Tercero, Pablo les dice que su intención con ellos es la edificación. Esta para que sea genuina tiene que confrontar el pecado y propender por el arrepentimiento genuino. Considerando lo anterior, dice MacArthur, “a medida que la iglesia se hace más mundana, también ocurre lo mismo con la descripción del pastor. A menudo es visto (por sí mismo o por su congregación) como gerente, animador, recolector de fondos, maestro de ceremonias o psicólogo. Ninguna de estas perspectivas está en armonía con el modelo del liderazgo bíblico”[4]. La edificación busca la santificación del creyente y el primer paso para ello es el arrepentimiento (12:19; 13:10). Así, el loco Pablo recupera su estado de cordura recordándole a la iglesia su vocación como comunidad alternativa que va superando las esclavitudes y proclama la libertad en Cristo. Continuará.


[1] Ver, MACARTHUR, John. 1 y 2 Corintios, Portavoz-Michigan, 2015, p390.
[2] DOOD, Brian J. Liderazgo con poder: ministerio en el Espíritu la estilo de Pablo. Patmos-Miami, 2005, p 79.
[3] “Había un peligro asociado al privilegio espiritual que conllevaban aquellas revelaciones místicas: el peligro del orgullo. El aguijón en la carne era un remedio profiláctico para prevenir esa tentación”.  CLEMENTS, Roy. La fuerza de la debilidad: Dios utiliza nuestros defectos para llevar a cabo sus propósitos. Andamio-España, 1998, p 235.
[4] MacArthur, Op. Cit. p. 424. 

miércoles, 10 de febrero de 2016

Elogio de la locura (2)

Elogio de la locura (2)
Reflexión ministerial para locos y cuerdos a partir de 2 a  los Corintios 11-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 144
Recordemos que estamos en la sección del texto en donde Pablo nos revela su estado de locura, y lo hace en relación con el prestigio, con esas cosas que los súper apóstoles esgrimían para fundamentar su autoridad y ministerio (11:16-33). Ampliando el hecho del “privilegio de la jerarquía” como “ministro de Cristo”, Pablo da, magistralmente un giro sorpresivo en su argumento. Hace una lista, un prontuario, no de sus títulos como ministro, sus grandes éxitos, sus triunfos, o de sus credenciales; hace una lista de todo aquello que ha significado dolor, incomodidad y duro trabajo en la misión como apóstol. Esto era algo impensable en la lista de elogios para los héroes griegos, por ejemplo. Así, Pablo da un giro de 180 grados a la encantadora imagen de espiritualidad cristiana que los falsos maestros habían medito en la cabeza de los corintios. Ellos pensaban que un apóstol era una especie de súper hombre lleno de dinamismo que irradiaba éxito por todas partes. Según Pablo, a las personas que se glorían de esa manera hay que considerarlas como falsos apóstoles. Porque los verdaderos apóstoles de Cristo experimentan persecución y rechazo por parte del mundo. La popularidad no es un buen indicador de “éxito ministerial”. Experimentan peligros como consecuencia de un entorno hostil, experimentan privaciones como consecuencia de grandes miserias, experimentan la ansiedad que es fruto de una responsabilidad difícil de soportar; y, sobre todo, experimentan la mortificación que es fruto del reconocimiento de su propia indignidad e inadecuación[1]. De esta manera Pablo termina esta sección con un anticlímax, un giro sorpresivo, retóricamente magistral y humorísticamente lucido[2]. Pablo no impone a la comunidad sus privilegios; al contrario, se desprende de ellos siguiendo el ejemplo de su Señor, quien se despojó de todo (Fil 2:5-11). Pablo es el apóstol “despojado”, los otros son los apóstoles “despojadores”. Pablo es el apóstol “oprimido”, los otros son apóstoles “opresores”.
            La segunda fuente de gloria son las revelaciones especiales, 12:1-12. Pablo deja la primera fuente de gloria, el prestigio, y ahonda ahora en la segunda fuente: las revelaciones especiales. Lo primero que hace es anunciar la fuente, vv. 1-2. La experiencias extraordinarias, ultraterrenas y especiales, siempre han sido fuente de gloria para quienes las han tenido. Basta saber de alguien con dichas credenciales para ver la romería y la peregrinación de las masas en torno al personaje. Tal vez por la tradición del chaman, el brujo y el hechicero, de la que hacemos parte en América Latina, los fenómenos relacionados con “experiencias extraordinarias y/o sobrenaturales”, siguen atrayendo a multitudes[3]. Lo segundo que hace es ampliar o explicar la fuente que ya anunció, vv. 2-5a. Se nota la lucha de Pablo para hablar de la experiencia, por eso tal vez decide contar la experiencia en tercera persona del singular “conozco a un hombre” (vv. 2,3, 4, 5). A esto se le añade que la experiencia es, por decirlo así, vieja: sucedió hace catorce años, esto contrasta con las experiencias diarias, cotidianas que los súper apóstoles decían tener. Casi podemos escuchar la risa solapada de algunos y comentando el hecho de que Pablo estaba fuera de concurso frente a las novedosas y cotidianas experiencias extraordinarias de sus oponentes. Además, Pablo ignora detalles importantes de la experiencia “no sabe si en cuerpo o fuera de él”, y como su fuera poco, el hombre de quien habla escucho en el paraíso cosas maravillosas, pero… no puede contarlas. Enfatizando con esto el carácter personal y privado de la experiencia. Ahora, esto parece una mala broma o tal vez, aquí este la fuerza del argumento, en lo chistoso y humorístico del asunto.  Como lo decía Luigi Pirandello, un dramaturgo que fue premio nobel de literatura, que al humor había que analizarlo no simplemente por el chiste del cual uno se ríe y luego se olvida, sino por eso de lo cual uno se ríe, para luego tener la posibilidad de reflexionar[4].
            Lo tercero que hace es reorientar la fuente, vv. 5b-10. No cae en la tentación de fundar su valía y ministerio en lo espectacular. Pablo prefiere gloriarse de sus debilidades. Los poderosos de aquel tiempo querían que la gente los recordara por sus actos gloriosos (la historia de Roma antigua por ejemplo, conserva los Arcos de Tito y de Constantino, la columna de Trajano y otros monumentos que han hecho inmortales a los poderosos). Ellos querían seguir viviendo en la memoria del pueblo. Pablo también quiere hacerlo, pero de una forma muy distinta. Curiosamente no da detalles de la experiencia extraordinaria, pero si detalla sus debilidades. Qué nos dice de eso, cómo asume sus debilidades, qué piensa de ellas, porqué lo hace, cómo usa Dios esas debilidades, cómo se relacionan con la fe y el ministerio… Continuará.

[1] CLEMENTS, Roy. La fuerza de la debilidad: Dios utiliza nuestros defectos para llevar a cabo sus propósitos. Andamio-España, 1998, p 233.
[2] Es curioso que Pablo habla de su bajeza, o debilidad, en cuando a la manera de escapar de la ciudad de Damasco; así, quizás, contrastando su carácter, en otro sentido con lo que era el de los súper apóstoles. Nunca hubieran podido ellos dejar semejante impresión de sí mismos, porque eran muy orgullosos. La verdadera evidencia del ministerio de Pablo en contraste con el de los súper apóstoles, radicaba en su humildad: de uno que, enaltecido como representante de la jerarquía del judaísmo descendía a la bajeza e indignidad de escapar en una cesta por la ventana del muro de la ciudad. Notemos el juego entre el “ascenso del prestigio” y el “descenso en Damasco”.
[3] No es casualidad que Jesús mismo termine su sermón del monte poniendo el acento allí: advirtiéndonos de la tentación de dejarnos asombrar por “milagros, lenguas y liberaciones” (Mt 7:23).  
[4] GUZMÁN HENNESSEY, M. ¿De qué se ríen?, en El Tiempo, 08/10/10.http://m.eltiempo.com/opinion/columnistas/manuelguzmnhennessey/de-qu-se-ren/8099823

jueves, 4 de febrero de 2016

Elogio de la locura (1)

Elogio de la locura (1)
Reflexión ministerial para locos y cuerdos a partir de 2 a  los Corintios 11-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 143
En los capítulos 10-12 de 2 a los Corintios Pablo defiende su ministerio, expresa que “la autoridad del servicio apostólico” se expresa en la debilidad[1]. Esto debido a que su mensaje, su retórica y su aspecto físico eran objeto de desprecio por parte de los que él llama “súper apóstoles” y la comunidad misma. La cristología, la personalidad y el aspecto físico paulinos carecían de sofisticación y clase. Los súper apóstoles, por su parte, se ufanaban de tener una retórica arrolladora, un fisco atractivo, una cristología limpia-light (sin sangre y sin cruz) y experiencias espirituales sublimes y ultraterrenas. Esta forma de ver el ministerio, a Cristo y la experiencia de fe, le parece a Pablo una “necedad”, una “locura”; y, usando el recurso retorico de la ironía o sarcasmo, con mucho humor, enfrenta a sus oponentes: Pablo se hace el loco para demostrar con esto que los locos y los necios son los súper apóstoles. Este “elogio de la locura” se expresa en los capítulos 11 y 12 de 2 a los corintios. Veámoslo.
            En primer lugar, estado de locura anunciado, 11:1. El apóstol parece pedir permiso a la iglesia para que lo dejen ser loco por un momento. Les anuncia que de manera intencional y programada se va a hacer el loco y pide que sean tolerantes frente a este estado (Cp. Pr 26:5)[2]. A Pablo no le hace mucha gracia hablar de sí mismo. Verse obligado a vindicarse a sí mismo le hace sentirse más bien un loco.  En segundo lugar, el estado de locura postergado, 11:2-15. En esta sección Pablo alude las razones por las cuales pide licencia para la locura, aún no dice en qué consiste ese estado, lo posterga. La primera razón expuesta es de carácter pastoral y homilético, vv. 2-6. Usando la metáfora matrimonial les dice que su compromiso es presentarlos ante Cristo como una novia pura para el matrimonio, no obstante los maestros los están seduciendo, tal como a Eva en el huerto, y se percibe un adulterio “espiritual”. El desvío tiene carácter homilético, tiene que ver con el mensaje o la predicación que están escuchando y tolerando. El error de estos, dice Clements[3], en hacer congeniar al cristianismo con la mentalidad de la sociedad secular griega, que exigía un evangelio que se fundamentara en la fuerza, no en la debilidad; en el triunfo celestial, no en el sufrimiento terrenal. Un cristianismo que mostrara menos cruz y más gloria. Pablo no tiene una retórica pulida pero su predicación tiene contenido.  La segunda razón mostrada es de carácter misiológico, vv. 7-11. El apóstol les recuerda la forma en la que asumió la misión entre ellos. Trabajó para no serles carga a ellos y recibió aportes de los hermanos de Macedonia. Así, sus motivaciones no son interesadas, sino generosas[4]. La tercera razón expresada aquí es de carácter apostólico, vv. 12-15. Sin ambigüedades Pablo expone a los apóstoles: son falsos mensajeros disfrazados de apóstoles. Notemos como esta sección inicia con el tema del engaño y cierra con dicho tema. Así Pablo les advierte que el engaño siempre vendrá en papel de regalo y les dice que la mentira se disfrazará de verdad, pero que esto no la legitima.
            En tercer lugar, el estado de locura revelado, 11:16-12:13. La locura revelada consiste en fundamentar, como los súper apóstoles lo estaban haciendo, la vida, el ministerio y la salvación, en “la carne”. Esta categoría morfológica hace referencia al mundo, a sus falsas seguridades, sus privilegios, sus normas, su afán de autonomía y auto salvación.  Pablo ya les había dicho que se sentía como una vasija de barro en la cual Dios había depositado un tesoro de alto valor (2 Cor 4:7). Los Corintios toleran a los locos que los explotan y oprimían. Hacen gala de sus privilegios y Pablo con fuerza irónica les dice que el también, haciéndose el loco, tiene privilegios. Veamos. El privilegio de la raza: Pablo dice: “¿son hebreos? Yo también lo soy”. Los súper apóstoles se consideraban como hebreos auténticos, mientras que a Pablo, nacido en la diáspora, lo juzgaban como de “raza impura”. El privilegio de la religión asociado al haber nacido en una “tierra santa”. Pablo dice: “¿Son Israelitas? También yo lo soy”. Quienes nacieron en la diáspora, en contacto con los paganos y lejos del culto,  no representaban para ellos la verdadera religión de Israel.  El privilegio de la herencia. Pablo dice: “¿Son descendientes de Abraham? También yo lo soy. En privilegio y el anterior los súper apóstoles se juzgan a sí mismos  como los verdaderos descendientes de Abraham  y herederos de las promesas. La promesa hecha a Abraham incluía la posesión de un territorio específico y a aquel que fuera a vivir al extranjero, pensaban, ya no sería más un heredero de la promesa. El privilegio dela jerarquía. Pablo dice: “¿Son ministros de Cristo?” También yo. Ellos se autodenominaban ministros de Cristo acompañados con cartas de presentación y cargaban a la iglesia. Continuará.


[1] Este texto pertenece al "catálogo de sufrimientos" (2 Cor 4:8-10; 6:4b-10; 11:23b-29; 12:10; 1 Cor 4:10-13a; Rom 8:35; Fil 4:12; 2 Tim 3:10-13).
[2] La locura aquí no es psicológica (neurosis) sino teológica: la locura es creer que el ministerio se mide desde los valores mundanos de popularidad, estética y sin cruz.
[3] “Porque, a su modo de ver las cosas, dentro del cristianismo la gloria era lo que vendía”. CLEMENTS, Roy. La fuerza de la debilidad: Dios utiliza nuestros defectos para llevar a cabo sus propósitos. Andamio-España, 1998, p 211.
[4] Para un griego era absolutamente vergonzoso el trabajo manual, solo los esclavos trabajaban con sus manos. Los detractores de Pablo insistían en que su problema era que su mentalidad era propia de la clase obrera inferior. Había montones de charlatanes en el mundo antiguo que se dedicaban a vender religión. Pero nadie podía acusar a Pablo a ser uno de ellos.