Elogio de la locura (4)
Reflexión ministerial para locos y cuerdos a partir de 2
a los Corintios 11-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero 146
Ahora nos toca reflexionar para nosotros hoy y
al hacerlo lo haremos como Pablo lo hizo, empezando desde el humor considerando
que en la Biblia, este está al servicio de la teología[1].
Ahora, como lo decía Luigi Pirandello,
un dramaturgo que fue premio nobel de literatura, que al humor había que
analizarlo no simplemente por el chiste del cual uno se ríe y luego se olvida,
sino por eso de lo cual uno se ríe, para luego tener la posibilidad de
reflexionar[2]. En
este sentido, el humor tiene carácter retorico para comunicar un mensaje y
persuadir al lector a creer y hacer algo[3].
Por esto permítanme por favor hacerme el loco esta vez, les pido una licencia
para la locura. Y desde este estado poder “reírme un rato” de gran parte de la
realidad eclesiástica latinoamericana. A veces, frente a circunstancias tan
disimiles y cuando la experiencia de fe se ha convertido en espectáculo, el
único AS bajo la manga que nos queda es el de la risa, el del humor[4].
Permítanme hacerme el loco ante la realidad
de ministros del evangelio que han vendido sus almas a mamón. Que desde la
llamada “teología de la prosperidad” disfrazan la codicia de piedad. Mercenarios
de la fe que predican por dinero y este último determina la agenda de la
predicación, pues como dice el dicho: “el que paga los músicos decide que
canción va a sonar”. En el texto leído Pablo no se deja seducir por el dios
dinero, este hecho condiciona al ministro, de modo que no se siente en libertad
para decir todo lo que debe, o peor aún, al hablar, fácilmente puede
condicionar el anuncio del evangelio a intereses personales. El dinero del
salario genera dependencia, no solo desde el punto de vista económico, sino también
de los contenidos del mensaje. ¿Cómo anunciar a Jesús siervo y crucificado sin
tener actitudes de patrón? ¿Cómo anunciar el evangelio de la libertad sin hacer
uso del poder económico? Desde mi experiencia personal en la pastoral, he
tenido que vivir la tensión al confrontar o exhortar a alguien cuando sé que
sus aportes a la iglesia son generosos. Pido a Dios que me haga un siervo fiel
al recordar las palabras del maestro: “nadie puede servir a dos señores”. Lastimosamente
el dios mamón se pasea por nuestras iglesias pidiendo sacrificios y entregas
cada vez más altas y profundas en nombre
de Dios y el evangelio. ¡Que locura!
Permítanme hacerme el loco ante la realidad
de un evangelio que se ha vuelto espectáculo. El evangelio de lo “sobrenatural” y lo “milagroso”. En el texto
Pablo sabe que Dios puede sorprenderlo, sabe que pueden acontecer milagros,
sabe que han sucedido a través de él; aun así, decide no fundar el poder ministerial
en señales y portentos, sino en la debilidad y la humildad. Es más, Pablo ve
estas cosas como obstáculo para un genuino anuncio del evangelio. La iglesia de
corintio era seducida por ministros que ostentaban el poder de Dios y hacían de
la experiencia de fe un espectáculo. Lo triste que esto no ha cambiado hoy, nos
parece que es imposible evangelizar sin recurrir al poder del status social,
del dinero, del prestigio y especialmente, “de las experiencias extraordinarias
de Dios” (Gal 4:13-14). Nos parece inadmisible pensar en el hecho de que el “altísimo”
se haya hecho “bajísimo”, renunció al poder de los milagros y advirtió sobre el
poder embriagante y engañoso de estos (Mt 7:22). Aquí en Cartagena, en donde
sirvo, una iglesia hizo un evento “espectacular” en un estadio con “estrellas del
evangelio” y el pastor declaro: “ya no tenemos nada que envidiarle a Hollywood
y Disney Word. Yo pensé: “ah y es que alguna vez la Iglesia ha envidiado a Hollywood
y a Disney”. ¡Que locura!
Permítanme hacerme el loco ante la realidad eclesiástica
que valora más la estética que la ética. En donde es más importante ser que
parecer. Aquí a los ministros del evangelio les gusta parecer como estrellas
del mundo de la farándula. Así como en la publicidad: la estrella eclipsa al producto.
Lo que cuenta ya no es el mensaje sino el mensajero. Los medios se han vuelto más
importantes que el propio fin. En el texto Pablo es tenido en poco porque no es
estéticamente atractivo. El evangelio nos recuerda que sus criterios estéticos son
distintos. Como reza el viejo himno: “en el monte calvario se alzaba un cruz
emblema de afrenta y dolor…”. La gracia y el escándalo evangélico está aquí: en
asumir nuestras fealdades, las rupturas, las heridas. El crucificado no nos
evita la cruz, nos da un modelo de cómo debe ser el ministerio, de que camino
debemos seguir. Así, cuando usted se encuentre con un ministro
que presume de poder, milagros, dinero e influencia para ejercer el servicio… pregúntele
por el aguijón. Cada “éxito ministerial”
viene con un aguijón para que el poder radique en Dios, en su gracia suficiente.
¡Que locura!
[1] “El humor es, como toda
modalidad del reír, una técnica de argumentación. Pero no estamos hablando de
burla, ni de a alegría contagiosa, ni del desprecio; sino del humor que,
poniendo a la conciencia del sujeto frente a sí misma. Ejerce sobre su
alma su eficacia critica, liberada,
liberadora y a veces terapéutica”. VOUGA, François. Evangelio y vida cotidiana.
San Pablo - Bogotá, 2008, p. 337.
[2] GUZMÁN
HENNESSEY, M. ¿De qué se ríen?, en El Tiempo, 08/10/10.http://m.eltiempo.com/opinion/columnistas/manuelguzmnhennessey/de-qu-se-ren/8099823
[4] SAMPER OSPINA, Daniel. El AS bajo la manga. Divertimento-Bogotá,
2016, p 5.