lunes, 28 de enero de 2013

Rompiendo paradigmas sin negociar principios. Parte II


Rompiendo paradigmas sin negociar principios: una invitación a pensar. Parte II
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 50
En la escatología, por otro lado, dada la influencia de la “teología dispensacionalista”, se creía que el mundo era un “edificio en llamas” del que saldríamos en la primera nube que viéramos. Se creía que el pueblo de Dios era el Israel étnico y que la iglesia como tal era un paréntesis, un plan “B” en esta historia. Pero en la Biblia el mundo es bueno por ser creación de Dios y él quiere restaurarlo no destruirlo, los creyentes no “vamos al cielo” es el cielo que viene a nosotros, y el pueblo de Dios está formado por todos aquellos que por la fe se acercan al Mesías. Así, el paradigma roto es ese que miraba la salvación y la escatología como un escape de este mundo para ir a otro, el principio que se mantiene es la realidad escritural de que Dios salva, libera y que viene en Cristo por segunda vez para poner, definitivamente, a su creación en orden.
            En quinto lugar esta la forma en la que la iglesia ha ido cambiando su apreciación del sexo y la sexualidad humanos. El tema, era en términos generales, tabú (prohibido). En la Biblia el sexo en el marco de la heterosexualidad y el temor a Dios es bueno, no solo por su papel creativo sino también por su invitación al disfrute. Esta visión contrasta por un lado con la visión del sexo como un “apetito natural” que debe ser satisfecho sin mayor consideración; enfoque de esta sociedad idolatra del sexo que se inspira en los antiguos griegos y romanos. Pero también, la Biblia marca contraste con la visión “platonista” que ve el sexo como una pasión animal que debe ser reprimida para dar espacio a los “apetitos del alma”, el sexo es algo para reprimir, no algo bueno creado por Dios. Entonces el paradigma roto fue el de la visión del sexo como un tabú; el principio que se mantiene es ese que ve al sexo como parte de la creación y que invita a hablar de ello con decoro pero sin mojigaterías.
            En sexto lugar nos ocupa esa actitud pendenciara que por casi dos siglos mantuvimos los  católicos y los protestantes en Latinoamérica. Las relaciones eran tensas y cada grupo veía al otro como campo misionero para ganar adeptos. La cuestión ha cambiado, el concilio Vaticano II por parte de los católicos aminoró un poco la tensión; la comprensión de la historia de la Iglesia y el conocimiento del cristianismo ha contribuido otro tanto. El paradigma roto fue la actitud pleitista por parte y parte, el principio a mantener es la comprensión de la realidad plural dentro del cristianismo. Fuimos libres de cierta actitud sectaria. Para los protestantes, la iglesia católica no es un campo misionero, si lo es la religiosidad popular.
            Quisiera terminar proponiendo cuatro criterios que considero necesarios a la hora de “romper paradigmas y mantener principios con nuevas formas de hacer”. En primer lugar está la tensión que debemos mantener entre conocer los tiempos sin negociar las escrituras. El apóstol Pablo le habla de ello a Timoteo: sé un entendido de los tiempos, conoce la forma en la que la gente piensa y actúa; pero mantén la escritura como norma básica de acción, reflexión y relación (2 Tim 3:1-9; 14-17). Como lo expresaba Shaeffer: “Cada generación de cristianos tiene este problema de aprender a hablar de manera significativa a su propia época”[1]. Así, los tiempos cambian, debemos entenderlos; pero la Palabra de Dios no, aunque si cambia nuestra comprensión y aplicación de ella. En segundo lugar, debemos entender que las formas o paradigmas no son neutrales; el principio define la forma de la misma manera que el fin no justifica los medios pero si los define. Hay “paradigmas” que no resisten, por muy atractivos que sean, la prueba moral, la novedad y radicalidad del evangelio, Jesús dijo: “no se puede echar vino nuevo en odres viejos” (Mt 9:17).
            En tercer lugar, comprender lo que Lewis[2] llamo “esnobismo cronológico”: la novedad no siempre es virtud y lo viejo no siempre es vicio. La verdad, la belleza y la vida no se determinan por el momento en que existen. Así, nada es menos por ser viejo, y nada es más por ser actual. Eso nos libera de la tiranía de lo novedoso y abre las puertas a la sabiduría de los siglos. En cuarto lugar, recordar el criterio de la diferencia. El creyente es diferente del mundo; entendiendo a este último como el conjunto personas, de antivalores o valores que se oponen abierta y francamente a Dios y su Palabra. Es manteniendo esa diferencia que la iglesia podrá llevar a cabo su misión con todos sus desafíos y satisfacciones. El discurso del AT al pueblo de Israel fue siempre el de evitar la tentación de la asimilación, de la “cananeización”, para honrar así a Dios y ser reflejo de él ante las naciones (Dt 18:9-14). El discurso es el mismo para la iglesia, evitar la asimilación, la “mundanización”, para honrar a Dios y ser testigos de él ante lo pueblos (Mt 28:19,29; Ef 4:17-24; Sant 4:4). Es deplorable que grandes cantidades de dinero y esfuerzo humano se dirijan hoy por parte de la iglesia para decirle a los no convertidos: “vengan, nosotros somos iguales a ustedes, no hay nada extraño y anormal; somos iguales no diferentes”. Pensemos. Fin.


[1] SHAEFFER, Francis, Huyendo de la razón. EEE-Barcelona, 1969, p 9.
[2] C.S Lewis, Cristianismo y nada más, citado en PIPER, John, No desperdicie su vida. Unilit- Miami (Florida), 2005, p 17.

jueves, 17 de enero de 2013

Rompiendo paradigmas sin negociar principios. Parte I


Rompiendo paradigmas sin negociar principios: una invitación a pensar. Parte I.
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 49
Es común, sobre todo en seminarios o talleres que tratan sobre la pastoral juvenil, hablar de la necesidad de romper viejos moldes con el fin de ser relevantes a esta generación. En días pasados fui invitado como predicador a un evento de jóvenes cuyo tema era: “rompiendo paradigmas sin negociar principios”. Debo confesar que había escuchado ese tema muchas veces, pero esta vez me puso a reflexionar, me puso a pensar. ¿Qué es un paradigma y qué un principio? ¿Cuáles son los paradigmas a romper y los principios a mantener? Así, el termino paradigma aquí se entiende por “forma en la que se hace o hacían ciertos asuntos en la iglesia”, y principio como “norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta”[1]; el principio es la motivación detrás del paradigma o forma. De esta manera “comer” es un principio y la forma en la que lo hacemos (sentados, de pie) es el paradigma. Este último puede variar por circunstancias de tiempo o espacio, pero el principio sigue siendo el mismo, invariable. Veamos a continuación algunos paradigmas que han cambiado y principios que se han mantenido en la iglesia.
            La primera área en la que se notan ciertos cambios es la de evangelismo. En las décadas de los 80’s y 90’s el evangélico promedio latinoamericano creció viendo el modelo de evangelización inspirados en predicadores puertorriqueños, argentinos y norteamericanos. Este modelo era el del predicador en la tarima, generalmente con voz estridente, desafiando a sus escuchas para “aceptar a Cristo como salvador”; el éxito, la mayoría de veces era arrollador, decenas de personas decidieron por Jesús en una de estas “campañas evangelisticas”. Hoy, aunque todavía hay “campañas evangelisticas” en tarima, hay modelos, formas o paradigmas más sencillos para la evangelización como grupos familiares y el evangelismo relacional o por amistad. Así, el paradigma a romper o roto fue esa manera tradicional de hacer evangelismo en tarima, el principio a mantener es la necesidad y el convencimiento de ganar adeptos para Cristo y hacerlos sus discípulos.
            En segundo lugar, otra dimensión donde se notan cambios es en la predicación. Básicamente, la predicación durante el siglo XX estuvo inspirada en el modelo proposicional, bosquejo lógico por lo general de “tres puntos”, donde la forma del texto y mensaje eran separados. La tarea del predicador era encontrar la idea o el mensaje del texto para luego embotellarla en la estructura predeterminada y proposicional. Hoy el predicador ha desarrollado su capacidad de análisis y valoración literaria del texto, se deja seducir por este como literatura: analiza formas, estudia las estructuras, aprende los diferentes artificios literarios; valora la poesía, la narrativa, la profecía y la apocalíptica. Sabe que forma y mensaje son inseparables. Es más sabe, que la exegesis correcta del texto está determinada por la clase de literatura del mismo. Así, el paradigma roto fue el de la predicación proposicional, el principio a mantener es el de la predicación entendida, de manera sencilla, como la comunicación de la Biblia, la Palabra de Dios.
            En tercer lugar el cambio se da en el área de la música o la alabanza. Los misioneros norteamericanos nos enseñaron a cantar himnos acapella o con piano. Muchos cristianos creyeron que toda música diferente a esta, en letra o ritmo, no era de Dios y en el peor de los casos satánica. Lo que ellos no sabían era que el ritmo de una gran parte de esos himnos fue inspirado en las marchas militares norteamericanas, es decir, fuera del contexto litúrgico. Hoy la liturgia, nuestros cultos han sido enriquecidos con ritmos autóctonos y con mezclas interesantísimas, de esta manera la ranchera, la cumbia, el vallenato, el porro, la guabina, la balada, distintos géneros del rock y hasta el reggueton; suenan en nuestras reuniones para alabar y glorificar a Dios el dador de la música, el creador de las artes. Es cierto que siguen sonando himnos todavía, y eso no es negativo, pero el culto ha sido enriquecido con géneros musicales distintos. El paradigma roto fue el de pensar que solo se alababa a Dios con un ritmo de música en particular, el principio a mantener es el de la alabanza que involucra la teología, la música y la kinésica (lo corporal).
            En cuarto lugar el cambio se da en la soteriología y la escatología. Por la influencia platónica, la salvación era entendida como “escapar de este mundo a otro lugar”, salvación era escapar de la posibilidad del infierno para ir al cielo, la muerte era vista no como intruso en la experiencia humana sino como un amigo que nos entregaba en manos de Dios para estar siempre con él. Pero en la Biblia, la salvación tiene que ver con ser llamado por la gracia de Dios a formar parte del plan que él como creador tiene al restaurar en Cristo todas las cosas; ser salvado es ser participe de un plan de reordenamiento divino. La muerte en la Biblia no es un amigo que nos entrega en manos de Dios, la muerte es el enemigo de cuyas manos Dios nos rescata, la muerte también morirá.  Continuará.


[1] Para Kuhn, a quien le debemos el término “paradigma”, paradigma hace reverencia a los cambios que durante la historia ha tenido la ciencia. Ver, KUHN, Tomas, La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica-México, 1971, p 80-91. 

jueves, 3 de enero de 2013

El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte V


El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte V
El todo.
            convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 48
Querido amigo Samuel, para enriquecer tu tarea de la predicación hoy quiero hablarte de la importancia de ver la Biblia como un todo para no predicar los textos asilados de su contexto canónico y teológico. Así, no importa si el texto a predicar es del AT o del NT debes tener en cuenta que hace parte de un todo mucho más amplio y tu tarea es mirar la relación que guarda tu pasaje Bíblico con el resto del mensaje de las escrituras. A esto se le llama “teología Bíblica” y esta “examina el desarrollo de la historia bíblica desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, buscando descubrir las relaciones entre ambas partes…nos permite trazar un mapa de la unidad de la Biblia considerando su mensaje como un todo”[1]. De esta manera podrás tratar la Biblia como lo que es: una gran narrativa con su gran clímax en Cristo y de la cual nosotros también hacemos parte (Heb 1:1,2)[2]. Así evitarás leer los textos como colección de cuentos o fabulas con moralejas o predicar aplicando de manera moralista (“¡tenemos que hacer esto o aquello!”).
                Debo reconocer que la tarea es compleja, sin embargo quiero sugerirte tres preguntas que te ayudaran a relacionar el mensaje del texto en relación con todo el mensaje de la Biblia. La posición, el lugar, la circunstancia en donde nos encontramos a menudo determina y condiciona lo que decimos y como lo decimos. Pasa lo mismo con la Biblia. Lo que los autores dijeron estuvo condicionado por determinado momento histórico, social, religioso y político. Por eso será determinante, en tu lectura de la Biblia, precisar sobre todo el momento histórico desde donde el autor se pronuncia. Por eso la pregunta frente al texto leído será ¿Desde qué momento de esa historia habla el autor?  Podemos resumir la historia o el drama de la salvación en seis actos: la creación, la rebelión, la elección de Israel y su fracaso, la encarnación para cumplir la vocación de Israel, la iglesia y el futuro. Te darás cuenta, por ejemplo, que los libros de los reyes y las crónicas, aunque similares en sus temáticas, responden a tiempos e intereses diferentes. Descubrirás que el contexto histórico de los profetas es el tiempo de los reyes (Is 1:1-2). Y notaras la importancia del porque los evangelios sinópticos introduzcan el ministerio de Juan el bautista con alusiones  que en el AT hablan del momento histórico del exilio (Mr 1:2-6 Cp. Is 40:3,4).
            La segunda pregunta se da en el evento de que tu texto sea del AT, una vez hayas trabajado tus preguntas relativas a la exegesis y dado que la revelación apunta a un clímax entonces te preguntas ¿Hacia a donde a punta este texto en la revelación Bíblica, se gasta allí o es redefinido en otra parte? Por ejemplo, el salmo 84 habla de las bondades de estar en el templo como lugar y espacio para encontrarse con Dios. El salmista está a la altura de su tiempo. Vive de acuerdo con la revelación allí y entonces, ¡desea estar en la presencia de Dios! Sin embargo, cuando hacemos la pregunta, ¿Hacia a donde a punta este texto en la revelación Bíblica, se gasta allí o es redefinido en otra parte?, nos damos cuenta que en el NT el templo es ahora Cristo, él es quien nos aglutina, nos congrega y convoca para la adoración. El templo es Cristo y por extensión la Iglesia (Jn 2:19-20; 4:21 Cp. Ef 2:18-20; 1 Cor 6:19; 1P 2: 4,5) Ya te has dado cuenta Samuel que Cristo no solo es clímax sino también puerta hermenéutica. Es decir, no podemos seguir leyendo el AT como si Cristo no hubiese venido (Lc 24:27).
            Ahora, si el texto es del NT la pregunta para hacer es ¿De donde viene o se alimenta este texto? Para esto quiero recordarte que el NT no funciona como entidad literaria y teológica aislada, sino que el AT provee el marco de referencia para la interpretación del NT. Hay asuntos que el NT da por sentado y no define por la sencilla razón de que el AT ya lo hizo. El NT, por ejemplo, no define sacrificio, pecado, pacto, santidad. Ahora, si no podemos leer el AT como si Cristo no hubiese venido, tampoco podemos leer el NT que trata de Cristo y su obra como si el AT no existiera. No es casualidad que Mateo empiece, con su genealogía, diciendo que no podemos entender a Jesús sino lo enmarcamos en la historia de un pueblo: el pueblo judío (Mt 1:1-18). Un cristo sin historia es docético. Entonces, en los primeros versículos de Efesios (1:3-14), por ejemplo, el escritor argumenta que los creyentes lo son por la redención a través de “la sangre de Cristo” (Ef 1:7); para entender este texto debes remitirte a los relatos de la pascua (Ex 12-13). El Éxodo se convierte en paradigma de salvación aun dentro del mismo AT (Cp. Is 40:1-33). Así, lo que el apóstol esta diciendo es que la iglesia es ahora en pueblo del éxodo, y que la sangre de Jesús, como la del cordero en la pascua, hizo posible la liberación, no de Egipto, sino del pecado. Así mi querido Samuel estudiar el texto es como estar dentro de tu casa, hacer teología Bíblica es tomar un mapa de la ciudad y saber con certeza en que lugar esta ubicada tu residencia. Continuará.

[1] GOLDSWORTY, Graeme, Estrategia Bíblica: una teología Bíblica de la salvación. Andamio-Terrasa (Barcelona), p 31-32, 2003.
[2] WRIGHT, T.N, Sorprendidos por la esperanza: repensando el cielo, la resurrección y la vida eterna. Convivium Press-Miami (Florida), p 360, 2011.