lunes, 29 de noviembre de 2010

un profeta pierde la cabeza

Un profeta pierde la cabeza...
Elíseo y el hacha flotante.
2 Reyes 6:1-7
EN VOZ ALTA. 01.

Jovanni Caballero Doria

La exposición de tu Palabra alumbra. Salmo 119:130.

            En lenguaje popular perder la cabeza hace referencia a una persona que en una circunstancia anormal, actúa de una manera irracional o que no logra controlar sus emociones. La psicología dirá que perder la cabeza es neurosis, un grado de estrés elevado, un desequilibrio mental y emocional que se manifiesta en irascibilidad, irritabilidad e intranquilidad; todo esto producido por eventos traumáticos, situaciones no resueltas o preocupación.
           En este relato el profeta pierde la cabeza, pero del hacha, lo que le lleva a manifestar preocupación y lamento. Es decir: la pérdida de la cabeza del hacha, hace que el profeta pierda su cabeza. El problema es serio. Las dos cabezas, la del hacha y la del profeta, deben ser recuperadas. Le invito a viajar al Jordán y experimentar el dolor de perder lo que no es de uno; porque, nadie sabe lo que no tiene, hasta que lo pierde.
           El relato que nos ocupa se ubica en el Israel del siglo VIII durante el reinado de Joram de la dinastía de Acab. Aquí, dice Torres Millan[1], la crisis política y social de este siglo, las continuas guerras y el pago de los tributos a reyes y ejércitos, endeudaron, empobrecieron y esclavizaron a la población campesina. Las viudas, los niños y hasta la comunidad de profetas no escaparon a las consecuencias de esa situación. El culto a Baal era como especie de una religión de moda, la religión oficial. Sin embargo el Yahvismo se mantiene a través de comunidades pequeñas y de los profetas Elías y Eliseo. A este último están dedicados los relatos de 2 Reyes 2-11, y se les conoce como “el ciclo de Eliseo”. 
         Ante la estrechez del lugar de habitación, los hijos de los profetas le piden a Eliseo que los deje ir al Jordán a cortar troncos y hacer allí un lugar para habitar. Eliseo da el sí, y acepta la invitación para unirse al viaje de tala. Mientras ellos están en la tala de arboles, la cabeza del hacha cae al agua, el hombre se lamenta pues el objeto es prestado. Eliseo, el hombre de Dios, interviene cambiando la situación de lamento al regresar el hacha a la mano del desesperado profeta. La frase “los hijos de los profetas” (v 1) que aparece 12 veces en el libro de los Reyes, parece designar a un grupo o una cofradía de profetas (1 Sam 10:10). Era una especie de comunidad alternativa que defendía junto a Eliseo el culto a Yahvé.
          El texto se presenta en lectura de problema- solución. Sin embargo, la solución llega a plantear nuevos problemas, situaciones que la comunidad profética debe enfrentar. La cabeza del hacha ha caído al río. El hacha era prestada y el lamento profético no se hace esperar. El profeta ha perdido la cabeza... del hacha; cabeza que debe ser recuperada. El hierro era, para ese entonces, un mineral costoso, y un profeta de este ‘club’ no podía pagarlo. La solución era, entonces, darse al servilismo con tal de pagar el costoso elemento; por eso el lamento expresado en clave de ¡ay! La intervención de Eliseo no se hace esperar. El milagro, dice Acosta[2], es comparable con el de la viuda y sus dos hijos (4:1-7); el estado de desesperación del profeta a quien se le pierde el hacha es expresado con el mismo verbo usado por el clamor de la viuda q[c (4:1), que traduce dio voces o clamó (6:5).
           La cuestión no es fácil. A la crítica situación social y económica del reino del norte antes mencionada, se le añade la crisis de la fe en Yahvé. El rey, que debe ser el encargado de promover la fe (Dt 17:14-20), parece que no ha cambiado mucho con relación a sus padres; por eso el sarcasmo del profeta (3:13)[3]. En estos tiempos, Yahvé no formaba parte de las agendas oficiales, sino más bien de las agendas y peripecias de personajes comunes y corrientes, al margen de la sociedad[4], olvidados por la institución monárquica. No obstante, Dios se hace presente en las acciones del profeta “como diciendo ¡aquí estoy! Para quienes tienen fe o llegan a tenerla, la acción de Dios trae salvación y seguridad...”[5].
           Esta historia de compasión[6] se da ante el llamado angustioso, el grito del que ha perdido hasta lo que no tiene. De esta manera Dios se hace solidario. El Poderoso escucha, atiende y camina con aquellos a quienes los poderosos han olvidado. La pregunta del profeta ¿Dónde cayó? recuerda la pregunta de Jesús a Bartimeo (Mrc 10:51) ¿Qué quieres que te haga?, y hace pensar en el grito como condición necesaria para que Dios actúe; o mejor, en el Dios solidario que interrumpe los gritos y da esperanza. Es más, en la cruz, es Dios-hombre mismo quien grita desesperado (Mt 27:46), asumiendo el dolor, la tragedia, la desesperanza y las pérdidas.
  Fin... una cabeza más, recuperada.


[1]  TORRES MILLAN, Fernando, Eliseo: una pedagogía de la ternura. En, Vida y Pensamiento, Vol. 17,1 (Junio 1997), Publicaciones UBL- Costa Rica, p 84.
[2] ACOSTA, Milton. The Role of The Poor and Marginal Characters in The Book of Kings: A Rhetorical Analysis of Kings 2-8 and 13:14-21. Deerfield: UMI. 2004. P. 202.
[3] Es mas, ante la crisis del ataque de Moab (3:4-19), es Josafat, rey del sur, quien propone consultar a un profeta. Ni siquiera a Joram se le ocurre semejante idea. Josafat sabe más de Elíseo que Joram.
[4] ACOSTA, Milton A, El humor en el Antiguo Testamento. Puma- Perú, 2009, p 153.
[5] Ibíd., p 153.
[6] ACOSTA, The Role of The Poor and Marginal Characters in The Book of Kings: A Rhetorical Analysis of Kings 2-8 and 13:14-21. Op, Cit, p 203

El hombre y la mujer se complementan

El hombre y la mujer se complementan...
Una mirada a  la creación de la mujer.
Gén. 2:18-25.
EN VOZ ALTA.02.

Jovanni Caballero Doria

La exposición de tu Palabra alumbra. Salmo 119:130.

           La noche era joven, el público enardecía, las manos de la joven sudaban y sus pupilas se dilataban al escuchar la pregunta... “¿Usted cree que la mujer es complemento del hombre?” el público calla y la respuesta no se  hace esperar: “el hombre se complementa a la mujer, mujer con mujer, hombre con hombre y... también mujer a hombre del mismo modo en el sentido contrario. Y... estamos para darnos cariño, para darnos amor. Y... la mujer es el complemento del hombre en un sentido muy bello, porque... le da amor y también le da cariño,... el mundo está evolucionando y cada vez le damos más amor a los hombres que, en el caso colombiano, un día fueron machistas.” Lo anterior parece ser una versión Mockusiana del relato primitivo sobre la creación de la mujer en Génesis; relato con el que se responderá de una manera diferente  a la pregunta inicial hecha a la joven.
         El texto que nos ocupa esta vez se encuentra en el capítulo 2 de Génesis, el cual se centra en la creación del hombre y la mujer. En términos generales nuestro texto está ubicado entre la prohibición (2:17) y la tentación (3:1ss), o la prohibición emitida y la prohibición incumplida. La trama se desarrolla con la sentencia de Dios: no es bueno que el hombre esté solo (v 18) y termina con la unión sin vergüenza entre hombre y mujer (v 25). Veamos entonces cómo se interrumpe la soledad del hombre y cómo éste llega a exclamar el primer poema que la Biblia registra, el cual habla del complemento entre el hombre y la mujer.
          La frase inicial del relato, “no es bueno que el hombre esté solo”, parece contrastar con el 1:31 donde se ha declarado la bondad de toda la creación. Sin embargo es el 1:31 el que arroja luz para la interpretación de esta declaración: lo bueno es lo terminado, lo completo; en este sentido, la no-bondad del hombre radica en que la soledad es un estado de no acabado. No quiere decir que Dios hizo algo incompleto, sino más bien que Dios no quiso dejar nada incompleto, inconcluso. La frase ‘ezer kenegdo (ayuda adecuada), habla de la complementariedad, no de sumisión o relaciones laborales. Ella será la ayuda que le corresponde[1].
         El texto da un giro inesperado (v19, 20), sorprende al lector; y se centra ahora en la creación de los animales y de cómo el hombre trabaja poniéndoles nombres, reclamando de esta manera autoridad sobre ellos (1:28); sin embargo, aunque ellos comparten la condición de creación del polvo junto al hombre (2:7), la búsqueda entre ellos de una ‘ezer kenegdo para este último es infructífera. El hombre sigue solo a pesar de sus labores y del uso de sus facultades regentes; además, la zoofilia es descartada; la compañía que se busca debe completar al hombre de la manera como no lo harán el trabajo ni el resto de la creación.
         El autor vuelve a  mencionar el acto creativo de Dios, esta vez no para crear animales (v 19) sino para crear al complemento del hombre (v21-24): la mujer. Es el mismo Creador quien trae, ya no animales, sino que, cual padrino de bodas, presenta a su última creación. El hombre ve en ella su espejo, su ayuda correspondiente; de ahí el juego de palabras en hebreo: ella es Ishah porque fue tomada del Ish. El hombre comparte su nombre con ella; no le da un nombre, no ejerce autoridad; además, ve en ella su contraparte. Dios trae a la mujer, no mujeres[2], descartando ya no la zoofilia sino la poligamia y la homofilia. Adán extasiado, se inspira y hace poesía[3].
           El relato cierra explicando el porqué de la relación monógama (v25): la mujer es la ayuda adecuada del hombre. Este texto es revolucionario pues en ninguna cultura de la antigüedad renunciaba un hombre a cosa alguna para casarse con una mujer; las mujeres no eran consideradas dignas de tal sacrificio, ella tenía que sacrificarlo todo el día de su matrimonio[4]. Ahora, la progresión de los verbos, dejar- unir – ser, sugiere que la unión monógama y heterosexual parece ser paradigma de la relación hombre- mujer; esta relación merece una ruptura con un pasado: dejar padre y madre; una unión con un presente: unirse a su mujer; y una construcción de un futuro en cooperación: llegar a ser una sola carne. El matrimonio, de esta manera, se convierte en un camino, un proyecto que no se nos entrega concluido sino para construir. Finalmente, en el NT Pablo (Ef 5:30) y el mismo Jesús (Mt 19:4,5) apelarán al orden de Génesis para defender la unión entre hombre- mujer de las perversiones de su tiempo.
                                                                                Fin... ¿usted cree que la mujer es el complemento del hombre?


[1] Lo que se busca entonces no es una ayudante, ni mucho menos un ser inferior, sino un ser que, por ser igual al varón, le pueda ser verdadera ayuda y apoyo, como Yahvé lo es de Israel (Sal 33:20; 121:1,2; 1 Sam 7:12)
[2] El  homosexualismo pervierte el orden creado; el androginismo intenta eliminar las distinciones.  Esto nos deja frente a una sociedad ambigua y, la promiscuidad sexual  elimina el paradigma monogámico y la posibilidad de construir proyecto.
[3] La idea difundida ampliamente de que el hombre no es romántico es más una verdad cultural, que una verdad creacional.
[4]  “La declaración que hace Dios en Génesis 2 invierte por completo la escala de valores del mundo. La perspectiva divina es que el hombre debe tener a la mujer en tan alta estima que ha de estar dispuesto a sacrificar cualquier cosa (incluso a aquellos que le dieron su posesión más preciosa: su vida) ¡para unirse por siempre a ella! CUNNINGHAM, Loren. HAMILTON, David Joel. ¿Por qué no la mujer? Una perspectiva Bíblica sobre la mujer en la Misión, el Ministerio y el Liderazgo, JUCUM-USA, 2003, p 101.