LA FE EN TIEMPOS DE HAMBRE
Gen 26
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 201
El hambre duele, lastima y provoca… geográficamente: migraciones, salidas, éxodos; emocionalmente: frustración, miedo, inseguridad, acortamiento de los horizontes; físicamente: desgastes, decaimiento, muerte; moralmente: nos pone frente a lo fundamental, los límites de lo bueno y lo malo, lo prohibido y lo permitido; socialmente: el hambre es un generador de violencias y un causante de malestares sociales. El hambre tiene causas políticas y naturales.
Martín Caparrós, periodista que ha documentado ampliamente
la experiencia del hambre, dice: “Conocemos el hambre,
estamos acostumbrados al hambre: sentimos hambre dos, tres veces al día. No hay
nada más frecuente, más constante, más presente en nuestras vidas que el hambre
-y, al mismo tiempo, para muchos de nosotros, nada más lejano que el hambre
verdadera”. Caparrós recorrió la geografía del hambre, desde la India,
Bangladesh, Níger, Kenia y Sudán hasta naciones desarrolladas como Estados
Unidos y España. Allí encontró a quienes, por distintas razones -sequías,
pobreza extrema, guerras, marginación-, sufren hambre. De sus historias está
hecha su investigación “El Hambre”, y de las historias de quienes trabajan
en condiciones muy precarias para paliarla, y las de quienes especulan con los
alimentos y hambrean a tanta gente. Y, por desgracia, sigue tan vigente. Discurre
sobre los mecanismos que hacen que casi mil millones de personas no coman lo
que necesitan.
En el texto Dios invita a Isaac a quedarse en Gerar, tierra desértica, contra todos los pronósticos. Tomemos esta “invitación” como eje para mirar el texto y para nuestra reflexión. Veamos este texto en tres grande bloques o partes.
1. GERAR ANUNCIADO, VV. 1-5. En tiempos de hambre
Dios invita a Isaac, contra todos los pronósticos, a “migrar” a Gerar, “tierra
desértica” en vez de Egipto, la opción más viable, tierra con más abundancia. En
su condición vulnerable de migrante y forastero Dios promete estar con él y
bendecirlo. En Levíticos 19 ser santo era, entre otras, acoger bien al
inmigrante. La “bendición” a Isaac estará conectada con la promesa a Abraham:
“en ti serán benditas todas las familias de la tierra”. A Isaac se le recuerda
que la bendición no tiene un fin en sí misma, que la bendición para que no se
corrompa o se pervierta debe circular, que la bendición tiene un horizonte
superior más allá del individuo o del clan. Será bendecido para bendecir. En
ese tiempo las tribus no se bendecían, se conquistaban, se peleaban, se
destruían; Isaac es invitado a actuar “contra cultura”. La bendición, diríamos,
tiene un horizonte evangélico (Gal 3:8). HOY, dale gracias a Dios por llevarte
al lugar donde estas, dale gracias por lo que tienes, pero también, pregúntate,
¿a quién puede bendecir con lo que Dios me ha dado? Haz algo “contra cultura”,
comparte.
2. GERAR HABITADO, VV. 6- 22. Con la llegada a
Gerar y la habitación llegan los problemas, aparecen los conflictos. En lo
personal Isaac miente por miedo para guardar su pellejo (poniendo en riesgo a
su esposa). La mentira es un patrón patriarcal y un “recurso en tiempos de
peligro”: se da con Abraham, Isaac también miente y Jacob, quien llegará a ser
“la tapa del frasco”, hace lo propio. Abimelec, rey filisteo, se muestra más
piadoso y con una ética más alta que la del mismo Patriarca “elegido” Isaac. Dios
trabaja con vida rotas; Dios escribe recto en renglones torcidos; Dios se mueve
entre nuestras luces y nuestras sombras. Su gracia es más fuerte que nuestras
des-gracias. En lo “laboral” Isaac, ya exitoso, enfrenta la envidia de los
filisteos. Isaac, aunque sabe que esa tierra será de él algún día, no responde
con arrogancias, declaraciones alegres de fe u orgullos en nombre de Dios. Isaac
sabe que la tierra (promesa) se conquista trabajando, también sabe que la
promesa de bendición no exime los problemas y los conflictos. Hoy, revísate,
¿cómo respondes ante el peligro personal y el conflicto laboral?, dale gracias
a Dios por haberte llevado a donde estas, camina allí con humildad, con
sencillez; no uses la fe (la promesa) para dominar, para enorgullecerte, para
imponerte. Dale gracias a Dios porque sigue escribiendo recto a través tuyo, un
renglón torcido.
3. GERAR ABANDONADO, VV. 23-35. Isaac
sube a Beerseba (“Pozo de juramento), la envidia lo expulsa de Gerar. El lugar
de bendición se convierte en lugar de expulsión por el tóxico de la envidia. Sale
de Gerar sin mayores apegos y pretensiones. En Beerseba Dios sigue caminando
con Isaac y este sigue siendo bendecido allí. ¡Qué Dios tan extraño este! No
está en un monte, en un lugar sagrado o en un templo, como los demás, camina
con la gente. Isaac percibe que Dios está, le ha dado agua y tierra, le ha
hecho hacer las paces con “los envidiosos”, entonces levanta un altar y adora. Otra
extrañeza de este Dios: el altar es el resultado de su aparición y no su causa.
Levantar un altar es “hacer un alto” para que la experiencia de Dios no se
vuelva común. Un altar es un lugar para celebrar, recordar y agradecer. El
texto cierra con un comentario familiar, nos cuenta los desgarros que producen las
malas decisiones de los hijos en el corazón de los padres. Isaac es un hombre bendecido
con una familia “normal” no una súper familia o familia perfecta. Como dicen
los mayores: “no hay felicidad completa”. HOY, haz un altar, haz un alto en el camino
para celebrar, recordar y agradecer a Dios por todo. Ponte al día con quienes
te han dañado, con quienes te han ofendido. Pero también, acepta, si, acepta la
fragilidad de la vida y su contingencia, acepta que “no hay felicidad completa”,
que la vida es compleja, que las malas decisiones de quienes nos acompañan
entristecen el alma. Aun así, sigue caminando, sigue trochando, Dios está
contigo. No pierdas el carácter itinerante de la fe”, la fe como camino, como
salida, como un “sal de tu tierra”. Si. Salta, el piso aparecerá después.
En el horizonte evangélico planteado dijimos que el
hambre aparece en el NT como una situación difícil pero también como un
escenario para encontrar a Jesús. Jesús dijo: “tuve hambre y me diste de comer”
(Mt 25:35). Decíamos, esta semana, da de comer a un necesitado, a un
hambriento. El golpe incómodo y perturbador de alguien en la puerta de la casa puede
ser Jesús gritando: “¡Tengo hambre!”.