miércoles, 24 de septiembre de 2014

La torre de “papel” (1)

La torre de “papel” (1)
Gen 11:1-9
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 106
El relato del Génesis 11:1-9 conocido como “la torre de Babel”, es el clímax ascendente de lo que se gesta en el capítulo 3 a raíz de la desobediencia del hombre y la mujer. Por lo anterior se nota el mismo patrón narrativo presentado en los casos de Adán y Eva, Caín y Abel y el diluvio; el patrón es como sigue: desobediencia, juicio y gracia. Aunque, en el relato de Babel, la gracia se encuentra en el llamamiento a Abraham, es decir, en el capítulo 12 del Génesis. El esquema se completa leyendo el relato vocacional de Abraham. Para claridad del lector explico que haciendo uso de dos figuras del lenguaje o retoricas llamadas aliteración y asonancia, he cambiado el título “Babel” por “Papel”. Ahora, para analizar un poco el texto y pensando en los predicadores quisiera sugerirles la siguiente estructura concéntrica:
A. Reunión de los hombres en Sinar: una sola lengua, vv. 1-3a.
      B. Construcción de una ciudad y una torre, vv. 3b-4a.
           C. Nos haremos famosos: sin dispersarnos, v. 4b.
                 D. Intervención del Señor: descendamos, vv. 5-6.
           C’. Dispersión, v. 7.
      B’. Se interrumpe la construcción de la ciudad, v. 8.
A’. Dispersión de los hombres a partir de Babel, v. 9.
Los contrastes empiezan marcarse, el texto inicia hablando un solo lenguaje y termina con una pluralidad casi cacofónica (vv. 1-3a, 9). El relato inicia con un colectivo reunido y termina con la dispersión del pueblo (A-A’). De oriente, llegan los pueblos nómadas y se posan en Sinar, se refiere a la zona de Babilonia, porque el pasaje culmina usando un juego de palabras. Babel (bāḇel) suena muy parecido al verbo “confundió” (bālal). La reunión allí, en Sinar, tiene un propósito: construir una ciudad cuya torre que llegue al cielo y hacerse famosos (vv.3-4b; 7-8) Los escritos babilónicos que relatan la construcción de la ciudad de Babilonia refieren que fue edificada en el cielo por los dioses como una ciudad celestial, la cual es una expresión de vanagloria (Enuma Elish VI, líneas 55–64)[1]. Pero el registro de Génesis ve a esa ciudad como la primera potencia del mundo, el epítome de los poderes impíos (B-B’). En una palabra, es el anti-reino. Por lo tanto, el registro de los vv. 1-9 es literatura polémica, porque muestra el poder absoluto de Dios al dictar ese castigo. Lo que la gente creía que era su mayor fuerza, la unidad, el Señor la destruyó con rapidez al confundir su lengua (v. 7; Cp. v. 9). Lo que ellos temían más, ser esparcidos (v.4), fue lo que vino sobre ellos en forma natural. Lo que ellos más deseaban, hacerse un nombre (v. 4), irónicamente fue precisamente lo que sucedió, porque su ciudad vino a ser conocida como Babel (C-C’). Fue así que dejaron de edificar la ciudad y fueron esparcidos por toda la tierra. En el capítulo 12 Dios llama a Abraham y le promete “un nombre” (12:2).
            Ahora, parece que el pecado de los sinaritas (habitantes de una llanura en la tierra de Sinar) fue el orgullo desmedido, porque dijeron: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre”. Esta fue una rebelión abierta contra Dios, porque pretendieron independizarse de él. Con frecuencia se compara a la humildad con la confianza y la obediencia. Por el contrario, el orgullo se relaciona con la independencia y desobediencia. Aquí, la gente se unió para fortalecerse y orgullosamente, hacerse de una reputación por sí mismos: por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Parece que esta fue una directa oposición a la orden divina de que se multiplicaran y llenaran la tierra (9:1). En el centro del texto (D), según nuestra estructura, se encuentra la intervención directa de Dios, como pluralidad, contra ese proyecto urbano (vv. 5-6). García López[2] dice que la formula “Yahvé bajo para ver” (v.5), encierra una fina ironía: los hombres quieren construir una ciudad que llegue hasta el cielo, y Dios, que habita el cielo, tienen que bajar para verla. Y no porque Dios sea corto de vista, sino por lo mezquina que era la torre.
Esta rebelión, al igual que la del diluvio, tiene un valor colectivo[3], es la búsqueda de un pueblo de elevarse sobre otros a fin de dominarlos, actividad que llamamos imperialismo y que en el relato se elige a Babilonia como paradigma de esa actitud. En nuestro relato, la torre de “Babel” es finalmente la torre de “Papel”, es frágil, inconsistente, rompible, gaseosa; liquida. La gracia se evidencia en el llamamiento de Abraham, porque Dios no olvida a las naciones, sino que llama a Abraham para que aquellas sean objeto de su bendición; un nuevo comienzo empieza a gestarse. Continuará.

[1] Esos registros dicen que fue edificada siguiendo el mismo proceso de hacer ladrillos que se describe en el v. 3, pero además, cada ladrillo tenía inscrito el nombre del dios babilonio Marduk. Asimismo, el zigurat, la torre que se cree fue construida por primera vez en Babilonia, se decía que tenía su punta en el cielo (Cp. v. 4). Esa montaña artificial se convirtió en el centro de adoración de la ciudad, y tenía un templo en miniatura en lo alto de la torre. En Babilonia había un templo con terrazas superpuestas, un zigurat, llamado E-temen-an-ki: “casa-fundamento-cielo-tierra”. Con sus siete pisos, si se hubiera terminado, habría alcanzado una altura de 90 metros. Este relato explica porque ese templo-torre nunca fue terminado.              
[2] GARCÍA LÓPEZ, Felix. Introducción al estudio de la Biblia: el pentateuco. Estella (Navarra)-Verbo Divino, 2004, p 93.
[3] ANDIÑACH, Pablo R. Introducción  hermenéutica al Antiguo Testamento. Estella (Navarra)-Verbo Divino, 2012, p 93. 

lunes, 15 de septiembre de 2014

¡Siembra, siembra, siembra! (3)

¡Siembra, siembra, siembra! (3)
La teología de la prosperidad en 2 Corintios 8-9
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 105
Ahora, las ofrendas son parte importante del culto, ya que por medio de ellas expresamos por lo menos tres aspectos del carácter cristiano: 1). Un sentido de adoración a Dios (vertical); 2). Un sentido de mayordomí­a (central); 3). Un sentido de servicio (Horizontal)[1]. Las ofrendas no siempre tienen en el culto el lugar que deberí­an tener. Quienes dirigen suelen hacer bromas alusivas, o la ofrenda pasa inadvertida porque se usa ese momento para los anuncios o para escuchar música especial. La mayorí­a de las veces se toma como una parte rutinaria y necesaria, sólo para cubrir el presupuesto de la iglesia. No deberí­a asombrarnos que muchos creyentes no sepan el valor teológico de las ofrendas. Deberí­amos enfatizar los tres aspectos que mencionamos más arriba, con el fin de educar a la congregación en el carácter sacrificial de las ofrendas. Es necesario entender que las ofrendas se realizan en un marco de adoración dentro del culto y son hechas por personas que reconocen y honran a Dios[2]. Debemos rendirnos a los pies de la cruz, y eso incluye también nuestras billeteras; las finanzas.
            Segundo, en relación con la ofrenda y la prosperidad. El texto hace una propuesta para la “teología de la prosperidad”. Presuponiendo la gracia de Dios que llega al hombre, la teología Bíblica del trabajo y nuestras tendencias avarientas, el texto dice que ser prospero es imitar a Dios. El ejemplo de Dios al darnos  su único hijo, puso el fundamento para toda dadiva cristiana. Cuando damos generosamente, somos semejantes a Dios. Asumimos la realidad de la “nueva creación” (5:17). El camino a la prosperidad es el vaciamiento, es el entregarse para parecerse a Dios. Tercero, en relación con ofrenda y la siembra. La gran cosecha de la siembra hecha es la alabanza que el que recibe da a Dios. Imagine al hermano que recibe “la canasta de amor”, las acciones de gracias, la alabanza y la oración que eso genera. Pregunto, ¿Cuándo fue la última vez que provocaste una acción de gracias?, ¿Cuándo fue la última vez que provocaste una canción, una acto de alabanza, una oración?, ¿Hace cuánto no cosechas nada porque estas tan ocupado en ti? Pablo desafía a los Corintios y les dice “¡provoquen!, ¡provoquen actos de alabanza!, ¡Que alguien alabe a Dios por tu generosidad!”.
            En cuarto lugar, en relación con la ofrenda y el templo. Quisiera sugerir que en el fondo de este discurso está presente el modelo del tabernáculo (Ex 25-40). Pero en este caso, el tabernáculo, la morada de Dios, ya no es un edificio particular, sino un pueblo; la iglesia. Hay elementos paralelos: la ofrenda, el llamado, la preparación del pueblo y sus dadivas, el carácter de los ministros (Bezalel y Aholiab), el carácter generosos y emocional de la ofrenda (Ex 25:1-3; 35:5), la teología del MANA en el desierto (como pueblo del éxodo) el culto como marco referencial, la salvación como experiencia fundamental y la gloria de Dios. Así, ofrendar aquí es participar de la “construcción” de la morada de Dios, es coparticipar con Dios en la construcción de este nuevo tabernáculo: su iglesia.
            En quinto lugar, en relación con la ofrenda y el amor. Al igual que Juan, Pablo es también un apóstol del amor. Al hablar del amor en la ofrenda, “Dios ama al dador alegre”, quiere que ellos piensen que al ofrendar, no están entrando en una relación comercial con Dios, sino que entran, o se ubican, en el marco de una relación filial con Dios (Recordemos que “amor” es lenguaje del pacto). Cuando se piensa distinto, cuando se ofrenda para comercializar con Dios, estamos pervirtiendo y prostituyendo la Biblia, a nosotros mismo y nos alejamos de Dios. “¡No lo compres, él los ama!”, les dice el apóstol. Pablo desarrolla de manera magistral e insuperable el tema del amor en 1 Corintios 13. Ahora, ubicarse en esa forma de ver las cosas, en una relación filial con Dios, ofrendar es gustar un poco del futuro, al final solo permanecerá el amor. Ofrendar, según esta propuesta, es celebrar el futuro, ahora[3].  Fin.

[1] El diezmo en el AT tenía por lo menos tres aspectos: uno social, otro administrativo (la dinámica de los impuestos en la actualidad- la hacienda pública) y uno cultual.
[2] El cristiano toma el concepto del diezmo del judaísmo pero no lo ve como una regla, una ley o una meta que cumplir. Lo ve como un comienzo, como un mínimo sobre el cual construir una vida de entrega a Dios y a los demás.  En el libro apócrifo de Eclesiástico se dice: “Da al Altísimo como Él te ha dado a ti, con generosidad, de acuerdo con tus capacidades”. 
[3] Blomberg propone cuatro principios para la mayordomía a la luz de estos textos. “Primero,  Pablo ha cambiado sus simples mandatos en 1 Corintios 16:1-4 en peticiones retoricas y psicológicas mucho más elaboradas. Segundo, Pablo parece semejante a Santiago (o a Jesús o a la iglesia primitiva en Hechos) en cuanto a su preocupación de que un cristianismo genuino lleva a la obediencia, particularmente en el área de la mayordomía financiera. Esta es la doctrina de la justificación paulina, descrita ahora en sus dimensiones concretas. Si alguien se niega a involucrarse en la colecta, su madurez e integridad religiosa automáticamente se hace cuestionable. Tercero, los principios de Pablo, al igual que el material antiguo testamentario en el cual se basa, rompen con todos los modelos económicos de la actualidad. Aquí está ausente todo el lenguaje del mercado económico. En su lugar prevalecen los temas utópicos y de jubileo. Es dar en lugar de ganar, agradecimiento en lugar de interés, certeza en lugar de créditos, confianza en lugar de seguridad, comunidad en lugar de mercado, alabanza espiritual en lugar de culto en el templo, gracia en lugar de propiedad. Cuarto, la norma que Pablo nos exhorta a seguir es en realidad más estricta que el tradicional diezmo. Si la mayoría de los cristianos occidentales fueran honestos en cuanto a sus ganancias, darían un porcentaje considerablemente  más alto que el 10% para las causas cristianas”. BLOMBERG, Craig L. Ni pobreza, ni riqueza: una teología Bíblica de las posesiones materiales. Andamio-Terrasa (Barcelona), 2002, p 285.  

lunes, 8 de septiembre de 2014

¡Siembra, siembra, siembra! (2)

¡Siembra, siembra, siembra! (2)
La teología de la prosperidad en 2 Corintios 8-9
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 104
Una vez Pablo ha puesto como modelo de entrega a los macedonios y como ejemplo de trasparencia a Tito y el hermano, invita enérgicamente a los Corintios para que ofrenden a favor de los santos en Jerusalén. Tenemos aquí entonces, según la estructura paralela planteada, la sección B-B’.  Sobre la base del ejemplo de los macedonios, Pablo motiva a los Corintios a ofrendar (8:7-15). La invitación es también un llamado a revisar sus motivaciones, Pablo no les dice que si tienen malas motivaciones que no den, sino que les manda a revisarla y a ofrendar con la motivación correcta. Les dice: 1). Abunden en todo, incluyendo la donación para Jerusalén, como muestra de amor. El amor se lleva a cabo en actos concretos; tiene dimensión sacrificial. Se dice que una vez la vaca y el cerdo discutían respecto a cuál de los dos era más generoso. La vaca señaló todos los litros de leche del supermercado: “¡mira-dijo al cerdo- a ver si puedes superar eso!”, el cerdo señaló un trozo de jamón y respondió: “¡tú leche es solo una contribución, pero lo mío es un sacrificio!”. 2). Cristo es modelo de entrega. Que extraño don, Cristo, según el texto,  no ha dado su riqueza, ha dado su pobreza, porque se ha hecho pobre hasta el punto de darse a sí mismo, para que seamos enriquecidos, pero ¿enriquecidos de qué?: de una forma distinta de ver la vida, las posesiones y a Dios mismo[1]. ¡Eso fue lo que la iglesia de Macedonia captó! 3). Háganlo en “clave de éxodo” (vv. 14-15). Lo que les falta a ellos: “provisión”, lo que ellos tienen en abundancia: “escasez”, se convierte entonces en escenario para la generosidad de los Corintios. “Teológicamente, Pablo enseña la importancia de compartir mutuamente como parte de la economía del MANÁ de Dios. En la economía del maná, las necesidades del sustento diario eran satisfechas, haciendo fútil la acumulación secreta, todo un espíritu de confianza en la provisión de Dios”[2].
            Veamos ahora el segundo llamado (9:6-15), aquí Pablo los desafía por segunda vez. Podemos ver aquí al menos cuatro asuntos: 1). Un asunto cultural: la metáfora agrícola (v. 6), una siembra generosa (Lit. bendición). La gran cosecha será de acciones de gracias, alabanzas a Dios en el marco del evangelio y oraciones por ellos (vv. 6,10-14). Reitero, la GRAN COSECHA no será de dinero, sino de acciones de gracias y alabanzas. Nuestras ofrendas, tal como lo plantea Pablo aquí, generaran actos de alabanza y adoración a Dios. Los “todos” (seis en total, vv. 8-11), no se pueden limitar única y exclusivamente a lo financiero. 2). Un asunto emocional: la propuesta nace en el corazón, sin tristezas (que cause desanimo), ni por obligación (que se sienta manipulado), o por  necesidad (manipular a Dios). La razón de todo esto: “Dios ama al dador alegre”. Pablo no dice la palabra mágica… “Dios bendice al dador…”, o “Dios prospera al dador…”. Moisés ya había hablado respecto al involucramiento del corazón en la ofrenda (Ex 25:1-4; Dt 15:7-10). 3). Un asunto escritural: el salmo 112, aquí citado, habla de la generosidad del justo, su apertura hacia el pobre y el necesitado como resultado de la visita de Dios. Se alude también a Isaías 55:10, esbozando un principio general: Dios es fuente de toda provisión. 4). Un asunto cultual: el texto termina con sabor litúrgico, una exultación de agradecimiento al señor por sus dones: “la posibilidad de participar sirviendo a otros”, pero alabando al Señor por su don: “Cristo mismo”. El texto, capítulos 8-9, es una gran inclusión. Inicia celebrando la gracia, 8:1, y termina celebrando la gracia, 9:15 (7 veces se usa la palabra). Concluyendo podemos decir que, tomando el ejemplo de Macedonia, la trasparencia de Tito y el hermano, y a Dios como dador máximo, pablo invita a los Corintios a ofrendar, a dar una ofrenda por los santos de Jerusalén. El carácter de la ofrenda, o  gracia, no será comercial sino espiritual, esto generara culto a Dios.
            Algunas reflexiones a la luz del texto y nuestros contextos. Primero: en relación con la ofrenda y el culto. Estoy convencido que la teología de la prosperidad, o el evangelio de la avaricia, se equivoca al apelar a la codicia del creyente, así ofrece culto a Mamón y no hace contracultura, sino que promociona el perverso materialismo en nombre de Dios, en detrimento de la teología Bíblica del trabajo. Quienes predican esto, dice Mosquera, “… están desviando la fe y la piedad de sus seguidores. Están logrando que creyentes sinceros, pero ingenuos e incautos, quiten la mirada de Jesús y la desplacen hacia Mamón. Estos proclamadores, en lugar de promover entre sus feligreses la búsqueda de la piedad, de la santidad de vida y del señorío de Jesucristo en sus vidas y en la comunidad eclesial, enseñan justamente todo lo contrario, hacer riquezas aquí en la tierra, llenarse de lujos y de dinero y descuidar lo fundamental: la profunda comunión con Jesucristo[3]. La teología de la prosperidad pervierte, a través de la ofrenda, el culto y convierte a Dios en una mercancía y a sus bendiciones, en conquistas personales. Continuará.


[1] “En contra de la teología de la liberación, esta afirmación no solo se refiere a las circunstancias materiales o socioeconómicas de Jesús durante su vida terrenal. Sino que ofrece un resumen teológico mucho más profundo de todo lo que le dejó en su hogar celestial para tomar las restricciones de una existencia terrenal y la mayor ignominia de la crucifixión… Si Cristo pudo sacrificar tanto por nosotros, ¡cómo nos atrevemos a negra una ayuda generosa al necesitado! La misericordia y el dinero van juntos de lo que usualmente pensamos”. BLOMBERG, Craig L. Ni pobreza, ni riqueza: una teología Bíblica de las posesiones materiales. Andamio-Terrasa (Barcelona), 2002, p 277.
[2] Ibid, p 279.
[3] MOSQUERA, Fernando A. La oración, teología y práctica. Clie-Barcelona, 2010, p 160. 

lunes, 1 de septiembre de 2014

¡Siembra, siembra, siembra! (1)

¡Siembra, siembra, siembra! (1)
La teología de la prosperidad en 2 Corintios 8-9
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 103
Ninguno de nosotros, ya seamos, teólogos, pastores, líderes e iglesia en términos generales; somos ajenos al fenómeno, nacido en Norte América y exportado al resto del mundo, llamado “Teología de la prosperidad”. Esta teología, dice Ocaña[1], pone un énfasis desmedido en la prosperidad, entendida como riqueza material; y la presenta no solo como una perspectiva desde la cual hay que interpretar toda la Biblia, sino que convierte a la prosperidad material en un canon para medir la fe y la espiritualidad. Las palabras en el discurso de estos predicadores son: siembra, cosecha, ciento por uno, prosperidad. Quisiera sugerir que, frente a esta forma equivoca de ver las posesiones, a la Biblia y a Dios mismo, las Escrituras si hacen propuestas de “prosperidad” y, es tarea de nosotros, los predicadores, pastores y teólogos, pasar de la crítica a la exegesis Bíblica y, en dependencia de Dios y su Espíritu, proponer, desde una cristología evangélica, a las comunidades que pastoreamos una teología de la prosperidad bíblicamente fundada y cristológicamente centrada.
            La presente propuesta, toma dos capítulos bastante conocidos y leídos por la iglesia, además de abusados por los predicadores de la “teología de la prosperidad”, para profundizar la forma en la que Pablo presenta el asunto y a la vez propone, lo que yo llamo, una auténtica “teología de la prosperidad”.  En esta sección de la carta, capítulos 8-9, Pablo exhorta a los Corintios para que ofrenden a favor de los santos (Cp.1 Cor 16:1-4), les motiva a hacerlo tomando como fundamento el ejemplo Macedonio (se dieron a Cristo), la honestidad de Tito y el hermano y la entrega de Cristo mismo. Termina diciéndoles que den con generosidad y dejen los resultados a Dios. La estructura o bosquejo del texto se presenta en forma paralela así:
A.   El ejemplo de Macedonia: solidaridad en tiempos de escases, 8:1-6.
B.   El llamado a los Corintios: el vaciamiento de cristo, 8:7-15.
A’.  El ejemplo: las trasparencia de Timoteo y Tito, 8:16-9:5.
B’.  El llamado a los Corintios: la gran cosecha, 9:6-15.
            En  la primera línea paralela, A-A’, Pablo va a desafiar a los Corintios por medio de dos ejemplos. El primero de ellos es el de las iglesias de Macedonia, fundadas en su segundo viaje misionero (Hech 16:6-10). Estas se dieron a pesar de sus carencias (causadas tal vez por persecuciones). Pablo usa para ofrenda la palabra “gracia” (se repite por lo menos 7 veces aquí). La gracia es el tema central de los dos capítulos. Es que la ofrendas de los cristianos son un donde la gracia de Dios, quien capacita a los creyentes para practicarlo. Pablo dice que ellos “se dieron a Cristo” y a “ellos” (los santos en Jerusalén). No dieron, se dieron. Dar es fácil, no nos compromete, pero darse… en pocas palabras, esto es un acto de adoración. La ofrenda es una extensión de lo que somos. La ofrenda de sí mismos es la mayor de las ofrendas. Algunos dan su dinero para librarse de la necesidad de darse a sí mismos.  Lo que motivaba tanto la extravagancia de su generosidad como su alegre buena voluntad era una espiritualidad centrada en Cristo. Dios acepta las ofrendas materiales con agrado, cuando la vida del que ofrenda le agrada. Los diezmos, las primicias y los aportes tienen sentido si son el reflejo de una vida ofrendada al Señor que hace lo correcto en todas las áreas de la vida, incluyendo la vida profesional. Entonces, los macedonios no dieron para manipular a Dios, dieron como un acto de adoración a Dios (8:1-16).
                El segundo ejemplo es el de Tito y un hermano “NN” (8:16-9:5). Ya usó el ejemplo de Macedonia para animarles, ahora, usará el ejemplo de Tito y  “el hermano” para alentarles hablándoles de la trasparencia de ellos: el hermano: es de renombre en el evangelio, v. 18. Es decir, su vida y la forma en la que asume el evangelio son de conocimiento público. Es un hombre de fiar. Tito por su parte es un fiel colaborador. Es muy importante designar a creyentes honestos y de buena reputación para que manejen el dinero de la iglesia. Tito y el hermano nos dan luz sobre los requisitos del carácter de quienes manejan las finanzas en la iglesia: su espiritualidad (alabanza en el evangelio) y en su integridad (cuya diligencia hemos comprobado). El mal uso del dinero de la iglesia ha destruido la reputación de muchos predicadores y de la iglesia misma. Así, el acto de dar es un acto de adoración, pero el acto de administrar lo dado también lo es. El carácter reprochable de aquellos que administran daña el corazón de la iglesia e impide actos de gracia y adoración. Conozco a personas cuyos corazones están hoy dañados por hermanos que abusaron de ellos, pidiéndoles dinero, siembras en nombre de Dios a cambio de prosperidad material. En esta sección la ética del oferente es tan importante como lo es la de aquellos que reciben o administran la ofrenda.
            Pablo termina hablando aquí de la ofrenda como “servicio” o “diakonía” (9:1-5), así, eleva este proceso a la categoría ministerial (3:7,8). Para Pablo este asunto no es periférico, secundario, es ministerio. Los hermanos, Tito y el “sin nombre”, están dispuestos a recoger la dadiva en el marco de un asunto ministerial.  Notemos que Pablo evita poner el tema de la ofrenda en un marco comercial, la base ha superado la dimisión comercial, Pablo eleva el asunto a la dimensión de la adoración, una adoración sacrificial con fundamento cristológico. Continuará…


[1] OCAÑA, Martín. Los banqueros de Dios. Lima-Puma, 2002, p 76.