miércoles, 20 de marzo de 2024

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA PARA TIEMPOS DE CRISIS (5)

 

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA

Disciplinas espirituales a la luz de la oración de Habacuc

Hab 2:20-3:19

 

convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 206

6. LA DISCIPLINA DE LA ALABANZA.

Aquí llega el profeta a su “declaración terca de fe”. El afirma: 17 Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; 18 Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. 19 Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar. Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas”.

            El profeta ve que, como consecuencia de la invasión caldea, dos sectores representativos de la economía, el pastoril y el agrícola, llegarían a colapsar[1]. Confiesa que seguirán confiando en Dios, aunque la vida duela. La acción de Dios puede causar una remoción de sus confianzas y puede hacer tambalear los fundamentos y seguridades. Lo llevará al punto cero. La crisis y la remoción de su teología y economía lo llevaran a encontrarse y a conectarse con lo fundamental… Dios es todo lo que necesita. El profeta creo, es invitado a revisar el engaño corruptor de las certezas: él tenía una “teología sistemática de la soberanía de Dios” en donde Dios debe actuar así y de esta manera, y una economía estable: los campos van bien, el ganado también, la empresa marcha de maravilla. El profeta viaja hacia el descubrimiento de su propia corrupción. Cuando la teología no sirve solo queda “el Theos” (se va la “logía”); cuando la economía colapsa y solo queda el “eco” (se va la “nomía”) de lo que fue y ya no es… Entonces lo único que nos queda es la “confianza terca” en que Dios sigue estando y que él es todo lo que necesitamos.

            La confianza pasa de estar en la “provisión” a estar en el “proveedor”. La fe dejó de ser predecible, se ubica en el terreno de la espera y la confianza. Aquí, la alabanza es la celebración confiada no ingenua, de la obra de Dios en la historia, de los “misterios de la salvación”. El profeta inicia orando y termina alabando. Al final, la devoción (oración, alabanza) no se trata de cuanto hacemos para cambiar a Dios, sino de cuánto nosotros somos transformados por él. Las personas más santas (consagradas) no son las que obtienen siempre un “si” para todas sus oraciones; son aquellas que, aunque obtengan un “no” jamás sueltan la mano de su Señor. Lo siguen amando. Sí, es doloroso y agónico, con frecuencia demasiado, pero confían que de laguna manera en ese “no” también se encuentra escondido el reflejo del inagotable amor de Dios.

Algunos de nosotros estamos siendo llamados por Dios a experimentar profundos cambios a través de experiencias dolorosas. Será como… un volver a empezar: soltar, cerrar ciclos, servir. Por ejemplo, la cruz fue una forma distinta de “salvar”, de liberar; aún a pesar de la oración angustiosa del Getsemaní: “Padre si es posible… Padre, en tus manos…”.

¿Seguiremos confiando en Dios, aunque la vida duela?

¿Seguiremos confiando en Dios al legar mañana a la oficina y encontrar en el escritorio la carta de despido?

¿Seguiremos confiando en Dios aun si la persona que más amamos ya no está?

¿Seguiré confiando en Dios aún si la misión mañana me llega a llamar y me diga: “ya no te necesitamos más, entregue la credencial, chao, nos vemos; gracias por sus servicios?

            Consejos prácticos para realizar la disciplina de la alabanza:

1. La alabanza es respuesta. Es un acto segundo.

2. Aunque la higuera no florezca, ni en las vides no haya frutos. Si los campos no dan su cosecha y los rebaños se acaben. //Con todo yo me alegrare en Jehová//. Y me gozaré, en el Dios de mi salvación, yo me gozaré. //Jehová el Señor es mi fortaleza//. El cual hace mis pis como de siervas y en mis alturas me hace andar (Y me gozaré, en el Dios de mi salvación).

Notas extras: Habacuc inicia… y termina…

1. Inicia cuestionando “el silencio de Dios” y termina invitando a la comunidad a “guardar silencio”. ¡Dios va actuar! Frente a la tiranía del ruido… el silencio respetuoso y fecundo.

 2. Inicia viendo la corrupción en los otros y termina confrontado por su propia corrupción (Teología y economía).

 3. Inicia sospechando de Dios y termina confiando en él.

 4. Inicia poniendo a Dios en el banquillo de los acusados y termina elevándolo al trono para adorarlo.

 5. Inicia reclamándole a Dios porque no actúa y termina diciéndole que “no actúe tanto”.

ORAR TAMBIÉN ES CUESTIONAR.

Habacuc no inicia expresando: “con todo yo me alegraré”; inicia diciendo: “¿Por qué?". No inicia adorando, comienza cuestionando. Su declaración de adoración y de confianza al final no fue su punto de partida, sino de llegada; fue el resultado de un proceso.

Si te encuentras con un Habacuc en su capítulo 1, cuestionando; no lo condenes, escúchalo, acompáñalo. La fe no trata de evadir la pregunta, sino de incorporarla para que la confianza se vuelva robusta, fuerte. Sabiendo esto: ningún poder en el universo está exento de cuestionamientos, ni siquiera el de Dios.

Yo vivo mi experiencia de fe en una tensión constante entre, el Habacuc del capítulo 1, y el Habacuc del capítulo 3. Entre la Pregunta y la Adoración. ORAR TAMBIÉN ES CUESTIONAR.

 6. Inicia reclamando y termina cantando (adorando). Habacuc no inicia expresando: “con todo yo me alegraré”; inicia diciendo: “¿por qué? No inicia adorando, comienza cuestionando. Su declaración de adoración y de confianza al final no fue su punto de partida sino de llegada, fue el resultado de un proceso. Si te encuentras con un Habacuc en su capítulo 1, cuestionando; no lo condenes, escúchalo, acompáñalo. La fe no trata de evadir la pregunta, sino de incorporarla para que la confianza se vuelva robusta, fuerte. Sabiendo esto: ningún poder en el universo está exento de cuestionamientos, ni siquiera el de Dios. Yo vivo mi experiencia de fe en una tensión constante entre, el Habacuc del capítulo 1, y el Habacuc del capítulo 3. Entre la pregunta y la adoración.

                                                                                                          Fin.



[1] Todo lo que es signo de paz, fertilidad y prosperidad será eliminado y el mundo parece quedar como un desierto. Es un símbolo común entre los profetas para ilustrar el juicio de Dios que no es indiferente ante el mal, la opresión y la injusticia (Jer 4:19-26; 12:7-13; 14:1-10).  

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