martes, 19 de marzo de 2024

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA PARA TIEMPOS DE CRISIS (4)

 

ESPIRITUALIDAD PROFÉTICA (4)

Disciplinas espirituales a la luz de la oración de Habacuc

Hab 2:20-3:19

 

convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 205

5. LA DISCIPLINA DE LA DEBILIDAD.

Pueda que esto suene extraño, la idea es que necesariamente tenemos que cultivar (o empezar a hacerlo) la idea de que en la experiencia somos “débiles”, sujetos a afectaciones físicas y emocionales, esto no es negativo, sino que más bien reafirma nuestra humanidad[1]. Con frecuencia, en la cultura obsesionada por los ganadores, los triunfadores, los exitosos, los fuertes, los esbeltos (el darwinismo social) hemos olvidado que Dios actúa en medio de la debilidad. Es una verdad teológica que recorre el AT y que se concreta en Jesús: “por sus llagas somos sanados” (Mt 8:14). Hemos castrado de nuestra experiencia de fe las emociones y los sentimientos. En este “descarte” juega un papel fundamental nuestra “idea de Dios”, un Dios tipo griego: inmutable, impasible, espíritu puro, etc. Y claro está, esta idea de Dios también ha afectado nuestra idea del hombre (imagen y semejanza).

En cuando a Habacuc el declara: “Oí, y se conmovieron mis entrañas; al oír la voz temblaron mis labios. Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí. Tranquilo espero el día de la angustia que vendrá sobre el pueblo que nos ataca” (3:16). El profeta pasa por la afectación y crisis psico-somática. Lo que oye y procesa lo ha afectado en su interioridad (entrañas y huesos) y su exterioridad (labios y piernas). El profeta en el procesamiento de su duelo y en la elaboración de sus pérdidas se muestra profundamente humano y profundamente espiritual. Lo que “oyó” y proceso lo afectó profundamente, sacudió todo su ser. Él es un creyente que siente. Y es que la fe no es un “placebo” o “analgésico”, el problema nuestro con la fe es por un lado la negación y por otro la falta de sinceridad y honestidad con nuestras debilidades, hasta canciones tenemos: “no puede estar triste…”. Por otro lado, también cantamos el hecho de que Dios se manifiesta en la debilidad: “maravílleme en la sabiduría de mi Dios…”. El proceso de duelo: 1). El dolor es inevitable, 2). Conlleva al sufrimiento, 3). Con lleva al crecimiento: no se puede crecer sin sufrir (perder), la vida es una sucesión de adioses, de separaciones. La fe del profeta estaba enmarcada dentro de un “sistema comprensible” (sistemático), sin embargo, todo lo que entendía de la soberanía de Dios fue desarticulado cuando la soberanía de Dios se mostró realmente soberana en la historia sorprendente de su pueblo.  Según “su teología” Dios tenía que hacer una cosa, pero hizo otra.

Pastoralmente hablando, no puedes tratar a alguien con gracia hasta que no aceptas tu propia humanidad, fragilidad, o debilidad. Orar con más misericordia y humanidad, no para estar por encima de los demás sino para caminar junto a ellos. Si después de orara o ayunar nos sentimos superiores… entonces hemos orado mal. “No te fíes demasiado en las palabras de un hombre que no tiene cicatrices; tus abuelos las tienen, y doy gracias al cielo porque tuvieron valor para aceptar las heridas, y sabiduría para convertirlas en renglones donde otros pudimos leer”[2].  

 Consejos básicos para enfrentar cultivar la debilidad en el dolor y las pérdidas[3].

1. Aceptar la realidad de la pérdida o la crisis. Lo que no se acepta no se sana (Negación por la fe).

 2. Experimentar el dolor: tratar de vivir esa realidad. Las pérdidas de la vida vienen para descuadrarnos, para no dejar nada en el lugar en donde estaba. El profeta es afectado y lo expresa, lo experimenta, lo vive. Para el no hay contradicción alguna entre “aviva tu obra” y decir “tengo miedo”. Incluir a Dios en el dolor, el problema es que a veces lo vemos como realidades excluyentes, le gente necesita ser guiada en si dolor.

 3. Adaptarse al nuevo ambiente en donde aquello que se perdió ya no está.

 4. Tomar una actitud creativa y resiliente: capitalizar las crisis y leerlas en clave pedagógica. Muchas de estas vienen como resultado de transiciones necesarias, de autoconocimientos y de conocimientos de Dios. Experimentar el quebrantamiento y las redirecciones de Dios (Coro: “Yo quiero ser, Señor amado…”).

Dios restaura lo que pasó, dice Eclesiastés. Continuará.



[1] Muchos de nosotros somos o hemos sido víctimas de las exigencias irracionales perfeccionistas o “antivalores exitosos”. Estos mandatos pretenden que seamos “hombres y mujeres que han alcanzado el top 10”, es decir, seres excepcionales en algún área, no importa el costo emocional que esto implique. Preceptos publicitados y trasmitidos que se convierten en una forma de auto exigencia cruel e injustificada, o en la búsqueda de una “perfección psicológica” agotadora e irracional. Un sufrimiento inútil que se instala y echa raíces en nuestra mente, con el visto bueno y la premeditación de una cultura obsesionada por los “ganadores” y los “fuera de serie”.

[2] NAVAJO, José Luis. Un verano en Villa Fe. Casa Creación-EE-UU, 2017, p. 27.

[3] PANGRAZZI, Arnaldo. El duelo: experiencias de crecimiento. San Pablo-Bogotá, 2014, p. 71.

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