jueves, 25 de junio de 2015

El paparazzi de Dios: retratos de un pecado real (3)

El paparazzi de Dios: retratos de un pecado real (3)
 2 Sam 11-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero127
Entramos ahora a la parte central, según la estructura propuesta, de esta narrativa: la confrontación de Natán a David, el rey (D). La situación no es fácil, son dos instituciones en tensión: la monarquía y la profecía. No obstante el profeta, como exponente del mensaje divino, tiene todo el derecho de cuestionar y criticar a la institución monárquica cundo esta no actúa de acuerdo al criterio divino. Para esto, el profeta requiere un grado de autonomía e independencia. El profeta está al servicio de Dios, no del poder de turno. Desde esa posición, el profeta es la conciencia del poder político y de la sociedad en términos generales. Ahora, la crítica profética se anuncia la final de capítulo 11, cuando el narrador se pronuncia así: “lo que David hizo fue desagradable a los ojos del Señor” (11:27b). Este juicio ético tranquiliza al lector y comunica que hay una ley superior, la ley de Dios. La Palabra de Dios es siempre concreta, se expresa en situaciones concretas, para personas concretas y a través de personas concretas. No existe tal cosa como “el principio teológico universal”, la Palabra siempre es local y desde esa localidad trastoca la universalidad, pero es lo primero lo que legitima lo segundo. A León Tolstoi se le atribuye la siguiente sentencia: “describe tú aldea y serás universal”. Creo que una de las grandes crisis de la predicación hoy estriba en este hecho: es una predicación no local, no encarnada; una predicación que por intentar ser global pierde fuerza, relevancia, se ha tornado ambigua y generalizante. Una predicación que no es dialógica, no dice nada a sus escuchas; de allí el divorcio a veces entre pulpito y vida. 
            Aparece entonces el profeta Natán (12:1-15). La primera vez que Natán aparece en escena, lo hace para hablarle a David respecto a la imposibilidad de que él como guerrero construyera “casa” para Dios, pero que Dios levantaría “casa” para David, hablándole de la “dinastía” (2 Sam 7). Esta promesa es eje central para el entendimiento de la promesa mesiánica en el AT. En Natán la palabra de Dios se hace concreta. “El profeta no es el que trasmite una doctrina espiritual. Descarnada de la vida y la realidad de la historia, ni quien comunica una sabiduría moral. Se pronuncia sobre lo que sucede aquí y ahora”[1]. Natán entra a Palacio con el pretexto de hacer una consulta al rey sobre un caso en particular y saber del rey su sentencia. Le cuenta el caso, un asunto en donde se mostraba la injusticia de un poderoso terrateniente frente a un campesino minifundista. El rey enfurecido da la sentencia: el hombre debe morir y a la vez pagar cuatro veces por su injusticia. Ahora, el relato nos informa que Natán usó magistralmente el género parabólico para comunicar su mensaje y que, de esta manera, David quedo atrapado. Natán cual hábil retorico le ha tendido una trampa al rey. La parábola tiene frecuentemente el propósito de decir lo que, dicho directamente, resultaría inaceptable, la parábola hace bajar las defensas de quien la escucha, para luego tomarle por sorpresa. En este caso, es justamente cuando el rey ha emitido el juicio que Natán le explica el sentido de la parábola. Al decir esto, Natán estaba arriesgando su vida. Ningún otro se había atrevido reprender al rey por su acción, pero David vio el Pals palabras de Natán la voz de Dios. Ahora, aunque en la historia del AT varios profetas estuvieron cerca  al rey, por lo menos este parece ser el caso de Natán,  no siempre estuvieron a su favor.
            Natán se parece aquí a la figura del paparazzi que está reputado como alguien que "tiene una conducta de curioso, entrometido y sin escrúpulos mientras ejerce su oficio de fotógrafo". El foco de atención del lente de la cámara del paparazzi es las figuras públicas, personas y personajes de la política, la farándula y el jet set. Natán es como el “paparazzi de Dios” que, sin que David lo percibiera, tomó fotos de su intimidad, fotos que revelaron el lado oscuro “del dulce cantor de Israel”. Estas fotos no tenían interés morboso sino crítico, la crítica era tanto moral como teológica. Esta relación nos hacer recordar un caso sonado de la política en Francia en donde, Antonello Zappadu, un paparazzi Francés hace tambalear y caer a Silvio Berlusconi, presidente en Francia, revelando al mundo fotos que comprometían al político en escándalos sexuales (con jóvenes prostitutas) y fiscales[2]. Ahora, volviendo a Natán, su sentencia frente al rey es clara y sin ambigüedades: “tú eres ese hombre”. La Palabra es concreta y critica realidades concretas. La Palabra profética llega para desnudar realidades en donde el poder se presta para vejar y maltratar al otro. Y es que el peligro del ejercicio del poder está en su perversión. El poder pertenece por esencia a Dios y solo se justifica en manos del hombre cuando está en función del servicio al pueblo, para que este tenga libertad y vida. Pero el poder se hace totalmente malo, se pervierte, cuando se usa para satisfacer intereses personales o de grupos privilegiados. Natán empieza, no enumerando los pecados del rey, sino los favores recibidos de Dios: 1). Posición: yo te ungí como rey sobre Israel, 2): Protección: Yo te libré de las manos de Saúl, 3). Posesiones: Yo te he dado la casa de tu Señor, 4). Símbolos de poder real: He puesto en tu seno a las mujeres de tu Señor. (El rey heredaba el harén de su antecesor). 5). La realeza: Yo te he constituido rey de Israel y Judá.   Continuará.


[1] PERESSON TONELLI, Mario L. Misión profética de la Educación Católica en los umbrales del tercer milenio. Salesiana-Bogotá, 1998, p 34.

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