miércoles, 25 de enero de 2017

Muchacho al carbón (4)

Muchacho al carbón (4)
Los sacrificios de ayer y los sacrificios de hoy
Gen 22:1-19
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 167
En cuarto lugar, nuestros hijos son sacrificados al ídolo de la espiritualidad  light. Hemos ido cayendo, sin darnos cuenta, pero con mucha culpa en el lento pero dañino proceso de la decadencia espiritual, que se ilustra así: “para los abuelos la fe fue una experiencia vital. Para los padres la fe fue una herencia preciosa. Para los hijos la fe era una conveniencia. Para los nietos la fe es un fastidio”[1]. La fe se vuelve fastidio cuando se dicta pero no se vive, cuando se presenta una imagen de Dios distinta al rostro que Cristo presentó (prohíbe pero no propone), cuando se va al culto pero no somos el culto, cuando invitamos a la iglesia pero no somos la iglesia. Una voz del cielo nos grita interrumpiendo el sacrificio. Necesitamos volver a consagrarnos para el Señor, necesitamos volver a las sendas antiguas: oración. El devocional familiar, el ayuno, la vida congregacional. Necesitamos recordar que la fe desinstala… necesitamos a Jesús en el hogar y en la vida, una experiencia de fe que trasverse todo lo que somos y lo que hacemos[2]. Tal como reza la antigua canción:
///En el hogar///
tú necesitas a Jesús.
///En el hogar///
tú necesitas a Jesús.
Mira qué feliz se vive,
mira qué feliz se vive,
con Jesús en el hogar.
//Mira qué feliz se vive,
mira qué feliz se vive,
con Jesús en el hogar//.
///Al trabajar///         
             En esta espiritualidad light la trivialidad se interpreta como una manera de ser inteligente, las personas como simple consumidores, y la vida como un espacio que hay que suministrarle el mayor placer, en el menor tiempo posible, toma forma una adoración que de alguna manera se sintoniza con las necesidades creadas por la misma realidad postmoderna. El culto se vacía de sus contenidos fundantes y fundamentales para que pueda ser asimilado y aceptado fácilmente por los consumidores de religión. Se sustenta y promueve un "cristianismo descafeinado" que se hace evidente en los sermones sin "kerigma", cantos sin teología, testimonios sin vida, ofrendas sin gratitud, adoración sin adoradores, reuniones que no reúnen, espiritualidad sin Espíritu y fe sin Evangelio. El Evangelio se presenta como un producto y tiene que ser ofrecido litúrgicamente en un formato que no espante a la clientela dominical. Debe ser atractivo y llamativo, por lo que debe "vaciarse" de todo aquello que pueda interpretarse como compromiso, sacrificio, esfuerzo, y entrega. Debe ser estético y lucir bien, por lo que tiene que deshacerse de todo lo que carezca de belleza, es decir que no sea "fashion".
No necesitamos saber inglés para percatarnos de que lo "light" es un elemento intrínseco de lo que hoy conocemos como postmodernidad. Este vocablo proveniente del idioma inglés significa, entre otras acepciones, "ligero", "frívolo", "liviano". Lo "light" promociona una vida sin compromisos y sin complicaciones. En conclusión estamos frente a una celebración light de la fe que se vacía de sus contenidos naturales, satisface el hedonismo religioso de los adoradores y se hace cómplice de una teología castrada y "light", que se exhibe en las pulidas vitrinas de las liturgias que presentan un evangelio sin cruz, un discipulado sin costo, resurrección sin crucifixión, espiritualidad sin Espíritu, iglesia sin discípul@s, Biblias sin la imagen del siervo sufriente, discipulado sin seguimiento, predicación sin persecución, reino de Dios sin justicia, y cielo sin esperanza. Como bien lo apuntara Bonhoffer, un evangelio de la "gracia barata". Fin.

[1] MARTINEZ, José Luís. 503 ilustraciones escogidas. Casa Bautista de Publicaciones-El Paso (Texas), 2007, p 20.
[2] También, una oferta cultural y espiritual diversa es signo de los tiempos modernos que vivimos. Lo deseable es que cada persona pueda optar por la que libremente elija, sin impedimentos inapropiados, que manipulan las necesidades más profundas y fundamentales de la persona humana. La cultura light, la cultura superficial, vacía y charlatana, produce personas incapaces de discernir, evaluar y juzgar. En el movimiento del New Age abunda la oferta de productos culturales que intentan satisfacer las necesidades del “hombre light”, sin conseguirlo. Como en muchas otras cosas, el cultivo de las humanidades, la filosofía, la historia, la literatura, la pintura, la música y tantas otras manifestaciones humanas ayuda a formar personas mejor preparadas para optar por vivencias espirituales integrales, que den sentido a su vida y una proyección verdaderamente trascendente.

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