Muchacho al carbón (1)
Los sacrificios de ayer y los sacrificios de hoy
Gen 22:1-19
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero 164
Este texto es
complicado, tan así que descresta a los cristianos y merece crítica de los
“enemigos de la Biblia”. Algunos del primer grupo optan por la alegorización
del texto quitándole a este todo valor histórico, literario y teológico en aras
de defender a Dios a la Biblia. Otros, del segundo grupo, sacan el texto fuera
de contexto, maldicen a Dios (que no existe) y hacen frente al relato un
alegato injusto[1].
Este trabajo pretende, con muchas limitaciones, hacer una lectura del texto desde
la historia, la literatura y la teología Bíblicas; terminando con algunas
líneas grandes de aplicación o contextualización: el texto finalmente se
tratará como “Palabra de Dios” para “el pueblo de Dios”. El texto presenta una
estructura quinaria propia de los relatos y narraciones[2].
El lector y los protagonistas son llevados a una complicación en la trama que
luego es transformada por el clímax (acción trasformadora), una vez pasa esto,
el lector descansa, “baja la guardia”, y el texto, de manera sutil, hace su propuesta[3]. Antes
de continuar quisiera sugerir que la lectura y predicación general de este
texto, en donde el predicador invita al creyente a “sacrificar su a su Isaac”
(esto es, pecados, asuntos no agradables a Dios, etc.), no se ajusta a la
intención de la narración: en esta Isaac no es sacrificado sino liberado,
rescatado. Veamos el texto en detalle a
partir de cada una de sus partes.
Primera escena, escenario
o exposición, vv. 1-5. Aquí en esta primera parte del texto se nos plantea
el problema, lo que va a acontecer en el resto de la narración será el
desenvolvimiento de lo que aquí se propone. Nos ubicamos aquí ya en la parte
final del ciclo de Abraham (Gen 12-24). El relato parece un anti clímax pues se
le llama a Abraham a que mate en sacrificio aquello que le ha dado sentido a
toda esta narración: la promesa. Toda una trama bien elaborada, todo un
suplicio bien vivido, toda una maraña de relaciones y tensiones para traer a
Isaac y ahora, ¡sorpresa!; la promesa debe morir. Esto parece un chiste de mal
gusto, una broma pesada. Ha habido a lo largo de la narración muchos eventos y
asuntos que “atentan” contra la promesa, Abraham mismo atenta contra ella y
Dios protege, enseña y defiende su proyecto en el patriarca, pero ahora, Dios
mismo parece estar en contra ella (11: 31; 12:10-20). Al inicio de la
experiencia de Abraham con Dios se le invita a renunciar a su pasado “deja tu
tierra y tu familia”; ahora, años después, se le está invitando a renunciar a
su futuro “sacrifícalo”. Bien. El hecho es que al iniciar el relato, al lector
se le informa que Dios someterá a prueba a Abraham. Esta prueba tendrá como
objeto medir el grado de entrega de Abraham hacia Dios (Cp. Ex 15:25; Dt 4:34;
6:16; 28:56; 33:8). Se señala el escenario geográfico, un monte en la tierra de
Moriah, y la prueba propiamente dicha “ofrecer en holocausto a Isaac”. Hasta
aquí, el lector sabe que es una prueba, Abraham sabe que la prueba tiene
carácter sacrificial, los siervos e Isaac saben que es un acto de adoración
(Gen 18:2; 19:1).
Segunda escena, nudo
o complicación, vv. 6-10. En esta segunda sección se informa sobre los
detalles del sacrificio: Isaac carga la leña, no lo sabe, no lo intuye, lleva
sobre si aquello sobre lo cual él estará después. Abraham toma el fuego y el
cuchillo. Abraham camina, pasa saliva. Mira los montes. Su mirada se pierde, de
repente regresa en si al escuchar la voz de Isaac al preguntarle de manera lógica
sobre el animal para el sacrificio. Percibiendo la paradoja entre la promesa y
la renuncia a ella, Abraham guarda la esperanza de que Dios provea un animal en
lugar de su hijo. Tanto Isaac como su padre saben de sacrificios, de cultos y
de adoración. Pero Dios guarda silencio, aun la prueba sigue en pie. El altar
es arreglado, la leña ya no está sobre Isaac sino este encima de aquella, la
tensión sube… al igual que la mano de Abraham blandiendo su cuchillo. Muchos
altares había edificado Abraham, tantos sacrificios ofrecidos, pero ninguno con
tanta significación como este. La razón por la que no hay resistencia en
Abraham, a pesar de la tensión, es que vivía en medio de una cultura religiosa
en donde los sacrificios humanos para las divinidades eran comunes (Lv 18:21;
Dt 18:10). La tensión sigue. Como ya lo afirmé: al inicio de su caminar con
Dios Abraham tuvo que renunciar a su pasado, ahora, años después Abraham
renunciará a su futuro. Continuará.
[1] Véase a, RODRIGUEZ, Pepe. Los pésimos ejemplos de Dios según la
Biblia. Debate-España, 2008, p. 105.
[2] La estructura quinaria presenta
cinco partes así: escenario o exposición, nudo o complicación, clímax o acción
transformadora, desenlace y cierre.
[3] También se ha propuesto para el
texto una estructura quiástica.
A.
Narración introductoria, v. 1a.
B. Diálogo de Dios con Abraham, vv. 1b-2.
C. Narración: preparativos para el
holocausto, vv. 3-6.
D. Diálogo de Isaac con su
padre, Abraham, vv. 7-8a.
C’. Narración: preparativos para el
holocausto, vv. 8b-10.
B’. Diálogo de Dios con Abraham, vv. 11-12.
A’.
Narración conclusiva, vv. 13-14,19.
GARCÍA
LOPEZ, Félix. La Torá: escritos sobre el
pentateuco. Verbo Divino-Estella (Navarra), 2012, p. 114.
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