El secreto (1)
Implicaciones eclesiásticas del secreto mesiánico
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Caballero 168
Al leer el evangelio de
Marcos nos damos cuenta que una de sus características es la frecuencia con la
que Jesús ordena a ciertos personajes (espíritus inmundos, demonios,
beneficiados por algún milagro, discípulos…) que guarden silencio y no revelen
a nadie su identidad. Es un hecho indiscutible que el evangelio de Marcos, de
manera mucho más acentuada que los demás sinópticos (Mateo y Lucas), ha
destacado el “secreto” con que Jesús ha querido “encubrir” su mesiazgo durante
su ministerio[1].
Mi interés aquí en “el secreto” es que definamos tres asuntos: Qué es el secreto
mesiánico, cómo se desarrolla en el evangelio y cuáles son sus implicaciones. Empecemos.
¿Qué es el “secreto mesiánico”? En Marcos es un recurso literario y teológico a
través del cual el autor recoge la intencionalidad que Jesús tuvo al corregir la
visión que sus auditorios tenían de su mesiazgo, especialmente sus discípulos. En
tiempos de Jesús, el concepto de mesías era el de un descendiente de David,
guerrero nacionalista, que reconquistaría la libertad para el pueblo judío y restablecería
el reino de Israel[2]
(Mrc 8:29-33; 12:35-37; Jn 6:15; Hech 1:6). Usando el recurso teológico
literario del “secreto mesiánico” el autor quiere prevenir y advertir a los
lectores respecto a ciertas interpretaciones de un esperado mesianismo
triunfalista basado en el poder y el éxito. Frente a la figura y el modelo del
mesías triunfalista y guerrero, Jesús será el mesías del servicio y la entrega
hasta el final[3].
¿Cómo se desarrolla el “secreto mesiánico” en el
evangelio? En el cuadro siguiente se resume los distintos momentos en los que,
en el evangelio de Marcos, Jesús ordena a alguien no divulgar lo que sabe sobre
él.
Textos
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Detalles de la prohibición
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Marc 1:25
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En la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo reconoce la
verdadera identidad de Jesús, diciendo “Sé quién eres tú, el santo de Dios”.
Jesús le ordena que se calle.
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Marc 1:34
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Jesús expulsa muchos demonios, pero a los demonios no les permitía
decir que sabían quién era[4].
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Marc 1:43
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Jesús cura a un leproso, tras lo que le ordena que no se lo diga a
nadie. El leproso no le hace caso y todo el mundo acaba enterándose.
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Marc 3:12
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Los espíritus inmundos cuando ven a Jesús le dicen “Tu eres el Hijo de
Dios”. Pero Jesús les requería a que no le dieran publicidad.
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Marc 5:43
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Tras resucitar a la hija de Jairo, Jesús advierte a los presentes con
insistencia que nadie se entere de lo sucedido.
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Marc 7:24
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Jesús se aloja en una casa de Tiro, pero no quería que nadie se
enterase.
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Marc 8:26
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Tras curar a un ciego le dice que no entre ni siguiera a la aldea, para
que la gente no se entere.
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Marc 8:30
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Pedro proclama que Jesús es el Mesías. Pero Jesús les encomienda que a
nadie dijeran aquello acerca de él.
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Marc 9:9
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Tras la transfiguración del Señor, cuando ya bajan del monte, Jesús les
advirtió que no contasen nada de lo sucedido, hasta que hubiera resucitado.
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El
evangelio declara al final, por medio del centurión romano, “verdaderamente
este hombre era hijo de Dios” (Mrc 15:39). El centurión no hace la declaración
en la trasfiguración sino en la desfiguración, no se hace la declaración en
medio de un momento de gloria sino en el lugar de la derrota, no se declara la
identidad en medio de aplausos y reconocimientos sino en medio de rechiflas,
dudas y cuestionamientos. El centurión descubre que Jesús es “hijo de Dios” en
el monte de la desfiguración y no el monte de la transfiguración. En medio de
las tinieblas recibe luz. Continuará.
[1] En realidad, el primer autor que
de un modo explícito estudió esta cuestión fue W. Wrede, el cual, en el año 1901,
publicó una obra titulada “El secreto mesiánico en los evangelios”. Para este
autor, el secreto mesiánico no se correspondería con una característica del
Jesús histórico, sino que se trataría de una construcción dogmática efectuada
por la comunidad pospascual, con la que pretendería armonizar la actuación y
vida de Jesús, que según este autor no habría sido mesiánica, y la fe
pospascual de la comunidad que si creía en el carácter mesiánico de Jesús. este
secreto mesiánico, según Wrede, estaría formado por tres elementos: mandatos de
guardar silencio dados a los curados, a los demonios y a los discípulos;
observaciones repetidas sobre la incredulidad y falta de comprensión de los
discípulos y adoctrinamiento en parábolas. en definitiva, según Wrede, Jesús no
habría tenido en absoluto conciencia de ser el mesías, ni habría actuado como
tal. Ver, CARSON, Donald. MOO, Douglas. Una introducción al Nuevo Testamento. Clie-Barcelona,
2008, p 344.
[2] CARRILLO ALDAY, Salvador. El evangelio según San Marcos. Verbo
Divino – Estella (Navarra), 2008, p. 28.
[3] “Por medio del “secreto mesiánico”,
el autor quiere advertir a sus lectores a lo largo de todo el relato: Jesús es
“otro” Mesías, no le objeto de les expectativas religiosas, sino diferente: un Mesías
crucificado; el camino mesiánico, y por tanto, de los discípulos, es un camino de
entrega y de servicio, que implica la cruz”. MARTINEZ LOZANO, Enrique. Sabiduría para despertar: una lectura transpersonal
del evangelio de Marcos. Desclee De Brouwer-Bilbao, 2011, p. 69.
[4] La orden de Jesús se dirige,
además de a los demonios, a nosotros. Como si dijese: no es este el momento de
la proclamación, ya que se da la sospecha legítima de... un clima favorable. El
éxito, el entusiasmo popular pueden llevar a engaño, a distorsionar su imagen. Hay
que esperar.