viernes, 28 de octubre de 2011

Cena VIP...

Cena VIP…
Modelo y antimodelo de la cena del Señor.
1 Cor 11:17-34.
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 26
Hay un problema cuando el creyente limita la Biblia a una dieta de “promesas maravillosas” o “pensamientos piadosos”. De esta manera puede salir perdiendo. Naturalmente, la Biblia está llena de muchas y grandes promesas que nos dan fuerzas, esperanzas y consuelo. Pero Dios tiene muchas cosas más que decirnos a través de la Biblia. Hay palabras de advertencia, de reprensión y de desafío que no debemos dejar de lado[1]. La Primera carta de Pablo a los Corintios precisamente no está llena de promesas, sino de reprensiones y llamados de atención que a veces pueden sonar incomodas pero que ponen a pensar sobre la naturaleza y la misión de la Iglesia. “El problema de Corintios era que la Iglesia estaba en el mundo, como tenía que ser, pero el mundo estaba en la Iglesia, como no tenía que ser”[2].
El texto es parte de una serie de instrucciones que Pablo hace a la Iglesia respecto al orden en las celebraciones comunitarias o los cultos[3]: las mujeres y los hombres en el culto (11:2-16), los abusos en la cena del Señor (11:17-34), y la regulación del uso de los dones (12:1-14-40). La sección empieza con una nota de alabanza: ¡los felicito! (11:2) y termina con una nota de exhortación: ¡Hagan todo decentemente y con orden! (14:40). La primera unidad, o el antimodelo, contrasta con la anterior donde Pablo encuentra motivos para alabarlos (vv. 17-20 Cp.11:2). El culto público era una reunión para lo peor, no lo mejor. Las divisiones en el seno de la comunidad de los primeros cuatro capítulos habían llegado a la reunión, a la eucaristía. Ya no solo era una cuestión de ¿Con quién me convertí? Si no también cuanto tienes para que hagas parte de mi grupo. En las reuniones públicas había partidismos, divisiones, egoísmos. La celebración en vez de eliminar las desigualdades sociales, las aprobaba y fortalecía. Esta era una cena VIP (very importan persons), para personas importantes.
Para sentar una posición clara al respecto Pablo propone ir a las fuentes, a la tradición “yo recibí del Señor”. El objetivo de la apelación era sentar una pauta en cuanto a la práctica correcta y el verdadero espíritu de la eucaristía o cena del Señor (vv.23-26). Al celebrar la eucaristía a los Corintios se les insta a vivir recordando el pasado (la muerte del Señor), y a vivir su presente expectantes por la segunda venida (hasta que le vuelva) es evidente que esta tensión a la que se invita a la Iglesia: vivir su presente anunciado la muerte (pasado) y expectantes por el futuro (la venida del Señor) determinaría una ética, una forma de vivir. Recordemos que algunos tenían el concepto de escatología terminada (15:19). Así, traer a memoria era no dejar morir en ella el evento central de la salvación: la muerte en la cruz (recordemos que algunos tienen problemas con esta visión 1 Cor 1:17-23). La muerte en la cruz no es una cuestión periférica, sino central, comparable y visto a la luz del éxodo (Ex 12-13; 24:8), el nuevo pacto (Jer 31:37) y el siervo que sufre (Is 53).
A la luz de lo anterior Pablo concluye y aplica (vv.27-34). Él no es un predicador popular que dice cosas bonitas y agradables al oído de sus lectores, tampoco es el predicador cínico que se goza señalando los errores de los otros. Él señala, critica, corrige y propone. Resultado: examínense. La razón: tomar la cena de manera indigna y sin discernir el cuerpo. Son dos ideas para decir lo mismo. Tiene que ver con participar de la cena cometiendo los errores ya mencionados (vv.17-22). Es tomar la cena haciendo acepción de personas, separando por el status social, y haciendo discriminaciones. Hacer eso es no discernir el cuerpo, no comprender la naturaleza de la Iglesia: una comunidad de pecadores perdonados sin distingo de color, estrato social, que vive a la sombra de la cruz y expectantes por la venida de su Señor. El llamado, entonces,  no es a no tomar, sino a examinarse.
            Las consecuencias de tomar la cena de manera indigna era la muerte de algunos. Gordon Fee sugiere aquí un argumento ad hoc donde se relacionan eventos sucedidos con la posible actitud de ellos frente a la cena del Señor[4]. Pablo ve en estos eventos (muerte, enfermedad) un juicio pedagógico de Dios, el juicio no tiene que ver con la salvación eterna, sino con una corrección temporal. Después de esto Pablo concluye con dos principios para el culto eucarístico: esperarse (v 33), lleva implícita la idea de aunque no todos son iguales, deben integrarse, aceptarse como son. Los derechos individuales deben reservarse para la casa (v 34); en el Iglesia la prioridad es la congregación. Así, la Iglesia que se quiere renovar, actualizar, o corregir, no mira al futuro, ni siquiera su presente, sino que vuelve la mirada al pasado, a la cruz, a su Señor; a su obra. La celebración de la cena mantiene viva la memoria del acto fundante de nuestra experiencia cristiana: la cruz, y no deja que muera la esperanza del acto culminante de nuestra experiencia de fe: la segunda venida de nuestro Señor, donde no habrá cenas  para VIP, porque todos, independientemente de raza, sexo, estrato social, edad o inclinación política, hemos sido objetos de la gracia de Dios.       Fin…       


[1] WIGHT, Chris, Guía para el lector de la Biblia, Unilit-Miami, 1988, p 9.
[2] MORRIS, León, 1 Corinthians, Eerdmans publishing company- USA, 1985, p 25.
[3] El texto presenta una estructura de inclusión así:
A.  No los alabo: el antimodelo, v 17-22
        B. Apelación a la tradición: El modelo, v 23-26.
A’. La exhortación: examínense, 27-34.
[4] Este argumento es usado por Pablo también en 1 Corintios 15:29. Es decir ya que en la comunidad hay enfermos y algunos han muerto, puede ser que se deba a la actitud de algunos frente a la cena, esto ha afectado a toda la comunidad. FEE, Gordon, Primera epístola a los Corintios. Nueva Creación- Buenos Aires, 1998, p 639.

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