lunes, 10 de octubre de 2011

La fórmula UNO...

La fórmula UNO...
Teología Paulina para una Iglesia costeña[1].

Efesios 4:4-6.

convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 24
              Todo conglomerado o grupo humano indistintamente debe tener elementos que le caracterizan y le da cohesión; cuando estos no están el grupo pierde identidad y continuidad en el tiempo. Algunos Colombianos recuerdan que hace años cada domingo los convocaba, sin distinción religiosa, regional o económica,  la participación de Juan Pablo Montoya en la fórmula Uno; todos hacían fuerza y, aunque solo uno ganaba, muchos se sentían representados por el deportista en mención, su participación era el elemento que unía al grupo de adeptos.
              Los cristianos de Éfeso eran miembros de una comunidad naciente formada por judíos y gentiles bajo la sombra y obra de la cruz (Ef 1:12-14; 2:1-20). En la carta que Pablo les escribe  les insta a caminar como aquellos que han sido alcanzados por la gracia de Dios (4:1), esto guardaba relación con la ya dicho en 1:3-4 que al igual que el Israel histórico, esta comunidad había sido redimida y caminaba hacia una promesa (herencia) que tenía como garante al Espíritu Santo; “De esta manera, quienes hereden en la era venidera lo harán de la manera que los israelitas heredaron la tierra prometida”[2]. Esto es una nueva versión de la historia del éxodo.
            Es así como este nuevo pueblo (de judíos y gentiles) necesitaba saber qué cosas le daban cohesión (unidad) lo que generaría sentido de identidad y continuidad en el tiempo. Pablo propone una confesión teológica compuesta por siete proclamaciones que parecen ser una ampliación del Shemá (Dt 6:4): una confesión de fe del pueblo de Israel ad portas de la tierra prometida y relacionada con la posesión de la misma. De igual manera, Pablo propone las siete proclamaciones en relación con el andar hacia la promesa[3]. La fórmula UNO propuesta por Pablo no pretende distanciarse de la raíz monoteísta judía no obstante introduce una vieja novedad: el Dios de los judíos es ahora también Dios de los gentiles.
            Lo manifestado por Pablo apela directamente a lealtades a las que este nuevo pueblo debía circunscribirse. En primer lugar está la lealtad a una nueva comunidad, de esto hablan los elementos del bautismo, el cuerpo y la fe.      
En segundo lugar está la lealtad a un Dios; expresado en los elementos de: un Dios y un Espíritu, de esta manera Pablo entra en disputa con el politeísmo del mundo griego, pero especialmente con Diana de los Efesios, esta era incompatible con el Dios de Israel. No hay lugar para una cohabitación, sino más bien una mutua exclusión. En tercer lugar la lealtad a un Señor, a Jesús, con esto Pablo desmitifica a los poderes de su tiempo diciendo que no hay más señores que Jesús; el mismo poder imperial es atacado; frente a este Señor los “otros señores son relativos”. Y en cuarto lugar está la lealtad a un futuro, expresada en una sola esperanza; según las promesas del AT la llegada del Espíritu sería la muestra de un nuevo amanecer (Jl 2:28; Jer 31:31-34), esta es la esperanza a la que se refiere el apóstol aquí, en cierto modo el futuro se ha puesto en marcha pero tambien se hace presente.
La repetición cuádruple al final del texto del adverbio todo enfatiza el carácter uniforme de esta comunidad, una hermandad con un solo Padre soberano de su creación que no hace acepción de personas, que forma de dos pueblos, uno. De esta manera el apóstol Pablo enfatiza el carácter único de este nuevo pueblo al resaltar los fundamentos que le dan cohesión, identidad y permanencia en el tiempo. En los siguientes versos (4:7-11) Pablo habla de la diversidad en medio de la unidad, es decir, la Iglesia es una y es diversa, porque la diversidad no se opone a la unidad, lo que se opone a la unidad es el desorden, lo fragmentario. El mensaje para esta iglesia costeña es claro: mantengan esta fórmula UNO que los identificará como un solo pueblo, les dará cohesión y permanencia en el tiempo.
El texto plantea varias cuestiones para nuestro presente. Lo primero es el esfuerzo que debe hacer la Iglesia por definir de entrada, aquello que le da cohesión e identidad pero que le separa del resto de cosmovisiones o formas de ver el mundo. Esto suena muy diferente a lo que presentan los modelos de iglecrecimiento generalmente conocidos y siempre preocupados por las tendencias del marketing pero alejadas de la realidad escritural. Lo segundo es que lo que debe unir a los diferentes grupos de la iglesia local es la teología no la chequera, la etnia o el estrato social, porque, contrario a lo que algunos piensan, la teología sí importa dado que lo que creemos (nuestra teología) define la forma de comportarnos (nuestra ética); de esta manera para Pablo la unidad del Espíritu está ligada a la unidad teológica (4:3,4-6). “A la teología le compete la importante tarea de evaluar lo que se está haciendo, y de evaluarlo a la luz de la palabra…”[4]. Lo tercero tiene que ver con el interés de la Iglesia en guardar su unidad (la fórmula UNO) promoviendo a la vez la diversidad (los ministerios), porque como lo dijimos antes, lo que se opone a la unidad no es la diversidad sino lo fragmentario y divisionista.

                                                                                                                                            Fin.


[1] La ciudad de Éfeso se encontraba ubicada en las costas del mar egeo en Asia Menor, por eso lo de “costeños”. Para una discusión sobre los destinatarios de esta carta ver CARSON, D.A. MOO, Douglas, Una Introducción al Nuevo Testamento, Barcelona- Clie, 2007, p 408.
[2] WRIGHT, N.T, La resurrección del hijo de Dios. Estella Navarra- Verbo Divino, 2009, p 302.
[3] El número siete es usado por el Apóstol Pablo en su carta a los Efesios en dos ocasiones así: siete elementos o caras de la unidad cristiana (4:4-6) y siete instrumentos de la armadura del creyente (6: 14-17).
[4] PADILLA, Rene, Discipulado y Misión: compromiso con el reino de Dios. Kairos- Buenos Aires, 1997, p 13,14.

1 comentario:

  1. Buen dia Pastor, excelente visión quizá por eso lo admiro y estimo tanto. Coincidimos en esa racionalidad cristiana que exige mostrar unidad ante la sociedad que siempre espera ver la diferencia, exactamente como usted lo dice "a la luz de la palabra". Continúe diciendolo en voz alta. felicitaciones y que Dios le Bendiga grandemente. Wualis

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