lunes, 25 de septiembre de 2017

Zaqueo: de la corrupción a la salvación

Zaqueo: de la corrupción a la salvación
Lc 19:1-10
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 189
Si hay algo que hemos olvidado en la experiencia y la proclamación del evangelio es que este es… “buenas nuevas de salvación”. Algunos, por influencia de escuelas evangelisticas ya gastadas, piensan que el mensaje del evangelio es el de condenación e infierno, pero que va. El evangelio es “buenas nuevas de salvación” para el perdido, esto es, para la prostituta, para el ateo, para el comunista, para el religioso, para el evangélico (que se cree depositario de la verdad) y, aunque lo miremos con sospecha, el evangelio es buenas nuevas para el corrupto. Esta última es una de las calificaciones morales para Zaqueo. Pero el relato, no solo nos presenta la posibilidad de un funcionario corrupto salvado sino también se la posibilidad de un “rico pasando por el ojo de una aguja” siendo la contraparte, en la narración, del rico tonto (Cp. 16:19-31), y del joven rico que se perdió la oportunidad de su vida al no querer renunciar a aquello que le ataba (nnnn). El texto presenta la siguiente estructura concéntrica así:
a. Al inició: Jesús y un jefe de recaudadores, vv.1, 2.
  b. La espera de Zaqueo y los obstáculos, v. 3.
      c. Subir a un sicomoro para ver a Jesús, v 4.
          d. La palabra central de Jesús: hoy, v. 5.
      c’. Bajar del árbol para acoger a Jesús, vv. 6-7.
  b’. La decisión de Zaque sin obstáculos, v. 8.
a’. Al final: el hijo del hombre y un hijo de Abraham, vv. 9-10.
            Jesús asiste a la casa de “un pecador”, pero su mensaje, del cual Lucas nos priva, es desafiante. Para que Zaqueo se pare y confiese lo que dijo y tome las actitudes que tomo, el mensaje que predicó Jesús debió ser muy desafiante. Jesús asiste a la casa del pecador, pero se niega a dejarlo igual. O, pensándolo bien tal vez ese sea el mensaje, en contraste con la multitud que critica a Jesús porque va a comer con un pecador, Jesús “ve”, “se acerca”, “acompaña” y “acoger”. Desde categorías rituales de impureza o pureza habían dejado a este pecador por fuera. Pero ¿No hacemos lo mismo hoy? Zaqueo, quien al principio quería “ver” a Jesús, es “visto” por este último y es acogido con tal profundidad que le cambia la vida. Zaque, un funcionario corrupto que había amasado una fortuna siendo publicano y declarándose por esto, enemigo de sus conciudadanos y amigo del imperio, es ahora salvado. Zaqueo, huérfano por los religiosos, concluye siendo hijo de Abraham, incluido la pueblo de Dios. Y la misión de Jesús es leída en clave “soteriológica”: vino a salvar y a buscar lo que se había perdido (Ez 34:16; Lc 15:4, 6, 9). Zaqueo es como aquella moneda perdida, como aquella oveja extraviada o como aquel hijo, perdido encontrado.
            El “hoy”, en la estructura, es la parte central. El “hoy” en Lucas es puerta hermenéutica (2:11; 4:21; 5:26; 12:28; 13:32,33; 19:5,9; 22:34,61; 23:43). El “hoy” no hace referencia a un tiempo de 24 horas o a un día, sino a un tiempo en el que Dios, en Cristo, está actualizando las viejas promesas dadas a Israel (Cp. Salm 95:7). Fuera del templo, fuera de la religión establecida con ritos y demás, acontece la salvación, allí en la sencillez escandalosa de una acogida sucede el milagro de la salvación de un corrupto, un perdido. Y es que siempre que nos hallemos caminando en la vida sin depender de la gracia de Dios o que hagamos de esta una excusa para mirar a los demás por debajo del hombro, estaremos perdidos, seremos objetos del evangelio de la gracia. Jesús es un huésped incomodo hace que Zaqueo mencione lo que le impide vivir: la avaricia, robos, opresión, etc. 
            Quisiera hacer tres observaciones finales sobre este texto y nuestra espiritualidad. 1). Frente a la espiritualidad consumista. El encuentro con Jesús no es uno con casa, carro y beca, sino más bien un desencuentro con la vida centrada en la casa, el carro y la beca. Para Zaqueo, este encuentro afectó “negativamente” sus finanzas, causó un detrimento patrimonial; provocó una conversión “financiera”. 2). Frente a la espiritualidad intimista. La conversión de Zaqueo cuestiona esta tradición evangélica que ve la experiencia conversión como una asunto privado, una cuestión intima entre Dios y el individuo, pero sin ninguna referencia al prójimo, sin ningún impacto social. Zaqueo tuvo que expresar y verbalizar las consecuencias sociales y fraternas de la fe en Cristo. Dios “acoge a los victimarios para que cambien; no los justifica ni pacifica, pero si los invita a restituir, a recomponer la relación rota con sus hermanos, a quienes llegaron a convertir en víctimas y sufrientes de sus acciones”. 3). Frente a la espiritualidad elitista.  El relato cuestiona esa “experiencia de Dios” que hace de la conversión la puerta de entrada a una “rosca religiosa” y que mira con sospecha al otro, rotulado, generalmente, como “raro”. Se hace de la iglesia un club y no una comunidad peregrina que, como Jesús, ve, se acerca, acoge y comparte. Los mayores estorbos  para la misión son las prevenciones y el hecho de hacer de la gracia un “privilegio” que nos pone por encima de los demás, que nos hace “ciudadanos de primera clase”. Por ello, estoy creyendo en estos días que los “evangélicos debemos convertirnos” al evangelio de Jesús. Necesitamos, como Zaqueo, verbalizar aquello que no nos permite vivir a plenitud y celebrar así una auténtica espiritualidad evangélica. Fin. 

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