Cristología satánica (4)
Una mirada crítica a nuestras confesiones y experiencias
cristológicas
Mrc 8:27-32
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero187
3). La cristología satánica se manifiesta en la vida y experiencia de fe en
todos los aspectos de esta, por ejemplo: en la casa, cuando imponemos al texto Bíblico
y su lectura toda la carga machista del latinoamericano. He escuchado a hombres
decir, según ellos apoyados en Efesios 5, “soy el jefe de la casa, soy la
cabeza”, usando esta confesión para maltratar, herir y pisotear. No han leído que
Efesios 5 rechaza “la cristología satánica” diciéndole al hombre que su amor
por su esposa, debe ser como el de Cristo por su Iglesia, un amor sacrificial. Su
forma de liderar es sirviendo, entregándose; cuando un hombre en la casa tiene
que reclamar autoridad es porque no sabe que la autoridad no se reclama se muestra.
Otra forma de reflejar a satanás es cuando en los seminarios de parejas, en los
cursos prematrimoniales o en los libros que tratan el tema del matrimonio se le
dice al hombre: “usted es el sacerdote de la casa”. Quienes así afirman, quieren
seguir imponiendo o proponiendo un modelo “tipo sacerdotal” del AT, ignorando
que en en
virtud de la obra de Cristo, contada en el NT, todos, hombres y mujeres, SOMOS
SACERDOTES". La reforma le llamo a este “redescubrimiento”, “el sacerdocio
universal de todos los santos”. Una cosa es que haya distribución de roles en
casa y otra es seguir apoyando culturas y costumbres que no abogan por la
celebración de una sana experiencia de Cristo en el nicho familiar.
La cristología satánica se manifiesta en las formas que
tenemos de entender y practicar el liderazgo. Hoy día se habla mucho del liderazgo en la Iglesia, mucho
se escribe y se debate desde varios puntos de vista. En América Latina es
fuerte la realidad del síndrome del “caudillo
o cacique”, quien históricamente ha ejercido una influencia en demasía en
la política de los países latinos. Es fácil que se transfiera directamente tal
sistema del liderazgo a la iglesia local. La cultura lo favorece mucho. Otra
tendencia en las iglesias del norte es el
patrón del mundo de los negocios. Lo
que resulta en la mercadotecnia, según se dice de parte de muchos, debe
funcionar también en la iglesia. Las cifras, las mega-iglesias, la fama del
pastor y evangelista carismático, todo constituye una influencia muy
fuerte. Pero la pregunta que contestar
es: ¿Cuál es el patrón o el molde bíblico que Dios reconocerá y bendecirá? Lo
esencial del liderazgo Bíblico no es lo que se hace sino lo que se es. El
dirigente no se nace, sino que se hace como barro en las manos del alfarero. El
liderazgo se forja en la prueba, la humillación, en la obediencia y por la fe
en la Palabra de Dios. Cada creyente tiene su campo misionero, su ambiente
donde puede brillar para Cristo. El liderazgo no es más que Cristo viviendo en
el creyente.
La cristología satánica se
manifiesta en la experiencia diaria cuando se vive confesando a ese cristo
triunfalista y todopoderoso. En palabras de apocalipsis: se confiesa al cristo
LEÓN pero no el cristo CORDERO. “Levantar banderas
llenas de discursos triunfalistas con respecto de la cruz, desde nuestra
ubicación espacial y temporal, es un error facilista. La verdad es que las
narraciones del evangelio, lejos de nuestra mirada “victoriosa” del sufrimiento
de Jesús, dejan notar, tras la muerte del rabino itinerante del primer siglo,
un panorama desolador y lleno de decepciones”[1].
La vida cristiana es triunfante más no triunfalista. Significa que la fe en
Jesús no es como una fuerza mágica que ahuyenta los males y atrae los bienes.
La fe en Jesús es la experiencia de su presencia que por su Palabra propone agendas,
señala caminos, muestra nuevos rumbos, abre rutas para la esperanza. Frente a
esto el creyente debe aceptar las rupturas, tomar decisiones y abrirse a la
presencia acompañante y a la Palabra siempre orientadora. El triunfalismo, por
su parte es “creer que todo lo que se hace está bien hecho, que jamás nos
equivocamos, y que el resultado final está garantizado por lo que somos y
valemos. Triunfalismo es esa actitud, doctrina o creencia de que el credo
religioso propio es superior al delos demás”[2].
La pregunta sigue tan vigente hoy como lo fue ayer y lo
será mañana: “Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo?”. La tentación del poder o de
convertirse en un rey/señor típico y normal fue crucial y frecuente para Jesús.
Él fue capaz de rechazarla decididamente y este rechazo es normativo para
nosotros hoy[3].
Jesús, “en lugar de aplastar el poder del mal con su fuerza divina; en lugar de
imponer la justicia y de destruir a los injustos; en lugar de establecer la paz
mediante el gobierno de un príncipe perfecto; en lugar de juntar a los hijos de
Jerusalén bajo sus alas… dejó que le mal hiciera su labor mientras pudiera; se contentó
con los caminos lentos y desalentadores de ayudar en lo esencial… amar la
justicia y hacer que crezca, no desquitarse… Resistió todo los impulsos de
actuar rápidamente para conseguir un bien menor[4].
Creo que esta fue la razón para que lo rechazaran y no lo aceptaran (Jn 1:11-12).
La iglesia hoy también rechaza a ese cristo y ha construido en su lugar a un ídolo,
a un Cristo satánico. Fin.
[2] DEIROS, Pablo. La iglesia latinoamericana: su vida y su
misión. Certeza-Argentina, 2011, p. 21.
[3] SCHIAPANI, Daniel S. Teología del ministerio educativo: perspectivas
latinoamericanas. Nueva creación-Buenos Aires, 1993, p. 108.
[4] YANCEY, Philip. El Jesús que nunca conocí. Vida-Miami,
1996, p. 74.
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