jueves, 2 de marzo de 2017

Los desadaptados

Los desadaptados
Apuntes de un culto peligroso (1)
Rm 12:1-2
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero171
La palabra “culto” comparte con su compañera “cultura” la misma raíz. Usamos la categoría “cultura” para referirnos, en términos generales, a la forma en la que un grupo humano particular muestra o evidencia lo que cree y piensa[1]. Así mismo “culto” es la forma que toma la creencia en Dios en el día a día del pueblo que lo adora. También, culto, en contraste con lo “oculto”, es la experiencia de Dios celebrada en todos y cada uno de los aspectos de la vida; en lo privado y en lo público. Como lo expresó Mardones: “… porque una fe reducida a la interioridad o a la mera religiosidad no es verdaderamente una fe cristiana”[2]. En el texto de Romanos 12:1-2 el apóstol Pablo habla del culto afirmando de este, al menos, tres asuntos así: 1). El fundamento del culto: “las misericordias de Dios”. Aquí recoge el apóstol todo el argumento que había traído en los once capítulos anteriores. La frase “las misericordias de Dios” es un superlativo, una forma hebrea de expresarse, por ejemplo: para decir “la canción más sublime, se dice “El cantar de los cantares”, para decir “santísimo” se dice “santo, santo, santo”. No es que haya varias misericordias sino que Dios ha mostrado su misericordia de manera suprema y sublime. Dios no opta por la lógica de la venganza y la memoria del rencor, el odio o la destrucción; sino que elige amar y ser misericordioso (Rm 5:8,10). De esta manera, el fundamentando el culto es la misericordia de Dios, se afirma que el culto siempre es respuesta humana a la misericordia divina. El culto será siempre “acto segundo”.  
            2). El instrumento del culto: el cuerpo. En contraste con algunas formas de “espiritualización” el cuerpo es escenario de encuentro: con Dios y el otro. Nos previene contra la tentación de trasladar la experiencia de Dios al mundo de las ideas, de lo abstracto, lo indeterminado o de lo impreciso (espiritual), la experiencia de Dios se vuelve concreta, ubicada y especifica[3]. Se afirma, que el cuerpo debe ser presentado como “sacrificio vivo…, agradable”: usa el lenguaje cultual del levítico (Lv 1-7), sacrificio aquí es “entrega, donación, dadiva, ofrenda”, para nosotros “sacrificio” es privación, carencia, sufrimiento. Muchos son los cristianos que piensan que con la llegada de Cristo cesaron los sacrificios. Pero en realidad lo que cesa en el NT y con Cristo son los sacrificios de animales, pero son numerosos los textos del NT en donde el culto y la vida cristiana es leída en “clave de sacrificio” (Rom 12:2; Heb 4:12; 13:15-16; Efe 5:25; 2 Tim 4:6; 2 Ped 2:15). Así las cosas, el sacrificio de Cristo no es tanto el sacrificio final sino el sacrificio ejemplar: se presenta como modelo de lo que también debe acontecer o suceder en nosotros (Gal 2:20). Así las cosas, la iglesia tiene un papel sacerdotal pero también cada creyente en particular es una sacerdote. No solos el esposo es el sacerdote de la casa, como estamos acostumbrados a oír en los seminarios o charlas de pareja. En virtud de la obra de Cristo, contada en el NT, todos, hombres y mujeres, somos sacerdotes.
3. El propósito del culto: la trasformación de la mente para el discernimiento de la voluntad de Dios. . No se adapten: no dejes que el mundo (siglo) te meta en su esquema. Formas de pensar que condicionan la forma de vivir o andar.  “…pues como piensa dentro de sí, así es” (Prov 23:7).  El filósofo español, José Ortega y Gassett declaraba, en “La historia como sistema”, lo siguiente: “… De aquí que el hombre tenga que estar siempre en alguna creencia y que la estructura de su vida dependa primordialmente de las creencias en que esté y que los cambios más decisivos en la humanidad sean los cambios de creencias, la intensificación o debilitación de las creencias”. Para comprobar, poner a prueba, discernir; cambiar la orientación. El culto propende entonces por la renovación de la mente para orientar el andar según la voluntad de Dios, tiene carácter ético por el discernimiento. “Cambia tu forma de pensar para que cambie tu manera de vivir”.  El culto propende por el entendimiento de la “voluntad de Dios”, voluntad que nos orienta en la vida, que propone una agenda de acción poniendo en peligro nuestra egocéntrica “voluntad”.
El culto trae renovación de la mente para vivir la voluntad de Dios. En el culto quien cambia no es Dios sino nosotros. El culto tiene el propósito de cambiarnos, de reorientar la vida a partir de la “voluntad de Dios”. El culto integro propone una desadaptación a partir de la toma de conciencia de la manifestación de Dios en la historia para formar una comunidad diferente y alternativa ¿Qué tan desadaptados estamos?  Así lo confesaba el viejo himno: “Que mi vida entera esté, consagrada a Ti, Señor; que a mis manos pueda guiar, el impulso de tu amor”. Continuará.


[1] “La cultura provee el conjunto de significados y valores que permiten las relaciones de las personas en un contexto y en un tiempo histórico determinados…”. TUVILLA, José. Cultura de la paz: fundamentos y claves educativas. Desclee De Brouwer- Bilbao, 2004, p. 12.
[2] MARDONES, José María. Ser cristiano en la plaza pública. PPC-España, 2006, p. 134.
[3] El dualismo antropológico de origen griego se ha infiltrado en la iglesia. Se trata de un concepto en donde lo más importante del hombre es su alma, entendiendo por ello “la parte espiritual”, “los más elevado”, “lo inmortal”. Se supone que ni la muerte, ni el cuerpo, ni la sexualidad, interesan demasiado… son males necesarios, impedimentos para celebrar la fe. Esta forma de ver ha afectado la evangelización: “lo importante “es salvar las almas” y el culto mismo: lo importante es alimentar el espíritu y mortificar la carne o cuerpo. 

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