Los desadaptados
Apuntes de un culto peligroso (1)
Rm 12:1-2
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero171
La palabra “culto”
comparte con su compañera “cultura” la misma raíz. Usamos la categoría
“cultura” para referirnos, en términos generales, a la forma en la que un grupo
humano particular muestra o evidencia lo que cree y piensa[1]. Así
mismo “culto” es la forma que toma la creencia en Dios en el día a día del
pueblo que lo adora. También, culto, en contraste con lo “oculto”, es la
experiencia de Dios celebrada en todos y cada uno de los aspectos de la vida;
en lo privado y en lo público. Como lo expresó Mardones: “… porque una fe
reducida a la interioridad o a la mera religiosidad no es verdaderamente una fe
cristiana”[2]. En
el texto de Romanos 12:1-2 el apóstol Pablo habla del culto afirmando de este,
al menos, tres asuntos así: 1). El
fundamento del culto: “las misericordias de Dios”. Aquí recoge el apóstol
todo el argumento que había traído en los once capítulos anteriores. La frase “las
misericordias de Dios” es un superlativo, una forma hebrea de expresarse, por
ejemplo: para decir “la canción más sublime, se dice “El cantar de los
cantares”, para decir “santísimo” se dice “santo, santo, santo”. No es que haya
varias misericordias sino que Dios ha mostrado su misericordia de manera
suprema y sublime. Dios no opta por la lógica de la venganza y la memoria del
rencor, el odio o la destrucción; sino que elige amar y ser misericordioso (Rm
5:8,10). De esta manera, el fundamentando el culto es la misericordia de Dios, se
afirma que el culto siempre es respuesta humana a la misericordia divina. El
culto será siempre “acto segundo”.
2). El instrumento
del culto: el cuerpo. En contraste con algunas formas de “espiritualización”
el cuerpo es escenario de encuentro: con Dios y el otro. Nos previene contra la
tentación de trasladar la experiencia de Dios al mundo de las ideas, de lo
abstracto, lo indeterminado o de lo impreciso (espiritual), la experiencia de
Dios se vuelve concreta, ubicada y especifica[3]. Se
afirma, que el cuerpo debe ser presentado como “sacrificio vivo…, agradable”: usa
el lenguaje cultual del levítico (Lv 1-7), sacrificio aquí es “entrega,
donación, dadiva, ofrenda”, para nosotros “sacrificio” es privación, carencia,
sufrimiento. Muchos son los cristianos que piensan que con la llegada de Cristo
cesaron los sacrificios. Pero en realidad lo que cesa en el NT y con Cristo son
los sacrificios de animales, pero son numerosos los textos del NT en donde el
culto y la vida cristiana es leída en “clave de sacrificio” (Rom 12:2; Heb
4:12; 13:15-16; Efe 5:25; 2 Tim 4:6; 2 Ped 2:15). Así las cosas, el sacrificio
de Cristo no es tanto el sacrificio final sino el sacrificio ejemplar: se
presenta como modelo de lo que también debe acontecer o suceder en nosotros
(Gal 2:20). Así las cosas, la iglesia tiene un papel sacerdotal pero también cada
creyente en particular es una sacerdote. No solos el esposo es el sacerdote de
la casa, como estamos acostumbrados a oír en los seminarios o charlas de pareja.
En virtud de la obra de Cristo, contada en el NT, todos, hombres y mujeres, somos
sacerdotes.
3. El propósito del culto: la trasformación
de la mente para el discernimiento de la voluntad de Dios. .
No se adapten: no dejes que el mundo (siglo) te meta en su esquema. Formas de
pensar que condicionan la forma de vivir o andar. “…pues como piensa dentro de sí, así es” (Prov
23:7). El filósofo español, José Ortega y Gassett declaraba, en “La
historia como sistema”, lo siguiente: “… De aquí que el hombre tenga que estar
siempre en alguna creencia y que la estructura de su vida dependa
primordialmente de las creencias en que esté y que los cambios más decisivos en
la humanidad sean los cambios de creencias, la intensificación o debilitación
de las creencias”. Para comprobar, poner a prueba, discernir; cambiar la
orientación. El culto propende entonces por la renovación de la mente para
orientar el andar según la voluntad de Dios, tiene carácter ético por el
discernimiento. “Cambia tu forma de pensar para que cambie tu manera de vivir”. El culto propende por el entendimiento de la
“voluntad de Dios”, voluntad que nos orienta en la vida, que propone una agenda
de acción poniendo en peligro nuestra egocéntrica “voluntad”.
El
culto trae renovación de la mente para vivir la voluntad de Dios. En el culto
quien cambia no es Dios sino nosotros. El culto tiene el propósito de cambiarnos,
de reorientar la vida a partir de la “voluntad de Dios”. El culto integro
propone una desadaptación a partir de la toma de conciencia de la manifestación
de Dios en la historia para formar una comunidad diferente y alternativa ¿Qué tan
desadaptados estamos? Así lo confesaba el
viejo himno: “Que mi vida entera esté, consagrada a Ti, Señor; que a mis manos
pueda guiar, el impulso de tu amor”. Continuará.
[1] “La cultura provee el conjunto
de significados y valores que permiten las relaciones de las personas en un
contexto y en un tiempo histórico determinados…”. TUVILLA, José. Cultura de la paz: fundamentos y claves
educativas. Desclee De Brouwer- Bilbao, 2004, p. 12.
[2] MARDONES, José María. Ser cristiano en la plaza pública. PPC-España,
2006, p. 134.
[3] El dualismo antropológico de
origen griego se ha infiltrado en la iglesia. Se trata de un concepto en donde
lo más importante del hombre es su alma, entendiendo por ello “la parte
espiritual”, “los más elevado”, “lo inmortal”. Se supone que ni la muerte, ni
el cuerpo, ni la sexualidad, interesan demasiado… son males necesarios,
impedimentos para celebrar la fe. Esta forma de ver ha afectado la
evangelización: “lo importante “es salvar las almas” y el culto mismo: lo
importante es alimentar el espíritu y mortificar la carne o cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario