¿Las pasiones juveniles? (2)
Apuntes para una lectura de 2 Timoteo 2:22
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Caballero 150
En segundo lugar, la ética relativizada, vv. 19-21. Como resultado de lo anterior, la escatología
realizada (la última novedad), la ética
quedaba negada. La forma de pensarlo y articularlo es como sigue: para el
gnosticismo la materia es el principio del mal. Ya que el mal moral está ligado
al cuerpo material, la noción de responsabilidad personal por las acciones
individuales queda eliminada, esto porque en Cristo ya están “espiritualmente
resucitados”, el espíritu está puro, no puede ser contaminado por la materia.
Esta era una forma de gnosticismo libertino. Así, la resurrección era “espiritualizada”
como liberación del cuerpo por medio de la gnosis o afirmando que la
resurrección se había cumplido en su totalidad cuando por la fe y en el
bautismo fuimos resucitados con Cristo[1].
Toda esta situación había trastornado o perturbado la fe de algunos. Frente a
esto Pablo va a usar dos figuras para dar esperanza y llamar a la santidad. La primera imagen es sacada del mundo de la
construcción; el fundamento. La estructura puede ser afectada pero el
fundamento permanece firme, Dios sigue construyendo iglesia a pesar de los
falsos maestros. La firmeza del fundamento tiene una característica interna
(invisible) “conoce el Señor a los suyos” (Nm 16:5,26) y un distintivo externo,
público o visible “apártese de iniquidad todo…”. Esta última comprueba que la
iglesia es del Señor por su santidad[2].
La segunda imagen es tomada del mundo de
la cocina, los vasos. Los vasos limpios son usados por el Señor. Nadie
quiere usar o tomar en un vaso sucio. Lo que se ha de evitar respecto a los
falsos maestros no es tanto el contacto físico sino su error y maldad. Así, la pureza
doctrinal y de la vida es condición necesaria para la “utilidad” en la obra de
Dios. Es cierto que por su gracia Dios acepta al ser humano tal como es pero
por su gracia también se resiste a dejarlo tal como está.
En
tercer lugar, la comunidad negada, vv. 22-26. La iglesia como comunidad de
fe es negada por la “última novedad” de Himeneo y Fileto. Pablo le dice a
Timoteo “huye”, pero no hacia cualquier lugar o destino, la “huida” tiene su contraparte
en el “sigue”, de esta manera, la “huida” no es geográfica sino ética. De
manera curiosa, hay victorias que se ganan “huyendo”. La propuesta es
seguir la justicia, la fe, el amor y la
paz con la comunidad que celebra la fe en el Señor. En lugar de estar dominado por la tiranía de
la novedad o la moda (que como sabemos está relacionada con la fugacidad),
Timoteo debía estar centrado en las virtudes permanentes que no pasan de moda,
que tienen carácter intemporal, pero que se expresan temporal y cultualmente
como sello distintivo de la iglesia local. La “justicia” aquí, no es tanto una categoría legal, sino más bien moral,
ética y cultica: lo que Dios espera de su pueblo: es “la conducta apropiada
delante del padre… es hacer la voluntad de Dios…”[3]. La
“fe” tiene que ver con la experiencia de Dios que Timoteo recibió de su abuela
y su mamá y que reafirmo con Pablo (1:5;4:7) y “el amor y la paz” tienen que ver con
la aplicación de la justicia y la fe en el terreno de lo humano, de las
relaciones y la construcción de una
comunidad distinta a la “construida” sobre la fuerza del des-amor, la
deslealtad y las espirales de violencia y conflictos. No solo le invita a
recordar lo fundamental como opción a las “novedades teológicas” sino también lo
invita a reorientar el uso de la palabra. Le advierte para que no caiga en el
terreno de la necedad y la ignorancia, a no pervertir el discurso generando
contiendas. El discurso, para que no se
pervierta, debe evitar la arrogancia y debe estar fundado en una actitud
redentora: “el siervo del Señor” (v. 24a) es una clara alusión al “siervo” de Isaías
53, el siervo que no se impone por la arrogancia de sus ideas sino por el
sacrificio ejemplar. Así, desde la figura del siervo, el discurso debe estar transversado
por la humildad y la sencillez; no para negar la necesidad de la corrección,
sino para asumirla teniendo como horizonte el arrepentimiento de los oponentes
al comprender estos la verdad, para escapen de esta manera de la trampa del
diablo quien los tiene aprisionados. El discurso teológico traducido en la tarea
pastoral diaria no tiene como objetivo
ganarle a nadie sino restaurar desde la “imagen del siervo sufriente”. No
obstante, debe advertirse que, la verdadera restauración empieza con una real
confrontación del pecador, el pecado y la mentira.
La novedad HOY ejerce un poder casi
embriagante, las elaboraciones y estrategias eclesiológicas aplican el mismo
criterio de la tecnología y de la publicidad: basados en la obsolencia, la moda
y el consumismo; nos desafían a tomar decisiones diarias “para no parecer
dinosaurios ante los demás”. Pasa lo mismo en la iglesia, basta ver la TV o ir
a la librería y encontrar propuestas novedosas que nos invitan a seguirlas como
adeptos para poder estar en la “visión de Dios para hoy”. Sufrimos de lo que Lewis llamó “esnobismo cronológico”.
El texto de Timoteo nos pregunta ¿De qué necesitamos huir? ¿Detrás de qué
estamos caminando? La respuestas empiezan volviendo al texto, al libreto, siendo
diligentes frente al trazo del texto Bíblico, este que orienta, que dirige, que
es remedio contra el extravío. Fin.
[1] STOTT, John. La segunda epístola a Timoteo.
DCI-Colombia, 1999, p. 83.
[2] “En última instancia Pablo está diciendo
que solo el Señor conoce y reconoce a su pueblo y puede diferenciar entre el
verdadero y el espurio, pues solo él ve el corazón… nosotros podemos ver la
vida y la conducta… ambos sellos son importantes: el divino y el humano, el
visible y el invisible”. Ibid, p. 83.
[3] BOSCH, David J. Misión en transformación: cambios de
paradigma en la teología de la misión. Desafío-Michigan, 2005, p. 100.
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