Proverbios: teología a través del refrán (1)
Introducción
Prov 1:1-8
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero 98
“El que peca y reza empata”, eso declara el
dicho popular en nuestro contexto
colombiano. Este proverbio o dicho resume la forma mediocre con la que a veces
asumimos nuestras responsabilidades sociales y morales: quien vive pecando y
rezando para empatar, vive asumiendo la mediocridad, pues nunca gana. ¡Esa es
la función del proverbio!, comunica de manera práctica, resumida y con permanencia en el tiempo, realidades
sociales, políticas y económicas. Pero, como la teología es también un asunto
humano y social, los proverbios sirven también para hacer teología, para hablar
de Dios. El autor del libro Bíblico de
Proverbios, tiene como propósito, en medio de las tempestades y el devenir de
la vida, dirigir a los suyos a puerto seguro; comunicando sabiduría o la forma
en la que la vida y sus distintas dimensiones debe asumirse. Para esto, escoge
en primer lugar una forma literaria o un método:
los proverbios, v.1. Esta forma literaria no es propia de los hebreos, por
eso hablamos del “proverbio chino”, “el proverbio colombiano” o “el “proverbio
sumerio”. Aunque, para la Biblia hebrea los Proverbios si están incluidos en
una categoría literaria más amplia llamada “literatura sapiencial”: quienes la
escriben, no intentan imponer sus enseñanzas, sino que reclaman la atención de
sus oyentes mediante interrogantes y enigmas, invitándolos a la reflexión con
el fin de crear en ellos convicciones personales. Son teólogos invitando a la
reflexión. Ahora, la forma actual de llamar a los a proverbios es refrán. El
autor entonces no está improvisando, quiere enseñar y ha escogido su método: el
refrán. El mashal hebreo, haya su
contraparte en la parabolé griega, y
en el NT, en las parábolas de Jesús.
En
segundo lugar, el autor expresa claramente
su propósito: este libro pretende ofrecerle sabiduría (Heb. hokmah) para la vida moral y el discernimiento mental,
vv. 2-6. El autor no quiere usar el refrán como fin en sí mismo, tienen una
agenda[1].
“Sabio" no es en hebreo lo que para nosotros. Para nosotros, con
nuestro concepto helénico de la sabiduría y todo nuestro bagaje cultural
cartesiano, sabio es el que conoce la esencia de las cosas y su por qué, el que
conoce las ciencias y puede dar razón de ellas. Para el judío, tan negado a la
abstracción, "sabio" es el que sabe vivir, el que tiene
"éxito" en la vida, y para el judío piadoso, sabio es el que, en
definitiva, cumple lo que Dios quiere de él. Se describe a los personajes
objeto y sujetos de la sabiduría proverbial: los jóvenes (igual que los
simples) y los sabios; ellos son convocados leer el texto y encontrar sabiduría
para la vida. Nosotros vivimos en
la era de la información, pero definitivamente no en la era de la sabiduría.
Las computadoras pueden almacenar información y obedecer señales, pero no pueden
darnos la habilidad de usar el conocimiento sabiamente. Lo que se necesita hoy
en día es sabiduría. El poeta y
dramaturgo T.S. Eliot (1888-1965),
premio Nobel de Literatura de 1948, en su obra titulada “El primer coro de la
roca” (1934), escribió de manera premonitoria, unas palabras muy actuales: “¿Dónde
está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento? ¿Dónde está el
conocimiento que hemos perdido en la información? Veinte siglos de historia
humana nos alejan de Dios y nos aproximan al polvo”.
En
tercer lugar, el autor habla de lo que
parece ser el fundamento de la sabiduría: el temor del Señor, v.7a. El
“temor del Señor” aparece por lo menos 18 veces en Proverbios (1:7, 29; 2:5;
3:7; 8:13; 9:10; 10:27; 14:2, 26,27; 15:16, 33; 16:6; 19:23; 22:4; 23:17;
24:21; 31:30). “Temor” incluye no solamente una manera correcta de pensar sobre
Dios sino una correcta relación con Yahveh. Es una tierna reverencia que
resulta en una humilde inclinación ante la voluntad del Padre. El autor usa
aquí, Yahvé y no Dios (nombre genérico), lo que conecta con la historia del
pueblo de Israel, el Dios del éxodo (Ex 3:14). “Principio” no significa que en “el
temor del Señor” es donde se comienza a aprender sabiduría, sino que se puede
avanzar como sucede al inicio de la raya en una carrera. Mejor dicho, el temor
del Señor es el principio controlador, el fundamento, en el cual se debe
construir una vida de sabiduría. “Conocimiento” es una relación que depende de
una revelación y es inseparable del carácter. Magistralmente, el autor deja por
fuera de la estructura literaria a los
“insensatos” (7b), para comunicar la actitud de ellos hacia el texto: el libro
no es propuesta para ellos, Dios no es la razón de ser.
Al
incluir a Dios como relación primordial, el autor nos invita a evitar la
lectura del libro como una reflexión secular y meramente moral. Los proverbios
deben ser leídos en “clave teológica” a fin de dejar que revele todos sus
sentidos. Ahora, si el auditorio del libro es especialmente los jóvenes (1:19),
parece sencillo hablar de Dios en el contexto eclesiástico, en el culto el
domingo o el sábado. Pero, cómo se invita al temor de Dios afuera, cuando la
idea y la experiencia de Dios se han eclipsado, en un contexto pluralista
(muchas ideas, muchos dioses igualmente válidos), en contexto relativista (no
hay absolutos), en un contexto secularizado en donde la fe se ha privatizado. Creo,
hay de manera sucinta, dos formas: negativamente, seguir dividiendo las esferas
entre lo secular y lo espiritual (el falso dilema de la modernidad), o de
manera positiva, elaborar y actuar en el marco de una cosmovisión cristiana que
confiese a Cristo como sabiduría de Dios para liberar al hombre (1 Cor 1:18-29).
Mientras tanto, un asunto si es claro; y lo expreso en refrán: “dime a quien le
temes y te diré que tan sabio eres”. Fin.
[1] Las distintas palabras usadas: sabiduría,
enseñanza, rectitud, entendimiento, justicia, equidad, prudencia y discreción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario