miércoles, 16 de julio de 2014

Proverbios: teología a través del refrán (1)

Proverbios: teología a través del refrán (1)
Introducción
Prov 1:1-8
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 98
“El que peca y reza empata”, eso declara el dicho popular  en nuestro contexto colombiano. Este proverbio o dicho resume la forma mediocre con la que a veces asumimos nuestras responsabilidades sociales y morales: quien vive pecando y rezando para empatar, vive asumiendo la mediocridad, pues nunca gana. ¡Esa es la función del proverbio!, comunica de manera práctica, resumida  y con permanencia en el tiempo, realidades sociales, políticas y económicas. Pero, como la teología es también un asunto humano y social, los proverbios sirven también para hacer teología, para hablar de Dios. El autor del libro Bíblico de Proverbios, tiene como propósito, en medio de las tempestades y el devenir de la vida, dirigir a los suyos a puerto seguro; comunicando sabiduría o la forma en la que la vida y sus distintas dimensiones debe asumirse. Para esto, escoge en primer lugar una forma literaria o un método: los proverbios, v.1. Esta forma literaria no es propia de los hebreos, por eso hablamos del “proverbio chino”, “el proverbio colombiano” o “el “proverbio sumerio”. Aunque, para la Biblia hebrea los Proverbios si están incluidos en una categoría literaria más amplia llamada “literatura sapiencial”: quienes la escriben, no intentan imponer sus enseñanzas, sino que reclaman la atención de sus oyentes mediante interrogantes y enigmas, invitándolos a la reflexión con el fin de crear en ellos convicciones personales. Son teólogos invitando a la reflexión. Ahora, la forma actual de llamar a los a proverbios es refrán. El autor entonces no está improvisando, quiere enseñar y ha escogido su método: el refrán. El mashal hebreo, haya su contraparte en la parabolé griega, y en el NT, en las parábolas de Jesús.
            En segundo lugar, el autor expresa claramente su propósito: este libro pretende ofrecerle sabiduría (Heb. hokmah)  para la vida moral y el discernimiento mental, vv. 2-6. El autor no quiere usar el refrán como fin en sí mismo, tienen una agenda[1]. “Sabio" no es en hebreo lo que para nosotros. Para nosotros, con nuestro concepto helénico de la sabiduría y todo nuestro bagaje cultural cartesiano, sabio es el que conoce la esencia de las cosas y su por qué, el que conoce las ciencias y puede dar razón de ellas. Para el judío, tan negado a la abstracción, "sabio" es el que sabe vivir, el que tiene "éxito" en la vida, y para el judío piadoso, sabio es el que, en definitiva, cumple lo que Dios quiere de él. Se describe a los personajes objeto y sujetos de la sabiduría proverbial: los jóvenes (igual que los simples) y los sabios; ellos son convocados leer el texto y encontrar sabiduría para la vida. Nosotros vivimos en la era de la información, pero definitivamente no en la era de la sabiduría. Las computadoras pueden almacenar información y obedecer señales, pero no pueden darnos la habilidad de usar el conocimiento sabiamente. Lo que se necesita hoy en día es sabiduría.  El poeta y dramaturgo T.S. Eliot (1888-1965), premio Nobel de Literatura de 1948, en su obra titulada “El primer coro de la roca” (1934), escribió de manera premonitoria, unas palabras muy actuales: “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en la información? Veinte siglos de historia humana nos alejan de Dios y nos aproximan al polvo”.
            En tercer lugar, el autor habla de lo que parece ser el fundamento de la sabiduría: el temor del Señor, v.7a. El “temor del Señor” aparece por lo menos 18 veces en Proverbios (1:7, 29; 2:5; 3:7; 8:13; 9:10; 10:27; 14:2, 26,27; 15:16, 33; 16:6; 19:23; 22:4; 23:17; 24:21; 31:30). “Temor” incluye no solamente una manera correcta de pensar sobre Dios sino una correcta relación con Yahveh. Es una tierna reverencia que resulta en una humilde inclinación ante la voluntad del Padre. El autor usa aquí, Yahvé y no Dios (nombre genérico), lo que conecta con la historia del pueblo de Israel, el Dios del éxodo (Ex 3:14). “Principio” no significa que en “el temor del Señor” es donde se comienza a aprender sabiduría, sino que se puede avanzar como sucede al inicio de la raya en una carrera. Mejor dicho, el temor del Señor es el principio controlador, el fundamento, en el cual se debe construir una vida de sabiduría. “Conocimiento” es una relación que depende de una revelación y es inseparable del carácter. Magistralmente, el autor deja por fuera de la estructura literaria  a los “insensatos” (7b), para comunicar la actitud de ellos hacia el texto: el libro no es propuesta para ellos, Dios no es la razón de ser.
            Al incluir a Dios como relación primordial, el autor nos invita a evitar la lectura del libro como una reflexión secular y meramente moral. Los proverbios deben ser leídos en “clave teológica” a fin de dejar que revele todos sus sentidos. Ahora, si el auditorio del libro es especialmente los jóvenes (1:19), parece sencillo hablar de Dios en el contexto eclesiástico, en el culto el domingo o el sábado. Pero, cómo se invita al temor de Dios afuera, cuando la idea y la experiencia de Dios se han eclipsado, en un contexto pluralista (muchas ideas, muchos dioses igualmente válidos), en contexto relativista (no hay absolutos), en un contexto secularizado en donde la fe se ha privatizado. Creo, hay de manera sucinta, dos formas: negativamente, seguir dividiendo las esferas entre lo secular y lo espiritual (el falso dilema de la modernidad), o de manera positiva, elaborar y actuar en el marco de una cosmovisión cristiana que confiese a Cristo como sabiduría de Dios para liberar al hombre (1 Cor 1:18-29). Mientras tanto, un asunto si es claro; y lo expreso en refrán: “dime a quien le temes y te diré que tan sabio eres”. Fin.

[1] Las distintas palabras usadas: sabiduría, enseñanza, rectitud, entendimiento, justicia, equidad, prudencia y discreción. 

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