El amor en tiempos de crisis
2 Tim 3-4
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero 99
Para empezar quiero hacer, y se hace
necesario, una referencia literaria: la obra del nobel colombiano Gabriel
García Márquez “El amor en tiempos del cólera” publicada en 1985. Es, principalmente,
un compendio acerca del amor y sus múltiples cambios, un estudio
sobre el paso del tiempo que destruye y reconstruye almas y ciudades, sobre la
memoria y sus infinitos laberintos. Mediante un lenguaje lleno de riqueza y
versatilidad, el escritor colombiano narra el esquema complejo, creíble y
esperanzado de un mundo que se asemeja, más de lo que nosotros pensamos, al
mundo en que vivimos. De esta manera nos demuestra una vez más que la vida, con
sus crisis y complejidades, no es otra cosa que el trabajo interminable para el
que los seres humanos fuimos creados. En la segunda carta de Pablo a
Timoteo, el apóstol habla del amor en tiempos de crisis, crisis que
dominan el argumento de la carta de principio a fin. En términos generales las
crisis son las siguientes: 1). Crisis emocional: expresada en el carácter
Timoteo y la soledad de Pablo, 2). Crisis vocacional: se nota la deserción de
algunos, 3). Crisis Moral: se describe el carácter del hombre promedio, 4). Crisis
hermenéutica: se ve en la distorsión del mensaje: “apartarán el oído de la
verdad”.
En el capítulo 3:1-4 se encuentra tres, de los cinco amores que Pablo relaciona en esta carta. Aparecen en el marco de la invitación a Timoteo para que considere y pondere los tiempos en los cuales vive y desarrolla su vocación: tiempos peligrosos, no por algún mal natural (meteoritos que caen, estrellas que se apagan), sino por el mal moral (la forma de ser, los valores asumidos por el ser humano). Timoteo no debe ser ingenuo o incauto, si el ministerio se lleva a cabo entre personas situadas y concretas, en escenarios particulares, debe saber cómo son, como actúan, que piensan los hombres de su tiempo. Hay tres amores que los caracterizan: 1). El amor a sí mismos; son hombres centrados en sí, ególatras. Hoy se dice que estamos viviendo “la era del ego”, caracterizada por el culto al cuerpo, la auto referencia, y la fascinación por el éxito individual. El “amor por uno mismo”, ha rebosado los límites y ahora vivimos la exaltación del Yo, la obsesión por la imagen y por el culto a nosotros mismos. 2). El amor al dinero; son hombres avarientos, que miden todo en “clave” de mercancía, que se compra y se vende. La relaciones, son mediadas por lo que Cruz Kronfly llamó, “Don Dinero”. “Don Dinero” camina libremente por nuestra sociedad y compra conciencias, compra amistades, compra amor, compra políticos, desvirtúa y pervierte el buen nombre, la meritocracia y el sentido de la vocación. 3). Amor a los placeres; son hombres que viven para el placer, son hedonistas. Viven de acuerdo a sus instintos, la seducción del placer a través de la filosofía de mercado y el amor erotizado en donde todo es codiciable. En esta sección se presenta también la negación de un amor: el amor de Dios. El texto inicia con la afirmación del amor propio, del ego; y termina con la negación del amor divino. Cuando eso pasa, el otro es cosificado, se convierte solo en medio que sirve para el logro de mis más bajas pasiones o mis más elevados deseos de éxito y prestigio.
En el capítulo 3:1-4 se encuentra tres, de los cinco amores que Pablo relaciona en esta carta. Aparecen en el marco de la invitación a Timoteo para que considere y pondere los tiempos en los cuales vive y desarrolla su vocación: tiempos peligrosos, no por algún mal natural (meteoritos que caen, estrellas que se apagan), sino por el mal moral (la forma de ser, los valores asumidos por el ser humano). Timoteo no debe ser ingenuo o incauto, si el ministerio se lleva a cabo entre personas situadas y concretas, en escenarios particulares, debe saber cómo son, como actúan, que piensan los hombres de su tiempo. Hay tres amores que los caracterizan: 1). El amor a sí mismos; son hombres centrados en sí, ególatras. Hoy se dice que estamos viviendo “la era del ego”, caracterizada por el culto al cuerpo, la auto referencia, y la fascinación por el éxito individual. El “amor por uno mismo”, ha rebosado los límites y ahora vivimos la exaltación del Yo, la obsesión por la imagen y por el culto a nosotros mismos. 2). El amor al dinero; son hombres avarientos, que miden todo en “clave” de mercancía, que se compra y se vende. La relaciones, son mediadas por lo que Cruz Kronfly llamó, “Don Dinero”. “Don Dinero” camina libremente por nuestra sociedad y compra conciencias, compra amistades, compra amor, compra políticos, desvirtúa y pervierte el buen nombre, la meritocracia y el sentido de la vocación. 3). Amor a los placeres; son hombres que viven para el placer, son hedonistas. Viven de acuerdo a sus instintos, la seducción del placer a través de la filosofía de mercado y el amor erotizado en donde todo es codiciable. En esta sección se presenta también la negación de un amor: el amor de Dios. El texto inicia con la afirmación del amor propio, del ego; y termina con la negación del amor divino. Cuando eso pasa, el otro es cosificado, se convierte solo en medio que sirve para el logro de mis más bajas pasiones o mis más elevados deseos de éxito y prestigio.
En
el capítulo 4:8-10, en el marco de la despedida de Pablo y la comisión a
Timoteo, se presentan dos amores más: 1). Amor a la venida del Señor. Amar su
venida es vivir en función de lo eterno, es saber que el presente está marcado
con el sello de la temporalidad, de la futilidad, tiene fecha de vencimiento.
Es vivir el presente desde el futuro. 2). Amar al mundo, en contraste con el
amor anterior, es vivir sin conciencia de lo eterno, es gastarse con el aquí y el
ahora, es asumir los valores mundanos, es negar la experiencia de Dios en la
historia y en la vida. Recordemos que “mundo” en la Biblia tiene tres
acepciones: a). Una acepción social: las personas, b). Una acepción espacial:
la creación, y c). Una acepción moral: lo que se opone a Dios y a su proyecto.
Esta última acepción es la que aplica aquí. Pablo dice que Demas lo abandonó
por que ama a este mundo. Dios ya no le seduce, ya no es propuesta para él. Cuando el referente mayor y futuro de la venida del Señor
se pierde, cedemos a los coqueteos de “otros amores”, el ego, la avaricia, las
pasiones; no es casualidad el lenguaje con el que Pablo habla al final de sus
días, he peleado, he guardado, he resistido. La noción de que esperamos su
venida afecta la ética en la vida presente y el culto. La iglesia deja de ser
consumidora para cumplir su misión de comunidad adoradora y en espera,
totalmente abierta al futuro.
Tenemos entonces cinco
amores en tiempos de crisis: cuatro negativos y uno positivo. Las crisis sacan
a relucir lo mejor o lo peor de nosotros. Las crisis revelan nuestros amores. El
hombre de ayer, el de los tiempos de Timoteo, es también el hombre de hoy, el
de nuestros tiempos. No ha cambiado, solo ha refinado sus barbaries; ha
disfrazado sus más bajas pasiones con eufemismos. El apologista cristiano del
siglo XX Francis Schaeffer dijo: “cada generación de cristianos tiene este
problema de aprender a hablar de manera significativa a su propia época”. La
propuesta de Pablo para esos tiempos, se empieza a gestar con un gran “PERO TU”
(3:10). Esta propuesta es esperanzadora, es posible llevar una vida diferente,
el hombre es un ser “condenable”, pero es también “redimible” (salvable). Solo
debe volver al guión, al libreto; a la Escritura (3:15-17). El propósito de la
Escritura es mostrar el camino de salvación, restaurar el rostro divino en el
hombre. Se hace necesario el divorcio con el mundo para ser amantes de Dios y de su venida. Porque finalmente la crisis
actual de la iglesia, tiene que ver con una crisis de amor, el dúo apocalíptico
se ha convertido en solo, el Espíritu canta solo, ya la amada no canta... “¡ven
Señor Jesús!” (Ap 22:17). Fin.
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