martes, 29 de julio de 2014

Proverbios: teología a través del refrán (2)

Proverbios: teología a través del refrán (2)
¡Escúchanos!
Prov 1:9- 19
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 100
Una vez sentado el propósito teológico del libro, el cual es buscar la sabiduría en el marco del temor a Dios, es decir, saber vivir la vida no como parte del culto, sino como un CULTO a Dios, el autor pasa a emitir su primer desafío. Por la forma paternal con la que inicia, “hijo mío”, parece dar a entender que la primera escuela es la familia, la casa. Que el hogar es escenario para la formación, para la pedagogía crítica, esa que desnuda y denuncia la realidad, que abre los ojos del discernimiento, invitando a vivir sin ingenuidades pero construyendo utopía. Esto es parecido a lo que Brueggemann llamó “la imaginación profética”[1]; esa visión clara de realidades negativas que la política y la economía pueden esconder o enmascarar como algo bueno, cuando en realidad representan un sistema destructivo. El texto, hablando en términos estructurales, tiene la siguiente forma: una introducción y una serie de paralelismos así:
Introducción: escucha hijo mío, vv. 8-9.
a.  Hijo mío, v. 10.
b.  Los pecadores: su mensaje, vv. 11-14.
a’. Hijo mío, vv. 15-16.
b’. Los pecadores: su fin, vv. 17-19.
            En la introducción, según la estructura propuesta, se apela al oído, “escucha hijo mío”. Se insta al hijo a que sea escenario del consejo (la torá) maternal y paternal. Padre y madre están involucrados en el proceso de guía, formación y entrenamiento de su hijo. Saben que sus voces están en competencia con otras, que sus mensajes no son la única opción para el hijo que cumple su mayoría de edad y que sale de casa. Pero también están convencidos que la escucha condiciona y direcciona en tiempos en donde se necesita orientación. La razón que los padres esbozan es que esta instrucción, si el hijo la acepta y la hace suya, le otorgará ornamento y dignidad (Dt 21:18-21). Estas instrucciones entonces son las joyas que los padres regalan al hijo, son el mayor legado. Como dice el dicho “lo mejor que le pueden dejar los padres a los hijos es la educación”. Al hijo que va a salir de casa, no se le da posesiones, sino instrucciones. En estas palabras encontramos un eco del llamado de Dios padre a su hijo Israel, “escucha Israel…” (Dt 6:4).
            La instrucción va dirigida hacia un asunto concreto de la vida: qué hacer con la persuasión de los pecadores (a-a’). El propósito del sabio es el de instruir a los jóvenes en la prevención del engaño que se encuentra en el mundo, y es que, “más vale prevenir que lamentar”. El joven no debe transitar por el camino (derek) de los pecadores, es un camino marcado por la violencia y la muerte (expresada en el eufemismo “derramar sangre”). La fascinación por la violencia, característica de los pecadores en este texto, se puede notar hoy en día. Los medios de comunicación en Colombia por ejemplo, no se cansan de describir las diversas formas en las que las personas quitan la vida a sus semejantes. En este sentido, este texto es muy actual: vivimos en usa sociedad violenta, una sociedad que ha optado por el camino del conflicto para arreglar sus cuentas o para maltratar a sus semejantes. Frente a esto, la labor pastoral y el discipulado puede tomar dos vías:1). Mantener a los jóvenes desinfectados del mundo en una burbuja de cristal, 2). Educarlos, advertirles y enviarlos al mundo con una perspectiva crítica de la sociedad en donde interactúan.
            La persuasión o el engaño empieza con un mensaje: “ven y acechemos al inocente… hallaremos riquezas de toda clase” (b-b’). Los pecadores han montado su empresa publicitaria, invitan a robar, a enriquecerse a costa del inocente o el transeúnte desprevenido. Invitan al dinero rápido. El antivalor fundamental que subyace detrás de este mensaje es el de la codicia. Para el adolescente que sale de casa, la violencia puede resultar en una nueva experiencia, una aventura para el ingenuo que es reclutado por la banda. El joven, carente de sentido de riesgos que le impide ponderar consecuencias, puede ser presa fácil de la propaganda de los malhechores. Las cárceles de América Latina se han llenado de jóvenes que han caído en la trampa del dinero rápido y fácil. Las filas de las guerrillas en Colombia están conformadas por un gran número de jóvenes, que sin tener ideología subversiva, están allí por el dinero y el poder que da el fusil sobre sus hombros. El texto cierra diciendo de manera perentoria y definitiva: los poseedores terminaran poseídos, la codicia termina matándolos. Un buen antídoto para el relativismo moral hoy, es el revisionismo moral; es decir, la ponderación de las consecuencias de nuestros actos. El sabio muestra el peligro de aceptar la invitación dada por los pecadores. En el NT el evangelio apela también al oído del creyente para orientarle (Mt 7:24-27; 13:9), esta apelación no tiene un fundamento moralista sino cristológico: para el creyente el Cristo crucificado, sabiduría de Dios (1 Cor 1:22), es el principio de toda sabiduría, la cruz es el anuncio de nuestros más horribles quiebres, pero también anuncia la gracia y la misericordia de Dios padre. En la escucha del Cristo crucificado empezamos a vivir sabiamente en el temor del Señor y su palabra (Rm 10:10), evitando así el mayor desastre de la vida, porque “el que no escucha consejo no llega al cielo”. 


[1] BRUEGGEMANN, Walter. La imaginación profética. Sal Terrae- Salamanca, 2001, p 5. 

miércoles, 23 de julio de 2014

El amor en tiempos de crisis

El amor en tiempos de crisis
2 Tim 3-4
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 99
Para empezar quiero hacer, y se hace necesario, una referencia literaria: la obra del nobel colombiano Gabriel García Márquez “El amor en tiempos del cólera” publicada en 1985. Es, principalmente, un compendio acerca del amor y sus múltiples cambios, un estudio sobre el paso del tiempo que destruye y reconstruye almas y ciudades, sobre la memoria y sus infinitos laberintos. Mediante un lenguaje lleno de riqueza y versatilidad, el escritor colombiano narra el esquema complejo, creíble y esperanzado de un mundo que se asemeja, más de lo que nosotros pensamos, al mundo en que vivimos. De esta manera nos demuestra una vez más que la vida, con sus crisis y complejidades, no es otra cosa que el trabajo interminable para el que los seres humanos fuimos creados. En la segunda carta de Pablo a Timoteo, el apóstol habla del amor en tiempos de crisis, crisis que dominan el argumento de la carta de principio a fin. En términos generales las crisis son las siguientes: 1). Crisis emocional: expresada en el carácter Timoteo y la soledad de Pablo, 2). Crisis vocacional: se nota la deserción de algunos, 3). Crisis Moral: se describe el carácter del hombre promedio, 4). Crisis hermenéutica: se ve en la distorsión del mensaje: “apartarán el oído de la verdad”. 
             En el capítulo 3:1-4 se encuentra tres, de los cinco amores que Pablo relaciona en esta carta. Aparecen en el marco de la invitación a Timoteo para que considere y pondere los tiempos en los cuales vive y desarrolla su vocación: tiempos peligrosos, no por algún mal natural (meteoritos que caen, estrellas que se apagan), sino por el mal moral (la forma de ser, los valores asumidos por el ser humano). Timoteo no debe ser ingenuo o incauto, si el ministerio se lleva a cabo entre personas situadas y concretas, en escenarios particulares, debe saber cómo son, como actúan, que piensan los hombres de su tiempo. Hay tres amores que los caracterizan: 1). El amor a sí mismos; son hombres centrados en sí, ególatras. Hoy se dice que estamos viviendo “la era del ego”, caracterizada por el culto al cuerpo, la auto referencia, y la fascinación por el éxito individual. El “amor por uno mismo”, ha rebosado los límites y ahora vivimos la exaltación del Yo, la obsesión por la imagen y por el culto a nosotros mismos. 2). El amor al dinero; son hombres avarientos, que miden todo en “clave” de mercancía, que se compra y se vende. La relaciones, son mediadas por lo que Cruz Kronfly llamó, “Don Dinero”. “Don Dinero” camina libremente por nuestra sociedad y compra conciencias, compra amistades, compra amor, compra políticos, desvirtúa y pervierte el buen nombre, la meritocracia y el sentido de la vocación. 3). Amor a los placeres; son hombres que viven para el placer, son hedonistas. Viven de acuerdo a sus instintos, la seducción del placer a través de la filosofía de mercado y el amor erotizado en donde todo es codiciable. En esta sección se presenta también la negación de un amor: el amor de Dios. El texto inicia con la afirmación del amor propio, del ego; y termina con la negación del amor divino. Cuando eso pasa, el otro es cosificado, se convierte solo en medio que sirve para el logro de mis más bajas pasiones o mis más elevados deseos de éxito y prestigio.
                En el capítulo 4:8-10, en el marco de la despedida de Pablo y la comisión a Timoteo, se presentan dos amores más: 1). Amor a la venida del Señor. Amar su venida es vivir en función de lo eterno, es saber que el presente está marcado con el sello de la temporalidad, de la futilidad, tiene fecha de vencimiento. Es vivir el presente desde el futuro. 2). Amar al mundo, en contraste con el amor anterior, es vivir sin conciencia de lo eterno, es gastarse con el aquí y el ahora, es asumir los valores mundanos, es negar la experiencia de Dios en la historia y en la vida. Recordemos que “mundo” en la Biblia tiene tres acepciones: a). Una acepción social: las personas, b). Una acepción espacial: la creación, y c). Una acepción moral: lo que se opone a Dios y a su proyecto. Esta última acepción es la que aplica aquí. Pablo dice que Demas lo abandonó por que ama a este mundo. Dios ya no le seduce, ya no  es propuesta para él. Cuando el referente mayor y futuro de la venida del Señor se pierde, cedemos a los coqueteos de “otros amores”, el ego, la avaricia, las pasiones; no es casualidad el lenguaje con el que Pablo habla al final de sus días, he peleado, he guardado, he resistido. La noción de que esperamos su venida afecta la ética en la vida presente y el culto. La iglesia deja de ser consumidora para cumplir su misión de comunidad adoradora y en espera, totalmente abierta al futuro.
            Tenemos entonces cinco amores en tiempos de crisis: cuatro negativos y uno positivo. Las crisis sacan a relucir lo mejor o lo peor de nosotros. Las crisis revelan nuestros amores. El hombre de ayer, el de los tiempos de Timoteo, es también el hombre de hoy, el de nuestros tiempos. No ha cambiado, solo ha refinado sus barbaries; ha disfrazado sus más bajas pasiones con eufemismos. El apologista cristiano del siglo XX Francis Schaeffer dijo: “cada generación de cristianos tiene este problema de aprender a hablar de manera significativa a su propia época”. La propuesta de Pablo para esos tiempos, se empieza a gestar con un gran “PERO TU” (3:10). Esta propuesta es esperanzadora, es posible llevar una vida diferente, el hombre es un ser “condenable”, pero es también “redimible” (salvable). Solo debe volver al guión, al libreto; a la Escritura (3:15-17). El propósito de la Escritura es mostrar el camino de salvación, restaurar el rostro divino en el hombre. Se hace necesario el divorcio con el mundo para ser amantes de  Dios y de su venida. Porque finalmente la crisis actual de la iglesia, tiene que ver con una crisis de amor, el dúo apocalíptico se ha convertido en solo, el Espíritu canta solo, ya la amada no canta... “¡ven Señor Jesús!” (Ap 22:17). Fin.

miércoles, 16 de julio de 2014

Proverbios: teología a través del refrán (1)

Proverbios: teología a través del refrán (1)
Introducción
Prov 1:1-8
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 98
“El que peca y reza empata”, eso declara el dicho popular  en nuestro contexto colombiano. Este proverbio o dicho resume la forma mediocre con la que a veces asumimos nuestras responsabilidades sociales y morales: quien vive pecando y rezando para empatar, vive asumiendo la mediocridad, pues nunca gana. ¡Esa es la función del proverbio!, comunica de manera práctica, resumida  y con permanencia en el tiempo, realidades sociales, políticas y económicas. Pero, como la teología es también un asunto humano y social, los proverbios sirven también para hacer teología, para hablar de Dios. El autor del libro Bíblico de Proverbios, tiene como propósito, en medio de las tempestades y el devenir de la vida, dirigir a los suyos a puerto seguro; comunicando sabiduría o la forma en la que la vida y sus distintas dimensiones debe asumirse. Para esto, escoge en primer lugar una forma literaria o un método: los proverbios, v.1. Esta forma literaria no es propia de los hebreos, por eso hablamos del “proverbio chino”, “el proverbio colombiano” o “el “proverbio sumerio”. Aunque, para la Biblia hebrea los Proverbios si están incluidos en una categoría literaria más amplia llamada “literatura sapiencial”: quienes la escriben, no intentan imponer sus enseñanzas, sino que reclaman la atención de sus oyentes mediante interrogantes y enigmas, invitándolos a la reflexión con el fin de crear en ellos convicciones personales. Son teólogos invitando a la reflexión. Ahora, la forma actual de llamar a los a proverbios es refrán. El autor entonces no está improvisando, quiere enseñar y ha escogido su método: el refrán. El mashal hebreo, haya su contraparte en la parabolé griega, y en el NT, en las parábolas de Jesús.
            En segundo lugar, el autor expresa claramente su propósito: este libro pretende ofrecerle sabiduría (Heb. hokmah)  para la vida moral y el discernimiento mental, vv. 2-6. El autor no quiere usar el refrán como fin en sí mismo, tienen una agenda[1]. “Sabio" no es en hebreo lo que para nosotros. Para nosotros, con nuestro concepto helénico de la sabiduría y todo nuestro bagaje cultural cartesiano, sabio es el que conoce la esencia de las cosas y su por qué, el que conoce las ciencias y puede dar razón de ellas. Para el judío, tan negado a la abstracción, "sabio" es el que sabe vivir, el que tiene "éxito" en la vida, y para el judío piadoso, sabio es el que, en definitiva, cumple lo que Dios quiere de él. Se describe a los personajes objeto y sujetos de la sabiduría proverbial: los jóvenes (igual que los simples) y los sabios; ellos son convocados leer el texto y encontrar sabiduría para la vida. Nosotros vivimos en la era de la información, pero definitivamente no en la era de la sabiduría. Las computadoras pueden almacenar información y obedecer señales, pero no pueden darnos la habilidad de usar el conocimiento sabiamente. Lo que se necesita hoy en día es sabiduría.  El poeta y dramaturgo T.S. Eliot (1888-1965), premio Nobel de Literatura de 1948, en su obra titulada “El primer coro de la roca” (1934), escribió de manera premonitoria, unas palabras muy actuales: “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en la información? Veinte siglos de historia humana nos alejan de Dios y nos aproximan al polvo”.
            En tercer lugar, el autor habla de lo que parece ser el fundamento de la sabiduría: el temor del Señor, v.7a. El “temor del Señor” aparece por lo menos 18 veces en Proverbios (1:7, 29; 2:5; 3:7; 8:13; 9:10; 10:27; 14:2, 26,27; 15:16, 33; 16:6; 19:23; 22:4; 23:17; 24:21; 31:30). “Temor” incluye no solamente una manera correcta de pensar sobre Dios sino una correcta relación con Yahveh. Es una tierna reverencia que resulta en una humilde inclinación ante la voluntad del Padre. El autor usa aquí, Yahvé y no Dios (nombre genérico), lo que conecta con la historia del pueblo de Israel, el Dios del éxodo (Ex 3:14). “Principio” no significa que en “el temor del Señor” es donde se comienza a aprender sabiduría, sino que se puede avanzar como sucede al inicio de la raya en una carrera. Mejor dicho, el temor del Señor es el principio controlador, el fundamento, en el cual se debe construir una vida de sabiduría. “Conocimiento” es una relación que depende de una revelación y es inseparable del carácter. Magistralmente, el autor deja por fuera de la estructura literaria  a los “insensatos” (7b), para comunicar la actitud de ellos hacia el texto: el libro no es propuesta para ellos, Dios no es la razón de ser.
            Al incluir a Dios como relación primordial, el autor nos invita a evitar la lectura del libro como una reflexión secular y meramente moral. Los proverbios deben ser leídos en “clave teológica” a fin de dejar que revele todos sus sentidos. Ahora, si el auditorio del libro es especialmente los jóvenes (1:19), parece sencillo hablar de Dios en el contexto eclesiástico, en el culto el domingo o el sábado. Pero, cómo se invita al temor de Dios afuera, cuando la idea y la experiencia de Dios se han eclipsado, en un contexto pluralista (muchas ideas, muchos dioses igualmente válidos), en contexto relativista (no hay absolutos), en un contexto secularizado en donde la fe se ha privatizado. Creo, hay de manera sucinta, dos formas: negativamente, seguir dividiendo las esferas entre lo secular y lo espiritual (el falso dilema de la modernidad), o de manera positiva, elaborar y actuar en el marco de una cosmovisión cristiana que confiese a Cristo como sabiduría de Dios para liberar al hombre (1 Cor 1:18-29). Mientras tanto, un asunto si es claro; y lo expreso en refrán: “dime a quien le temes y te diré que tan sabio eres”. Fin.

[1] Las distintas palabras usadas: sabiduría, enseñanza, rectitud, entendimiento, justicia, equidad, prudencia y discreción. 

jueves, 10 de julio de 2014

¿Con insomnio a causa de sus problemas?... Piense

¿Con insomnio a causa de sus problemas?... Piense
Salm 3
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 97
El tema fundamental del salmo 3 es la salvación (o liberación) en medio de un escenario de crisis. Hay una relación estrecha entre el salmo anterior, el 2, y este: el salmo 2 nos presenta al ungido posesionado y el salmo 3 nos presenta al ungido hostigado. Para meditar un poco, propongo una estructura sencilla así: Primero: la salvación cuestionada, vv. 1-3. En estos versos describe su situación ante el cielo en términos exponenciales “muchos”, “se han multiplicado”; es una situación de “todos” contra “uno”. Ahora, esos muchos no o solo tienen una actitud contraría, sino que también tienen un mensaje: “¡Dios no lo librará!”. Es un mensaje anti liberacionista, es propaganda del terror y del fatalismo. Es la negación de Dios en las imposibilidades humanas, es el eclipse de la esperanza. La tensión es evidente, el salmista se abre al cielo y le cuenta lo que están diciendo de Dios. Sin embargo, como lo expresaría Freire, al orar, el oprimido ya no concibe la realidad concreta de la opresión como una especie de “mundo cerrado” del cual no puede salir.[1] Lo curioso en este texto es que, el poeta cuenta su crisis generada en el seno de su familia: según la nota introductoria, verso 1 en hebreo, este texto fue compuesto por David cuando huía de Absalón, su hijo (2 Sam 15:13-30). David es entonces un perseguido político. A veces las experiencias más traumáticas y difíciles son causadas por aquellos que más amamos. Cabe aquí el refrán “no hay cuña que más apriete que la del mismo palo”. El nombre Absalón significa “padre de paz”, sin embargo, él es fuente de guerra y conflictos. ¡Qué ironía!
            Segundo: la salvación experimentada, vv. 3-6. El adversativo “pero” con el que inicia esta estrofa, es un anuncio importante: nos dice que este conflicto tienen una lectura alternativa, que no se gasta en la propaganda anti liberación; que hay otra forma de leer la situación. La oración, la mirada vertical ha interpelado la horizontalidad, ha sembrado esperanza. La liberación, en Dios, es posible. En el dialogo orante el poeta ha encontrado protección “eres mi escudo” y dignificación “levanta mi cabeza”. La respuesta no viene del cielo, sino del “monte santo”, es decir, el monte Sión o Jerusalén. Aunque el poeta este huyendo y haya dejado su trono, el verdadero rey de Israel sigue allí. Esta situación no le ha tomado por sorpresa, no le ha quitado dignidad. Para el orante, pensando en el contexto litúrgico del salmo, que va al culto y lee el salmo, esto es muy reorientador: le orienta a pensar correctamente en el ungido o el rey, a  evitar el mesianismo político y el descalabro teológico. Esta estrofa termina en la cama: el poeta, en medio de sus crisis confiesa que ha podido dormir porque Dios le sostiene. ¡Qué lugar tan particular para hacer teología!, la cama se convierte en escenario teológico. La confianza del salmista no está en la marca del colchón, sino en saberse sostenido por Dios mismo. La primera liberación que experimenta es la del alma, la situación no ha cambiado, al parecer, pero la oración le ha llenado de confianza.
            Tercero: la salvación afirmada, vv. 7-8. En esta estrofa el poeta sigue orando de forma imprecatoria, afirma que Dios es la fuente de toda salvación, no la institución monárquica y emite una bendición final: desea la bendición de Dios sobre el pueblo de Dios.  La lectura cristiana del texto, tiene que remitirnos a ese horizonte soteriológico que se da en Cristo. Mateo es claro cuando le expresa a  María que el niño se llamará Jesús porque el salvará a su pueblo (Mt 1:21). A simple vista esto no nos dice nada, lo que tenemos aquí es un juego de palabras; es como si dijéramos: “se llamará salvador, porque él salvará”. Así, nombre y misión son un binomio inseparable. No es posible, de aquí en adelante apelar al nombre “Jesús”  esquivando  la carga semántica, teológica y existencial. Los mensajes anti liberacionista sigue siendo comunes hoy, aunque los medios han cambiado. El mal también tiene su propaganda, su departamento de publicidad. La cruz sigue allí, parada como mensaje claro de Dios al hombre. En Cristo Dios se pronunció definitivamente para traer salvación.
            Quisiera terminar con tres observaciones. Primera: el grito. Los salmos nos permiten asumir “la espiritualidad del grito”. Una forma de celebrar la fe que no ignora el sufrimiento y el dolor, sino que nos permite elaborarlos y remitirlos a Dios en “oración querellosa”. Las crisis hay que expresarlas, elaborarlas, asumirlas. Desgraciadamente la fe ha servido más bien para negar el dolor y perpetuar así la tragedia. Miro con sospecha la espiritualidad del confort que no grita con dolores propios o ajenos; que solo ríe con el que ríe, pero que, como dice la sentencia paulina, no llora con los que lloran.
Segunda: el nombre. Absalón es la negación de la posibilidad del bien, de la paz. Su nombre no influyó su carácter. Para la espiritualidad fetichista Latinoamericana, que pone nombres Bíblicos a los suyos como garantía de éxito y prestigio, esto es una voz de alerta.  No basta un nombre Bíblico es necesario la formación de un carácter Bíblico (cristiano). Tercera: la posibilidad. Lo normal, el poeta y nosotros lo sabemos, es que en situaciones críticas el insomnio nos visite. Todos hemos experimentado alguna vez, en mayor o menor grado, esa sensación de no poder conciliar el sueño a causa de nuestras crisis. El salmista no emite fórmulas mágicas, no está diciendo que sea fácil, pero si deja abierta la posibilidad de que en medio de situaciones críticas, podamos dormir confiados en brazos de papá. Piense. Ore. Duerma. Fin.


[1] FREIRE, Paulo. Pedagogía del oprimido. Siglo XXI-España, 2008, p 29.

jueves, 3 de julio de 2014

Mamá también

Mamá también
Introducción a la lectura de la segunda carta de Juan en “clave femenina”
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 96
Todos sabemos que el sustantivo “iglesia” es femenino, que gran parte de nuestra experiencia en la comunidad eclesiástica se vive con sabor femenino, pero… la imagen de la iglesia como una comunidad femenina y específicamente como madre, ha sido poco explorada. Es conocida la frase de San Cipriano cuando dijo: “nadie puede tener a Dios por Padre, si no tiene a la Iglesia como madre”, pero entre el protestantismo, esta aseveración no ha tenido mucho eco; el catolicismo por su parte, ha explorado el asunto y por lo menos hay dos grandes hitos marcados; el primero de ellos en el artículo  3 del Catecismo que trata sobre “la Iglesia Madre y Maestra; en segundo lugar, está la encíclica de Juan XXIII que lleva por título, como el artículo del catecismo, “Madre y Maestra”. Particularmente creo, que la figura femenina de María ha solidificado, en el catolicismo, la imagen femenina de la iglesia. Juan, no XXIII sino el apóstol, nos presenta su segunda carta dirigiéndose a la iglesia como una mujer madre a quien le escribe y le aconseja. Veamos detalles literarios, estructurales, teológicos y prácticos de esta corta, pero profunda carta.
            La carta presenta, entre otra, una estructura literaria en forma de quiasmo así:
a. Saludo inicial: señora cómo está, vv. 1-3.
     b. El comportamiento de sus hijos, vv. 4-6.
             c. Los engañadores, v. 7.
     b’. El comportamiento de sus hijos, 8-11.
a’. Saludo final: señora adiós, vv. 12-13.
Los dos extremos (a-a’) de los vv. 1-3 y 12-13, que presentan el saludo inicial y el saludo final, respectivamente; introducen de manera viva e inequívoca a la iglesia como una mujer, la frase que usa es “señora elegida” (Cp. 1 Ped 5:13). Ahora, la identificación del pueblo de Dios con una mujer no es invento de Juan, son muchas las referencias del AT que ya lo hacen: hablan de Israel o Jerusalén como una mujer y de Dios como esposo (Os 1-3; Ez 16; Is 53). También en el evangelio de Juan y el Apocalipsis existe una presencia fuerte del tema: Jesús es esposo y la iglesia es su esposa (Jn 3:29; Ap 2:4; 18-19). Las palabras “gracia, misericordia y paz (v.3), típicamente paulinas, aparecen aquí dándole al saludo un énfasis litúrgico: un sabor a culto y a celebración. Así, teología y doxología van juntas.
            La segunda parte del texto, (b-b’) recoge la emoción del anciano por la conducta (el andar) de los hijos de la doña, aquí; la iglesia. Pero a la vez les advierte sobre la posibilidad de extraviarse, de no permanecer. Veamos los detalles. La alegría del anciano es suscitada por el camino que los hijos de la elegida han decidido transitar, el camino de la verdad (vv. 4-6). “Andar en la verdad” corresponde a ser fiel al proyecto de Jesús tal como fue presentado en el evangelio de Juan. La verdad entonces no es una doctrina para ser aprendida racionalmente, sino un camino concreto que caminar, es el mandamiento del padre. Este mandamiento tienen que ver con el amor reciproco y ese amor se muestra de manera concreta en una forma de vida que concuerde con lo que Dios quiere. La muestra de amor esta mediada por la obediencia. En Juan el amor no es un concepto: es la marca genuina, el sello distintivo de una comunidad que se relaciona consigo misma en el marco de lo que Dios ha establecido para ella (Jn 13:34). El amor es el lenguaje del pacto y tiene implicaciones misiológicas (Dt 6:4;7:8; Jn 17:21-23). En este sentido el anciano los llama a estar alerta, y los invita a permanecer, esta permanencia será evidencia de la relación de ellos con el Padre y Jesucristo (Jn 15:1-11). Les estimula a tomar distancia de los falsos maestros, les dice que la tolerancia tiene sus límites, que con la mentira no se juega, a ella no se le hospeda (vv.8-11).  
            El centro del texto (c’) recoge la GRAN RAZÓN de todo lo que el anciano ha expresado: la mentira anda suelta (v. 7). En este sentido él apela al sentimiento de madre, para que ella sienta ese celo que caracteriza a las madres cuando los suyos están en peligro, para que ella se convierta en maestra y guardiana de los suyos. El problema o la amenaza se describe en primer lugar en tamaños mayúsculos, habla de la cantidad de maestros engañadores: “muchos”. En segundo lugar habla del escenario de los charlatanes: “el mundo” (no como cualificación moral sino espacial). En tercer lugar se menciona el mensaje de estos: niegan la encarnación de Cristo. En cuarto lugar el anciano los califica moral y teológicamente: son engañadores, son anticristos. Esta es ya una mención del docetismo: herejía cristológica del primer siglo que negaba que Cristo fuera carne, afirmaba a Jesús como un “Espíritu”, esta idea fue tomada del gnosticismo cuyo punto fuerte era la  calificación negativa de la materia y el cuerpo. Este movimiento que el anciano critica era “muy espiritual” entonces. Ahora, negar la encarnación era negar la historia de la salvación. Generalmente los creyentes han visto hacia fuera para encontrar al anticristo en los ateos, los comunistas, el mercado y la política; sin embargo para Juan, el anticristo está dentro de la iglesia, es más eclesial y teológico que político o económico. Los anticristos son “medio cristianos” y esta es su peor virtud. La fuerza de la mentira-decía orígenes- está en la verdad que contiene. Una mentira que a todas luces parezca como tal no engaña a nadie. Esta carta es un llamado a la iglesia para que asuma su rol maternal siendo maestra, pedagoga y guardiana de los suyos: confesando la encarnación y actuando la encarnación. Fin