lunes, 3 de febrero de 2014

Del amor y el demonio

Del amor y el demonio
Sant 4:1-10
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 81
La presente reflexión no tiene como objetivo competir con el nobel García Márquez y su obra  “Del amor y otros demonios”; título inspirado en uno de los diálogos de Platón.  Esta meditación tiene como propósito mirar la relación que tiene el amor de Dios y el demonio (diablo) en los conflictos que experimentaba la comunidad a la que Santiago le escribe. El apóstol, usando la retórica de la pregunta, les revela que el origen de los conflictos yace en la codicia y, de esta manera acaba con la proyección que ellos estaban haciendo en Dios o el diablo mismo (vv.1-3). De hecho, ya al autor había afirmado que el origen del mal no estaba en Dios sino en el hombre y sus posibilidades (1:14). La codicia entendida como un deseo excesivo de dinero, poder o riquezas, era entonces el factor generador de los conflictos entre ellos. Y es que, el codicioso, al mirar al otro y a lo otro como una posible conquista y no como posibilidad para servir, hace imposible la vida en comunidad; como lo expresó Emmanuel Levinas “esa horrible tendencia de dominar al otro”. En Colombia, por ejemplo, la codicia de la tierra y del poder político nos ha sumido a 50 años de conflicto. Ahora, la codicia no solo hace imposible la relación con el otro, sino que pervierte la espiritualidad; Santiago dice que ellos están orando mal; la codicia domina y motiva sus oraciones. Están disfrazando de piedad sus codiciosas ambiciones y deseos. La codicia rompe la relación con el otro: lo ve como mercancía; y rompe la relación con Dios: lo ve como medio para alcanzar fines egoístas y pervertidos.
            A la actitud codiciosa Santiago la califica como “amistad con el mundo”. La comunidad se ha prostituido (ha adulterado), ha desechado el amor de Dios y ha sucumbido ante las caricias del mundo (vv. 4-5). Al vivir de acuerdo a los patrones mundanos ha comprometido su fe y le ha dado la espalda a su verdadero amante; a Dios. Le ha dicho “adiós” a Dios. Frente al adulterio cometido, Dios no se queda quieto, está preocupado frente al acto de infidelidad; intenta seducir de nuevo, habla, convida, reclama, sufre, enamora. Está celoso. El reclamo frente a la prostitución de su pueblo está fundado en el amor o el celo que Dios siente por ellos. El AT presenta a Dios como un dios celoso, este celo no es un defecto psicológico o una falla ética; es exigencia honesta de quien se entrega y quiere que su pueblo le sea fiel. La fidelidad es la respuesta lógica y adulta. El que es fiel exige fidelidad. Éxodo 20:5 por ejemplo, afirma: “5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy El Señor tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen…”. Así, Santiago les está diciendo: “¡no se dan cuenta que Dios les ama!”, “¡no se han dado cuenta que los quiere solo para él tal como lo expresa la Escritura”!
            La codicia los ha alejado de Dios, los ha llevado lejos de casa, los ha exiliado; la única forma de regresar es convirtiéndose (vv.7-10). Pero con el llamado a la conversión (sometimiento), a dejarse amar; está consigo el llamado a resistir al demonio (al diablo). Y es que amar es decidir, es decir “si” al amante y “no” a los demás que compiten por el amor. El demonio, que atiza al mundo, compite por el amor de la Iglesia; frente a esto, Santiago dice “¡resistan!”. Ahora, porqué se introduce el tema del demonio (diablo) aquí, cuál es la relación con el tema tratado. Al parecer la codicia está relacionada con la tentación y la caída. Santiago sabe que la caída se gestó en la codicia, el diablo estuvo allí (Gen 3:1-7); Santiago sabe de la tentación de Jesús: la codicia del poder (Mt 4:1-11), el diablo estuvo allí. La codicia de la comunidad era una orientación diabólica y la propuesta de Santiago es: hagan lo que Dios hace con los orgullosos; ¡resístanlo!, hagan lo que Jesús hizo; ¡resístanlo!, no hagan como Adán; ¡resístanlo! El diablo no es invencible. Una vida orientada hacia el deseo y la codicia, hacia el derroche y el placer, es muestra de que la resistencia no se ha llevado acabo. La propuesta de Santiago no es reprender sino resistir (plantársele en contra) cambiando la orientación de la codicia hacia el Dios proveedor. Podemos ver actitudes diabólicas en la filosofía de mercado que dice: gasta, consume, codicia, desea; mientras la espiritualidad cristiana dice: adora, sirve, ten contentamiento.
            La invitación al sometimiento, interrumpida por el llamado a resistir al diablo, se amplía ahora usando lenguaje ritual: “límpiense las manos” (negociosos sucios tal vez), “purifiquen sus corazones” (deseos egoístas). El llamado al arrepentimiento es total y afecta acciones e intenciones. Se acentúa en tono profético del AT en contextos de arrepentimiento y conversión: “aflíjanse, laméntense, lloren” (Is 15:2; Jer 4:13; Os 10:5; Jl 1:9-10; Miq 2:4). El arrepentimiento y la conversión serán un proceso doloroso: implica rupturas con el mundo diabólico. Para esto llama a hacer una inversión en los estados de ánimo: de la risa al llanto y del gozo a la tristeza. Teresa de la cruz dijo: “el vino a consolar a los enlutados y a enlutar a los consolados”. Y, después de la humillación vendrá la exaltación (v. 10). El camino para subir es bajando (que diferente a los criterios del mundo). Jamienson-Fauseset-Brown expresó: “el árbol para poder crecer hacia arriba, debe echar las raíces muy hacia abajo”. Este texto entonces trata “del amor y el demonio”, de los amantes y los amados, de Dios, su amor y de ese horrible miedo que tenemos y que nos lleva a escondernos, a no dejarnos amar. Así, dejarse amar por Dios es renunciar, es resistir la idea de que los demás son objetos y de que Dios es simplemente medio; de esta manera, cuando te sientas seducido por el mundo, piensa en tu amante (Dios) y su dolor. Fin. 

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