Del
amor y el demonio
Sant
4:1-10
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 81
La presente
reflexión no tiene como objetivo competir con el nobel García Márquez y su obra “Del amor y otros demonios”; título inspirado
en uno de los diálogos de Platón. Esta
meditación tiene como propósito mirar la relación que tiene el amor de Dios y
el demonio (diablo) en los conflictos que experimentaba la comunidad a la que
Santiago le escribe. El apóstol, usando la retórica de la pregunta, les revela
que el origen de los conflictos yace en la codicia y, de esta manera acaba con
la proyección que ellos estaban haciendo en Dios o el diablo mismo (vv.1-3). De
hecho, ya al autor había afirmado que el origen del mal no estaba en Dios sino
en el hombre y sus posibilidades (1:14). La codicia entendida como un deseo
excesivo de dinero, poder o riquezas, era entonces el factor generador de los
conflictos entre ellos. Y es que, el codicioso, al mirar al otro y a lo otro como
una posible conquista y no como posibilidad para servir, hace imposible la vida
en comunidad; como lo expresó Emmanuel Levinas “esa horrible tendencia de
dominar al otro”. En Colombia, por ejemplo, la codicia de la tierra y del poder
político nos ha sumido a 50 años de conflicto. Ahora, la codicia no solo hace
imposible la relación con el otro, sino que pervierte la espiritualidad;
Santiago dice que ellos están orando mal; la codicia domina y motiva sus
oraciones. Están disfrazando de piedad sus codiciosas ambiciones y deseos. La
codicia rompe la relación con el otro: lo ve como mercancía; y rompe la
relación con Dios: lo ve como medio para alcanzar fines egoístas y pervertidos.
A la
actitud codiciosa Santiago la califica como “amistad con el mundo”. La
comunidad se ha prostituido (ha adulterado), ha desechado el amor de Dios y ha
sucumbido ante las caricias del mundo (vv. 4-5). Al vivir de acuerdo a los patrones
mundanos ha comprometido su fe y le ha dado la espalda a su verdadero amante; a
Dios. Le ha dicho “adiós” a Dios. Frente al adulterio cometido, Dios no se
queda quieto, está preocupado frente al acto de infidelidad; intenta seducir de
nuevo, habla, convida, reclama, sufre, enamora. Está celoso. El reclamo frente
a la prostitución de su pueblo está fundado en el amor o el celo que Dios
siente por ellos. El AT presenta a Dios como un dios celoso, este celo no es un
defecto psicológico o una falla ética; es exigencia honesta de quien se entrega
y quiere que su pueblo le sea fiel. La fidelidad es la respuesta lógica y
adulta. El que es fiel exige fidelidad. Éxodo 20:5 por ejemplo, afirma: “5
No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy El Señor tu Dios,
fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la
tercera y cuarta generación de los que me aborrecen…”. Así, Santiago les está
diciendo: “¡no se dan cuenta que Dios les ama!”, “¡no se han dado cuenta que
los quiere solo para él tal como lo expresa la Escritura”!
La codicia los ha alejado de Dios,
los ha llevado lejos de casa, los ha exiliado; la única forma de regresar es
convirtiéndose (vv.7-10). Pero con el llamado a la conversión (sometimiento), a
dejarse amar; está consigo el llamado a resistir al demonio (al diablo). Y es
que amar es decidir, es decir “si” al amante y “no” a los demás que compiten
por el amor. El demonio, que atiza al mundo, compite por el amor de la Iglesia;
frente a esto, Santiago dice “¡resistan!”. Ahora, porqué se introduce el tema del demonio (diablo)
aquí, cuál es la relación con el tema tratado. Al parecer la codicia está relacionada con la tentación y la caída. Santiago sabe que la caída se gestó en
la codicia, el diablo estuvo allí (Gen 3:1-7); Santiago sabe de la tentación de
Jesús: la codicia del poder (Mt 4:1-11), el diablo estuvo allí. La codicia de
la comunidad era una orientación diabólica y la propuesta de Santiago es: hagan
lo que Dios hace con los orgullosos; ¡resístanlo!, hagan lo que Jesús hizo;
¡resístanlo!, no hagan como Adán; ¡resístanlo! El diablo no es invencible. Una
vida orientada hacia el deseo y la codicia, hacia el derroche y el placer, es
muestra de que la resistencia no se ha llevado acabo. La propuesta de Santiago
no es reprender sino resistir (plantársele en contra) cambiando la orientación
de la codicia hacia el Dios proveedor. Podemos ver actitudes diabólicas en la
filosofía de mercado que dice: gasta, consume, codicia, desea; mientras la
espiritualidad cristiana dice: adora, sirve, ten contentamiento.
La invitación
al sometimiento, interrumpida por el llamado a resistir al diablo, se amplía
ahora usando lenguaje ritual: “límpiense las manos” (negociosos sucios tal
vez), “purifiquen sus corazones” (deseos egoístas). El llamado al
arrepentimiento es total y afecta acciones e intenciones. Se acentúa en tono
profético del AT en contextos de arrepentimiento y conversión: “aflíjanse,
laméntense, lloren” (Is 15:2; Jer 4:13; Os 10:5; Jl 1:9-10; Miq 2:4). El
arrepentimiento y la conversión serán un proceso doloroso: implica rupturas con
el mundo diabólico. Para esto llama a hacer una inversión en los estados de
ánimo: de la risa al llanto y del gozo a la tristeza. Teresa de la cruz dijo: “el
vino a consolar a los enlutados y a enlutar a los consolados”. Y, después de la
humillación vendrá la exaltación (v. 10). El camino para subir es bajando (que
diferente a los criterios del mundo). Jamienson-Fauseset-Brown expresó: “el
árbol para poder crecer hacia arriba, debe echar las raíces muy hacia abajo”. Este
texto entonces trata “del amor y el demonio”, de los amantes y los amados, de
Dios, su amor y de ese horrible miedo que tenemos y que nos lleva a
escondernos, a no dejarnos amar. Así, dejarse amar por Dios es renunciar, es resistir
la idea de que los demás son objetos y de que Dios es simplemente medio; de
esta manera, cuando te sientas seducido por el mundo, piensa en tu amante
(Dios) y su dolor. Fin.
No se le acaba, la suspende por un tiempo... Bendiciones, fiel seguidor.
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