El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte X
El itinerario de un
veterano. II
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Caballero 64
Cuarto
consejo: déjate formar por las escrituras, (3:15-17). Esto es necesario por el origen
de las Escrituras: ellas son inspiradas, sopladas por Dios, son su aliento,
algo cercano, personal, único e irrepetible. Son el soplo de Dios para formar (Cp. Gen 2:7), para dar vida, crear al
hombre. Por la utilidad de las Escrituras:
la escritura sirve-es útil (3:16); enseña
lo que debo creer, instruye como debo
comportarme, corrige lo que no debo
creer, y reprende la forma como no
debo comportarme. Por el propósito de las
Escrituras: hacer un hombre maduro, crear un hombre cabal y completo. La
madurez aquí apunta a “toda buena obra”, es decir; a actuar la vida de fe en
contexto. Por la relación que señala las
Escrituras: una relación con una persona: Jesús; el apóstol vincula a este
con el AT (las Escrituras). El estudio de las escrituras debe llevarme a un
encuentro con Cristo, porque todo encuentro con la Palabra-Escrituras es un
encuentro con Jesús. La escritura no puede convertirse en un fin en sí misma,
tampoco es simplemente un manual de conducta que dice lo que está bueno y lo
que esta malo; debe conducir a una relación con Dios (Cp. Dt 6:4). No puede haber relación con Jesús y conocimiento de él
sino hay mediación de las escrituras (Jn 5:39 Cp. Lc 24:25-27).
El contraste entre
Timoteo, un hombre formado por la Palabra, de uno que no lo es, es evidente. Te
lo expongo Samuel en el siguiente cuadro:
Contraste entre una
persona formada por la Palabra y una que no lo es.
(3:1-9 Cp. 4:3)
Timoteo.
|
Los demás.
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Era
instruido en Justicia.
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Eran
crueles.
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Era
ejemplo.
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Arrastraban
a mujercillas.
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Era
obediente.
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Eran desobedientes.
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Seguía la
verdad.
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Resistían
la verdad.
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Era sabio.
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Eran faltos
de entendimiento.
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Era salvo.
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Irían de
mal en peor.
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Era
maduro.
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Eran intemperantes.
|
Un predicador maduro es aquel que responde bíblicamente
ante cualquier circunstancia. La dinámica de la formación en este cuarto
consejo es “toda” la escritura para “toda” buena obra. De esta manera el
estudio de la escritura no promueve el quietismo, la mediocridad o pasividad;
sino que invita a asumir un proyecto de vida teniendo como marco de referencia
las Escrituras.
Y así
llegamos mi querido amigo al quinto y
último consejo: comprométete con el ministerio de la predicación (4:1-6). A
lo largo de la carta se ha notado la tensión entre “la predicación de Pablo” y
la “predicación de otros”. La primera tiene como fuente las Escrituras y la
segunda tiene como fuente las “palabrerías” (1:14), perdiendo así continuidad
histórica y teológica con el AT. Cuando lo último pasa, si se ignora la
historia y la teología, entonces se abren las puertas para la especulación, las
revelaciones personales y las intuiciones del predicador de turno. Ahora, son
varias las razones por las cueles se da este último consejo; 1). Timoteo debe
estar comprometido con el ministerio de la predicación por el origen y propósito
de las Escrituras: es la Palabra de Dios para guiar al pueblo de Dios; 2). Debe
estar comprometido con el ministerio de la Palabra por la realidad del juicio:
Dios juzgará y, tal vez, el juicio estará mediado por lo que se hizo o no con
las Escrituras; 3). Por la apostasía inminente: habrá una “hermenéutica de la
distorsión” que esbozarán los maestros con “mensajes y sermones a la carta”; al
gusto del oyente. Debo advertirte Samuel que “apostasía” no tiene que ver,
necesariamente, con templos vacíos, sino también con templos llenos y vidas vacías,
carentes de la verdad de Dios; 4). A Timoteo se le manda a “sufrir el mensaje”:
“soporta aflicciones”; parece que no se le augura “éxito” sino más bien
sufrimientos por causa del mensaje; sin embargo Pablo le dice “se sobrio”, no
pierdas la cordura, mantén el juicio.
Bueno mi estimado dos conclusiones para cerrar. En primer lugar está la relación que se
establece entre las Escrituras, el AT en su tiempo, y Jesús. Son muchos los
predicadores que ven hoy el AT como asunto superado, gastado y que no tiene
nada que ver con nosotros, los cristianos, hoy. Esta postura, “semimarcionista”,
dice que “el AT era el libro de la ley y el NT el texto de la gracia”; pero
para Pablo, es obvio, que el AT lleva a Cristo. No se puede entender a Jesús
sin las Escrituras y a estas sin Jesús. En segundo lugar está la forma particular
en la que se define hoy el concepto de “Palabra de Dios”, para la Iglesia en la
historia, “Palabra de Dios” siempre significó un texto sobre el cual se
reflexionaba y se predicaba: la Biblia. No obstante el concepto hoy ha mutado,
y “Palabra de Dios” es la revelación o intuición del profeta o apóstol de
turno. Por esto mí querido amigo predicador: ¡Revisa tu mensaje!, ¡Predica la
Palabra!, ¡No pierdas la cordura!, ¡Se un hombre de las Escrituras! Fin.
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