miércoles, 26 de julio de 2017

“¡Otro muerto en la iglesia!”

“¡Otro muerto en la iglesia!”
Una reflexión sobre la fe, la vida y la muerte en la Iglesia “Luz y Salvación”
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero183
“¡Otro muerto en la iglesia!”, esta es la frase que se escucha legítimamente en las casas, pasillos y calles de San Marcos cuando alguien fallece, y más específicamente cuando ese alguien era un cristiano de la “Iglesia Luz y Salvación”. No es para menos, en los últimos años han muerto en esta comunidad varios hermanos, no por vejez, sino por enfermedades “penosas” y accidentes trágicos. Ahora, hay varias razones que me motivan a escribir sobre el tema: una es la razón pastoral, es decir, la necesidad de traer consuelo y animo a familiares y a la iglesia en medio de sus duelos y penas; otra razón es la teológica, es decir, la necesidad de “construir” una respuesta desde la Escritura al fenómeno en mención. Pero más específicamente responder a varios “atrevidos”, los he escuchado, que frente a este fenómeno juzgan diciendo: “¡Otro muerto en esa iglesia, qué será lo que está pasando ahí!”, vinculando el fenómeno ligeramente, como casi siempre pasa con los evangélicos y los latinoamericanos con mentalidad mágica y agorera, con juicio de Dios o ataques del diablo. Quisiera proponer un camino distinto, no respuestas fáciles, al del fatalismo y diferente de aquellos que creen que la vida y la historia están en manos de satanás y no de Dios quien dijo, en la persona de Jesús resucitado, “todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra”. Daré entonces tres propuestas para “entender” y “entendernos” en medio de la crisis, el dolor y los juzgamientos.
            Primero. Es muy frecuente entre evangélicos que cuando pasa una tragedia, una crisis o un evento trágico, vincular esto rápida y acríticamente con juicio de Dios a causa del pecado de quienes reciben y viven lo trágico. Debemos tener mucho cuidado con eso, primero porque creo que el tema del “juicio de Dios” ha sido mal entendido y merece mucha más comprensión, segundo porque la silla del juez ya está ocupada, y tercero, y aquí quiero poner mi acento, por una declaración que encontramos en el evangelio de Lucas (13:1-5).  Parece ser que las personas a las que Jesús interroga pensaban teológicamente bajo el criterio de la “teología de la retribución”: “si estás viviendo esto o sufriendo aquello es porque has actuado mal”. Jesús critica esta forma de ver o pensar la realidad, el duelo y el sufrimiento. A lo que se les invita es a considerar el sufrimiento de los otros con mucho respecto y a confrontarse con sus propias vulnerabilidades tomándolo como oportunidad para revisar la vida y arrepentirse.
            Segundo. En la Biblia el dolor tiene una dimensión redentora, es decir, Dios actúa de manera misteriosa y contraviniendo nuestras formas de ver y entender la salvación, a través y en el dolor para salvar al mundo.  Veamos algunos ejemplos. El salmo 23:4 el salmista declara que su “valle de sombra de muerte” no niega la presencia de Dios sino que la afirma, él dice “tu estarás conmigo”. A nosotros nos han enseñado a disociar a Dios del dolor. La idea es como sigue: si estas sufriendo entonces Dios no puede estar y si Dios está, entonces no debes sufrir o experimentar tragedias y crisis. El salmo citado nos recuerda que el sufrimiento es también escenario para experimentar a Dios, su presencia, consuelo y dirección. Describiendo a los Gálatas su experiencia ministerial el apóstol Pablo les recuerda que el anuncio del evangelio se llevó por medio, o a causa, de una “debilidad física” (Gal 4:13). ¡Qué curioso esto! Nosotros pensamos que es desde el poder, ya sea político, económico o religioso, desde donde la tarea evangelistica es efectiva. No nos imaginamos la evangelización desde la debilidad, el sufrimiento, o la cruz. Muchos son los creyentes que piensan tener un alcalde o presidente cristiano para que las cosas cambien y el país se vuelva a Dios. Finalmente, la experiencia más significativa es la de Jesús, el siervo sufriente: El plan de Dios para salvar al mundo (Is 53): a través de un siervo (contraviniendo la política del poder y la imposición), un herido (contraviniendo la pretensión de “buena salud física”) y un feo sin hermosura (contraviniendo la estética y los criterios de belleza generalmente aceptados). Dios quiera que como iglesia no nos equivoquemos mientras pensamos y esperamos la salvación en clave de poder, fortaleza física y belleza deslumbrante, Él pasa por nuestra historia humilde, herido y bellamente distinto.  La iglesia “Luz y Salvación” ha sido herida. “Es la sierva sufriente”… ¿cómo es que vemos a Dios allí? ¿Qué nos enseña sobre la misión de la iglesia?
            Tercero. La Biblia nos invita, aunque suene curioso, a celebrar la fe de nuestros muertos y a pensar en el desafío que sus vidas y la forma en la que asumieron la fe nos hacen, a los vivos, hoy. El autor de Hebreos expone su “galería” de hombres y mujeres que vivieron y murieron en el Señor asumiendo la fe (Heb 11). A partir de esta exposición anima a los creyentes a caminar como ellos caminaron.  Así, no solo estoy invitando a deponer el espíritu de juez, a mirar a Dios en el dolor sino también a pensar en la forma en que la fe de nuestros muertos sigue viva hoy. Me preocupa el hecho, por ejemplo, de que la reflexión sobre la vida del Pastor Alfonso Hoyos  solo se resuma a un “chiste” y nada más. ¿Dónde está su legado?, ¿Qué deben saber las nuevas generaciones respecto a él?  Siguiendo la propuesta del autor de Hebreos término así: por la fe, mi buen y gran amigo, Ismael Pérez Ealo, después de haber sido declarado paciente terminal, siguió proclamando a Jesús y nos desafió a servirlo. Y, aunque perdió la visión y murió a los 35 años, su entrega al Señor sigue hablándome hoy. Murió cantando “digno es el cordero de Dios”.  Y qué decir de los hermanos Gil (Edith, José y Aurora), de Don Isma, de Camila Barreto y otros tantos. Cristianos de los cuales “San Marcos no fue digno”. Fin.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario