jueves, 3 de agosto de 2017

Cristología satánica (1)

Cristología satánica (1)
Una mirada crítica a nuestras confesiones y experiencias cristológicas
Mrc 8:27-32
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero184
El título de esta reflexión, “cristología satánica”, suena extraño porque entraña, de entrada para los creyentes, una contradicción evidente, abierta, sin discusiones y mutuamente excluyente. Se supone que si hablamos de “cristología” Satanás no tiene por qué esta por allí y viceversa, si hablamos de Satanás, la cristología le es ajena, dista a kilómetros de esta. Sin embargo una lectura cuidadosa de los evangelios, especialmente los sinópticos, arrojará como resultado la estrecha relación existente, aunque criticada y desestimada, entre cristología y satanás. Entonces de esta relación “estrecha” trata este trabajo, trataré de mostrar la manera en la que la relación se da y las formas de prevenirlas, porque, aunque la relación puede llegar a darse de manera sutil y hasta con buenas intenciones no obstante, cuando aparece es criticada por el evangelio de la cruz.
            La verdad es que la relación mencionada es evidente en la experiencia de Jesús narrada en los evangelios, está presente desde los inicios de su vida pública hasta su muerte en la cruz. La primera vez que aparece es en los relatos de la tentación (Mt 4:1-11; Lc 4:1-13; Mrc 1:12-13). Generalmente se ha dicho de la tentación que lo que se le está proponiendo a Jesús es que no sea mesías, que renuncie a su vocación; sin embargo, la tentación de Jesús no versa sobre el hecho de que Jesús no fuera el mesías sino que lo fuera de manera distinta, desde el poder (instrumentalizando al padre), desde el espectáculo (imponiéndose sobre los demás) y desde la fama (afirmando el “yo”)”. Así, la pregunta a responder a la luz de la tentación no es ¿será mesías o no? Sino ¿Qué clase de mesías será? Eso hace que la tentación sea más sutil, allí es donde está su fuerza. Esta sutileza es señalada y advertida con fuerza por el evangelio; quien cae en la tentación se casa con una visión violenta y poderosa del mesías, tipo macabea, visión que afecta la eclesiología (el ser iglesia) y la misiología (el hacer misión). La segunda vez que aparece la relación mesías/satanás es en el marco de la famosa declaración mesiánica de Pedro “tú eres el cristo” (Mt 16:16; Mrc 8:29; Lc 9:20). No haré comentario alguno aquí ya que es en esta segunda declaración en donde me centraré después para la reflexión del tema. La tercera vez que el evangelio hace la relación de forma clara es en la cruz (Mt 27:38-42; Mrc 15:29-32; Lc 23:39). Jesús está crucificado, quienes pasan por el pie de la cruz lo ven como mesías fracasado pues no es coherente, no hay relación alguna entre mesías y cruz.  Y, desde el pie de la cruz le gritan irónicamente: “si eres quien dices ser bájate de la cruz”. Este desafío es un eco de la propuesta aquella al principio del evangelio: “si eres hijo de Dios…”. El mesías propuesto por satanás deslumbra, asombra; el camino que Jesús toma desencanta, decepciona. Y, no es casualidad que una eclesiología cruciforme, que tome la cruz como paradigma, también desencante y decepcione, que sus líderes también lo haga. Tampoco será casualidad de que una eclesiología fundada en el poder encante y deslumbre.
            Ahora centrémonos en el texto del evangelio de Marcos y ampliemos un poco la segunda vez que aparece la relación satanás/mesías, como ya lo había expresado (Mrc 8:27-35). El texto presenta a Jesús haciendo “un sondeo de opinión” entre los suyos preguntándoles sobre lo qué pensaba la gente respecto de él, lo que opinaban en torno a él aquellos ha habían sido afectados por su misión, por su hacer. Al parecer “sale bien librado”, los auditorios inquiridos ubican a Jesús dentro del “ranking” de los profetas más ilustres del AT: Elías, Jeremías; especialmente aquellos que ministraron en medio de grandes crisis nacionales. Pero eso no basta, por esta razón la pregunta ahora pasa del sentir general al particular, la pregunta va dirigida al grupo de discípulos que había compartido con Jesús tres años de camino, él les pregunta: “¿y ustedes, quién dicen que soy yo? Esta es la pregunta que a lo largo del evangelio había estado pendiente, es la pregunta sobre la identidad que los demonios saben y confiesan pero que los discípulos no alcanzan a responder. Ahora, ante la elaboración de la pregunta Pedro hace su famosa declaración mesiánica, este responde, tal vez recogiendo el sentir de todos: “tú eres el Cristo”. Seguidamente, en vez de contratar al mejor publicista y jefe de campaña, como debe ser, Jesús opta por el contrasentido, él les dice: “no se lo digan a nadie”. Justo cuando las pruebas están reunidas, cuando el consenso está dado, cuando las estadísticas lo indican, cuando los periódicos lo dicen, cuando es el momento para lanzar su candidatura… Jesús opta por el anonimato, el silencio, la espera. ¿Por qué? Las razones las veremos a continuación.
            Veremos tres asuntos sobre el texto y luego algunas reflexiones. En primer lugar el relato es sugestivo. Lo es por el lugar en donde la declaración acontece.  Cesarea de Filio, fue la ciudad que Felipe el Tetrarca agrandó y cambió de nombre en honor al emperador romano. Estaba situada al pie del monte Hermón y es uno de los sitios más hermosos de toda la Tierra Santa con un arroyo resplandeciente y una cueva en la base de un gran precipicio. En tiempos del Antiguo Testamento la ciudad tenía un altar dedicado a Baal (dios de los cananeos), más tarde los griegos construyeron un altar a Pan (dios de la naturaleza) y llamaron Panias al lugar. En el año 20 a.C., Herodes el Grande construyó allí un templo blanco de mármol, y lo dedicó a Augusto Cesar. Continuará. 

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