Cristología satánica (1)
Una mirada crítica a nuestras confesiones y experiencias
cristológicas
Mrc 8:27-32
convozalta.blogspot.com/Jovanni
Caballero184
El título de esta reflexión, “cristología satánica”, suena extraño porque
entraña, de entrada para los creyentes, una contradicción evidente, abierta,
sin discusiones y mutuamente excluyente. Se supone que si hablamos de “cristología”
Satanás no tiene por qué esta por allí y viceversa, si hablamos de Satanás, la
cristología le es ajena, dista a kilómetros de esta. Sin embargo una lectura
cuidadosa de los evangelios, especialmente los sinópticos, arrojará como
resultado la estrecha relación existente, aunque criticada y desestimada, entre
cristología y satanás. Entonces de esta relación “estrecha” trata este trabajo,
trataré de mostrar la manera en la que la relación se da y las formas de
prevenirlas, porque, aunque la relación puede llegar a darse de manera sutil y
hasta con buenas intenciones no obstante, cuando aparece es criticada por el
evangelio de la cruz.
La verdad es que la
relación mencionada es evidente en la experiencia de Jesús narrada en los
evangelios, está presente desde los inicios de su vida pública hasta su muerte
en la cruz. La primera vez que
aparece es en los relatos de la tentación (Mt 4:1-11; Lc 4:1-13; Mrc 1:12-13).
Generalmente se ha dicho de la tentación que lo que se le está proponiendo a
Jesús es que no sea mesías, que renuncie a su vocación; sin embargo, la
tentación de Jesús no versa sobre el hecho de que Jesús no fuera el mesías sino
que lo fuera de manera distinta, desde el poder
(instrumentalizando al padre), desde el espectáculo (imponiéndose sobre los
demás) y desde la fama (afirmando el “yo”)”. Así, la pregunta a responder a la
luz de la tentación no es ¿será mesías o no? Sino ¿Qué clase de mesías será? Eso
hace que la tentación sea más sutil, allí es donde está su fuerza. Esta
sutileza es señalada y advertida con fuerza por el evangelio; quien cae en la
tentación se casa con una visión violenta y poderosa del mesías, tipo macabea,
visión que afecta la eclesiología (el ser iglesia) y la misiología (el hacer
misión). La segunda vez que aparece
la relación mesías/satanás es en el marco de la famosa declaración mesiánica de
Pedro “tú eres el cristo” (Mt 16:16; Mrc 8:29; Lc 9:20). No haré comentario
alguno aquí ya que es en esta segunda declaración en donde me centraré después
para la reflexión del tema. La tercera vez
que el evangelio hace la relación de forma clara es en la cruz (Mt 27:38-42;
Mrc 15:29-32; Lc 23:39). Jesús está crucificado, quienes pasan por el pie de la
cruz lo ven como mesías fracasado pues no es coherente, no hay relación alguna
entre mesías y cruz. Y, desde el pie de
la cruz le gritan irónicamente: “si eres quien dices ser bájate de la cruz”.
Este desafío es un eco de la propuesta aquella al principio del evangelio: “si
eres hijo de Dios…”. El mesías propuesto por satanás deslumbra, asombra; el
camino que Jesús toma desencanta, decepciona. Y, no es casualidad que una
eclesiología cruciforme, que tome la cruz como paradigma, también desencante y decepcione,
que sus líderes también lo haga. Tampoco será casualidad de que una
eclesiología fundada en el poder encante y deslumbre.
Ahora centrémonos en el texto del evangelio de Marcos y
ampliemos un poco la segunda vez que aparece la relación satanás/mesías, como
ya lo había expresado (Mrc 8:27-35). El texto presenta a Jesús haciendo “un
sondeo de opinión” entre los suyos preguntándoles sobre lo qué pensaba la gente
respecto de él, lo que opinaban en torno a él aquellos ha habían sido afectados
por su misión, por su hacer. Al parecer “sale bien librado”, los auditorios
inquiridos ubican a Jesús dentro del “ranking”
de los profetas más ilustres del AT: Elías, Jeremías; especialmente aquellos
que ministraron en medio de grandes crisis nacionales. Pero eso no basta, por
esta razón la pregunta ahora pasa del sentir general al particular, la pregunta
va dirigida al grupo de discípulos que había compartido con Jesús tres años de
camino, él les pregunta: “¿y ustedes, quién dicen que soy yo? Esta es la
pregunta que a lo largo del evangelio había estado pendiente, es la pregunta
sobre la identidad que los demonios saben y confiesan pero que los discípulos
no alcanzan a responder. Ahora, ante la elaboración de la pregunta Pedro hace
su famosa declaración mesiánica, este responde, tal vez recogiendo el sentir de
todos: “tú eres el Cristo”. Seguidamente, en vez de contratar al mejor
publicista y jefe de campaña, como debe ser, Jesús opta por el contrasentido,
él les dice: “no se lo digan a nadie”. Justo cuando las pruebas están reunidas,
cuando el consenso está dado, cuando las estadísticas lo indican, cuando los periódicos
lo dicen, cuando es el momento para lanzar su candidatura… Jesús opta por el
anonimato, el silencio, la espera. ¿Por qué? Las razones las veremos a
continuación.
Veremos tres asuntos sobre el texto y luego algunas reflexiones.
En primer lugar el relato es sugestivo.
Lo es por el lugar en donde la declaración acontece. Cesarea de Filio, fue la ciudad que Felipe el
Tetrarca agrandó y cambió de nombre en honor al emperador romano. Estaba
situada al pie del monte Hermón y es uno de los sitios más hermosos de toda la
Tierra Santa con un arroyo resplandeciente y una cueva en la base de un gran
precipicio. En tiempos del Antiguo Testamento la ciudad tenía un altar dedicado
a Baal (dios de los cananeos), más tarde los griegos construyeron un altar a
Pan (dios de la naturaleza) y llamaron Panias al lugar. En el año 20 a.C.,
Herodes el Grande construyó allí un templo blanco de mármol, y lo dedicó a
Augusto Cesar. Continuará.
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