jueves, 6 de abril de 2017

Cambiarse las botas

Cambiarse las botas
Notas para una fe en tiempos de “posconflicto”
Efe 6:15
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero174
Quisiera empezar esta entrega aclarando tres asuntos: 1). Hago parte de un grupo de creyentes en el Señor que celebran el acuerdo general de paz entre el gobierno y la guerrilla de las Farc dando por “terminadas” más de cinco décadas de conflicto e iniciado un largo y duro proceso de desarme militar y sicológico, siendo este último tal vez el más complejo[1]. 2). Creo también que este proceso de paz se llevó a cabo solo con un actor del conflicto armado en el país (o con dos si consideramos que el estado también ha puesto sus muertos), en este sentido, se necesita con urgencia que entremos en diálogo con los otros actores del conflicto, siendo nosotros mimos actores del mismo drama de la guerra y la violencia (debajo de la lluvia todos nos mojamos). 3). No debemos engañarnos, la PAZ, así con mayúscula sostenida, no tiene que ver con la ausencia de guerrilla, es necesario buscar, como lo afirma Mosquera, un elemento que subyace en el fondo de la sociedad: la pérdida del sentido de la justicia. Siendo más actuales aún… esto tiene que ver con el fenómeno de la corrupción. Esta es tal vez la forma más sofisticada de violencia y terrorismo. El juez corrupto es tal vez más peligroso que el guerrillero armado.
            El texto Bíblico que he tomado para ambientar y fundar esta reflexión encierra una paradoja: está ubicado dentro de un marco más amplio en donde el autor, Pablo, invita a los creyentes estar preparados para la “guerra” (Efe 6:10). Con el uso de esa metáfora, la militar, el autor recuerda a los creyentes que la vida de fe está en constante lucha contra el mal, este, no como un concepto abstracto, sino como algo que se concretiza, que se individualiza y que también se trepa en las estructuras sociales, políticas y económicas. La metáfora militar está allí, su uso es evidente, pero Pablo la vacía de su contenido violento imperial y la usa para la comunicación del evangelio. Como lo expresó Piero: “… esta es la guerra y es la de la paz…”.
            En el texto en cuestión, Efesios 6:15, el autor le dice a quienes le escribe que los pies de ellos deben estar calzados con los zapatos de “la disposición de anunciar el evangelio de la paz”. La metáfora comunica disposición, entrega, presteza y voluntad: los pasos, el andar, deben estar orientados por el comunicar las “buenas nuevas de la paz”[2]. Así, el caminar marcado o calzado por el odio, la venganza, la memoria del rencor y la injusticia; ahora es calzado por la reconciliación y la deposición de todas las armas. Cambiarse las botas de la guerra por las botas de la paz. Ahora, a la luz del acuerdo de paz ya firmado y el impulso evangélico nos preguntamos ¿cuál es el papel de la iglesia en el posconflicto?  Sugiero siete grandes papeles o haceres: 1). Optar por el perdón: quien perdona no lo hace únicamente para convivir con el otro, lo hace para convivir con sigo mismo. El perdón nos libera de habitar esos lugares de dolor que una víctima visita una y otra vez en su mente hasta quedarse atrapada. Los padres y las madres seguirán muertos, pero el perdón libera a los hijos de cargar con la herencia de la venganza...". 2). Respectar la vida: este es el catalogo básico de los derechos humanos, sin el cual no es posible el ejercicio de los demás derechos. El otro tiene derecho a vivir y vivir siendo respetado, Savater dijo: se puede vivir de muchos modos, pero hay modos que no dejan vivir”. La iglesia debe convertirse en un santuario de vida, en donde la vida se respecta, se celebra y se promociona.
            3). Rechazar la violencia: la violencia es la negación del otro y la imposición del “uno” por la fuerza del ego, es el establecimiento del espíritu de Caín. Tanto la violencia esporádica como la sostenida (bulling) deben ser rechazadas y tratadas. La iglesia debe ser una comunidad y espacio en donde los ciclos de violencia llegan a su fin. Jesús advirtió sobre el efecto bumerang de la violencia: “el que mata a espada también a espada morirá”. 4). Compartir con los demás para salir de la indiferencia y matar el individualismo. Compartir significa literalmente “partir con”; es decir, esto que tengo con quién lo puedo “partir”, a quién puedo participar de esto. La iglesia debe ser modelo de “compartir” así como aquel que se “compartió” en la cruz. 5). Luchar por comprenderse: esto implica diálogo, y este a su vez implica tolerancia y respeto a las diferencias como clave esencial de la convivencia. 6). Conservar el planeta: a la iglesia le urge una conciencia ambiental, una “eco teología” que vincule fe y tierra, que se una a los “gemidos de la creación” esperando activamente la gran transformación. 7). Redescubrir la solidaridad: es sentirse responsable por el otro, es saber que “al caído no hay que caerle sino levantarle”. La iglesia debe recordar que no puede llegar a Dios saltándose al prójimo. “Firmar la paz es más fácil que hacerla”, afirma Marcela Prieto, una frase que cobra vigencia hoy que el posconflicto demanda repensarnos como sociedad, con la idea de aprender a convivir asumiendo que los demás no representan una amenaza. Así que… mírese los pies, revise su calzado, ¿tiene puestas las botas de la guerra o las botas de la paz?


[1] No soy ingenuo, sé que el acuerdo no es “perfecto” pero que en términos generales refleja la voluntad de paz y reconciliación.
[2] Para Pablo, la cruz de Jesús significa la “terminación del conflicto” no solo en términos verticales: el conflicto con Dios, sino también en el sentido horizontal: el conflicto entre los humanos (Efe 2:16-18). 

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