Elogio de la locura (3)
Reflexión ministerial para locos y cuerdos a partir de 2
a los Corintios 11-12
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Caballero 145
Ahora, desde el horno del sufrimiento, Pablo
reorienta la experiencia extraordinaria y nos da cinco razones por las cuales
decide encontrar gloria en las debilidades y no en el triunfalismo que puede
traer sus privilegios y revelaciones especiales[1].
El apóstol sigue usando aquí su argumento de “ascenso y descenso”: cuando está
en la cima de sus revelaciones
especiales y con la tentación de gloriarse en ellas, decide descender a la sima de sus debilidades y encontrar
gloria en ellas. Curiosamente en un contexto en donde el liderazgo optaba por
la gloria y el éxito representados en los privilegios, revelaciones, la imagen
sofisticada, la retórica pulida, la cristología aséptica y sin cruz; Pablo opta
por una vida cruciforme, opta por el escándalo de la cruz no solo en su mensaje evangelístico sino
también en la manera en que ve y experimenta su liderazgo. “Tener y vivir una
vida cruciforme, una vida conforme a la cruz y los sufrimientos de Cristo, es
revelar en nuestras vidas y enseñanzas al crucificado. Cuando Jesús murió en la
cruz, desbarató el camino del poder y de las maquinaciones humanas”[2].
Esto nos recuerda que en el NT los símbolos del liderazgo al estilo de Jesús
son la toalla y la cruz evidenciado en el servicio y la debilidad, no el cetro
y la corona evidenciados en el deseo de poder y dominio.
En primer lugar, Dios usa la debilidad para
revelar la condición “espiritual” del apóstol, vv. 5b-6. Las tribulaciones
son la prueba más genuina del carácter de una persona. Cuando la adversidad
golpea, la fachada de paz y felicidad se elimina, revelando lo que de verdad
está en el corazón. La verdadera medida de un ministro de Dios no está en sus
experiencias místicas sino en su vida piadosa y su fidelidad a la Palabra de
Dios. En segundo lugar, Dios usa las debilidades para hacer humilde al
apóstol, v. 7. El Señor permitió en la vida del apóstol “un aguijón”, un
“mensajero de satanás”, para herir su orgullo a raíz de sus “revelaciones”[3].
No hay aquí el falso dilema ampliamente extendido entre “la obra de Satanás” y
la “obra de Dios”, mejor aún, Pablo sabe que aun satanás mismo trabaja para los
propósitos divinos. Pablo no es candidato para un “ministerio de liberación”,
está siendo libre a través de eso que hoy llamaríamos “demoniaco o satánico”. En tercer lugar, Dios utiliza las debilidades para acercar al apóstol a
él, v. 8. Al igual que Jesús, Pablo
se acercó a Dios en la intensidad de su dolor. Protestó en oración, pidió tres
veces; no se centró en el poder de Satanás, sino en la misericordia de Dios en
actitud orante. En cuarto lugar, Dios
utiliza las debilidades para mostrar su gracia al apóstol, v. 9a. El Señor
no le concedió a Pablo alivio eliminando su sufrimiento, sino dándole gracia
suficiente para soportarlo. Se niega aquí el falso dilema entre fe y
sufrimiento: si estas sufriendo es que no tienes fe y si tienes fe no puedes
estar sufriendo. Las flaquezas y
debilidades de Pablo, lejos de ser contrarias a los efectos de la gracia o
negación de esta, son el blanco de la misma. En quinto lugar, Dios utiliza las debilidades para perfeccionar su
poder en el apóstol, vv. 9b-10. Esto era inconcebible para un griego ellos
idolatraban el lenguaje culto, los cuerpos poderosos y el estado físico
perfecto. Miraban con desprecio a todo lo débil frágil y defectuoso. En
contraste con esto, Pablo les dice que Dios revela su poder y gracia en lo débil
porque el criterio estético del reino es distinto.
En tercer lugar, el estado de locura concluido,
12:11- 21. Pablo termina diciéndoles a los creyentes en corintio que ellos
le han obligado a hacerse el loco y concluye nombrándoles tres asuntos: primero, las señales de un apóstol genuino
lo han acompañado; estas son, la paciencia y la capacidad de liberar a los
oprimidos (Cp. Ex 4:1-9) aunque no se
impone por la fuerza de estas. Segundo,
les recuerda que la labor ministerial entre ellos ha estado marcada por el
sacrificio y la integridad. Su trabajo ha estado inspirado en el modelo del
amor paternal de manera que ha estado interesado en las personas no en sus
billeteras. Sus críticos estaban equivocados, su vida estaba expuesta ante los
Corintios, sus motivaciones eran sanas y desinteresadas. Tercero, Pablo les dice que su intención con ellos es la
edificación. Esta para que sea genuina tiene que confrontar el pecado y
propender por el arrepentimiento genuino. Considerando lo anterior, dice MacArthur,
“a medida que la iglesia se hace más mundana, también ocurre lo mismo con la
descripción del pastor. A menudo es visto (por sí mismo o por su congregación) como
gerente, animador, recolector de fondos, maestro de ceremonias o psicólogo. Ninguna
de estas perspectivas está en armonía con el modelo del liderazgo bíblico”[4].
La edificación busca la santificación del creyente y el primer paso para ello
es el arrepentimiento (12:19; 13:10). Así, el loco Pablo recupera su estado de
cordura recordándole a la iglesia su vocación como comunidad alternativa que va
superando las esclavitudes y proclama la libertad en Cristo. Continuará.
[1] Ver, MACARTHUR, John. 1 y 2
Corintios, Portavoz-Michigan, 2015, p390.
[2] DOOD, Brian J. Liderazgo con
poder: ministerio en el Espíritu la estilo de Pablo. Patmos-Miami, 2005, p 79.
[3] “Había un peligro asociado al privilegio
espiritual que conllevaban aquellas revelaciones místicas: el peligro del
orgullo. El aguijón en la carne era un remedio profiláctico para prevenir esa
tentación”. CLEMENTS, Roy. La fuerza de la debilidad: Dios utiliza
nuestros defectos para llevar a cabo sus propósitos. Andamio-España, 1998, p
235.
[4] MacArthur, Op. Cit. p. 424.
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