miércoles, 17 de febrero de 2016

Elogio de la locura (3)

Elogio de la locura (3)
Reflexión ministerial para locos y cuerdos a partir de 2 a  los Corintios 11-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 145
Ahora, desde el horno del sufrimiento, Pablo reorienta la experiencia extraordinaria y nos da cinco razones por las cuales decide encontrar gloria en las debilidades y no en el triunfalismo que puede traer sus privilegios y revelaciones especiales[1]. El apóstol sigue usando aquí su argumento de “ascenso y descenso”: cuando está en la cima de sus revelaciones especiales y con la tentación de gloriarse en ellas, decide descender a la sima de sus debilidades y encontrar gloria en ellas. Curiosamente en un contexto en donde el liderazgo optaba por la gloria y el éxito representados en los privilegios, revelaciones, la imagen sofisticada, la retórica pulida, la cristología aséptica y sin cruz; Pablo opta por una vida cruciforme, opta por el escándalo de la cruz  no solo en su mensaje evangelístico sino también en la manera en que ve y experimenta su liderazgo. “Tener y vivir una vida cruciforme, una vida conforme a la cruz y los sufrimientos de Cristo, es revelar en nuestras vidas y enseñanzas al crucificado. Cuando Jesús murió en la cruz, desbarató el camino del poder y de las maquinaciones humanas”[2]. Esto nos recuerda que en el NT los símbolos del liderazgo al estilo de Jesús son la toalla y la cruz evidenciado en el servicio y la debilidad, no el cetro y la corona evidenciados en el deseo de poder y dominio.
            En primer lugar, Dios usa la debilidad para revelar la condición “espiritual” del apóstol, vv. 5b-6. Las tribulaciones son la prueba más genuina del carácter de una persona. Cuando la adversidad golpea, la fachada de paz y felicidad se elimina, revelando lo que de verdad está en el corazón. La verdadera medida de un ministro de Dios no está en sus experiencias místicas sino en su vida piadosa y su fidelidad a la Palabra de Dios.  En segundo lugar, Dios usa las debilidades para hacer humilde al apóstol, v. 7. El Señor permitió en la vida del apóstol “un aguijón”, un “mensajero de satanás”, para herir su orgullo a raíz de sus “revelaciones”[3]. No hay aquí el falso dilema ampliamente extendido entre “la obra de Satanás” y la “obra de Dios”, mejor aún, Pablo sabe que aun satanás mismo trabaja para los propósitos divinos. Pablo no es candidato para un “ministerio de liberación”, está siendo libre a través de eso que hoy llamaríamos “demoniaco o  satánico”. En tercer lugar, Dios utiliza las debilidades para acercar al apóstol a él, v. 8.  Al igual que Jesús, Pablo se acercó a Dios en la intensidad de su dolor. Protestó en oración, pidió tres veces; no se centró en el poder de Satanás, sino en la misericordia de Dios en actitud orante. En cuarto lugar, Dios utiliza las debilidades para mostrar su gracia al apóstol, v. 9a. El Señor no le concedió a Pablo alivio eliminando su sufrimiento, sino dándole gracia suficiente para soportarlo. Se niega aquí el falso dilema entre fe y sufrimiento: si estas sufriendo es que no tienes fe y si tienes fe no puedes estar sufriendo.  Las flaquezas y debilidades de Pablo, lejos de ser contrarias a los efectos de la gracia o negación de esta, son el blanco de la misma. En quinto lugar, Dios utiliza las debilidades para perfeccionar su poder en el apóstol, vv. 9b-10. Esto era inconcebible para un griego ellos idolatraban el lenguaje culto, los cuerpos poderosos y el estado físico perfecto. Miraban con desprecio a todo lo débil frágil y defectuoso. En contraste con esto, Pablo les dice que Dios revela su poder y gracia en lo débil porque el criterio estético del reino es distinto.
            En tercer lugar, el estado de locura concluido, 12:11- 21. Pablo termina diciéndoles a los creyentes en corintio que ellos le han obligado a hacerse el loco y concluye nombrándoles tres asuntos: primero, las señales de un apóstol genuino lo han acompañado; estas son, la paciencia y la capacidad de liberar a los oprimidos (Cp. Ex 4:1-9) aunque no se impone por la fuerza de estas. Segundo, les recuerda que la labor ministerial entre ellos ha estado marcada por el sacrificio y la integridad. Su trabajo ha estado inspirado en el modelo del amor paternal de manera que ha estado interesado en las personas no en sus billeteras. Sus críticos estaban equivocados, su vida estaba expuesta ante los Corintios, sus motivaciones eran sanas y desinteresadas. Tercero, Pablo les dice que su intención con ellos es la edificación. Esta para que sea genuina tiene que confrontar el pecado y propender por el arrepentimiento genuino. Considerando lo anterior, dice MacArthur, “a medida que la iglesia se hace más mundana, también ocurre lo mismo con la descripción del pastor. A menudo es visto (por sí mismo o por su congregación) como gerente, animador, recolector de fondos, maestro de ceremonias o psicólogo. Ninguna de estas perspectivas está en armonía con el modelo del liderazgo bíblico”[4]. La edificación busca la santificación del creyente y el primer paso para ello es el arrepentimiento (12:19; 13:10). Así, el loco Pablo recupera su estado de cordura recordándole a la iglesia su vocación como comunidad alternativa que va superando las esclavitudes y proclama la libertad en Cristo. Continuará.


[1] Ver, MACARTHUR, John. 1 y 2 Corintios, Portavoz-Michigan, 2015, p390.
[2] DOOD, Brian J. Liderazgo con poder: ministerio en el Espíritu la estilo de Pablo. Patmos-Miami, 2005, p 79.
[3] “Había un peligro asociado al privilegio espiritual que conllevaban aquellas revelaciones místicas: el peligro del orgullo. El aguijón en la carne era un remedio profiláctico para prevenir esa tentación”.  CLEMENTS, Roy. La fuerza de la debilidad: Dios utiliza nuestros defectos para llevar a cabo sus propósitos. Andamio-España, 1998, p 235.
[4] MacArthur, Op. Cit. p. 424. 

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