Elogio de la locura (1)
Reflexión ministerial para locos y cuerdos a partir de 2 a los Corintios 11-12
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Caballero 143
En los capítulos 10-12 de 2 a los Corintios
Pablo defiende su ministerio, expresa que “la autoridad del servicio
apostólico” se expresa en la debilidad[1].
Esto debido a que su mensaje, su retórica y su aspecto físico eran objeto de
desprecio por parte de los que él llama “súper apóstoles” y la comunidad misma.
La cristología, la personalidad y el aspecto físico paulinos carecían de
sofisticación y clase. Los súper apóstoles, por su parte, se ufanaban de tener
una retórica arrolladora, un fisco atractivo, una cristología limpia-light (sin sangre y sin cruz) y experiencias
espirituales sublimes y ultraterrenas. Esta forma de ver el ministerio, a
Cristo y la experiencia de fe, le parece a Pablo una “necedad”, una “locura”;
y, usando el recurso retorico de la ironía o sarcasmo, con mucho humor,
enfrenta a sus oponentes: Pablo se hace el loco para demostrar con esto que los
locos y los necios son los súper apóstoles. Este “elogio de la locura” se
expresa en los capítulos 11 y 12 de 2 a los corintios. Veámoslo.
En primer lugar, estado de locura anunciado,
11:1. El apóstol parece pedir permiso a la iglesia para que lo dejen ser
loco por un momento. Les anuncia que de manera intencional y programada se va a
hacer el loco y pide que sean tolerantes frente a este estado (Cp. Pr 26:5)[2].
A Pablo no le hace mucha gracia hablar de sí mismo. Verse obligado a vindicarse
a sí mismo le hace sentirse más bien un loco. En
segundo lugar, el estado de locura postergado, 11:2-15. En esta sección
Pablo alude las razones por las cuales pide licencia para la locura, aún no
dice en qué consiste ese estado, lo posterga. La primera razón expuesta es de
carácter pastoral y homilético, vv. 2-6. Usando la metáfora matrimonial les
dice que su compromiso es presentarlos ante Cristo como una novia pura para el
matrimonio, no obstante los maestros los están seduciendo, tal como a Eva en el
huerto, y se percibe un adulterio “espiritual”. El desvío tiene carácter
homilético, tiene que ver con el mensaje o la predicación que están escuchando
y tolerando. El error de estos, dice Clements[3],
en hacer congeniar al cristianismo con la mentalidad de la sociedad secular
griega, que exigía un evangelio que se fundamentara en la fuerza, no en la
debilidad; en el triunfo celestial, no en el sufrimiento terrenal. Un
cristianismo que mostrara menos cruz y más gloria. Pablo no tiene una retórica
pulida pero su predicación tiene contenido. La segunda razón mostrada es de carácter
misiológico, vv. 7-11. El apóstol les recuerda la forma en la que asumió la
misión entre ellos. Trabajó para no serles carga a ellos y recibió aportes de
los hermanos de Macedonia. Así, sus motivaciones no son interesadas, sino
generosas[4].
La tercera razón expresada aquí es de carácter apostólico, vv. 12-15. Sin
ambigüedades Pablo expone a los apóstoles: son falsos mensajeros disfrazados de
apóstoles. Notemos como esta sección inicia con el tema del engaño y cierra con
dicho tema. Así Pablo les advierte que el engaño siempre vendrá en papel de
regalo y les dice que la mentira se disfrazará de verdad, pero que esto no la
legitima.
En tercer lugar, el estado de locura revelado,
11:16-12:13. La locura revelada consiste en fundamentar, como los súper
apóstoles lo estaban haciendo, la vida, el ministerio y la salvación, en “la
carne”. Esta categoría morfológica hace referencia al mundo, a sus falsas
seguridades, sus privilegios, sus normas, su afán de autonomía y auto salvación.
Pablo ya les había dicho que se sentía
como una vasija de barro en la cual Dios había depositado un tesoro de alto
valor (2 Cor 4:7). Los Corintios toleran a los locos que los explotan y oprimían.
Hacen gala de sus privilegios y Pablo con fuerza irónica les dice que el
también, haciéndose el loco, tiene privilegios. Veamos. El privilegio de la raza: Pablo dice: “¿son hebreos? Yo también lo
soy”. Los súper apóstoles se consideraban como hebreos auténticos, mientras que
a Pablo, nacido en la diáspora, lo juzgaban como de “raza impura”. El privilegio de la religión asociado al
haber nacido en una “tierra santa”. Pablo dice: “¿Son Israelitas? También yo
lo soy”. Quienes nacieron en la diáspora, en contacto con los paganos y lejos
del culto, no representaban para ellos
la verdadera religión de Israel. El privilegio de la herencia. Pablo
dice: “¿Son descendientes de Abraham? También yo lo soy. En privilegio y el
anterior los súper apóstoles se juzgan a sí mismos como los verdaderos descendientes de
Abraham y herederos de las promesas. La
promesa hecha a Abraham incluía la posesión de un territorio específico y a
aquel que fuera a vivir al extranjero, pensaban, ya no sería más un heredero de
la promesa. El privilegio dela jerarquía.
Pablo dice: “¿Son ministros de Cristo?” También yo. Ellos se autodenominaban
ministros de Cristo acompañados con cartas de presentación y cargaban a la
iglesia. Continuará.
[1] Este texto pertenece al "catálogo
de sufrimientos" (2 Cor 4:8-10; 6:4b-10; 11:23b-29; 12:10; 1 Cor 4:10-13a; Rom 8:35; Fil 4:12; 2 Tim 3:10-13).
[2] La locura aquí no es psicológica
(neurosis) sino teológica: la locura es creer que el ministerio se mide desde
los valores mundanos de popularidad, estética y sin cruz.
[3] “Porque, a su modo de ver las
cosas, dentro del cristianismo la gloria era lo que vendía”. CLEMENTS, Roy. La
fuerza de la debilidad: Dios utiliza nuestros defectos para llevar a cabo sus propósitos.
Andamio-España, 1998, p 211.
[4] Para un griego era absolutamente
vergonzoso el trabajo manual, solo los esclavos trabajaban con sus manos. Los
detractores de Pablo insistían en que su problema era que su mentalidad era propia
de la clase obrera inferior. Había montones de charlatanes en el mundo antiguo
que se dedicaban a vender religión. Pero nadie podía acusar a Pablo a ser uno de
ellos.
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