miércoles, 10 de febrero de 2016

Elogio de la locura (2)

Elogio de la locura (2)
Reflexión ministerial para locos y cuerdos a partir de 2 a  los Corintios 11-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 144
Recordemos que estamos en la sección del texto en donde Pablo nos revela su estado de locura, y lo hace en relación con el prestigio, con esas cosas que los súper apóstoles esgrimían para fundamentar su autoridad y ministerio (11:16-33). Ampliando el hecho del “privilegio de la jerarquía” como “ministro de Cristo”, Pablo da, magistralmente un giro sorpresivo en su argumento. Hace una lista, un prontuario, no de sus títulos como ministro, sus grandes éxitos, sus triunfos, o de sus credenciales; hace una lista de todo aquello que ha significado dolor, incomodidad y duro trabajo en la misión como apóstol. Esto era algo impensable en la lista de elogios para los héroes griegos, por ejemplo. Así, Pablo da un giro de 180 grados a la encantadora imagen de espiritualidad cristiana que los falsos maestros habían medito en la cabeza de los corintios. Ellos pensaban que un apóstol era una especie de súper hombre lleno de dinamismo que irradiaba éxito por todas partes. Según Pablo, a las personas que se glorían de esa manera hay que considerarlas como falsos apóstoles. Porque los verdaderos apóstoles de Cristo experimentan persecución y rechazo por parte del mundo. La popularidad no es un buen indicador de “éxito ministerial”. Experimentan peligros como consecuencia de un entorno hostil, experimentan privaciones como consecuencia de grandes miserias, experimentan la ansiedad que es fruto de una responsabilidad difícil de soportar; y, sobre todo, experimentan la mortificación que es fruto del reconocimiento de su propia indignidad e inadecuación[1]. De esta manera Pablo termina esta sección con un anticlímax, un giro sorpresivo, retóricamente magistral y humorísticamente lucido[2]. Pablo no impone a la comunidad sus privilegios; al contrario, se desprende de ellos siguiendo el ejemplo de su Señor, quien se despojó de todo (Fil 2:5-11). Pablo es el apóstol “despojado”, los otros son los apóstoles “despojadores”. Pablo es el apóstol “oprimido”, los otros son apóstoles “opresores”.
            La segunda fuente de gloria son las revelaciones especiales, 12:1-12. Pablo deja la primera fuente de gloria, el prestigio, y ahonda ahora en la segunda fuente: las revelaciones especiales. Lo primero que hace es anunciar la fuente, vv. 1-2. La experiencias extraordinarias, ultraterrenas y especiales, siempre han sido fuente de gloria para quienes las han tenido. Basta saber de alguien con dichas credenciales para ver la romería y la peregrinación de las masas en torno al personaje. Tal vez por la tradición del chaman, el brujo y el hechicero, de la que hacemos parte en América Latina, los fenómenos relacionados con “experiencias extraordinarias y/o sobrenaturales”, siguen atrayendo a multitudes[3]. Lo segundo que hace es ampliar o explicar la fuente que ya anunció, vv. 2-5a. Se nota la lucha de Pablo para hablar de la experiencia, por eso tal vez decide contar la experiencia en tercera persona del singular “conozco a un hombre” (vv. 2,3, 4, 5). A esto se le añade que la experiencia es, por decirlo así, vieja: sucedió hace catorce años, esto contrasta con las experiencias diarias, cotidianas que los súper apóstoles decían tener. Casi podemos escuchar la risa solapada de algunos y comentando el hecho de que Pablo estaba fuera de concurso frente a las novedosas y cotidianas experiencias extraordinarias de sus oponentes. Además, Pablo ignora detalles importantes de la experiencia “no sabe si en cuerpo o fuera de él”, y como su fuera poco, el hombre de quien habla escucho en el paraíso cosas maravillosas, pero… no puede contarlas. Enfatizando con esto el carácter personal y privado de la experiencia. Ahora, esto parece una mala broma o tal vez, aquí este la fuerza del argumento, en lo chistoso y humorístico del asunto.  Como lo decía Luigi Pirandello, un dramaturgo que fue premio nobel de literatura, que al humor había que analizarlo no simplemente por el chiste del cual uno se ríe y luego se olvida, sino por eso de lo cual uno se ríe, para luego tener la posibilidad de reflexionar[4].
            Lo tercero que hace es reorientar la fuente, vv. 5b-10. No cae en la tentación de fundar su valía y ministerio en lo espectacular. Pablo prefiere gloriarse de sus debilidades. Los poderosos de aquel tiempo querían que la gente los recordara por sus actos gloriosos (la historia de Roma antigua por ejemplo, conserva los Arcos de Tito y de Constantino, la columna de Trajano y otros monumentos que han hecho inmortales a los poderosos). Ellos querían seguir viviendo en la memoria del pueblo. Pablo también quiere hacerlo, pero de una forma muy distinta. Curiosamente no da detalles de la experiencia extraordinaria, pero si detalla sus debilidades. Qué nos dice de eso, cómo asume sus debilidades, qué piensa de ellas, porqué lo hace, cómo usa Dios esas debilidades, cómo se relacionan con la fe y el ministerio… Continuará.

[1] CLEMENTS, Roy. La fuerza de la debilidad: Dios utiliza nuestros defectos para llevar a cabo sus propósitos. Andamio-España, 1998, p 233.
[2] Es curioso que Pablo habla de su bajeza, o debilidad, en cuando a la manera de escapar de la ciudad de Damasco; así, quizás, contrastando su carácter, en otro sentido con lo que era el de los súper apóstoles. Nunca hubieran podido ellos dejar semejante impresión de sí mismos, porque eran muy orgullosos. La verdadera evidencia del ministerio de Pablo en contraste con el de los súper apóstoles, radicaba en su humildad: de uno que, enaltecido como representante de la jerarquía del judaísmo descendía a la bajeza e indignidad de escapar en una cesta por la ventana del muro de la ciudad. Notemos el juego entre el “ascenso del prestigio” y el “descenso en Damasco”.
[3] No es casualidad que Jesús mismo termine su sermón del monte poniendo el acento allí: advirtiéndonos de la tentación de dejarnos asombrar por “milagros, lenguas y liberaciones” (Mt 7:23).  
[4] GUZMÁN HENNESSEY, M. ¿De qué se ríen?, en El Tiempo, 08/10/10.http://m.eltiempo.com/opinion/columnistas/manuelguzmnhennessey/de-qu-se-ren/8099823

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