martes, 3 de noviembre de 2015

Creado, creído y caído (3)

Creado, creído y caído (3)
Gen 3:1-24
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 135
Desnudo y avergonzado, vestido de su propia moda, el hombre pasa ahora a ser confrontado. La desnudez descubierta implicará, entre otras cosas, que de aquí en adelante el ser humano será incapaz de ver al otro sin la carga negativa de la sospecha, la malicia, el morbo, la deslealtad, la desconfianza y la no trasparencia. El veneno serpentino ha hecho su efecto, la pareja (la fraternidad) entra en crisis, la armonía se ha roto,  la violencia está por empezar. Veamos aquí entonces la segunda parte de nuestra estructura: La desobediencia: su confrontación (vv. 8-14). Hay cuatro preguntas fundamentales que hace Dios al hombre en esta parte del relato, Dios no se impone, inquiere, pregunta, permite que el hombre elabore su crisis, su tragedia. La escena es familiar y sencilla (v. 8): Dios se pasea por el huerto y percibe el dolor de la traición, tal vez se note en el verde de los árboles, el trinar de las aves… la traición huele a ausencia. El hombre percibe a Dios y se esconde. El hombre juega al escondido y Dios llama.  La primera pregunta, ¿Dónde estás tú? (v. 9), es la pregunta de la ubicación, no la ubicación geográfica/espacial, sino la ubicación ética/moral, es la pregunta tiene que ver con la relación con el Señor y en donde se ubica el ser humano  frente a las verdades de la vida. Y la ubicación tiene que ver con el rumbo de la vida. Cuando el ser humano se aparta de Dios deja de estar donde debería. El pecado lo desubicó frente a Dios y frente a las cosas esenciales de la vida. Solamente esta pregunta de Dios es capaz de despertar, bajo las ruinas de la existencia, la memoria de lo que el hombre es y que con demasiada frecuencia olvida.
            La segunda pregunta, ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? (v. 11), que surge cuando el hombre responde revelando la razón de su actitud (tuve miedo, porque estaba desnudo),  es la pregunta sobre la sexualidad[1].  Tiene que ver sobre quién está enseñando sobre el cuerpo, que voces está oyendo frente al manejo de la desnudez. Esta pregunta interpela al hombre sobre cómo está manejando la sexualidad. Las grandes bendiciones de la vida vienen cuando se educa el cuerpo para hacer lo correcto. Las grandes ruinas vienen cuando se toma el cuerpo, la desnudez como medio no para agradar a Dios, sino para buscar llenar lo in-llenable. Cuando el ser humano pecó contra Dios aprendió el vicio de esconder su sexualidad y los genitales se volvieron el centro de la vida. El texto sagrado habla de que intentaron cubrir su desnudez porque el pecado les sembró la malicia. La tercera pregunta, “¿Acaso has comido del árbol del que te mandé que no comieses?” v. 11b, tiene que ver con las fronteras, con el cruce o rompimiento de los límites. Más allá de que si se comió una manzana o se comió un mango, aquí el asunto tiene que ver con el rompimiento de la frontera. Cuando el hombre se acostumbra a cruzar los límites, las reglas establecidas por Dios, corre el riesgo de volverse cínico, demente, irracional. Necesita recuperar la relación con el Señor para recuperar urgentemente la frontera y el buen juicio. Es necesario que el Señor le ayude a ponerle a la vida límites. El pecado es lo que limita la vida, pues quebranta la norma y  limita al ser humano para hacer lo correcto dañando así a otros.
            La cuarta pregunta, “¿Por qué has hecho esto?” v. 13, es la pregunta que inquiere por las razones de la falta. Las razones son importantes porque si bien no hacen legitima la falta, si permiten elaborarlas y de esta manera tratárselas mejor. Lo que no se habla no se sana. La dificultad en el relato es que tanto el hombre como la mujer optan por la proyección de la culpa. Es decir, atribuyen a otro el peso de la culpa creyendo así solucionar el problema cuando lo que se hace es complicar más la situación. El hombre proyecta la culpa sobre la mujer y sobre Dios mismo, él dice, “la mujer que tú me diste…”, el romanticismo (2:24) es cambiado por la crítica, las palabras de afirmación son cambiadas por palabras de condenación. De la misma manera, la mujer proyecta su culpa en la serpiente, esta última pasa de benefactora a engañadora. El orden de dialogo se restablece, Dios y el hombre dialogan, ya no habla el hombre y el animal; no obstante este diálogo está ya quebrado, la fraternidad ha sido rota.  El hombre y la mujer se dejan dominar por un animal al que tenían la misión de dominar (1:28). Parece ser que es esta animalidad la que a partir de ahora está llamada a ser dominada. Pero, las consecuencias  no se harán esperar. Continuará.   


[1] La presencia del simbolismo sexual en este relato es clara y no debe sorprender. Durante muchos siglos los cultos de fecundidad en Canaán hubieron de aparecer a Israel como grave tentación de pecado. La serpiente que se enfrenta a la mujer aparece con frecuencia en la mitología semítica como símbolo de fertilidad asociada a la diosa madre. Al hombre y a la mujer se les había prometido el conocimiento de todas las cosas para hacerlos como Dios, pero en realidad, adquieren un sentimiento de vergüenza por su desnudez; descubren que son esclavos del deseo sexual. No es difícil reconocer en todo esto una abierta polémica  contra los cultos de fecundidad que prometían a sus adoradores la comunión mística con sus dioses. El devoto de estos ritos creía que llegaría a ser dueño de la fuerza de la vida, pero, de hecho, el resultado final era la confusión. Esto no significa que el relato de Génesis 3 sugiera que el primer pecado fuera de algún modo, le pecado sexual. Pero si es cierto, que el relato descubre en los cultos de fecundidad de su tiempo, todo lo que era más característico en la tendencia del hombre al pecado: el orgullo y el deseo de autonomía que llevaba al hombre a abusar de la creación en su intento por controlarla. No es casualidad que más tarde la señal del pacto sea la circuncisión (Gen 16:17).  También la serpiente simbolizaba el estilo de gobierno de los faraones, que en su cabeza se colocaban un casquete con la figura de una serpiente, símbolo de la sabiduría total.  

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