miércoles, 22 de julio de 2015

El paparazzi de Dios: retratos de un pecado real (5)

El paparazzi de Dios: retratos de un pecado real (5)
 2 Sam 11-12
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero129
Nos corresponde ahora ir finalizando esta propuesta con algunas reflexiones tocantes al poder en el ministerio (y la iglesia), la predicación y su carácter profético y la vida cristiana. González Lamadrid ha dicho que la historia sagrada tiene un carácter interpelante y salvífico[1]. Interpelante porque toda ella llama a seguir los postulados de la ley y a optar por el Dios de la alianza. Salvífico porque a través de la dialéctica del esquema “promesa-cumplimiento”, la historia del AT anuncia la primera venida del Señor en la plenitud de los tiempos. Toda intervención de Dios antes de Cristo tuvo un carácter transitorio e inconcluso.  A la luz de lo anterior nos preguntamos ¿de qué maneras interpeló y nos interpela el relato?, ¿de qué formas el texto abre caminos de liberación o salvación? Todo esto a la luz de la integridad del relato Bíblico, es decir, la capacidad que la Biblia tiene para el pensamiento autocritico. El pueblo judío incluyó en la Biblia sus quejas y evasiones, así como a sus reyes arrogantes y malvados. La autocrítica es necesaria para prevenir la tendencia natural de la arrogancia y la excesiva seguridad. Veamos.
            Tenemos en el relato un ejemplo claro de cómo el poder se corrompe y es usado para violentar y abusar de aquellos que están “bajo autoridad”. El abuso desde el poder religioso es bastante frecuente y con daños psicológicos a la víctima y a la moral cristiana monumentales[2]. Hoy, al igual que ayer, “tenemos que estar conscientes que existen muchas personas que de una u otra manera son objetos de agresiones sexuales…. de individuos que no dudan en utilizar el respeto que sus congregantes les tienen para chantajearlos emocionalmente”[3]. Algunos líderes son “lobos con piel de oveja”, otros, como en el caso de David, son “ovejas con piel de lobo”. Líderes genuinos que en algún momento de la vida perdieron la cordura y abusaron del poder dejando con ello una marca imborrable en sus víctimas, sus propias vidas, ministerios y familias. A esto se le suma el hecho de que en Colombia[4], la violencia y la sexualidad son dos caras de la misma moneda (como en el caso de David). Esto quiere decir que debemos estudiar lo uno sin descuidar lo otro. Ahora, para nosotros los cristianos, el evangelio nos manda a estar alertas, nos dice que casos como el de David pueden volver a repetirse y nos anima a usar el poder para servir a los demás (Mrc 10:43-45). El ejemplo y las palabras desafiantes de Jesús como crítica a la forma de poder romana, nos recuerdan que “el poder de Dios se expresa como el amor de Dios, es decir, la potestad consiste en la facultad para darse a sí mismo. El poder no es, entonces, ejercer la violencia con un interés de efectividad pragmática… sino un ejercicio de la libertad puesta al servicio de la vida abundante”[5]. Cristo es el modelo por excelencia de liderazgo y la administración del poder, en este relato, otros mueren por David; al final del relato (la historia de la salvación), Cristo muere por los demás.
            Los líderes y en términos generales, la Iglesia, deben recuperar la dimensión de lucha, la conciencia de una constante disputa y tensión constante contra fuerzas que intentan a todas luces seducirles y apartarles del propósito de Dios, pervirtiendo de esta manera el poder, el servicio y la vida cristiana. El texto es claro al decir que “David no fue a la guerra cuando debía estarlo”, el apóstol Pablo nos llama a “vestirnos de toda la armadura de Dios” y salir a la guerra (Ef 6:10). Nos llama a tomar el casco de la salvación, el casco cubre la cabeza. El llamado es a no perder la “cabeza”, a luchar con sobriedad, ya que el pecado es un acto de locura. La predicación debe propender por la crítica contra todo aquello que no está de acuerdo con el proyecto divino, la predicación está para que no “perdamos la cabeza”. La actitud valerosa de Natán al denunciar los abusos del rey, sin temor a desafiar las iras del poder es un ejemplo, desde la predicación, para los líderes políticos y religiosos de hoy en día. Los que ostentan el poder caen a veces en la tentación de creer que están por encima de las leyes y piensan que pueden violarlas impunemente. Las realizaciones del poder no valen nada si se consiguen a costa de la explotación de los desposeídos. La intervención profética de la iglesia (por la predicación y la praxis) puede ser riesgosa, pero hay que encontrar los medios para confrontar le poder, llevarlo al reconocimiento y al arrepentimiento. Arrepentimiento que lleva consigo la dignificación y restauración de la honra, la dignidad y la memoria de las víctimas[6]. La buena noticia del relato y de la tarea del profeta es que no solo recuerda la culpabilidad, sino que llama al arrepentimiento, a un cambio de dirección, sin que esto signifique que nos veamos libres de las consecuencias de nuestros actos. El creyente debe recordar que la denuncia y el juicio son la última palabra[7]. Fin.


[1] GONZALEZ LAMADRID, Antonio. Las tradiciones históricas de Israel. Verbo Divino-Estella (Navarra), 2000, p 17,19.
[2] Es bien conocido en Colombia el caso del “pastor” de Pasto. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-12031288 17/07/15.
[3] ERDELY, Jorge. Pastores que abusan. Unilit-Miami, 2002, p 7.
[4] PALACIO, Roberto. Pecar como Dios manda: historia sexual de los colombianos. Planeta-Bogotá, 2010, p 11.
[5] SEGURA, Harold. ¿El poder del amor o el amor al poder? Luces y sombras del ejercicio de poder en las iglesias evangélicas. Kairos-Buenos Aires, 2011, p 6.
[6] Para contemplar un modelo de restauración de las víctimas, vea, HUNT, June. La violencia y sus víctimas. CLC-Bogotá, 2010, p 301.
[7] HERNANDEZ, Lucia, JIMENEZ, Humberto. Los libros de Samuel, en Comentario Bíblico Latinoamericano Antiguo Testamento I. Verbo Divino-Estella (Navarra), 2007, p 703. 

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