lunes, 11 de mayo de 2015

Llegó la hora (2)

Llegó la hora (2)
Introducción a la lectura y predicación del discurso de despedida de Jesús
 Juan 13-17
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero121
Después de los tres saberes que el texto presenta, notamos que Jesús mismo vuelve a la mesa. Y ahora, Jesús mismo va a explicar y a aplicar el acto del lavatorio de los pies. Así, la Palabra interpreta el acto y el acto es la Palabra actuada (vv. 12-20). Existe una tendencia generalizada entre nosotros, un falso dilema que consiste en separar las acciones de la Palabra y la Palabra de las acciones. La primera aplicación es sobre el llamado al servicio mutuo, “lavarse los pies entre ellos” es servirse entre ellos. La lógica aquí es como sigue: si Jesús es siervo usando el poder para el servicio, ellos deben seguir su ejemplo. Jesús les invita a subvertir la forma en la que veían el poder y los invita a gozarse por esta nueva manera de ver las cosas. Les desafía a “saber” y a “hacer”, en términos de lo que la UNESCO ha declarado para la educación del siglo XXI: “saber ser” y “saber hacer”. Lo que sucede es que la comunidad del reino aparece diseñada conforme a unos valores y planteamientos que constituyen una auténtica subversión de todas las estructuras de autoridad conocidas hasta el momento. Los discípulos han de comprender la propuesta de Jesús, no desde el poder que se impone, sino desde la ejemplaridad que convence. El texto finaliza diciendo que quien piense distinto a lo por Jesús explicado, ha traicionado los valores del reino (vv. 20-30). Y, nos habla, como al principio del amor, esta vez expresado en dos dimensiones: la pedagógica y la misiológica (vv. 31-38).
            Ahora nos dirigimos al capítulo 14. El bosquejo propuesto es el siguiente: 1). Jesús anuncia su partida, vv. 1-14, 2). Primera promesa del Espíritu consolador, vv. 15-17, 3). Jesús anuncia su venida, vv. 18-24, 4). Segunda promesa del Espíritu consolador, vv. 25-31. Podemos titular a esta sección así: “Jesús y el Espíritu, la teología del consuelo para tiempos de turbación”. En todo este capítulo, Jesús consuela (reconforta) a los discípulos en vista de su inminente partida y les promete al Espíritu consolador. Podemos titular el texto para una posible predicación así: “Jesús y el Espíritu: consuelo para los desconsolados”. Desarrollamos un poco el bosquejo propuesto. En la primera parte del texto, 1). Jesús anuncia su partida, vv. 1-14,  resaltaré dos asuntos que considero relevantes: 1). El relato se presenta en medio de un ambiente emocionalmente cargado. Ante la noticia de la partida de Jesús, la turbación toca el corazón de los suyos (Cp. v. 27; 5:7). Jesús les consuela diciéndoles que su partida será solo un tiempo de preparación para la habitación conjunta en la casa del padre. La palabra “Padre” se menciona en este capítulo 21 veces, la casa del padre no es tanto una alusión al cielo, sino una categoría familiar para hablar de comunión e intimidad plena. La cuestión aquí no es si podemos ir al cielo, lo que el texto presenta más bien es la forma en la que el texto se hace presente aquí y ahora por la palabra (Cp. vv. 22-23). 2). La cuestión de la casa y el padre levanta preguntas. Jesús es el “camino al padre” porque al conocer a Jesús el creyente se encuentra de inmediato con el Padre (Cp. vv. 7,9).
            Sigamos con el bosquejo. 2). Primera promesa del Espíritu consolador, vv. 15-17. El Espíritu consolador es también el Espíritu de verdad, es decir, está comprometido con el proyecto de Cristo (Jn 8:32; 18:38). Es el Espíritu consolador porque está comprometido con la restauración, el consuelo a partir de la verdad de Cristo. 3). Jesús anuncia su venida, vv. 18-24. El regreso de Jesús, ante la pregunta de Judas, está relacionado con su Palabra. La comunidad de discípulos que se reúnen en torno a las palabras de Jesús experimentara su presencia. Así, la Palabra es manifestación de la presencia de Jesús en medio de sus discípulos.  A través de la Palabra él está viniendo mientras se aguarda su aparición final. Notemos la relación que existe entre esta parte y la primera (vv.1-3). La cuestión aquí no es que los discípulos van a ir a algún lugar (el cielo, por ejemplo) sino más bien que Jesús viene hacia sus discípulos, por ahora, en el acto de la Palabra.  4). Segunda promesa del Espíritu consolador, vv. 25-31. La presencia del Espíritu entre los discípulos será pedagógica, el Espíritu les enseñará y recordará las palabras de Jesús. El Espíritu cumplirá una labor docente, no enseñará nada nuevo sino que remitirá a los discípulos a las palabras de Jesús.
            Algunas sugerencias para la reflexión y aplicación del texto. 1). El texto nos propone una “teología de la consolación”. La consolación es importante porque somos seres emocionales y porque las circunstancias difíciles nos afectan. La consolación sigue a la desolación. Ante las “desolaciones” Dios envía a su Espíritu y su Palabra, esto para crear nuevos caminos, para orientarnos hacia nuevos rumbos, o sencillamente para descubrirnos aquellas realidades que no podíamos ver a causa de la frustración y el desconsuelo. 2). La presencia de Jesús es mediada por su Palabra. A menudo el ministerio de la predicación ha olvidado esta verdad. Predicar bajo la convicción de que el acto de la Palabra es demostración de la presencia de Jesús nos hace olvidar de proponer artilugios y facturas meramente humanas para adentrarnos en la “dimensión” de la presencia de Dios a través del texto. La congregación percibe o “siente” a Jesús en el acto de la predicación. Todo acto de predicación debe ser manifestación de la presencia de Dios en medio de su Iglesia. 3). El Espíritu en su labor docente es la memoria de la Iglesia. Mantiene viva la memoria de Cristo en la comunidad. Todo mover del Espíritu que no celebre la memoria de Cristo debe ser mirado con sospecha. Continuará.

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