¡Siembra, siembra, siembra! (2)
La teología de la prosperidad en 2 Corintios 8-9
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Caballero 104
Una vez Pablo ha puesto
como modelo de entrega a los macedonios y como ejemplo de trasparencia a Tito y
el hermano, invita enérgicamente a los Corintios para que ofrenden a favor de
los santos en Jerusalén. Tenemos aquí entonces, según la estructura paralela
planteada, la sección B-B’. Sobre la
base del ejemplo de los macedonios, Pablo motiva a los Corintios a ofrendar
(8:7-15). La invitación es también un llamado a revisar sus motivaciones, Pablo
no les dice que si tienen malas motivaciones que no den, sino que les manda a
revisarla y a ofrendar con la motivación correcta. Les dice: 1). Abunden en
todo, incluyendo la donación para Jerusalén, como muestra de amor. El amor se lleva
a cabo en actos concretos; tiene dimensión sacrificial. Se dice que una vez la
vaca y el cerdo discutían respecto a cuál de los dos era más generoso. La vaca
señaló todos los litros de leche del supermercado: “¡mira-dijo al cerdo- a ver
si puedes superar eso!”, el cerdo señaló un trozo de jamón y respondió: “¡tú
leche es solo una contribución, pero lo mío es un sacrificio!”. 2). Cristo es
modelo de entrega. Que extraño don, Cristo, según el texto, no ha dado su riqueza, ha dado su pobreza,
porque se ha hecho pobre hasta el punto de darse a sí mismo, para que seamos
enriquecidos, pero ¿enriquecidos de qué?: de una forma distinta de ver la vida,
las posesiones y a Dios mismo[1].
¡Eso fue lo que la iglesia de Macedonia captó! 3). Háganlo en “clave de éxodo”
(vv. 14-15). Lo que les falta a ellos: “provisión”, lo que ellos tienen en
abundancia: “escasez”, se convierte entonces en escenario para la generosidad
de los Corintios. “Teológicamente, Pablo enseña la importancia de compartir
mutuamente como parte de la economía del MANÁ de Dios. En la economía del maná,
las necesidades del sustento diario eran satisfechas, haciendo fútil la
acumulación secreta, todo un espíritu de confianza en la provisión de Dios”[2].
Veamos ahora el segundo llamado (9:6-15), aquí Pablo los
desafía por segunda vez. Podemos ver aquí al menos cuatro asuntos: 1). Un asunto cultural: la metáfora agrícola
(v. 6), una siembra generosa (Lit. bendición). La gran cosecha será de
acciones de gracias, alabanzas a Dios en el marco del evangelio y oraciones por
ellos (vv. 6,10-14). Reitero, la GRAN COSECHA no será de dinero, sino de
acciones de gracias y alabanzas. Nuestras ofrendas, tal como lo plantea Pablo aquí,
generaran actos de alabanza y adoración a Dios. Los “todos” (seis en total, vv.
8-11), no se pueden limitar única y exclusivamente a lo financiero. 2). Un asunto emocional: la propuesta nace
en el corazón, sin tristezas (que cause desanimo), ni por obligación (que
se sienta manipulado), o por necesidad
(manipular a Dios). La razón de todo esto: “Dios ama al dador alegre”. Pablo no
dice la palabra mágica… “Dios bendice al dador…”, o “Dios prospera al dador…”.
Moisés ya había hablado respecto al involucramiento del corazón en la ofrenda
(Ex 25:1-4; Dt 15:7-10). 3). Un asunto
escritural: el salmo 112, aquí citado, habla de la generosidad del justo,
su apertura hacia el pobre y el necesitado como resultado de la visita de Dios.
Se alude también a Isaías 55:10, esbozando un principio general: Dios es fuente
de toda provisión. 4). Un asunto cultual:
el texto termina con sabor litúrgico, una exultación de agradecimiento al
señor por sus dones: “la posibilidad de participar sirviendo a otros”, pero
alabando al Señor por su don: “Cristo mismo”. El texto, capítulos 8-9, es una
gran inclusión. Inicia celebrando la gracia, 8:1, y termina celebrando la
gracia, 9:15 (7 veces se usa la palabra). Concluyendo podemos decir que, tomando
el ejemplo de Macedonia, la trasparencia de Tito y el hermano, y a Dios como
dador máximo, pablo invita a los Corintios a ofrendar, a dar una ofrenda por
los santos de Jerusalén. El carácter de la ofrenda, o gracia, no será comercial sino espiritual,
esto generara culto a Dios.
Algunas reflexiones a la luz del texto y nuestros
contextos. Primero: en relación con la
ofrenda y el culto. Estoy convencido que la teología de la prosperidad, o
el evangelio de la avaricia, se equivoca al apelar a la codicia del creyente,
así ofrece culto a Mamón y no hace contracultura, sino que promociona el
perverso materialismo en nombre de Dios, en detrimento de la teología Bíblica
del trabajo. Quienes predican esto, dice Mosquera, “… están desviando la fe y
la piedad de sus seguidores. Están logrando que creyentes sinceros, pero
ingenuos e incautos, quiten la mirada de Jesús y la desplacen hacia Mamón.
Estos proclamadores, en lugar de promover entre sus feligreses la búsqueda de
la piedad, de la santidad de vida y del señorío de Jesucristo en sus vidas y en
la comunidad eclesial, enseñan justamente todo lo contrario, hacer riquezas
aquí en la tierra, llenarse de lujos y de dinero y descuidar lo fundamental: la
profunda comunión con Jesucristo[3].
La teología de la prosperidad pervierte, a través de la ofrenda, el culto y
convierte a Dios en una mercancía y a sus bendiciones, en conquistas
personales. Continuará.
[1] “En contra de la teología de la
liberación, esta afirmación no solo se refiere a las circunstancias materiales
o socioeconómicas de Jesús durante su vida terrenal. Sino que ofrece un resumen
teológico mucho más profundo de todo lo que le dejó en su hogar celestial para
tomar las restricciones de una existencia terrenal y la mayor ignominia de la
crucifixión… Si Cristo pudo sacrificar tanto por nosotros, ¡cómo nos atrevemos
a negra una ayuda generosa al necesitado! La misericordia y el dinero van
juntos de lo que usualmente pensamos”. BLOMBERG, Craig L. Ni pobreza, ni
riqueza: una teología Bíblica de las posesiones materiales. Andamio-Terrasa
(Barcelona), 2002, p 277.
[2] Ibid, p 279.
[3] MOSQUERA, Fernando A. La
oración, teología y práctica. Clie-Barcelona, 2010, p 160.
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