lunes, 8 de septiembre de 2014

¡Siembra, siembra, siembra! (2)

¡Siembra, siembra, siembra! (2)
La teología de la prosperidad en 2 Corintios 8-9
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 104
Una vez Pablo ha puesto como modelo de entrega a los macedonios y como ejemplo de trasparencia a Tito y el hermano, invita enérgicamente a los Corintios para que ofrenden a favor de los santos en Jerusalén. Tenemos aquí entonces, según la estructura paralela planteada, la sección B-B’.  Sobre la base del ejemplo de los macedonios, Pablo motiva a los Corintios a ofrendar (8:7-15). La invitación es también un llamado a revisar sus motivaciones, Pablo no les dice que si tienen malas motivaciones que no den, sino que les manda a revisarla y a ofrendar con la motivación correcta. Les dice: 1). Abunden en todo, incluyendo la donación para Jerusalén, como muestra de amor. El amor se lleva a cabo en actos concretos; tiene dimensión sacrificial. Se dice que una vez la vaca y el cerdo discutían respecto a cuál de los dos era más generoso. La vaca señaló todos los litros de leche del supermercado: “¡mira-dijo al cerdo- a ver si puedes superar eso!”, el cerdo señaló un trozo de jamón y respondió: “¡tú leche es solo una contribución, pero lo mío es un sacrificio!”. 2). Cristo es modelo de entrega. Que extraño don, Cristo, según el texto,  no ha dado su riqueza, ha dado su pobreza, porque se ha hecho pobre hasta el punto de darse a sí mismo, para que seamos enriquecidos, pero ¿enriquecidos de qué?: de una forma distinta de ver la vida, las posesiones y a Dios mismo[1]. ¡Eso fue lo que la iglesia de Macedonia captó! 3). Háganlo en “clave de éxodo” (vv. 14-15). Lo que les falta a ellos: “provisión”, lo que ellos tienen en abundancia: “escasez”, se convierte entonces en escenario para la generosidad de los Corintios. “Teológicamente, Pablo enseña la importancia de compartir mutuamente como parte de la economía del MANÁ de Dios. En la economía del maná, las necesidades del sustento diario eran satisfechas, haciendo fútil la acumulación secreta, todo un espíritu de confianza en la provisión de Dios”[2].
            Veamos ahora el segundo llamado (9:6-15), aquí Pablo los desafía por segunda vez. Podemos ver aquí al menos cuatro asuntos: 1). Un asunto cultural: la metáfora agrícola (v. 6), una siembra generosa (Lit. bendición). La gran cosecha será de acciones de gracias, alabanzas a Dios en el marco del evangelio y oraciones por ellos (vv. 6,10-14). Reitero, la GRAN COSECHA no será de dinero, sino de acciones de gracias y alabanzas. Nuestras ofrendas, tal como lo plantea Pablo aquí, generaran actos de alabanza y adoración a Dios. Los “todos” (seis en total, vv. 8-11), no se pueden limitar única y exclusivamente a lo financiero. 2). Un asunto emocional: la propuesta nace en el corazón, sin tristezas (que cause desanimo), ni por obligación (que se sienta manipulado), o por  necesidad (manipular a Dios). La razón de todo esto: “Dios ama al dador alegre”. Pablo no dice la palabra mágica… “Dios bendice al dador…”, o “Dios prospera al dador…”. Moisés ya había hablado respecto al involucramiento del corazón en la ofrenda (Ex 25:1-4; Dt 15:7-10). 3). Un asunto escritural: el salmo 112, aquí citado, habla de la generosidad del justo, su apertura hacia el pobre y el necesitado como resultado de la visita de Dios. Se alude también a Isaías 55:10, esbozando un principio general: Dios es fuente de toda provisión. 4). Un asunto cultual: el texto termina con sabor litúrgico, una exultación de agradecimiento al señor por sus dones: “la posibilidad de participar sirviendo a otros”, pero alabando al Señor por su don: “Cristo mismo”. El texto, capítulos 8-9, es una gran inclusión. Inicia celebrando la gracia, 8:1, y termina celebrando la gracia, 9:15 (7 veces se usa la palabra). Concluyendo podemos decir que, tomando el ejemplo de Macedonia, la trasparencia de Tito y el hermano, y a Dios como dador máximo, pablo invita a los Corintios a ofrendar, a dar una ofrenda por los santos de Jerusalén. El carácter de la ofrenda, o  gracia, no será comercial sino espiritual, esto generara culto a Dios.
            Algunas reflexiones a la luz del texto y nuestros contextos. Primero: en relación con la ofrenda y el culto. Estoy convencido que la teología de la prosperidad, o el evangelio de la avaricia, se equivoca al apelar a la codicia del creyente, así ofrece culto a Mamón y no hace contracultura, sino que promociona el perverso materialismo en nombre de Dios, en detrimento de la teología Bíblica del trabajo. Quienes predican esto, dice Mosquera, “… están desviando la fe y la piedad de sus seguidores. Están logrando que creyentes sinceros, pero ingenuos e incautos, quiten la mirada de Jesús y la desplacen hacia Mamón. Estos proclamadores, en lugar de promover entre sus feligreses la búsqueda de la piedad, de la santidad de vida y del señorío de Jesucristo en sus vidas y en la comunidad eclesial, enseñan justamente todo lo contrario, hacer riquezas aquí en la tierra, llenarse de lujos y de dinero y descuidar lo fundamental: la profunda comunión con Jesucristo[3]. La teología de la prosperidad pervierte, a través de la ofrenda, el culto y convierte a Dios en una mercancía y a sus bendiciones, en conquistas personales. Continuará.


[1] “En contra de la teología de la liberación, esta afirmación no solo se refiere a las circunstancias materiales o socioeconómicas de Jesús durante su vida terrenal. Sino que ofrece un resumen teológico mucho más profundo de todo lo que le dejó en su hogar celestial para tomar las restricciones de una existencia terrenal y la mayor ignominia de la crucifixión… Si Cristo pudo sacrificar tanto por nosotros, ¡cómo nos atrevemos a negra una ayuda generosa al necesitado! La misericordia y el dinero van juntos de lo que usualmente pensamos”. BLOMBERG, Craig L. Ni pobreza, ni riqueza: una teología Bíblica de las posesiones materiales. Andamio-Terrasa (Barcelona), 2002, p 277.
[2] Ibid, p 279.
[3] MOSQUERA, Fernando A. La oración, teología y práctica. Clie-Barcelona, 2010, p 160. 

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