lunes, 20 de mayo de 2013

El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte IX


El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte IX
El humor (I).
            convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 58
Apreciado Samuel, me siento muy feliz al mirar hacia atrás y ver el camino que juntos hemos recorrido hasta aquí. Parece una broma el hecho de que ayer eras un joven entusiasmado con el tema de la predicación, pero sin mucha información y formación al respecto y hoy, ya todo un predicador. Obviamente siempre serás un producto en proceso. Y hablando de broma, el tema que nos atañe hoy es el uso del humor en la predicación. El humor en la Biblia y en la predicación es un asunto serio, mi estimado amigo. Y, contrario a lo que muchos puedan pensar, el humor no tiene que ver necesariamente solo con risa, vulgaridad o tomadura de pelo; por ello el humor ha sido definido como: "el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas[1]". En nuestra tarea como predicadores se nos hace necesario reconocer el uso intencional del humor como instrumento retórico para comunicar un mensaje y persuadir al lector o al auditorio a creer y a hacer algo[2].
            Acosta[3] afirma que el humor cumple una función social que va mucho más allá del entretenimiento, por lo tanto no se limita simplemente a los chistes o tonterías. En primer lugar, el humor tiene la función de producir placer: se escucha un chiste, por ejemplo, para reírse un rato. En segundo lugar, el humor tiene la función de mitigar el dolor: muestra que la gente puede reír a pesar de la tragedia, el desconcierto o el caos. En tercer lugar, el humor tiene también la función de subvertir el status quo: ayuda a crear en la sociedad o iglesia la conciencia de que algo anda mal y se debe cambiar. Ya estás dándote cuenta, Samuel, de que este asunto del humor es muy serio; por lo tanto, explotarlo de manera sensata en tu estudio de la Biblia y en tu ejercicio de la predicación enriquecerá tu vida y ministerio. Es más, te apercibirás del hecho de que a Dios, el autor del texto sagrado, le encanta el humor. Ahora, antes de ver algunos ejemplos,es necesario tener en cuenta que las fuentes del humor en tu tarea son básicamente dos: la Escritura misma y la cultura.
            En la Biblia hay mucho humor. Sus autores nos introducen en el mundo del humor haciendo ironía, burla, crítica, sátiras; para mostrar las torpezas de algunos personajes y también para atraparnos en un callejón sin salida con preguntas sobre nosotros, Dios o nuestros contextos e intenciones. De esta manera se comunica el mensaje de Dios. Esta es la primera fuente: la Escritura. Veamos algunos ejemplos: el libro de Jonás es un texto donde el humor está al servicio de la teología. En la primera escena encontramos la comisión (1:1,2). Se nos dice que el mensaje de Jonás no es propio sino de Dios. Se nos informa que su auditorio es Nínive, capital de Asiría, el imperio del momento, enemigo y opresor de Israel (Cp. Nah 1:1,2). Y se nos dice que la razón de la misión del profeta:  es la maldad de Nínive. De entrada, este texto plantea incomodidades: el profeta, si acepta el desafío, tendrá que enfrentarse a un auditorio que no es de su agrado; esto parece una broma pesada. Dios le está diciendo al profeta vaya y les predique a sus enemigos. La segunda escena nos plantea la reacción del profeta (1:3): se levanta para huir de su misión en dirección contraria: a Tarsis. La segunda nota irónica aparece en el hecho de que Jonás parece tener un concepto teológico equivoco en cuanto a la presencia de Dios; cree que un dios tribal del cual se puede huir. Jonás no ha leído los salmo 139 y 24; no sabe que el Dios de Israel no está sujeto a un sitio geográfico específico; su concepto de Dios es pagano.
            La tercera escena nos presenta una confrontación de Dios al profeta a través de una tormenta (1:4-17). Esta situación genera preguntas entre los tripulantes y la culpa cae sobre el durmiente Jonás. Pero, aquí aparece otra nota humorística, cuando Jonás se presenta y declara su fe, pasa lo que él no quería que pasara: la gente se convierte. Así, mientras el “justo” duerme, los “paganos” oran y se convierten. ¡Qué ironía! Una última escena nos presenta la razón por la cual Jonás no quería predicar en Nínive: por el carácter perdonador de Dios (4:2). A esto se le ha llamado "el síndrome de Jonás", pues cuesta resistir a un Dios misericordioso que perdona al que menos pensamos. Mi querido Samuel, el lector de Jonás termina riéndose con todas las tonterías del profeta, pero también  al final del libro queda atrapado con la pregunta y usted ¿De qué se ríe? Si nos reímos de Jonás y sus tonterías el texto también muestra finalmente que también nosotros, a veces, tomamos posturas ridículas frente a Dios y a los demás.
           Otro ejemplo de humor fino en el ámbito de lo político se presenta en la fábula de Jotam (Jue 9:7-21). Jotam, el hijo menor de Gedeón, cuenta agrandes voces la fábula como una crítica a aquellos que ambicionan el poder y lo hace frente a la propuesta de Abimelec. Los árboles se propusieron elegir rey-dice Jotam-le hicieron la propuesta a el olivo, a la higuera y a la vid y ellos se negaron. Pero la zarza aceptó la propuesta. Aquí está la ironía: “¡solo los inútiles ambicionan el poder, y quien pretende gobernarnos es el más inepto!” El texto no solo plantea una nota humorística sino que hace una crítica antimonárquica. ¿Puedes notar el humor, Samuel? ¡Y en la Biblia! ¡Quién iba a creerlo! Continuará.


[1] Diccionario de la lengua española (vigésima segunda edición), Real Academia Española, 2001.
[2] ACOSTA, Milton. El humor en el Antiguo Testamento, Puma-Lima, 2009, p 14.
[3] Ibid, p 33-37.

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