miércoles, 20 de junio de 2012

Abdías para principiantes. Parte II


Abdías para principiantes. Parte II
Reflexión sobre una imprecación contestada
Abdías 1:1-21
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 39
Siendo Edom descendiente de Esaú, y Judá descendiente de Jacob, Judá esperaba una actitud diferente de parte de Edom, al caer en manos de Babilonia. El profeta describe ahora el porqué del castigo divino: Edom no fue solidario con sus hermanos. Eso dolió, porque no hay mal que más duela que el causado por aquellos que consideramos cercanos y amigos. Edom fue traicionero, indiferente; se gozó con el mal ajeno, habló más de la cuenta; aprovechó la vulnerabilidad de Judá para entrar, mirar y tomar; asaltó y traicionó (vv.10-14). Por eso el salmista ora de manera imprecatoria: “Señor, acuérdate de los edomitas el día en que cayó Jerusalén. ¡Arrásenla, gritaban, arrásenla hasta sus cimientos!” (Sal 137:6). El “acuérdate” aquí no es simplemente una acción mental de traer a la memoria, sino que tiene que ver con ‘tomar cartas en el asunto’. Recordemos que a esta imprecación, a estos sentimientos por la justicia de Dios, responde Abdías en su libro. Su mensaje es: Edom será castigado por Dios por la actitud hacia Judá, su hermano, en el día de la dificultad y la angustia. Dios afirmará su reino, Edom desaparecerá.
            Ahora el profeta anuncia que “el día del Señor” está cercano, que será un tiempo de venganza[1]. Edom pagará de la misma manera que trató a Judá. Será un verdadero festín, las naciones beberán de Edom (vv.15, 16)[2]. El profeta anuncia el regreso del pueblo a su tierra, al monte Sion. Con una retórica magistral, Abdías dice que Judá pasará de ser quemada a quemar, de no poseer a ser poseedor, de ser perdedor a ser triunfador. De esta manera  el reino del Señor será reivindicado (vv.17-21). Así, el reino, el gobierno de Dios, es anunciado creando expectativa y esperanza. Para el profeta, solo con la destrucción de Edom, símbolo de los poderes terrenales que se levantan contra Dios, será completada la restauración. Este reino relativiza a todos los poderes y reinos terrenales[3]. Es así como la metáfora de “Dios como rey”, en el AT, no tiene una implicación caprichosa o altanera, sino más bien que comunica el ordenamiento de la creación como un lugar viable y fiable donde pueda desarrollarse la vida y el bienestar[4].
            La situación descrita por Abdías (la tensión  y enemistad entre Judá y Edom), hace parte de un asunto familiar que en el AT se va acrecentando hasta convertirse en una cuestión política con implicaciones internacionales y misiológicas. La lucha empieza en una matriz y termina con una guerra entre naciones (Gn 25:20-23 Cp. 2 Crón 28:17). La rivalidad llega hasta el siglo primero, cuando Herodes El Grande, Idumeo (edomita), trata de destruir al recién nacido niño Jesús (Mt 2:16). Es así como la pregunta hecha a Caín “¿dónde está tu hermano?” retumba en esta historia. El texto nos pregunta, sin rayar en actitudes maniqueas, por la solidaridad “¿De qué lado estamos?” Las posiciones, los diferentes espacios donde nos movemos, los usamos para vejar y maltratar o para servir, especialmente a aquel que ha caído en manos de delincuentes, ya sean comunes o egresados de Harvard.
            En segundo lugar, la imprecación (oración por justicia) nace en el dolor o la tragedia, clama por la justicia y la deja en manos de Dios. En la teocracia la imprecación era remitida a Dios. En sistemas de gobierno como la democracia, la imprecación es remitida al Estado que tiene toda autoridad para impartir el derecho y la justicia. La imprecación no consiste tanto en desear lo malo, sino en anhelar justicia (2 Tim 4:11). Note que el orante no toma la venganza en sus manos: remite sus deseos de venganza y justicia a Dios. En tercer lugar, en el AT, Israel había sido escogido por Dios para darse a conocer a las naciones (Gn 12:1-3); para ello, Israel tenía que vivir como pueblo de Dios, como la nación del pacto; pero los demás pueblos eran responsables por la manera en la que respondían a la revelación de Dios en Israel. La respuesta podía traer juicio o salvación. En este sentido, en el NT, Jesús es el nuevo Israel; él asume la misión de Israel y la lleva a su punto culminante (Mt 2:15; Lc 2:25; 4:4). En Cristo están combinados los elementos del reino, como en Abdías, y la reivindicación de este Israel. Por ello, no es casualidad que Apocalipsis diga: “Todas las tribus de la tierra harán lamentación por él” (Ap 1:7). Así Dios lleva a cabo su misión: a través de Israel declara su reino, y dado que después del exilio quedan expectativas de un reino más completo (Mal 3:1; 4:5); en Jesús este reino llega (Mrc 1:14,15), Dios se revela para salvación y para juicio (Jn 3:17,18). Fin.


[1] La fórmula usada aquí es la de la ley del Talión: Edom recibirá conforme a lo que hizo.
[2] La fórmula "el día de Yahvé" se convierte en la expresión técnica que resume el mensaje de esperanza propuesto por los profetas.
[3] CARHUACHIN, César. Abdías, en Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 13: Oseas-Malaquías. Mundo Hispano-El Paso (Texas), 2003, p 166.
[4] BRUEGGEMANN, Walter. Teología del Antiguo Testamento: un juicio a Yahvé. Sígueme- Salamanca, 2007, p 260.

No hay comentarios:

Publicar un comentario