lunes, 12 de septiembre de 2011

Ama de casa desesperada. Parte II

Ama de casa desesperada. Parte II
Ana y la crisis de un vientre cerrado
1 Sam 1:1-28
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 21
La cuarta escena comienza con el final de esta historia. Ana y su esposo después de adorar vuelven a Ramá, dejando atrás a Silo y con él la penuria, el llanto, el dolor y la aflicción. Elcana hace lo propio: se acuesta con Ana, y Dios hace lo suyo: se acuerda de Ana (vv. 19-23)[1]. El autor agrupa de esta manera la agencia humana y divina. En un sentido, el nacimiento de Samuel fue humano, pero el quitarle la infertilidad a Ana fue totalmente divino. El Señor ha escuchado la oración de Ana y ella testifica de ello nombrando a su hijo Samuel, que en hebreo suena como escuchada u oída por Dios[2]. De manera interesante Samuel dedicará su vida a la escucha de la voz de Dios (1 Sam 3:9-11). La escena cierra de manera esperanzadora. El autor, con maestría narrativa, ha ignorado a Penina, mostrando de esta manera que el elemento irritante ha quedado atrás; la antagonista de esta historia es un asunto del pasado, es periódico de ayer; el autor la ha enmudecido de tal manera que el lector difícilmente se acordará de ella.
El desenlace de esta historia está por llegar a su fin. El lector original en el exilio, lejos de su terruño, expatriado, con sentimientos encontrados, crisis de fe, y con un nudo en la garganta cual desplazado por la violencia o provinciano en la metrópolis, ya sabe lo que Dios puede hacer. Él puede devolverles el gozo de la fertilidad, puede silenciar a sus antagonistas al darles valía sacándolos de su desgracia y frustración. Ellos también pueden decir como Ana “Samuel: ¡Dios nos ha escuchado!”[3]. Sin embargo, esto no ha concluido aún. La última escena nos presenta a Ana cumpliendo su voto con mesura y una mística especial, en contraste con el disparatado voto de Jefté (vv. 24-28. Cp. Jue 11:31-40). El niño es presentado a Elí como fruto de la oración de Ana. Dios se ha manifestado en esta historia concreta con hechos tangibles y palpables. Samuel es dedicado al Señor de por vida[4].
                La historia cierra no con llanto, como empezó, sino con un acto de adoración, pues Ana va del lloro a la adoración. La oración de Ana ha dado resultado: no ha manipulado a Dios, tampoco ha negociado con él; ella no es una mercenaria de la fe, no comercializa con ella, simplemente va a Dios en oración sabiendo que el puede hacer lo que el hombre no. Generar vida donde no la hay es prerrogativa divina. No son las fuerzas de la naturaleza, ni los agentes humanos los que llevan la historia de la salvación adelante, sino la gracia de Dios, que es capaz de fecundar los vientres estériles y dar vigor a los cuerpos viejos y gastados (Cp. Lc 1:5-58). Esta historia no es una promesa de Dios. Él no siempre quitará la infertilidad, pero sí se hace cargo de los acontecimientos y permite acercarse a él en oración. Los lectores en el exilio ahora saben que Dios no deja huérfano a su pueblo; así como hizo con Ana puede hacerlo con ellos: puede escucharlos en oración y actuar a su favor.
            ¿Qué nos dice esta historia aquí y ahora? En primer lugar dice que Dios tiene la última palabra (abre y cierra), frente a la realidad de una Colombia golpeada por los que por el uso de las armas de fuego, los mass media, y el dinero se han hecho poderosos, y a pesar de que cual Peninas  van vejando, burlándose y atropellando al otro cual cosa o mercancía, hay esperanza. Dios está a favor de la Colombia que “entre cadenas gime”. Podemos ir ante él, como Ana, con humildad orante, y decirle “acuérdate de tu sierva Colombia”. En segundo lugar, el texto recuerda que tanto hombre como mujer no son agentes pasivos en la historia. La oración es un llamado a participar  activamente en los procesos divinos, es disposición hacia Dios y protesta contra estados de desesperanza e infertilidad. La oración y la acción van de la mano. Ana ora, Dios fertiliza, pero Elcana se acuesta con su mujer.
            En tercer lugar, para aquellos que estamos en el ejercicio de la predicación, en el hacer teológico y pastoral se nos hace imperativo sembrar esperanza. Como dijo Núñez: “tenemos que demostrarle a la gente  a quien ministramos la Palabra que Él [Dios] es real para nosotros, no solamente en nuestros libros de teología, sino en nuestra experiencia día a día”[5]. En él, toda ama de casa desesperada, padre de familia angustiado o joven confundido, encuentra esperanza.           Fin…


[1] La situación de Ana tiene su paralelo con los patriarcas, donde en tiempos especiales Dios se acuerda de ellos (Gn 8:1; 19:19; Éx 2:24). El “acordarse de Dios” no puede ser tomado como una acción mental después de un olvido, sino más bien como un actuar de Dios a favor de una persona. Acordarse no es simplemente traer a memoria sino actuar a favor de alguien en determinada situación.
[2] PAYNE, F, David, 1 Samuel, en Comentario Bíblico siglo XXI. El Paso (Texas)-CBP, 2000, p 320.
[3] Según la postura de Cross y Nelson la redacción de esta obra (Josué-Reyes) se hizo en el exilio. Aunque también creen en la doble redacción de Reyes la primera, pre exílica. Apuntes de la clase, Profetas anteriores. Profesor Milton acosta B, FUSBC. Abril 2008.
[4] El termino hebreo lwav (Saúl) significa dedicado. El autor bíblico tal vez nos haya estado diciendo desde el principio que Samuel era un hombre enviado por Dios como nunca lo sería Saúl. ¡miren al verdadero dedicado! (Samuel).
[5] NUÑEZ, Emilio A, Reflexiones sobre teología contemporánea en América Latina. Guatemala-Seteca 1986, p 32.

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