jueves, 10 de febrero de 2011

La trilogía diabólica...

La trilogía diabólica...
La tentación de Jesús en la predicación popular
Mateo 4:1-11
EN VOZ ALTA.07
Jovanni Caballero Doria
La exposición de tu Palabra alumbra. Salmo 119:130

La escena primigenia del diálogo en Edén entre la serpiente y la mujer y su posterior desenlace nos pone frente a una cuestión fundamental en la historia de la salvación: la cuestión hermenéutica (Gn 3:1-9). De esta manera la palabra de Dios  se hace objeto de interpretaciones y distorsiones. No obstante, Dios corre el riesgo, se hace “vulnerable” al dar su palabra al ser humano.
Es así como frente a la palabra de Dios surgen modelos hermenéuticos, algunos de los cuales hacen más juicio al carácter del texto santo que otros. Dentro de estos últimos se encuentra la lectura amañada y popular del texto. En la mayoría de los casos las personas no son conscientes de que lo están haciendo, sino que desconocen algunos elementos básicos de la interpretación bíblica. La narración de la tentación de Jesús es un claro ejemplo de esto. Por ello se expondrán a continuación algunas formas de lectura popular del evento en mención.
En primer lugar, es común escuchar la psicologización del texto. Esto tiene origen en la frase del diablo a Jesús “si eres hijo de Dios...”. Se argumenta, entonces, que el diablo estaba atacando la identidad de Jesús, poniéndolo a dudar sobre la misma. Esto suena muy bonito pero es insostenible a la luz de la gramática. La condición usada, en el griego, es de primera clase o de condición real, donde la afirmación expresada se da por cierta. Siendo así, el diablo no está dudando de la condición de Jesús como hijo de Dios, ni lo está poniendo a dudar, sino que está diciéndole que aproveche su condición de hijo para convertir las piedras en pan[1]. Es como si le dijera: ya que eres hijo de Dios, entonces…
En segundo lugar, es muy común que en círculos evangélicos populares se presente la tentación en términos fatalistas; esto es, que somos presas de una fuerza extraña que nos somete a prueba sin tener opciones ni capacidad de decisión propia. En el texto de Mateo 4:1-11, la tentación se presenta como opción, como propuesta o alternativa al camino de Dios, y no como una fuerza que limita nuestra capacidad de decisión. Pronzato afirma que “La tentación, cualquier tentación, es la seducción del atajo, del camino fácil, del criterio de la normalidad (todos hacen lo mismo)... es la propuesta de otro camino, que aunque exista, no es transitable para el discípulo que pretenda seguir las huellas del maestro”[2].
En tercer lugar, un dato curioso. Para los que hemos crecido en contextos pentecostales, el ayuno, como disciplina espiritual, es una de las columnas vertebrales de la espiritualidad[3]. Se escucha muy a menudo, y en términos casi fetichistas, que el ayuno aleja al diablo y a las tentaciones. Sin embargo, en el texto objeto de esta reflexión, el ayuno no aleja al diablo; lo atrae.
Finalmente, es importante recordar las palabras de Pronzato cuando habla acerca de rechazar la tentación de “instrumentalizar a Dios a favor de nuestros intereses egoístas y nuestros sueños de grandeza y poder... ese nombre [dice él] no puede invocarse como soporte de nuestros mezquinos proyectos y de nuestras pequeñas codicias terrenas, aunque enmascaradas desmañadamente con buen fin, y disfrazadas con motivaciones y preocupaciones de orden religioso (que no siempre coincide con el de la fe)”[4]. La tarea de los que predicamos es, entonces, evitar la tentación del atajo; esa que lleva a no estudiar el texto a profundidad y conformarnos con una lectura plana y floja del texto, y más aún, conformarnos con la lectura popular del texto, convirtiéndose ésta en alimento de nuestras predicaciones. El púlpito de la Iglesia en Latinoamérica necesita profundidad e impacto. Como decía Spurgeon: “púlpito fuerte, Iglesia fuerte”.
Fin… Cuando estemos frente al texto, estudiándolo, el enemigo vendrá a susurrarnos: por qué no te relajas y dices cualquier cosa, porque escrito está “la letra mata, más el espíritu vivifica”.


[1] “Satanás no invitó a Jesús a dudar  de su condición de hijo sino a reflexionar en su significado. La condición de hijo del Dios viviente, le sugirió, seguramente significaba que Jesús tenía el poder y el derecho de satisfacer sus necesidades” CARSON, Donald, Comentario Bíblico del expositor: Mateo. Vida- Miami, Florida, 2004, p 126.
[2] PRONZATO, Alessandro, Sólo tú tienes palabras: comentarios al evangelio de Mateo. Sígueme- Salamanca, 2002, p 49,50.
[3] Para ver otros elementos de la espiritualidad pentecostal, ver a LOPEZ R, Darío, La fiesta del Espíritu: espiritualidad y celebración pentecostal. Puma- Perú, 2006, p 47, 48.
[4] PRONZATO, Op, Cit,. p 51.

No hay comentarios:

Publicar un comentario