lunes, 25 de junio de 2018

La canción del despojado (2)


La canción del despojado (2)
Cristología para una comunidad en crisis
Fil 2:1:11
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 196
Segunda estrofa, vv. 9-11. Recordemos que Pablo está apelando a la forma de “pensar” (2:5), que también implica orientación de vida, para hacerlo, está presentado a Jesús y su modo de “pensar”, su orientación de vida. En la primera estrofa el sujeto es Jesús, ahora, en esta estrofa el sujeto es Dios. En esta segunda parte se presenta la confirmación de Dios, la reivindicación del padre ante el vaciamiento de Jesús, ante su decisión de no volverse atrás ni reservarse la vida: el honor, la autoridad máxima, la exaltación (expresada a trasvés de la escenificación de una coronación real). “El significado de este reconocimiento divino no pretende, en primer lugar, recompensar la acción de Cristo, sino reconocer públicamente que ese es el camino a seguir, la vida que agrada y se identifica  con la voluntad de Dios. Y esto es lo que Pablo trata de subrayar: que aunque la sociedad grecorromana considere la humildad y la obediencia como prácticas rechazables (en la persona libre) que reducen al individuo y a la comunidad a lo “servil”, Dios tiene el mayor de los aprecios por ellas. Es el mundo al revés: las estructuras sociales imperantes pierden su aparente valor absoluto y son puestas en entredicho; más aún, el respaldo final de Dios va a suponer la transformación del universo simbólico”[1].   
               Con este esta forma de ver las cosas, Pablo conecta lo que está pasando en Cristo con el anuncio de salvación anunciado en Isaías 45:23: “… Ante mí, todos doblarán la rodilla y me adorarán…”[2]. A partir de ahora queda claro: se es imagen de Dios no desde la codicia del poder ni desde el ejercicio de una autoridad déspota, sino desde el vaciamiento para llenar a otros, desde la humillación para que otros queden ensalzados. Claro, el “por lo cual” o el “por lo tanto” o el  “por esto” con el que comienza esta estrofa no es adversativo sino ilativo. La exaltación de Dios a Jesús no es “a pesar” de su condición de siervo sino por su condición de siervo. Es un resultado de sus opciones de vida y su actitud ante ella. La cruz no ha sido fruto de la casualidad, sino el final de la acción y la predicación de Jesús, el resultado de su pasión por la justicia y su dedicación a la buena noticia de Dios que perdona y salva a la humanidad. Así, la cruz no es el fin de la encarnación, sino la  consecuencia del comportamiento y las palabras de Jesús, hombre libre y obediente, verdadero Adán, plenamente  conforme al proyecto de Dios, el cual quiere al hombre humilde , verdadero, siervo de los hermanos, reconocido por su justicia (Mt 5:1-12)[3].
Esta segunda parte generalmente ha sido leída “en clave de poder y/o sometimiento”: Jesús es ahora un Señor déspota que pide adoración y reconocimiento de todos. Pero no. Cuando Pablo dice de Jesús que “Dios lo exaltó dándole un nombre sobre todo nombre” no está diciendo que Jesús sea ahora una especie de caudillo o dictador (sería no entender el argumento paulino), lo que está diciendo es que Dios aprobó la actitud de Jesús y que lo ha puesto a él como referente, como ejemplo o patrón absoluto (Fil 2:5-11). Así, “doblar rodillas” (en el contexto relacional filipenses) es una imagen que habla de la deposición de todo orgullo, de toda altivez, de toda pretensión de dominio del hombre sobre el hombre, de la renuncia a toda “ley” de ventaja; “doblar rodilla” significa vaciarse como Cristo, pensar como Cristo”. Así las cosas, Cristo es modelo, no porque sea Dios, sino porque es verdaderamente hombre (Léase, humano). Pablo sueña con toda la creación cumpliendo, a partir de la experiencia de Cristo, el propósito divino.
El texto presenta una nueva imagen de Dios. Jesús asume su muerte como la mejor manera de ser consecuente  con una vida entregada a revelar quién es el padre y como actúa en la historia. Acepta el rechazo, la humillación de la muerte en la cruz, sin pedir reparaciones, sin tomar en cuenta las ofensas, sin buscar el enfrentamiento. Se humilla para perdonar, para vencer la espiral de la violencia. Actúa en silencia aceptando la libertad de todos. Así es como actúa Dios. El texto presenta una nueva imagen del creyente en Cristo Jesús. La figura del cristiano queda afectada por este modo de ser de Dios. Mientras el mundo aspira al honor, al control, a la violencia, a la mentira, a la dominación para llegar al triunfo y la exaltación, el “evangelio de la cruz” contempla al otro como un hermano que me permite ser más persona. Abrazarlo en su impotencia y humildad, ponerse a su lado para caminar juntos, es el modo de alcanzar el poder. El mejor ejemplo lo tenemos en Jesús, imagen de Dios. Así las cosas, tenemos que superar la incoherencia y conectar “mente” con “rodillas y lengua”. De esto hablaremos en nuestra próxima entrega. Continuará.

[1] ROSELL NEBREDA, Sergio. La nueva identidad de los cristianos: el himno a cristo en la carta a los Filipenses. Sígueme – Salamanca, 2010, p 93.
[2] “Los poemas en Isaías 45 (donde desde el 42 hasta este capítulo se expone la insensatez de la idolatría y el poder de Dios) reiteran varios de los temas anteriormente expuestos por el profeta e incluyen un nuevo componente extraordinario: se indica que le ungido del Señor es Ciro, el rey persa. El pasaje revela una teología universalista extraordinaria; pone de manifiesto la capacidad literaria y espiritual del escrito y se fundamenta en una muy firme convicción monoteísta”. PAGÁN, Samuel. Tres meses en la escuela de Isaías. Abingdon Press-Nasville, 2000, p 121.
[3] “Considerar que el objetivo de la encarnación sea la cruz significa poner a Dios una máscara que desfigura el rostro en un remedo de dolor absolutamente extraño a la verdad del mensaje cristiano: ¡es la cruz la que debe leerse a través de Jesús, no Jesús a través de la cruz!”. BIANCHI, Enzo. Para mí el vivir es Cristo: ejercicios espirituales. San Pablo-Bogotá, 20909, p. 81.  

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