¿Cómo nos habla Dios?
Salmo 19
convozalta.blogspot.com/ Jovanni Caballero 117
El genetista Francis S. Collins, director del proyecto Genoma Humano por
más de una década, público en el 2006 su libro ¿Cómo nos habla Dios? (The
language of God) en donde narra su tránsito del ateísmo a la fe. Para
Collins el Genoma Humano es como una carta de Dios para los hombres, es una de
las formas con la cual Dios se comunica. De la misma manera, el autor del salmo
19 cree que Dios existe y que no se ha quedado en silencio, es un Dios que se
comunica y se relaciona. Así, el poeta cree que Dios nos habla de dos maneras:
a través de la creación (vv.1-6) y a través de la ley o la torá (vv. 7-11). La
creación y la ley son puertas que se abren al conocimiento y la experiencia de
Dios. Frente a la ley el poeta es desafiado e invitado a integridad, la
confianza y a la liberación (vv.12-14).
En la primera parte del
poema la creación es como una valla publicitaria que habla por sí misma de su
creador (vv. 1-6). El texto es un eco del acto creativo en Génesis (1:1). Los
elementos de cielo, día, noche, sol, dan testimonio de ello. Sin embargo hay un
detalle llamativo: se le dedica casi la mitad de esta primera parte al sol (vv.
4b-6). Esto deja notar que el interés del texto es hacer polémica y
desmitificar: hacer polémica contra la astrología babilónica y desmitificar los
poderes, incluso divinos, atribuidos al sol[1].
Este, por más poderoso que sea, es simplemente creatura, que obedece a las
normas de un ser superior comunicando por todos los rincones la gloria de Dios.
No rige destinos, Génesis diría que sirve para marcar las jornadas, con un
claro sabor litúrgico, aquello que se adoraba sirve ahora para invitar a la
adoración.
El autor deja la creación
y empieza hablar ahora de la ley (vv. 7-11). Cuando se refirió a la creación
como testigo de la gloria de Dios, usó el nombre genérico para Dios, el cual es
sencillamente Dios o el en hebreo. Pero ahora deja el
genérico y usa el nombre personal para Dios, el Señor o Yahvé en hebreo;
nombre que está vinculado a la historia del éxodo y a los eventos que lo
acompañan, es en dicho evento donde Dios revela el nombre a Moisés (Ex 3:14,15).
La sugerencia es que el poeta está diciendo que a través de la ley se puede
conocer a Dios de una manera más íntima, la creación habla de Dios pero la ley revela
su nombre, su intimidad. La ley enseña, restaura, es terapéutica, tiene
carácter exhortativo y retributivo para quien la guarda.
En la última sección del
poema el poeta expresa el efecto que ha tenido en él reconocer la obra divina
en la creación y en la torá (vv. 12-14). Hace una reflexión donde revela su
sentido de humildad e impotencia, “contemplar la gloria divina, según se revela
en la naturaleza y en la ley, hace que el salmista desee vivir en integridad, y
le desafíe a vivir de acuerdo con los preceptos divinos. Descubrir la grandeza
de Dios le hace reconocer sus imperfecciones, que es el primer paso hacia el
disfrute pleno de la vida[2].
El salmista termina expresando el deseo de no ofender a Dios, en últimas, toda
esta reflexión lo ha llevado a tener un sentido de confianza y liberación:
“roca mía y redentor mío” (Cp. Dt
32:4; Ex 15:13).
Este texto nos ha puesto
frente a la cuestión fundamental de la teología del AT. Creación y Palabra. La
teología sistemática le ha llamado es este binomio revelación general
(creación) y revelación especial (palabra); y, Francis Bacon, el padre del
método científico, planteo que Dios se había revelado al ser humano de dos
formas, por “las escrituras” y por “el libro de la naturaleza”. Sin embargo lo
realmente importante es lo que el texto quiere decirnos aquí y ahora. El texto
rechaza el viejo problema de creer que los astros influyen nuestros destinos,
es decir, la costumbre de consultar el horóscopo. Pero también objeta al
panteísmo (todo es dios), ya que hace una clara
diferencia entre la creación y su creador. La creación debe llevarnos a la
contemplación y a la admiración del creador. Como reza el viejo himno “Señor mi
Dios, al contemplar los cielos…”. Esta creación se convierte en predicadora al
hombre y es suficiente para que este reconozca en ella, la impronta divina (Rom
1:20-24).
Sin embargo aunque la
creación nos lleva a la contemplación, es la Palabra-Ley la que finalmente nos
confronta con nuestra finitud y la capacidad para errar, es la Palabra la que
nos expone (Sant 1:23,24; 2 Tim 3:16,17) y nos entrega en las manos de aquel
que puede ayudarnos y guardarnos de nosotros mismos, es la Palabra la que marca
el derrotero de nuestras palabras y nos conduce a la confianza y liberación en
Dios. Juan el evangelista diría en el prólogo de su evangelio que la Palabra
por excelencia es Jesús que tiene la capacidad para dar vida y luz a los
hombres (Jn 1:1-5). De manera que Dios nos ha hablado y haríamos bien en
configurar nuestras vidas a la luz de su revelación dejando a un lado toda
superchería y búsqueda de revelaciones extrañas. La palabra final, revelación
final de Dios fue Jesucristo (Heb 1:1,2), pongamos nuestra mirada en él. La
creación invita a la contemplación, la Palabra desafía a la conversión. Fin.
[1]“Aunque los vv. 1-6 contienen
paralelos a himnos al sol en Egipto y en Mesopotamia hay una gran diferencia:
allí el sol es adorado y deificado, pero en este salmo la naturaleza y el sol
están personificados para alabar a Dios” BRENEMAN, Mervin, Comentario Bíblico
Mundo Hispano Tomo 8: Salmos. Mundo Hispano-El Paso (Texas), 2009, p 111.
[2]PAGÁN, Samuel, De lo profundo,
Señor, ati clamo: introducción y comentario al libro de los Salmos, Patmos-
Miami, 2007, p 193.
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