sábado, 15 de junio de 2013

Salvos ¿De qué y para qué?

Salvos ¿De qué y para qué?
 Efesios 2:1-10
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 60
La mayoría de los cristianos responden positivamente y de manera entusiasta  a la pregunta ¿Ustedes han sido salvos?, pero la dificultad llega cuando preguntamos ¿De qué y para qué lo han sido? La emoción es cambiada por la reflexión. Y es que, esta reflexión se hace necesaria si queremos entender y vivir a profundidad la experiencia cristiana. El texto de Efesios 2:1-10 (y 11-20) pretende ser una ampliación de lo que ya el apóstol dijo en el Efesios 1:7 respecto a la redención, liberación o salvación.  Ahora, para que se dé un proceso de salvación deben existir las siguientes condiciones:1). Una situación de peligro, 2). Un liberador o salvador, 3). Una forma de vida “pos liberación”.  Tomando como referencia estas condiciones analizaremos un poco el texto objeto de esta reflexión[1].
            En primer lugar el texto describe una situación de peligro: muerte a causa de los delitos y pecados (vv.1-3). El apóstol usa el “vosotros” para referirse a los gentiles y el “nosotros” para hacer referencia directa a los judíos, incluyéndose. La situación de peligro no hace acepción de personas, frente a ella no hay excluidos, todos han sido “impregnados” por el veneno de la muerte a causa del pecado; y como resultado de ello se rendía culto a otro (al príncipe de la potestad del aire) y se estaba expuesto a la ira divina[2]. Ahora, generalmente este texto ha sido leído diciendo que lo que se describe allí es la “muerte espiritual”, sin embargo, aunque esta frase ilustra la situación del hombre frente a Dios, no hace juicio exacto a lo que el texto quiere expresar ya que la categoría “muerte espiritual” es ajena al texto del NT. Sugiero que Pablo nutre lo que está expresando del AT. En Génesis la muerte entra cuando el hombre peca. La muerte impregnando el sello de la temporalidad, recuerda que el hombre es un ser dañado, malogrado y herido por el pecado. Este es el primer exilio: ser sacados del ámbito territorial del Edén. Por otro lado, en Ezequiel (37) y Oseas (13:14) la muerte es metáfora de la condición del pueblo en el exilio Babilónico por la desobediencia, y la resurrección es el anuncio que la situación de exilio no es clausura para Dios. Tal vez el apóstol recoja esta última imagen: el hombre es un exiliado, muerto, por sus pecados y Dios lo ha traído de nuevo a casa; “¡Él nos dio vida!, ¡El exilio acabó!”.
            En segundo lugar el texto nos presenta al liberador: Dios mismo (vv. 4-9). El proceso de liberación o salvación es descrito con el lenguaje del éxodo y del exilio de Israel: amor, misericordia, muerte. La base de la salvación, se describe, es el amor de Dios y otra vez se menciona la condición del salvado: la muerte. El contraste entre estos versos y los anteriores es bien marcado: ira de Dios, amor de Dios; estaban muertos, han sido resucitados. El “pero” marca el cambio de situación: de desgracia a la gracia, de la muerte a la vida. La salvación así, no es por meritocracia sino por gracia. La vida presente de los cristianos es ya, metafóricamente, una vida de resurrección[3]. La obra de Dios al salvar se convierte en su mayor argumento para todas las generaciones, él quiere ser conocido como un Dios salvador. Su gracia, no su ira, es su última y más esperanzadora palabra.
            Y en tercer lugar el texto presenta la forma de vida pos liberación: salvados para buenas obras (v. 10). El fin de la salvación (liberación) es el servicio (Cp. Ex 3:12). El texto es claro al afirmar varios detalles: 1). La salvación no es por obras sino para obras; 2). Este nuevo estado de liberación se lee como una creación aludiendo al relato del Génesis. De esta manera la salvación es creación, y 3). Esta nueva vida, fue la vida que Dios ideo para los salvados. Vivir así en esta nueva vida es vivir según Dios quiere que se viva (4-6). De este modo, la libertad no se convierte en libertinaje sino en condición necesaria para la adoración. Así, “contra el sombrío trasfondo de nuestro mundo hoy, Efesios 2:1-10, resalta con una pertinencia urgente. Pablo primero desciende a las profundidades del pesimismo acerca del hombre, y luego se eleva a las alturas del optimismo acerca de Dios. Esta combinación de pesimismo y optimismo, desesperación y fe, constituye el refrescante realismo de la Biblia. Porque lo que Pablo hace en este pasaje es pintar un vivido contraste entre lo que somos por naturaleza y lo que podemos llegar a ser por gracia”[4].
            Concluyamos entonces que se es salvo por Dios del pecado que nos exponía a su ira para que ahora podamos vivir un nuevo proyecto de vida en Cristo (Cp. Rom 1:18; 5:9; 1 Tes 1:10); una nueva humanidad. Salvación tiene que ver con ser llamado por la gracia de Dios a formar parte del plan que él como creador tiene al restaurar en Cristo todas las cosas; ser salvado es ser partícipe de un plan de reordenamiento divino. No es una reubicación espacial: “irse de esta tierra al cielo”, sino un encuentro existencial: “ser hallado por Dios para ser objeto de su gracia”. Fin.


[1] Este texto, 2:1-10, forma un díptico con el siguiente, 2:11-23, así: A. Situación anterior, vv. 1-3; 11-12.  B. Obra divina de salvación, vv. 4-7; 13-18. C. Modalidades y efectos, vv. 8-10; 19-22.
[2] La ira de Dios se da como resultado de su justicia y santidad. Dios no es como una divinidad iracunda, idea muy generalizada en conceptos paganos. Romanos 1:18-32 nos dice que la ira de Dios básicamente tiene que ver con la idea de que Dios permite que los seres humanos sufran las consecuencias de sus propias maldades. Dios se declara en desacuerdo con lo que se está haciendo y abre la posibilidad para el arrepentimiento. La ira es un concepto legal, se entiende mejor cuando en la frase “le cayó el peso de la ley”, entendiendo “peso” como los resultados de vivir al margen de la ley.
[3] En lugares celestiales (Cp. 1:3,20; 2:6; 3:10; 6:12). WRIGHT, N.T, La resurrección del hijo de Dios. Estella (Navarra) - Verbo Divino, 2009, p 306.
[4] STOTT, John, El mensaje de Efesios. Certeza- Argentina, 2006, p 63.

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