Jesús misionero:
una mirada a la tradición cristológica en la AIEC
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 52
[“A la ciudades y poblados de mi tierra fueron llegando hace tiempo
misioneros, que con esfuerzo plantaron muchas iglesias y demostraron el poder
del evangelio en Cartagena, Montería y Sincelejo; y en las riberas del gran río
Magdalena la obra de Cristo, con empuje, fue creciendo, se fue extendiendo
¡Gloria a Dios!”][1].
Así, y en verso, llegó y fundó Jesús lo que se conoce hoy como la Asociación
de Iglesias Evangélicas del Caribe (AIEC). Este Jesús ‘fue traído’ a la costa
norte colombiana por los misioneros Enrique y Susana Strachan, fundadores de la
Misión Latinoamericana (LAM) y de la AIEC. Todo este proceso se llevó a cabo durante
los años veinte y treinta del siglo pasado, cuando Don Enrique predicó en El
Salvador, Honduras, Venezuela, Colombia, Chile y en las costas del mar Caribe.
“Predicó el evangelio en plazas públicas, teatros… donde muchas personas se
arrepintieron y conocieron a Cristo. Como iba de un lugar a otro, se le apodó El
caballero andante de América Latina”[2].
[“Y fue así que comenzó la Asociación de Iglesias del
Caribe, que por la costa proclamó el evangelio que nos hace libres; y por
Colombia se extendió, buscando al hombre que en pecado gime, para llevarlo a
aquel que redime, que es Jesucristo ¡Gloria a Dios!”]. Hasta este momento, y de
aquí en adelante, se puede notar que el Cristo de la AIEC es eminentemente
misionero; es decir, este Jesús se abrió paso al ser anunciado en toda nuestra
región como el que busca y encuentra al hombre en su “ya” y en su “ahora”, en
sus cotidianidades, a ese hombre costeño que no sabía cómo llegar a Dios. Jesús
redime a ese hombre y lo pone en sintonía con su creador. La influencia de esta
cristología misionera se ha visto reflejada en la AIEC durante más de 60 años,
a través de la fundación y plantación de iglesias por toda la Costa Atlántica,
en Medellín, Bogotá, Ecuador y Venezuela, al punto de contar hoy con más de 700
comunidades en el territorio nacional. Y aunque la mayoría de estas no son muy
grandes numéricamente, sí ve en ellas estabilidad y sostenibilidad en el tiempo
y preocupación por extender el evangelio para que más personas conozcan a Jesús.
La convicción misionera es tal que hace parte de nuestro himno cuando declara:
[“Hoy más que nunca seguiremos avanzando, cumpliendo así con el sagrado
mandamiento de proclamar a todo el pueblo colombiano las buenas nuevas del
poder del evangelio. Cristo nos dice que las puertas del infierno no prevalecen
en su lucha con la Iglesia, por eso siempre avanzaremos con denuedo, y
venceremos ¡Gloria a Dios”]!
Sin embargo, es muy fácil
manufacturar a Jesús, crearlo al antojo de nuestros caprichos y decir con
descaro disfrazado que “es el mismo que caminó hace dos mil años por
Palestina”, aquel de quien los evangelistas y la historia han dado testimonio.
La AIEC es desafiada hoy por cristologías manufacturadas y alternativas tales
como el Jesús de la prosperidad y el de los milagros. El primero se presenta
con traje y corbata, predicando desde un púlpito de mármol “¡Prosperidad
material para todos!”, en detrimento de “todo el consejo de Dios”. El segundo
es el genio de la lámpara mágica que complace los caprichos de sus seguidores.
A este Jesús que todo lo puede, irónicamente, fue el mismo a quien Pablo oró
tres veces para que lo sanara y no lo hizo (2 Co 12:8,9). Por esto, hoy desde
la AIEC se hace necesaria una mirada crítica a la pregunta de Jesús “¿Quién dicen
los hombre que soy yo?” (Mrc 8:27), cuestión que debe ser respondida a la luz
de la historia y de los materiales bíblicos para no caer en
descontextualizaciones y cristologías vagas. “No son poco los cristianos que se
preguntan si hay algo nuevo que decir sobre Jesús, y si el intento de decir
algo nuevo no constituye una negación de la enseñanza tradicional de la iglesia
o de la suficiencia de la Escritura”[3].
La imagen del Jesús
misionero es reflejada en la AIEC, hoy como ayer, por las palabras desafiantes
de Jesús: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones…” (Mt 28:19a).
Esta cristología nutre y da fuerzas a la
AIEC para anunciar a aquél bajo cuyo “dominio están el cielo y la tierra”. No lo
anunciamos para hacerlo Señor; lo anunciamos porque él es el Señor. De igual
modo, la preocupación misionera se expresa hoy en la proclamación histórica y
bíblica del Jesús que quiere reconciliar a la criatura con su creador, al
hombre con su Dios. Hacer lo contrario sería optar por cristologías alternativas
y hasta aberrantes; sería renunciar a la historia, a nuestra historia, y al
testimonio de la Biblia misma. Por eso: “[Hoy como ayer, la Asociación va
desplegando el pabellón de Cristo, vamos en pos del galardón que Dios el Padre
nos ha prometido, y aunque haya aquí persecución y los creyentes sufran el
martirio, no temeremos: Jesús ha vencido al enemigo ¡gloria a Dios!”]. Finalmente,
esta cristología misionera halla su base escritural en el texto del evangelio
de Marcos, donde el resucitado comisiona a los discípulos diciéndoles: “Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura…” (Mr 16:9). Fin.
EXCELENTE. No hay nada que inventar. JESUS no vino a constituir emporios religiosos y tampoco es una religión, El es PARA VIDA ETERNA y la misión de los que le sirven es la última frase “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura…” (Mr 16:9). Con mis palabras diría yo....id en todo lugar advirtiendo sobre EL PLAN DE SALVACION DE ARRIBA. Felicitaciones JOVANNI.
ResponderEliminarSER CRISTIANOS, Y LLEVAR LA RESPONSABILIDAD HISTÓRICA DE DAR UN MENSAJE QUE NO TRAIGA DUDAS HACIA LA PERSONA DE JESÚS, QUE NO QUEDE DUDA DE QUIEN ES EL Y RESPONDER A LOS DESAFÍOS QUE CONTINUAMENTE SE NOS PRESENTAN.
EliminarNUESTRA META: VIVIR PARA CUMPLIRLE " ID Y HACED DISCÍPULOS..."
BENDICIONES PASTOR
hermano gracias por tu aporte a las nuevas generaciones de la AIEC
ResponderEliminarHola. Yo conocí al Señor en una iglesia de la AIEC en una vereda llamada Bocas de Uré, a orillas del río San Jorge, Montelibano - Cordoba, a la edad de 7 años. Mi abuela inició allí con sus hijos un testimonio para la gloria de Dios. Doy gracias a Dios por ella y mi por mi madre. Hoy vivo en Medellín y sirvo junto con mi esposa en una iglesia al señor Jesucristo, de las iglesias conocidas como hermanos libres. Dios bendiga a la AIEC y que puedan conservar la sana predicación de la Palabra de Dios.
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