El valor de predicar: consejos para un amigo predicador. Parte IV
La forma.
convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 47
Querido amigo Samuel, te escribo esta vez con la
esperanza de que mis anteriores consejos hayan enriquecido tu vida y ministerio
de la predicación. En esta ocasión te hablaré de la forma. En primer lugar trataré la forma que tu predicación debe tomar. La
discusión ha estado centrada en si el sermón debe ser textual: basado en un
pequeño texto de las escrituras; temático: basado en un gran tema de las
escrituras; o expositivo: basado en una porción amplia de la Biblia. Esta forma
de ver las cosas tiene sus dificultades y confusiones. El sermón temático, por
ejemplo, funcionaba bajo el criterio de la dicta
probantia o “texto prueba”; aquí el predicador elegía un tema y colgaba en
el algunos versos dispersos de las escrituras que apoyaran ese tema. Con todo
respeto, querido Samuel, esta forma de predicar patrocina la pereza y no alimenta
al pueblo de Dios[1]. A mi criterio la
predicación, toda, es expositiva, no tanto en su forma sino en su esencia; es
decir, toda predicación debe ser la comunicación o exposición del mensaje de un
texto Bíblico que ha sido estudiado en su forma literaria, su contexto
histórico y su teología en relación con todo el mensaje de la Biblia. Mas
adelante te hablaré del asunto de la “teología Bíblica” en la predicación.
En segundo lugar esta el tema de la
forma literaria que toma el texto a predicar. Básicamente, la predicación
durante el siglo XX estuvo inspirada en el modelo proposicional, bosquejo
lógico por lo general de “tres puntos”, donde la forma del texto y mensaje eran
separados. La tarea del predicador era encontrar la idea o el mensaje del texto
para luego “embotellarla” en la estructura predeterminada y proposicional. Hoy
el predicador ha desarrollado su capacidad de análisis y valoración literaria
del texto, se deja seducir por este como literatura: analiza formas, estudia
las estructuras, aprende los diferentes artificios literarios; valora la
poesía, la narrativa, la profecía y la apocalíptica. Sabe que forma y mensaje
son inseparables. Es más sabe, que la exegesis correcta del texto está determinada
por la clase de literatura del mismo. Así mi querido Samuel, la Biblia tiene en
común con otros textos, sagrados o no, las formas literarias, es decir, la
Biblia es literatura y debe ser estudiada como tal.
Por
esto, cuando este estudiando el texto a predicar, lo primero que debes hacer es
identificar el género literario que estas trabajando. Así podrás predicar
variedad y entusiasmo. En la poesía
de la cual forman parte los salmos debes centrarte, además del lenguaje
figurado, en los paralelismos que se usan: el sinónimo donde una segunda línea
reafirma lo que dijo la primera; el sintético donde una segunda línea completa
lo que se dice en la primera; y el antitético en donde la segunda línea
contrasta lo dicho por la primera. El pensamiento hebreo es concreto y práctico,
provoca la imaginación, meditación, identificación y colaboración. En la narrativa de la cual esta compuesta
las dos terceras partes de la Biblia, debes notar el escenario, la
complicación, el clímax, el desenlace y el cierre del relato o la historia que
se esta contando. Debes evitar dos extremos: moralizar a los personajes e
ignorar a los personajes. Debes mirar como estos, desde sus realidades, hablan
de Dios y la salvación.
En la profecía debes
tener en cuenta si en su forma es un litigio, un ¡ay!, una promesa, una
representación, un discurso, o una poesía. Debes evitar el error de mirar a los
profetas como adivinos del futuro, generalmente siempre miraban hacia atrás,
hacia la ley y su cumplimiento en el pueblo de Dios. Las epístolas, generalmente tienen la estructura de las cartas del
mundo grecorromano del primer siglo: introducción, desarrollo, implicaciones
del tema en desarrollo, conclusión. La
apocalíptica tiene el interés no de asustar o infundir temor, sino aliento
y esperanza. Esta literatura esta dirigida a creyentes en crisis: “Dios está en
control de la situación, pueden descansar tranquilos”. El uso de las imágenes y
símbolos es importante aquí. Estas, mi querido amigo, son algunas de las formas
literarias que el texto Bíblico toma y con las cuales debes familiarizarte. Existen
otros géneros y subgéneros de los cuales no hablaremos aquí[2].
Pero es claro que no podemos acercarnos a un texto poético de la misma manera
que lo haríamos con un texto narrativo o apocalíptico.
De esta manera Samuel,
estructura literaria y mensaje se complementan. Tu tarea como predicador no es
imponer una forma, sino dejarte llevar y seducir por la forma que el texto
tiene. El autor Bíblico no solo escogió "que" decir; su tema, sino también "como" decirlo;
su forma. El texto es literatura y debe tratárselo como tal. ¡Involúcrate en el
texto!: hay una tormenta ¡vívela!, un llanto ¡llóralo!, una brisa ¡siéntela!,
un dolor ¡se sensible!, una expresión de gozo ¡regocíjate!, hay depresión ¡identifícate!
Disfruta la poesía, se desafiado con las epístolas, espera con la apocalíptica;
se curioso, “la curiosidad mató al gato” y la falta de ella mata al predicador.
Continuará.
Cada vez es más exquisito leer un texto con tanta curiosidad como los tuyos!
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