lunes, 29 de noviembre de 2010

El hombre y la mujer se complementan

El hombre y la mujer se complementan...
Una mirada a  la creación de la mujer.
Gén. 2:18-25.
EN VOZ ALTA.02.

Jovanni Caballero Doria

La exposición de tu Palabra alumbra. Salmo 119:130.

           La noche era joven, el público enardecía, las manos de la joven sudaban y sus pupilas se dilataban al escuchar la pregunta... “¿Usted cree que la mujer es complemento del hombre?” el público calla y la respuesta no se  hace esperar: “el hombre se complementa a la mujer, mujer con mujer, hombre con hombre y... también mujer a hombre del mismo modo en el sentido contrario. Y... estamos para darnos cariño, para darnos amor. Y... la mujer es el complemento del hombre en un sentido muy bello, porque... le da amor y también le da cariño,... el mundo está evolucionando y cada vez le damos más amor a los hombres que, en el caso colombiano, un día fueron machistas.” Lo anterior parece ser una versión Mockusiana del relato primitivo sobre la creación de la mujer en Génesis; relato con el que se responderá de una manera diferente  a la pregunta inicial hecha a la joven.
         El texto que nos ocupa esta vez se encuentra en el capítulo 2 de Génesis, el cual se centra en la creación del hombre y la mujer. En términos generales nuestro texto está ubicado entre la prohibición (2:17) y la tentación (3:1ss), o la prohibición emitida y la prohibición incumplida. La trama se desarrolla con la sentencia de Dios: no es bueno que el hombre esté solo (v 18) y termina con la unión sin vergüenza entre hombre y mujer (v 25). Veamos entonces cómo se interrumpe la soledad del hombre y cómo éste llega a exclamar el primer poema que la Biblia registra, el cual habla del complemento entre el hombre y la mujer.
          La frase inicial del relato, “no es bueno que el hombre esté solo”, parece contrastar con el 1:31 donde se ha declarado la bondad de toda la creación. Sin embargo es el 1:31 el que arroja luz para la interpretación de esta declaración: lo bueno es lo terminado, lo completo; en este sentido, la no-bondad del hombre radica en que la soledad es un estado de no acabado. No quiere decir que Dios hizo algo incompleto, sino más bien que Dios no quiso dejar nada incompleto, inconcluso. La frase ‘ezer kenegdo (ayuda adecuada), habla de la complementariedad, no de sumisión o relaciones laborales. Ella será la ayuda que le corresponde[1].
         El texto da un giro inesperado (v19, 20), sorprende al lector; y se centra ahora en la creación de los animales y de cómo el hombre trabaja poniéndoles nombres, reclamando de esta manera autoridad sobre ellos (1:28); sin embargo, aunque ellos comparten la condición de creación del polvo junto al hombre (2:7), la búsqueda entre ellos de una ‘ezer kenegdo para este último es infructífera. El hombre sigue solo a pesar de sus labores y del uso de sus facultades regentes; además, la zoofilia es descartada; la compañía que se busca debe completar al hombre de la manera como no lo harán el trabajo ni el resto de la creación.
         El autor vuelve a  mencionar el acto creativo de Dios, esta vez no para crear animales (v 19) sino para crear al complemento del hombre (v21-24): la mujer. Es el mismo Creador quien trae, ya no animales, sino que, cual padrino de bodas, presenta a su última creación. El hombre ve en ella su espejo, su ayuda correspondiente; de ahí el juego de palabras en hebreo: ella es Ishah porque fue tomada del Ish. El hombre comparte su nombre con ella; no le da un nombre, no ejerce autoridad; además, ve en ella su contraparte. Dios trae a la mujer, no mujeres[2], descartando ya no la zoofilia sino la poligamia y la homofilia. Adán extasiado, se inspira y hace poesía[3].
           El relato cierra explicando el porqué de la relación monógama (v25): la mujer es la ayuda adecuada del hombre. Este texto es revolucionario pues en ninguna cultura de la antigüedad renunciaba un hombre a cosa alguna para casarse con una mujer; las mujeres no eran consideradas dignas de tal sacrificio, ella tenía que sacrificarlo todo el día de su matrimonio[4]. Ahora, la progresión de los verbos, dejar- unir – ser, sugiere que la unión monógama y heterosexual parece ser paradigma de la relación hombre- mujer; esta relación merece una ruptura con un pasado: dejar padre y madre; una unión con un presente: unirse a su mujer; y una construcción de un futuro en cooperación: llegar a ser una sola carne. El matrimonio, de esta manera, se convierte en un camino, un proyecto que no se nos entrega concluido sino para construir. Finalmente, en el NT Pablo (Ef 5:30) y el mismo Jesús (Mt 19:4,5) apelarán al orden de Génesis para defender la unión entre hombre- mujer de las perversiones de su tiempo.
                                                                                Fin... ¿usted cree que la mujer es el complemento del hombre?


[1] Lo que se busca entonces no es una ayudante, ni mucho menos un ser inferior, sino un ser que, por ser igual al varón, le pueda ser verdadera ayuda y apoyo, como Yahvé lo es de Israel (Sal 33:20; 121:1,2; 1 Sam 7:12)
[2] El  homosexualismo pervierte el orden creado; el androginismo intenta eliminar las distinciones.  Esto nos deja frente a una sociedad ambigua y, la promiscuidad sexual  elimina el paradigma monogámico y la posibilidad de construir proyecto.
[3] La idea difundida ampliamente de que el hombre no es romántico es más una verdad cultural, que una verdad creacional.
[4]  “La declaración que hace Dios en Génesis 2 invierte por completo la escala de valores del mundo. La perspectiva divina es que el hombre debe tener a la mujer en tan alta estima que ha de estar dispuesto a sacrificar cualquier cosa (incluso a aquellos que le dieron su posesión más preciosa: su vida) ¡para unirse por siempre a ella! CUNNINGHAM, Loren. HAMILTON, David Joel. ¿Por qué no la mujer? Una perspectiva Bíblica sobre la mujer en la Misión, el Ministerio y el Liderazgo, JUCUM-USA, 2003, p 101.

3 comentarios: