jueves, 2 de mayo de 2024

LA NARIZ DE DIOS (2)

 

La nariz de Dios (2)

Las ofrendas levíticas ayer y hoy

Lv 2:1-16

convozalta.blogspot.com/Jovanni Caballero 207

El libro de Levítico, aunque a primera vista, dadas sus extrañas categorías y lenguaje, parezca distante para el creyente, es el “Manual para el adorador”. Marcando rutas claras para la celebración de la fe, el texto enseña cómo acercarse a Dios y no fallar en el intento. Ahora, es necesario ubicar el tema de las ofrendas en, al menos, cinco marcos o escenarios. Pero espera, antes, una novedad: El termino general para ofrenda aquí es el hebreo “Korban” (Lev 1:1), que significa “acercarse”. En ese tiempo se suponía que los dioses eran distantes, indiferentes, exigentes y con una necesidad constante de ser “apaciguados”. Pero, a este Dios te puedes acercar. Seguimos.  1). Marco histórico y soteriológico: el evento del éxodo. Los receptores del texto son las personas del pueblo de Israel que han salido de Egipto a través del evento del éxodo (Ex 1-15). De esta manera las ofrendas no son para salvación, son la respuesta del pueblo hacia Dios que los ha salvado o liberado. No se busca ganar el favor de Dios, sino responder a sus favores. 2). Marco geográfico: el monte Sinaí. El pueblo está ubicado geográficamente en el monte Sinaí, allí Dios lo llama a establecer con él un pacto, le da los mandamientos y el tabernáculo (Ex 20:24; Lv 26:46; 27:34).  3). Marco litúrgico: el tabernáculo[1]. El pueblo celebra la presencia de Dios simbólicamente localizada en el tabernáculo, pero experimentada en cada área de la vida diaria.

4). Marco cultural y religioso. Lo más seguro es que los rituales sacrificiales de Israel tuvieran paralelos en los pueblos cananeos vecinos a Israel. Es lo más normal pues era la usanza antigua para la reconciliación y el culto. Israel, rodeado por culturas paganas que veían el culto como un asunto contractual, debe entender que Dios no es manipulable, que no puede relacionarse con Dios según el principio del do ut des (te doy para que tú me des). Y es que “Dios sólo puede ser el objeto de nuestro culto si primero es el sujeto que nos da el culto… los paganos se imaginaban un culto esperando ganarse el favor de los dioses por medio de él. El culto de los hebreos era una respuesta a lo que Dios ya había hecho por ellos”[2]. 5) Marco estructural y literario. Ubicamos aquí los capítulos 1:1-7:38 dentro de la estructura literaria del libro. Las palabras iniciales de este libro indican su relación con Éxodo. En este último, Dios habla desde la montaña. En el Levítico, desde el tabernáculo. Éxodo termina con su dedicación del tabernáculo y Levíticos empieza con la adoración en el tabernáculo. Estos primeros capítulos, 1-7, nos presentan el “Manual del sacrificio” mostrando la forma en la que el pueblo puede disfrutar de la presencia de Dios. Veamos el texto de la primera ofrenda en detalle en tres momentos.

Primer momento, la ofrenda que se pide: La ofrenda vegetal. A esta ofrenda se le denomina implemente un regalo (Minhá). La palabra se usa comúnmente para los regalos, los cuales pueden ser expresiones de reverencia u homenaje (Gén 32:14; 43:11; Jue 6:19, 1 Sam 10:27), gratitud (Salm 96:8), o lealtad (2 Sam 8:2; 2 Crón 17:11). Aquí claramente se refiere a una ofrenda específica de cereal o grano. La ofrenda es voluntaria. “…las ofrendas voluntarias (Lv 1-3) por estar puestas en primer lugar, son las más importantes y muestran la espontánea y gratuita relación de Dios con el israelita”. “Cuando alguien”. Esto se refiere a cualquier ser humano, hombre o mujer, y al extranjero que mora entre ellos. Es de carácter inclusivo. Segundo momento, el ritual que se realiza, vv.  El ritual consta de tres momentos: 1). Presentación de la ofrenda al sacerdote con aceite e incienso, 2). Una porción se pone al fuego y se quema (memorial), 3). El resto es para Aarón y sus hijos[3]. Tercer momento, la aprobación que se da, vv. 9c, 13d, 17d.  Cada sección termina exactamente con la misma frase, describiendo la ofrenda como de grato olor al Señor.

Ahora, algunas implicaciones. En primer lugar, es un tributo al Señor soberano. La ofrenda vegetal representaba una consagración a Dios, tanto de los dones recibidos de Dios como del trabajo humano. El hecho de traer un simple regalo de harina o pan simbolizaba la autoridad de Dios sobre la totalidad de la vida. Los trabajos rutinarios de cada día se traían a su presencia y se rodeaban de un acto de adoración porque él era el Señor de todo. La cosecha producto del trabajo diario eran un regalo de Dios, no un derecho.  En segundo lugar, es un recuerdo del Dios del pacto. El texto menciona tres veces la porción memorial de la ofrenda (vv. 2, 9, 16). La fe presupone momentos de renovación consiente del compromiso, esto, para evitar “vivir en modo automático”. Y si no, nuestra relación con Dios fácilmente podría caer en la triste monotonía y decaer rápidamente hasta que ya no nos importe.  En tercer lugar, es una respuesta al Dios generoso por nuestro trabajo. Trabajar, en la Biblia es adorar, es participar de la imagen de Dios, transformando y “creando”. Es símbolo de la consagración de nuestro trabajo diario para el Señor. Mientras que el holocausto habla de la dedicación de nuestro ser a Dios, la ofrenda de cereal habla de la dedicación de nuestro trabajo. Y, en cuarto lugar, un sentido de solidaridad. Al traer las ofrendas al templo y dejar una parte de los Levitas, los administradores del culto, que no tenían tierra, se hacen solidarios con aquellos que sirven o, con aquellos que no tienen nada.  Continuará.


[1] Afirma Andiñach: “La flamante tienda se inaugura con las instrucciones para los rituales y ofrendas, y destaca el lugar de privilegio que tienen en la vida del pueblo y en la relación con Dios”. ANDIÑACH, Pablo R. Introducción hermenéutica al Antiguo Testamento. Verbo Divino-Estella Navarra, 20014, p. 124.

[2] Citado por KUEN, Alfred. Renovar el culto. Clie-Barcelona, p.14.

[3] Hay algunas instrucciones en cuanto a ingredientes prohibidos y prescritos. La ofrenda de cereal tenía que prepararse sin levadura o miel (v.11), pero siempre debía incluir sal (v. 13). El texto no explica las razones para esto, así que, otra vez, debemos ser cautos en nuestras especulaciones. Tanto la levadura como la miel podían ofrecerse a Dios como primicias de los frutos (Lv 23:17; 2 Cron 31:5), así que la prohibición en este caso no puede ser porque hayan sido considerados como inmundos. Puede ser que tanto la levadura como la miel hayan sido usadas en procesos de fermentación y, por lo mismo, eran símbolo de corrupción. Esta perspectiva es apoyada por el mandato de agregar sal, dado que la sal realmente era usada como un preservador en el mundo antiguo. La sal era simbólica no sólo de detener la corrupción sino también de permanencia. En Nm 18:19 y en 2 Crón 13:5 se le asocia con las promesas del pacto. Dado que aquí se le vincula con la ofrenda de los frutos de la cosecha, puede ser que haya eco del pacto que Dios hizo con Noé en cuanto a su fidelidad interminable para con su creación (Gn 8:20-22).

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